El llamado a consultas por parte del gobierno Trump del diplomático John T. McNamara, encargado de negocios de la embajada estadounidense en Bogotá, rompe una tradición de respeto mutuo entre los dos Estados, creando un lamentable escenario diplomático, que ni siquiera llegó a estos niveles durante el vergonzoso periodo presidencial de Ernesto Samper Pizano (1994-1998).
Desde la llegada de Gustavo Petro al Palacio de Nariño la tirantez, las tensiones y el mal ambiente diplomático han crecido geométrica y matemáticamente, por cuenta de las conductas grotescas, irrespetuosas, descalificadoras, aderezadas con arcaicos sesgos ideológicos comunistas del mandatario colombiano, proclive todo el tiempo a agredir verbalmente a los gobiernos del hemisferio norte, vulnerar las leyes colombianas en franca relación de connivencia con delincuentes, legitimar descaradamente el narcotráfico y evitar sin tapujos la extradición de narcotraficantes requeridos por cortes federales estadounidenses.
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