Reservas de la fuerza pública y participación en política. Llegó la hora de las decisiones

Publicado: 2021-09-18   Clicks: 1485

        Mediante loables esfuerzos, diferentes sectores de las reservas de las Fuerzas Militares y de Policía, han emprendido la tarea de participar en las elecciones para congreso de la república en 2022. Válido, genuino y muy necesario impulso, que amerita reconocimientos.

        Polarizada como ha sido durante toda la vida de la accidentada vida política nacional, esta vez no es diferente la dinámica del proceso electoral. Colombia transita una reiterada etapa de agresiones verbales entre candidatos, ambiciones personales de quienes reparten avales con intereses diferentes a servir al país, trashumancia de votos, corrupción eterna, etc.

       Hasta la fecha, ninguno de los grupos “tradicionales” ha presentado programas serios de gobierno a largo plazo, ni acuerdos programáticos, ni ideas que apunten a cambios estructurales del viejo modo de hacer política en el país.

        Desde esta orilla, por inexperiencia, por ausencia de liderazgo de conjunto, por no superar egos propios del servicio activo, parecería ser que dentro de las reservas militares y policiales, tampoco se ha superado esta enfermedad crónica de la vida política colombiana.

       El tiempo apremia para las 30 agrupaciones que dicen encarnar el sentimiento del país desde las toldas de la reserva activa, pero diferente a caudillismos y deseos de ser senadores per sé, no se evidencia que haya algún proyecto elaborado con objetivos, metas, políticas, tareas, planes y proyectos que sean atractivos, convincentes, medibles y verificables. No solo para las reservas militares y policiales, sino para todos los colombianos.  Claro está, si es que hay intenciones políticas serias y con visión transformadora y deseos genuinos de ayudar a sacar a Colombia del atolladero, al que lo han llevado los corruptos de todas las vertientes políticas del país.

       De no cambiar ese esquema y hacer algo diferente a decir en forma grandilocuente que somos los salvadores del país y esperar milagros electorales que dese luego no llegarán, irremediablemente, dicha realidad conducirá a repetir el fracaso de miembros de las reservas en otros ejercicios electorales.

       Al hacer un balance comparativo análogo, es de elemental lógica deductiva, que para ganar un campeonato futbolero, el cuerpo técnico y los jugadores, deben elaborar un plan de trabajo, entrenar mucho, repetir esquemas tácticos, practicar hasta la saciedad jugadas preconcebidas, incrementar la cultura organizacional, fortalecer la disciplina interna y escoger a los mejores para cada partido... Queda claro: No todos los 22 convocados pueden ser titulares.

       En la buena política, en la política correcta debe ser igual. No basta con autoconsiderarse el líder a quien todos deben seguir. Para ser titulares en los partidos, los futbolistas no se auto imponen diciendo que son los mejores, sino que trabajan con dedicación durante la etapa previa a los encuentros, y así el cuerpo técnico los escoge para salir a la cancha a defender los colores de su equipo. Igual debe suceder en la política bien concebida, primero hay que ganar la confianza y la credibilidad de las audiencias, para que al final de las exposiciones previas a la selección de los candidatos, sea una convención seria y democrática reglamentada previamente, la instancia formal, que determine mediante sufragio público, quienes son los representantes de la colectividad.

       Hacerlo de otra manera, aleja a los votantes y causa resquemores, pues es muy difícil que alguien vote en una elección popular, por quien no conoce, o por quien dice estarlo representando, cuando se evidencia a todos luces que el interés de ese autonombrado, es eminentemente personal y no nacional o por lo menos comunitario colectivo.

        Si desarrollan concienzudamente el proceso de legitimación de su trabajo preelectoral, esos “líderes” no serán autoimpuestos. Por lo tanto, estarán legitimados y empoderados por un respaldo popular de la colectividad, que por su naturaleza invita a todas las reservas a votar por ellos. En contraste, si quienes se autopostulan, creen equivocadamente como creyeron quienes ya fallaron en el intento en anteriores comicios, que por el solo hecho de haber portado el uniforme, los votantes los van seguir, el resultado será más de lo mismo. Y el fracaso será igual o peor de estruendoso.

      Tampoco es convincente ni mucho menos válido, aducir desde un grupo unipersonal, que aquí les doy el aval para el senado, aporten determinada suma de dinero y hagan su campaña.  

      A todas luces, esa propuesta es el preludio de corrupción y malos procedimientos. De entrada, es evidente que se trata de una empresa clientelista electoral con fines turbios, no de un partido serio que represente el sentir de una comunidad, o el deseo transformador de la vida política colombiana.

