De venta en:
ISBN: 9780463424872
Al estallar, la guerra, domina nuestras vidas. Como la describiera un novelista en 1861, la guerra es como una gran tempestad que llega a todos, se introduce en el órgano de la iglesia, silba de un extremo a otro de las calles, se gana dentro de nuestras estufas de chimenea, hace tañir las copas en los bares, levanta las canas en los hombres de estado, invade las aulas de los colegios y hace crujir las páginas hojeadas por los estudiantes. Ofrece pruebas ineludibles de nuestras fidelidades por el trabajo y las obligaciones, las grandes aficiones secretas y devociones públicas, las preferencias personales y los compromisos sociales.
Soldados rasos y oficiales subalternos de una sociedad democrática que está en guerra, deben conocer las razones por las cuales arriesgan sus vidas. Fue un oficial prusiano, Steuben, quien dejara sentado el principio fundamental de que todo ejército tenía que aprender las bases racionales de disciplina y de acción. Fue un gran demócrata, Thomas Jefferson, quien propuso que los asuntos militares se convirtieran en una parte fundamental de la educación estadounidense.
Es el propósito de este libro explicar, con un examen más amplio y sobre un período de tiempo más largo, la forma en que se ha desarrollado la estrategia de la guerra moderna, con la convicción de que un conocimiento del mejor pensamiento militar, ha de permitir a los lectores anglosajones, llegar a comprender las causas de la guerra y los principios fundamentales que rigen la conducción de la misma.
Creemos que un desvelo permanente por tales asuntos es el precio de la libertad. Creemos, también, que para tener una paz duradera debe tenerse una comprensión clara del papel que las fuerzas armadas desem-peñan en la sociedad internacional. Pero no siempre hemos tenido esta comprensión.
Tal como lo señala Mr. Cordón Craig en el capítulo 11, los mayores historiadores de nuestro tiempo se han visto en la constante necesidad de excusarse por su interés en los problemas militares, ya que la aversión por la guerra y la ignorancia en cuanto a su papel en los asuntos humanos, han llevado a los pueblos pacíficos de todo el mundo, a menospreciar su significación en la historia y a ignorar su portentosa importancia para nuestro futuro. Porque no es la fuerza en sí, la que está equivocada, sino los propósitos para los cuales algunas veces se recurre a ella. Como lo expresara Pascal hace casi tres siglos, debemos percatarnos de que:
"La justicia es impotente sin la fuerza. La fuerza sin la justicia es tiránica. Debemos combinar la justicia con la fuerza".
Hasta más o menos el fin del siglo dieciocho la estrategia la forma-ban un conjunto de estratagemas y tretas de guerra ruses de guerre mediante las cuales un general buscaba engañar al enemigo y ganar la victoria. Pero a medida que la guerra y la sociedad han ido volviéndose más complicadas y la guerra, debe recordarse, es parte inherente de la sociedad la estrategia ha tenido, por necesidad, que exigir una consideración cada vez mayor de factores que no son militares, económicos, psicológicos, morales, políticos ni tecnológicos.
La estrategia, por lo tanto, no es simplemente un concepto para tiempos de guerra, sino un elemento del arte de gobernar empleable en todo tiempo. Solamente la terminología más estricta definiría hoy a la estrategia como el arte de controlar y emplear los recursos de una nación o de una reunión de naciones, inclusive sus fuerzas armadas, con la finalidad de que sus intereses vitales sean eficientemente mejorados y ofrezcan seguridad frente a enemigos efectivos, en potencia o sencillamente supuestos.
Nos aventuramos a pensar que los integrantes de las fuerzas arma-das se mostrarán tan interesados en los capítulos que siguen, como el lec-tor común y el estudioso en materia de asuntos internacionales. Así lo fundamenta este ejemplo; un asunto persistentemente debatido entre tácticos y estrategas abarca los aspectos relativos a la guerra ofensiva y defensiva.
Maintained and Created by: { lv10 }
LuisVillamarin.com, 2015©