En plena celebración del cuarto aniversario de la muerte del mayor general Qassim Suleimani, dos poderosos artefactos explosivos activados a control remoto causaron cerca de 100 muertes y 200 heridos en Irán. Fecha icónica para cometer una atrocidad de altos perfiles geopolíticos y estratégicos.
Debido a la sensibilidad de seguridad mundial en el momento en que la teocracia iraní, estimula, apoya y financia varias agrupaciones terroristas de filiación islámica extremista chiita, con el propósito superior de desaparecer del planeta al odiado estado sionista, el sangriento ataque terrorista, está totalmente relacionado con etapas subsiguientes de la convulsa, compleja e impredecible guerra en Gaza, y los curos de acción de las milicias chiitas asentadas por Irán, en Yemen, Irak, Siria, Gaza, Líbano y Cisjordania.
Por esa razón hay cuatro hipótesis, para dilucidar respecto a la autoría intelectual y material del ataque yihadista, de las cuales surgen más dudas que respuestas, con la circunstancia agravante que enredan más el panorama geopolítico, los intereses mundiales y regionales sobre la zona, las tensiones locales, la eternización de la violencia religiosa y la ingente posibilidad de que la guerra de Gaza se amplíe al Medio Oriente y pueda desencadenar una hecatombe mayor.
Hipótesis 1: Retaliación israelí consentida por la casa Blanca, por complicidad iraní en ataques del 7 de octubre y financiación de Teherán a terroristas chitas en la región.
Podría atribuirse alta probabilidad a esta hipótesis, debido a la guerra irregular contra objetivos estratégicos de alto valor que han librado durante décadas Israel e Irán. Podría descartarse, considerando que las operaciones especiales del Mossad siempre son puntuales y golpean objetivos concretos. Por su parte Biden, difícilmente embarcaría a su país en una aventura tan impredecible, menos en un periodo tan sensible en el que pretende ser reelecto presidente.
Hipótesis 2: Retaliación de grupos opositores internos de tendencia liberal, víctimas de la represión, violaciones a derechos humanos y persecuciones de la teocracia chiita iraní.
Esta hipótesis incluiría entre todos los afectados, a los kurdos iraníes, perseguidos y violentados por la dictadura religiosa de Teherán, pero no hay antecedentes anteriores de acciones similares de su parte. Sin embargo, no se podría descartar ya que los kurdos tienen nexos con agencias de inteligencia occidental y han combatido por parejo contra extremistas sunitas y chiitas, pues guardan la esperanza de recuperar la territorialidad total de la nación kurda en Armenia, Turquía, Siria, Irán e Irak.
Hipótesis 3: Ataque abierto de Isis-Khorasan mas conocido como ISIS-K, asentado en límites de Afganistán e Irán, cuya teoría es la guerra a muerte contra apóstatas chiitas iraníes y apóstatas sunitas talibanes afganos. Este grupo tiene antecedentes de otros actos terroristas en suelo iraní.
Alta posibilidad de que ISIS-K haya cometido este acto terrorista, para aumentar la militancia yihadista en sus filas, amedrentar a sus adversarios, reiterar la idea del califato sunita en el Khorasan que incluye buen tramo de territorio iraní, advertir a Occidente que sus células regresarán a la yihad mundial en todo el planeta, despertar sentimientos extremistas y ganar favores de los sunitas radicales del Golfo Pérsico, incendiar la presunta buena intención china de poner a saudíes e iraníes a hablar de diplomacia, etc.
Hipótesis 4: Operación de bandera falsa, realizada por la teocracia iraní con obvia asesoría de inteligencias rusa y china, expertas en este tipo de maniobras turbias, para justificar nuevas acciones de mayor calado que aumenten las llamas del actual reverbero en el Medio Oriente, con el fin de poner a Estados Unidos contra la pared.
En síntesis, cuatro hipótesis que por ahora no impiden descartar a ninguna. Sea cual fuere el autor intelectual y material del ataque, el propósito general es aumentar el caos en la región y en el mundo, maniatar la política exterior de Estados Unidos.
Por extensión, crucificar a Israel inmersa en la tormenta perfecta por ingobernabilidad de Netanyahu, desazón pública anterior al ataque del 7 de octubre, incertidumbre militar antes de la tragedia y ahora en la demoledora operación colmada de ambiciosos propósitos pero sin objetivos concretos; creciente deseo del pueblo israelí por ver libres a sus compatriotas secuestrados, obvias acciones de las milicias chiitas contra Estados Unidos e Israel en la región, y casi segura resurrección del terrorismo islámico en Occidente.
Por mucho menos comenzaron dos guerras mundiales anteriores.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional