Publicado en el periódico Acore, marzo de 2008
Acaba de ser publicado por la Editorial Nowtilus de España, el libro titulado Conexión Al Qaeda de mi autoría, mediante el cuál presento a los lectores la investigación detallada del proceso evolutivo del terrorismo, como arma de guerra sicológica. Estos son algunos apartes del contenido general.
Los ataques terroristas del 11-S, el 11-M, el 7-J, la repetición casi instantánea de explosiones en Londres y la masacre de turistas en el balneario de Sherm-al-Sheik al sur de la Península del Sinaí en Egipto; complementados por la publicación de agresivas fatwas[1] y los hallazgos de pruebas contundentes acerca de la financiación y modus operandi de las redes clandestinas de Al Qaeda, así como la innegable posesión de armas nucleares tácticas por parte de las células orientadas por Osama Bin Laden; desvelaron la estrategia, los objetivos y el impredecible alcance de los grupos de fundamentalistas islámicos, capaces de perpetrar ataques con armas de destrucción masiva contra los países que conforman la cultura occidental.
A lo largo del texto, el lector evidencia que el trasiego político y armado del islamismo fundamentalista, inició con la muerte violenta del califa Alí, suceso que dividió la religión islámica entre sunitas extremistas y chiitas liberales. Después el islamismo integrista recorrió un largo camino de experimentación circunstancial, con el wahabismo expandido desde el nacimiento de Arabia Saudita como estado independiente, hasta llegar al salafismo, encarnado por Osama Bin Laden.
En poco tiempo el terrorismo internacional se convirtió en narcoterrorismo, producto de la bien articulada interrelación de armas, drogas, terror y lavado de dinero, en contubernio con otras formas delincuenciales, tales como la prostitución, la falsificación de moneda, el contrabando, el fraude electrónico con tarjetas de crédito iniciado por Hizbollah y los terroristas palestinos, luego continuado por las redes de Al Qaeda, unido a las guerrillas de las Farc, las mafias rusas y los terroristas de ETA e IRA.
Las redes terroristas diseminadas en todo el planeta como una cadena geopolítica coyuntural, captaron los recursos de todas las vertientes ilícitas e iniciaron una desaforada carrera de cooperación mutua por conveniencia. Sin proponérselo, la globalización económica mundial facilitó la globalización del terror encabezada por Al Qaeda.[2]
Con visión fatalista, los integristas islámicos organizan núcleos terroristas por todo el planeta y estimulan, desde algunas mezquitas o desde la clandestinidad, persistentes llamadas a los seguidores para desatar la implacable yihad[3] de vida o muerte contra los infieles cristianos y judíos[4], con las frases:
No manipulamos el nombre de Alá para matar civiles. Alá nos ha ordenado realizar una guerra santa, y nosotros cumplimos sus órdenes..... Nuestra guerra venera a Alá.
De manera simultánea, en el complejo mapa geopolítico mundial de comienzos del siglo XXI, grupos terroristas estimulados por teorías marxistas-leninistas pretenden revivir la intermitente vigencia del socialismo en puntos sensibles del planeta, mientras aumentan los problemas socio-políticos utilizados como combustible para justificar las acciones armadas irregulares sorpresivas contra el capitalismo y las democracias occidentales; con la circunstancia agravante que los extremistas musulmanes, poseedores de los mayores flujos de capitales ilícitos, motores de la multinacional financiera del terror, pudieran atraer hacia sí, a mediano y largo plazo todos los resentimientos ideológicos, y explotar a su favor el consecuente caos.
Así surgió, evolucionó y creció el extremismo islámico como una empresa multinacional del crimen, convertida en narcoterrorismo desde finales del siglo XX, con el latente riesgo del terrorismo nuclear, que gravita alrededor de cada uno de dichos elementos, o por lo menos, se afianza en coyunturas derivadas de ellos.
Las cruentas guerras de los siglos XIX y XX, originadas por motivos geopolíticos, constituyeron apenas un paréntesis, del cual estimulados por la incidencia soviética, los extremistas musulmanes extrajeron elementos de utilidad para renovar, por la razón o por la fuerza, intenciones de globalizar el fundamentalismo islámico.
Los esquemas de guerra revolucionaria aplicados entre 1945 y 1991 por la antigua Unión Soviética con el fin de desestabilizar las democracias mediante sabotaje, subversión, actos despiadados de terror, propaganda, lavado de activos, delincuencia organizada y tráfico de armas, encontraron el espacio ideal y el caldo de cultivo en la guerra santa, difundida por islámicos extremistas seguidores de la escuela wahabbista que se autonombraron predestinados a salvar la humanidad “de los vicios capitalistas de la descompuesta civilización occidental”.
Por error de cálculo los analistas occidentales supusieron que la mayor parte de los conflictos armados ocurridos en el mundo durante el lapso 1945-1991, estaban asociados con la guerra fría, verbigracia en Corea, Vietnam, Camboya, Angola, Cuba, Nicaragua, Colombia, El Salvador, Perú y Guatemala; al igual que los enfrentamientos de árabes e israelíes, Arabia Saudita contra Yemen y Siria contra Turquía.
Pero por conveniencia estratégica, los propagandistas de la antigua Unión Soviética no podían comprometerse con integristas islámicas. Las instrucciones precisas del Kremlin para los comisarios políticos destacados en el Medio Oriente, pretendían expandir la metodología subversiva en aras de derruir la incidencia norteamericana.
