El 31 de enero de 2024, el general Hossein Salami, jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, afirmó que Teherán “no busca la guerra”, comentario sin mayor sustento, que parece indicar, que su gobierno no intensificaría tensiones con Estados Unidos. Pero al mismo tiempo, advirtió que Irán estaba preparado para responder si era atacado. Zanahoria y garrote, que nadie le cree ni le compra.
Por su parte, Kata'ib Hezbollah, una de las milicias proiraníes más poderosas de la convulsa región, a la que el Pentágono señala como la más probable responsable del ataque mortal en Jordania, en el que murieron tres soldados estadounidenses, realizó el sorprendente anuncio, que presionada por las circunstancias, supuestamente suspende ataques terroristas contra Estados Unidos en Irak.
Ambos comentarios se produjeron después de que el presidente Joe Biden aseguró que su gobierno decidió dar una respuesta al ataque con aviones no tripulados, que mató a tres soldados estadounidenses e hirió a más de 40 en una base militar norteamericana instalada en Jordania. Ataque considerado como el más mortífero, de más de 160 agresiones de este tipo contra fuerzas estadounidenses en Medio Oriente, desde cuando inició la guerra entre Israel y Hamás en octubre de 2023.
Con cinismo Irán niega autoría intelectual de la osada acción terrorista en Jordania, justificando que el Eje de Resistencia (la red informal de grupos respaldados por Irán que actúan en el Medio Oriente y buscan instalar células en todo el mundo) procede independientemente, para oponerse a la “agresión y ocupación” imperialista estadounidense.
En reunión con funcionarios de la teocracia chiita, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir Abdollahian, puntualizó que Estados Unidos debería “dejar el lenguaje de las amenazas” y concentrarse en lograr una solución política a la crisis regional, ya que la respuesta de Irán ante cualquier amenaza será decisiva e inmediata",
Sea cual fuere la intención estratégica, que sin lugar a dudas es preconcertada entre ambos actores, la retaliación de Estados Unidos es inevitable, entre muchas, por las siguientes razones.
1. Biden está en campaña presidencial y si no actúa, tanto sus electores como algunos extremistas seguidores de Trump expertos en propaganda, restregarán hasta la saciedad dicha debilidad. Sin que eso signifique que si Trump gana las elecciones de noviembre próximo, su gobierno irá a cobrar venganza. Es por lo tanto un mensaje calculado con réditos políticos.
2. Irán no puede darse el lujo de asesinar impunemente soldados estadounidenses, atacar con misiles objetivos en Siria, Irak y Pakistán, sin que Estados Unidos que posee altos intereses estratégicos en la zona afectada pase de agache.
3. El abierto apoyo de Irán a terroristas de Hamás, Hizbolá y hutíes para destruir al odiado estado judío o atacar intereses geoestratégicos occidentales en el mar Rojo, es prueba mas que suficiente, que las palabras, paz, armonía, congelación de la belicosidad y diplomacia transparente no existen en el diccionario político de los ayatolas.
4. Para conservar intacto el avance de su proyecto nuclear, hasta materializarlo en una agresión real, no en supuesta amenaza como es por ahora, la teocracia iraní instigada por Rusia y China contra su enemigo común Estados Unidos, requiere actividad constante materializada en agresión, provocaciones, incentivos nacionalistas exagerados y autovictimización.
5. Dentro de esa lógica, Irán tendrá argumentos para apoyar con equipamiento militar a Rusia en Ucrania, atormentar a Europa Occidental e Israel con la posibilidad de lanzar misiles balísticos y eventualmente cabezas nucleares contra esos blancos y desde luego, impulsar el poderío de la teocracia en el arco chiita de Irán, Irak, Siria y el Líbano.
6. Con el argumento de que persigue terroristas sunitas, Irán no dejará de asesinar kurdos ni de violentar los derechos humanos de los ciudadanos iraníes que dentro y fuera de su territorio, combaten las medidas dictatoriales de los ayatolas.
7. La fortaleza de las fuerzas guerrilleras o terroristas en ambientes operacionales de guerra asimétrica, radica en la actividad constante de sus milicias. Tenerlas estancadas en Irán, no coincide ni con la actual realidad de la región, ni con los planes expansivos de Irán y la línea extremista chiita, conocida como el integrismo islámico.
8. Siempre habrá una disculpa para que las milicias chiitas ataquen objetivos estadounidenses en la región, comenzando por el permanente reclamo de los líderes religiosos extremistas sunitas y chiitas, cuyo credo es que no deba haber ningún infiel occidental en su territorio, mucho menos si es estadounidense. O para que redes extremistas financiadas en secreto por los servicios de inteligencia iraní, perpetren actos terroristas en cualquier parte del mundo.
9. Afirmar que Irán no quiere una guerra con Occidente ni agrandar el actual teatro de guerra en Gaza, y que, Kata'ib Hezbollah, está presionada para no atacar más, como razones de diplomacia internacional, es una falacia.
10. Tampoco significa que dos declaraciones estratégicamente calculadas por la teocracia iraní y sus proxies relacionadas con la actual espiral de violencia en la región, significan que los ayatolás chiitas ya no ven a Estados Unidos como el satán, ni han cambiado de tercio frente al sueño de destruir a Israel, ni detendrán el avance de su propio proyecto nuclear, ni los hutíes dejarán de atacar barcos comerciales en el mar Rojo, ni los reinos sunitas dejarán de ser su objetivo, ni Hamás dejará de recibir apoyo de Teherán.
En síntesis, Estados Unidos retaliará con poderío sobre objetivos sensibles iraníes. A su vez, Irán y sus milicias proxies tendrán esa y la continuidad de los ataques israelíes en Gaza, como disculpas básicas para seguir escalando la cada día más imparable guerra en la región.
Infortunada realidad, que favorece enormemente, apetitos e intereses geopolíticos de China en Medio Oriente, Ucrania, Taiwán y Corea.
Por mucho menos, se desataron ya dos guerras mundiales. Irán está jugando con fuego, gasolina y pradera seca.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional
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