       Pero hay algo más. No todos quienes juegan fútbol son aptos para ser seleccionados, ni todos los futbolistas seleccionados son el cerebro y líder del equipo que lo motiva y anima en el terreno de juego. Son muchos los llamados y pocos los escogidos. Eso significa, que para hacer buena política, y ubicar representantes idóneos de las reservas, sería ideal seguir la frase del Libertador Simón Bolívar: “A personas de escasas capacidades no se les pueden dar grandes responsabilidades públicas, por mucha que sea su buena voluntad”

        En el actual entorno sociopolítico, el mundo se convirtió en una aldea global. Lo que sucede en una latitud afecta al resto del planeta. Colombia no es la excepción. Nuestros problemas sociales, políticos, económicos, culturales y de seguridad nacional, son cada día que pasa, retos más difíciles de solucionar. Por ende, se necesitan estadistas estructurados integralmente, para orientar procesos de reconstrucción y reenfoques del destino nacional. Es algo que requiere preparación previa y mucho pero mucho compromiso de quienes lo emprendan y de quienes acompañen esa tarea. No solo autoexaltando títulos académicos y logros personales por haber ocupado cargos por nombramientos.

     Debido a la calentura de la pandemia y a la fogosidad propia del trópico, que nos acostumbró culturalmente a tomar decisiones apuradas, se escucha a menudo entre las reservas militares o policiales, que si x, y ó z congresista es apenas bachiller y está en el congreso de la república, ¿Por qué no puedo estar yo ahí?. En democracia e igualdad de derechos ese argumento es válido, pero en sana lógica es una aberración política, pues sería más de lo mismo, o algo así como querer apagar el fuego que carcome a Colombia, arrojando más gasolina para aumentar las llamas devoradoras de la corrupción, la ineficiencia, las componendas, los amiguismos y los desvíos de recursos públicos para fines particulares. En el congreso de la república deberían estar los mejor capacitados para esa tarea. No quienes nivelen por lo bajo, la pertenencia a la importante institución parlamentaria.

       Por otra parte, para participar en política por primera vez y obtener el umbral para ser reconocido como partido político, las leyes colombianas exigen pagos de pólizas, encaminadas a garantizar que las finanzas del Estado no se desangren cohonestando la participación de movimientos significativos de ciudadanos, carentes de posibilidades electorales y de recursos económicos para sostener campañas.

        En ese sentido es muy importante, que desde las reservas se examine con lupa, de donde provienen los recursos para financiar esas campañas, pues el narcotráfico y otros grupos criminales que ya tienen experiencia en hacerlo, están al acecho de nuevos incautos.

        Y hay algo más. Es obvio que se deban escoger por votación colectiva, no por autoimposición, para que representen a las reservas y al país en general, quienes hayan demostrado con claridad no estar inmersos en situaciones graves que afecten su legitimidad y la de quienes los respalden. Que tengan concepción de estadistas, probada capacidad de estrategas, experiencia y destrezas para encarar debates políticos en los medios de comunicación, haber participado en paneles de expertos nacionales e internacionales sobre temas de actualidad, pero sobre todo, solvencia moral a toda prueba y sin tacha.

         Además de que hayan estudiado, escrito, analizado y debatido acerca de los problemas estructurales de Colombia. Ese perfil sería el adecuado para los senadores que transformen la vida política del país y no sean más de lo mismo que ya conocemos.

        La mala política arraigada en Colombia es la podredumbre moral de una nación. En consecuencia, llegar a los escenarios políticos colombianos sin solvencia moral y sin estrategia programática de partido sólidamente estructurado con objetivos consensuados y definidos por la colectividad, es entrar desde el principio en la rueda de la prolongada desgracia, que ha tenido a nuestra patria sumida en crónico caos.

      La buena política se traza sobre procesos formativos, planes y proyectos con objetivos estratégicos y tácticos. Esa es la política que necesita Colombia, y es la que salvará al país. No narrativas personales cargadas de epítetos emocionales sin ningún basamento programático ni racional.

       Además, porque para surtir cambios transformadores, Colombia requiere de estadistas estructurados que recompongan el rumbo del país. Es casi seguro que gane quien gane las elecciones del 2022, el país marcha hacia una nueva asamblea constituyente en la que por tener planes estratégicos, objetivos y experiencia en actividades políticas, la izquierda podría desarticular más a la nación en esa convocatoria para reformar la Carta Magna.

       Por lógica deducción, surge la pregunta del millón ¿cuál grupo político, diferente a la izquierda armada y desarmada, ha visulaziado y está trabajando en alistar los potenciales candidatos para enfrentar y superar ese reto?. Tristemente la respuesta es ninguno, incluidos los "lideres" de la reserva activa. La razón: Faltan estadistas con visión estratégica para leer, interpretar y actuar sobre el mapa del escenario político venidero.

      Desde hace más de dos años, la Fundación Excelencia, Liderazgo y Transformación ha venido construyendo una escuela itinerante de pensamiento y acción política, cimentada en esas líneas de acción. Por sustracción de materia, este mensaje es una nueva invitación a pensar y actuar en favor de Colombia, no en proyectos personales que han sido la causa y razón del caos en que está el país.  Estamos a tiempo de corregir el rumbo.

        Las reservas militares y policiales podemos aportar mucho a la solución pero con proyectos serios no con calenturas de pandemia, ni pensando que por el solo hecho de gustarle el fútbol, se tienen las condiciones para ser titular de la selección Colombia.

      PD: La solución que debe ser consensuada y aprobada estatutaria y programáticamente se logra con compromiso y trabajo permanente, no con impulsos temporales.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista político internacional y autor de 39 libros sobre estrategia, geopolítica y defensa nacional.

www.luisvillamarin.com

 

 

 

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