Ante la nueva realidad la ideología genérica y flexible de Al Qaeda no tiene fronteras, pues crea sentido de hermandad e identidad religiosa, y amalgama elementos propios de la tradición musulmana, auspiciados por pensadores extremistas o por las interpretaciones personales de Bin Laden y de miembros de la organización, al tiempo que encarna demandas específicas de diversos conflictos en aras de imponer el Islam y derrotar los apóstatas e infieles.
Uno de los tantos hechos específicos que corroboran la gravedad del asunto y que constituyó la evidencia de un riesgo de impredecibles consecuencias ocurrió en 1999, porque se alertó a los analistas de seguridad internacional antes que se desatara la ola de atentados terroristas, perpetrados por islamistas chechenos que amedrentó a Moscú.
Un artefacto explosivo que iba a ser activado en un parque de la capital rusa contenía el singular mensaje:
- La próxima vez irá acompañada de una fuente de cobalto-
Los actos terroristas recientes indican que la amenaza impone previsiones antes que respuestas. Gran parte de las medidas inciden en el campo diplomático, donde es impostergable diseñar y ejecutar planes de acción conjunta de las Naciones Unidas con los bloques económicos occidentales, para evitar la proliferación de armas nucleares, químicas, biológicas y radiológicas.
Urge el acercamiento entre las partes para suprimir barreras que establecen diferencias, en apariencia insuperables, entre oriente y occidente, hasta lograr la creación de los estados palestino y kurdo, sometidos a todas las normas y obligaciones de los miembros de las Naciones Unidas. La comunidad árabe debe tomar parte activa en la reconstrucción de Irak y el manejo de los recursos petroleros, causa y razón de las tensiones del último siglo en la convulsionada zona.
También urge la intervención de las Naciones Unidas en la solución del problema geopolítico y religioso en la región de Cachemira, limítrofe entre India y Pakistán, pues allí confluyen los intereses geoestratégicos de dos estados dotados con armas nucleares, con la circunstancia agravante que uno de los dos es musulmán y que cualquier conflicto en esa región, además de devastador, despertaría la solidaridad de la hermandad islámica.
La mixtura de guerrillas comunistas con musulmanes extremistas en Filipinas, sumada al incremento de fundamentalistas islámicos en Indonesia, configura un peligroso coctel explosivo, en una zona sensible para la seguridad de Japón, China, Indonesia, India, los Estados Unidos y Corea del Sur, con el ingrediente negativo de la posesión de tecnología atómica en poder de Corea del Norte.
La tendencia socialista de algunos países de Latinoamérica, donde con la connivencia de los gobiernos de Cuba y Venezuela, más algunos sectores del partido brasileño de los trabajadores, el narcotráfico, las guerrillas comunistas y los traficantes de armas que tienen nexos con las redes de Al Qaeda, configuran otro escenario de riesgo para la seguridad hemisférica y la no descartable posibilidad de que desde cualquier país iberoamericano, se pudiera iniciar alguna agresión con armas de destrucción masiva contra los Estados Unidos o cualquiera de los países europeos.
En el campo socio-económico urge la necesidad que los países del primer mundo, inviertan en empresas del tercer mundo, para que no prosperen ni el caldo de cultivo, ni los odios históricos contra el llamado imperialismo norteamericano o el capitalismo absorbente.
En síntesis, la globalización del terrorismo plantea una guerra asimétrica y sorpresiva en todos los campos del quehacer humano y en todos los puntos cardinales del planeta. Las prevenciones, deben enfocarse hacia la acción policial y militar integrada para impedir el crecimiento del terrorismo, la coordinación internacional para evitar el blanqueo de capitales; los controles fronterizos para combatir el tráfico de armas, la lucha integral contra el narcotráfico, la inversión en programas de beneficio social en el tercer mundo y una cruzada intensa de la educación, para mejorar los niveles de vida y detener los flujos migratorios ilegales, aprovechados por las redes terroristas para incrustar las células.
Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Analista de asuntos estratégicos
[1] Decretos islámicos.
[2]Los estrategas de las potencias actuales han considerado el terrorismo como un asunto de poca monta, cuyo análisis y tratamiento debe realizarse por fuerzas militares o policiales, por ende las acciones terroristas nunca fueron prioritarias en la agenda de seguridad nacional de los Estados Unidos.
[3]Guerra santa contra los infieles, es decir, contra quienes no son musulmanes. Yihad también significa esfuerzo, compromiso militar, actividad política o religiosa.
[4]“Mediante los ataques sobre objetivos en el continente americano, el terrorismo fundamentalista dejó de ser una amenaza distante para convertirse en asunto muy grave para la seguridad nacional de los países occidentales, y donde todos deberán colaborar para derrotar a ese enemigo”. José Paz, El Fundamentalismo islámico es el enemigo.
El coronel Luis Alberto Villamarin Pulido es especialista en temas de defensa nacional, geopolítica y estrategia general, autor de 19 libros y mas de 700 artículos. Sus escritos han sido traducidos a inglés, alemán, francés, portugués y polaco. Sus obras son fuente de consulta permanente en universidades tan prestigiosas como Harvard en Estados Unidos, Complutense de Madrid, Leiden de Holanda, Autónoma de México, o Javeriana y Los Andes de Colombia.
Haga click aquí para leer los libros Colección Conflicto Colombiano, o haga click sobre las portadas de algunos de los libros del coronel Villamarín














