Muy pobre el debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris, organizado por la televisión estadounidense.
Mensaje poco esperanzador para el mundo, que ninguno de los dos candidatos, den la talla para tan grande responsabilidad, ni propongan soluciones geopolíticas y estratégicas a las graves crisis de seguridad, medioambientales, económicas y de conflictos, diferentes a los autoelogios y las descalificaciones recíprocas.
Ni en agendas interiores ni exteriores fueron claros. Ni siquiera convincentes.
Pasiones partidistas y mentiras simultáneas.
Los medios de comunicación dan ganadora por leve margen a la señora Harris, pero su victoria en el insulso debate, no se traduce ni en esperanzas locales o mundiales, ni contiene programas serios, creíbles o válidos.
En esencia, la crisis de liderazgo es mundial y no la solucionan ni dirigentes políticos egocéntricos como el pintoresco dúo Harris-Trump, ni los "expertos" que les legitiman sus ramplonerías, ni mucho menos, los electores fanatizados.
Muchas lecciones y enseñanzas para extractar del pobrísimo debate electoral, acerca de lo que no se debe hacer políticamente en otras latitudes, incluida Colombia.
Solo los necios no aprenden de las experiencias de la historia.
Por ahora queda visto, que ni Trump ni Harris, son los idóneos para gobernar a Estados Unidos, pero la "suerte está echada" y, en consecuencia, vendrán tormentas políticas de incalculables e impredecibles horizontes para Estados Unidos y el mundo, entre ellas una eventual guerra de altas dimensiones.
Es como si la fatalidad atada a históricas y puntuales desgracias políticas, estuviera cumpliendo un ciclo.
Luis Alberto Villamarín Pulido
Especialista en Geopolítica y conflictividad.