Por Luis Alberto Villamarín Pulido
Aunque la represión transnacional mediante persecuciones ilegales o con complicidades de gobiernos de Estados receptores de perseguidos políticos, es una práctica antigua en las relaciones internacionales, la persecución contra disidentes políticos parece estar ganando prevalencia en pleno siglo XXI.
Probablemente, la globalización y la asombrosa facilidad del Internet, han coadyuvado para que los exiliados participen en el activismo contra sus represores desde el extranjero. Sin embargo, es innegable que han aumentado el deseo y la capacidad de las autocracias, para reprimir la actividad política contradictoria por sus conciudadanos en diáspora.
Así los teléfonos inteligentes y dispositivos electrónicos conectados a la red mundial de Internet, convierten la era digital en propiciadora motivos y mejores herramientas para efectuar represión transnacional contra disidencias políticas.
En ese orden de ideas, para los analistas políticos internacionales, surge la pregunta ¿Está en aumento la represión transnacional o es una percepción de analistas políticos y sociólogos?
En realidad, la represión trasnacional es un fenómeno geopolítico con varios siglos de probada existencia. Por ejemplo, durante el siglo XIX, los regímenes zaristas ubicaron, vigilaron y persiguieron disidentes rusos residenciados en París.
Mediante estratagemas propias de la consuetudinaria metodología de guerra sicológica urdida hace varios siglos en el Kremlin, la policía secreta zarista organizó y promovió provocaciones políticas en París, para que los disidentes parecieran ser sujetos peligrosos. El calculado propósito de persuadir a las autoridades francesas para que los persiguieran y lo reprimieran.
La agresión internacional rusa más notoria, ocurrió en París en 1890, cuando Arkadiy Harting conocido en los anales de la historia represiva zarista como alias Abraham Gekel'man o Landezen, encabezó un grupo terrorista de activadores de bombas, a quienes premeditadamente luego traicionó, delatando su ubicación ante la policía de París. Cinco décadas más tarde, fiel a ese esquema, propio de la dirigencia rusa, en 1940, Joseph Stalin ordenó asesinar a León Trotsky su contradictor político, quien se había exiliado en México.
La lista de hechos similares es extensa en los cinco continentes. Durante los dos últimos siglos, los regímenes autocráticos y dictatoriales, han sido responsables de múltiples acciones criminales similares. Al punto, que en pleno 2024, se sabe mucho sobre hechos documentados, pero no se sabe a ciencia cierta cuál es la extensión o efectividad de la represión transnacional a lo largo de la historia, porque esta, no ha sido rastreada, ni medida sistemáticamente.
En reciente informe de Human Rights Watch, publicado en febrero de 2024, fueron documentados 75 casos de represión transnacional cometidos por más de 20 gobiernos autocráticos, citando entre ellos a Argelia, Azerbaiyán, Bahréin, Bielorrusia, Camboya, China, Egipto, Egipto, Emiratos Árabes Unidos Etiopia, India, Irán, Kazajstán, Rusia, Ruanda, Arabia Saudita, Sudán del Sur, Tayikistán, Tailandia, Turquía, y Turkmenistán.
En ese entorno, las autoridades canadienses vincularon al régimen represivo de Narenda Nodi en India con el asesinato en junio de 2023 en Vancouver, del ciudadano canadiense y destacado líder sij Hardeep Singh Nijjar. Así mismo, a los regímenes dictatoriales de Vladimir Putin, Kim Il Jung y Xi Jing Pin, se le sindica de manera persistente, de asesinatos de disidentes políticos asilados en otros países.
En ese orden de ideas, las tensiones diplomáticas entre China e Inglaterra están en aumento en Londres. El nuevo capítulo surgió cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores británico convocó al embajador chino para una reprimenda oficial. Mediante sorpresivo anuncio, la policía londinense acusó a tres hombres relacionados con la embajada china, de ayudar al servicio de inteligencia de Hong Kong al servicio del prochino John Lee, de perseguir disidentes dentro del Reino Unido, de forzar la entrada en una residencia privada.
Mediante declaración oficial, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico criticó el comportamiento inamistoso, dirigido por China contra el Reino Unido, argumentando que el anuncio de pago de recompensas de 128.000 dólares por información veraz, que conduzca al arresto de disidentes políticos, reasentados en Gran Bretaña y otros países.
Infortunadamente, no es único caso que ha sucedido en Londres. Allí, los periodistas iraníes han recibido amenazas de muerte, abusos en redes sociales y páginas web, robos selectivos, seguimientos, amedrentamientos, e inclusive un caso probado de apuñalamiento con fines letales.
Igualmente, Amnistía Internacional reportó que algunos estudiantes chinos han asegurado vivir en medio de climas de miedo, mientras estudian en Europa o Norteamérica, debido a amenazas, vigilancia y otras formas de acoso evidentemente supervisados por el gobierno chino.
¿Por qué los gobiernos autocráticos persiguen a los exiliados políticos?
Hace varios siglos, enviar al exilio a los oponentes políticos podía ser una forma eficaz de erradicar su influencia interna y silenciar los alcances políticos o sociales de sus mensajes. En contraste, en pleno siglo de la era digital, los teléfonos inteligentes y las redes sociales permiten que un disidente en el extranjero pueda comunicarse con sus seguidores, logrando cobertura extraordinaria.
Naturalmente, esto es amenazador para los autócratas y sus séquitos. Sin duda, las experiencias derivadas de la Primavera Árabe en el entorno autocrático musulmán, les dejaron la lección, que aquello que los ciudadanos activistas comunes y corrientes, hagan en Internet incide a favor de los gestores de los mensajes y en contra de la consistencia de gobiernos dictatoriales.
Por razones obvias, inicialmente algunos investigadores calificaron el activismo transnacional, como una herramienta positiva para difundir ideas democráticas, y exigir rendición de cuentas a los gobernantes. Quizás, fue una percepción demasiado optimista. La reacción de los gobiernos autocráticos se materializó en la destinación de más recursos para reprimir el activismo político contrario a sus intereses personales, y cualquier forma de disidencia política desde el extranjero.
Infortunadamente, con el paso del tiempo, los autócratas han aprendido de sus pares, diversas prácticas de represión, que hasta la fecha les han resultado compartidas y efectivas.
¿Pueden hacer algo los países anfitriones para proteger a los disidentes perseguidos?
Los países anfitriones de disidentes políticos extranjeros, enfrentan desafíos espinosos y a menudo desagradables. Además de los problemas internos de seguridad en cada país, surgen las dudas si ¿dedicarán recursos policiales para proteger a los activistas, y en qué proporción de los gastos en seguridad nacional y ciudadana? ó, ¿Se arriesgan los gobiernos receptores de disidentes a deteriorar las relaciones diplomáticas con otro país, al cuestionar públicamente actos de represión transnacional?
Por esta razón, dentro de Estados Unidos, el FBI ha diseñado “guías de intimidación por amenazas” que orientan cómo buscar protección de las autoridades locales, a quienes han sido víctimas de represión transnacional en suelo norteamericano. Inclusive, hay múltiples procesos y acusaciones federales contra personas originarias de China e Irán, Arabia Saudita, Cuba y Nicaragua y Venezuela, acusadas de conspirar contra periodistas, activistas y otros disidentes.
Conclusiones
1. La persecución a disidentes políticos dentro del territorio de los Estados receptores, ni es nueva ni vislumbra cambios a corto o mediano plazo.
2. Así como las redes sociales y el Internet en general facilitan herramientas a los disidentes políticos, para cuestionar pública y abiertamente a sus represores, también es cierto que las herramientas cibernéticas y las aperturas a las libertades individuales en los países receptores facilitan a los gobiernos autocráticos perseguir a sus contradictores, fuera de su territorio.
3. Ningún Estado, ni siquiera los considerados del primer mundo, tienen la capacidad financiera o policial, para garantizar la total inmunidad de los asilados políticos, que no sean blanco de las acciones ilegales y peligrosas de sus perseguidores.
4. Pese a dos guerras mundiales, la prolongada guerra fría entre capitalistas y comunistas, los asombrosos avances de las ciencias y la tecnología, la mejoría del nivel de vida de millones de ciudadanos en el planeta, contradictoriamente resurgen tendencias autocráticas que son respaldadas por temor o por ignorancia de los afectados, y lo que es peor, que, en países vecinos, decepcionados por gobernantes incapaces, tienen seguidores que incitan a caer en el mismo error.
5. La corrupción y el despilfarro de recursos públicos para financiar programas y medios represivos contra disidentes políticos, están a la orden del día en todos los continentes. No bastan los postulados de organismos multilaterales, ni las buenas intenciones de los gobernantes demócratas.
6. El reto es grande para todas las naciones del llamado mundo libre. Luchar contra tiranos, autócratas y expansionistas, no es tarea solitaria de los países actualmente afectados, sino del planeta entero…. “Si la casa de tu vecino se está incendiando, pon tus barbas en remojo”.