En la medida que salen a la luz pública detalles de la fatídica equivocación de sus tropas, en la muerte de Alon Shamriz, Samer Al-Talalka y Yotam Haim tres israelíes que se encontraban en poder de Hamás, toman mayor fuerza la presión internacional para detener la demoledora ofensiva aeroterrestre en Gaza, se renuevan las peticiones de sus adversarios políticos internos pidiendo la renuncia de Netanyahu, y se incrementan las protestas de los familiares, reclamando la suspensión de las operaciones, para garantizar la vida de los rehenes.
Forzado por las circunstancias derivadas del atroz ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023, producto de increíbles fallas de inteligencia y contrainteligencia, por quienes son maestros en el mundo en estos temas, el gobierno israelí reaccionó sin objetivos precisos, pero con el propósito general de erradicar las estructuras políticas y militares de Hamas.
En tan sui generis condiciones, era previsible que Israel entrara en su propio Vietnam en medio de una guerra urbana, con ambientes operacionales superpoblados, pero rodeados por desiertos y con miles de escondrijos en extensos túneles dotados con alta tecnología; ataques de milicianos infiltrados entre los pobladores civiles utilizados como escudos humanos; trampas explosivas, francotiradores emboscados, creciente drama humanitario de los habitantes consuetudinarios de la Franja de Gaza, complicidades del vecindario musulmán y guerra de propaganda perdida de antemano, pues palestinos y cómplices de Hamas han presentado cifras e imágenes de la guerra, como si los criminales de guerra fueran las fuerzas israelíes.
El ineludible apoyo de Estados Unidos a Israel, trajo consigo nuevos problemas geopolíticos, tensiones y necesidades inocultables de la Casa Blanca, para que Israel pare lo más pronto posible el actual esquema de combate, y proceda a operaciones quirúrgicas para liberar a los secuestrados y eliminar la dirigencia político-militar de Hamás.
Indefectiblemente Israel cayó en la trampa de librar la guerra en el territorio que favorece al adversario. Las primeras liberaciones de rehenes, manipuladas por los cómplices de Hamas, trajeron esperanza al mundo, en torno a un eventual cese de hostilidades mutuas, pero los pulsos que suelen utilizar las fuerzas para negociar en las guerras, incrementan el odio, la falta de credibilidad en la contraparte, y la posibilidad de que más rehenes mueran accidentalmente.
Si esto ocurriera de nuevo, Benjamín Netanyahu estaría agregando un peldaño más hacia el escenario en el que gane o pierda la guerra, este hecho sería el final de su carrera política. Es innegable que ya la propaganda yihadista causó impacto en el mundo, y a menos que Israel repitiera una decena de réplicas de la operación Entebbe de 1976, rescatando a todos los rehenes, todo parece indicar que Netanyahu tendrá que ceder ante las presiones internas y externas, cediendo la iniciativa estratégica al adversario.
Además de liberar a los palestinos presos en las cárceles israelíes, y detener el ímpetu del ataque, el gobierno Netanyahu no tiene nada más que ofrecer a los mediadores, buscando las mayores ganancias diplomáticas posibles. Si continúa la depredadora ofensiva las críticas serán peores, y corre el riesgo de que mueran rehenes en el curso de la ofensiva actual.
Si detiene la ofensiva para garantizar la liberación de los rehenes, Israel será testigo del triunfo político-estratégico de Hamás y sus proxies. Complica las cosas, que por ahora, Hamás difícilmente tendrá a todos los rehenes juntos, pues algunos de ellos están en poder de otras agrupaciones terroristas en Gaza.
Complejo dilema, al cual se le suma, que ante la poca posibilidad de que las tropas israelíes completen la maniobra y logren el etéreo propósito de destruir a Hamás, simultáneamente crecerá la ira interna en Israel, y a pesar de haberse blindado con el gabinete de guerra del cual participan sus principales oponentes, llegará el momento que la situación de Netanyahu sea insostenible y se vea obligado a renunciar.
Moraleja: para ser fuerte en el ámbito exterior, es necesario ser fuerte adentro. Por lo menos, tener autoridad moral para gobernar. Por desgracia, la debilidad interna del gobierno Netanyahu allanó el camino para el ataque de los yihadistas de Hamás, detuvo temporalmente la presión política de la oposición a Netanyahu, pero en la medida que pasan los días y el drama humanitario en Gaza es más intenso, el controversial primer ministro, tendrá que detener la ofensiva, negociar la liberación de los rehenes, replantear la actual operación aeroterrestre, sin saber cuánto tiempo signifique esa tarea, ni si llega a feliz término, o se trata de alguna estratagema de la contraparte.
En consecuencia, la duda más razonable es: ¿Terminará Netanyahu fuera del poder, tras muertes en Gaza de tres israelíes a manos de su propio Ejército?
Con la circunstancia agravante, que es impredecible y casi improbable el regreso sanos y salvos de todos los rehenes, por la sencilla razón que los objetivos estratégicos de Irán y sus proxies frente al futuro de Israel y del soñado Estado Palestino, son muy diferentes a como las concibe Occidente.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional