¿Marcha El Líbano hacia el colapso y afianzamiento del arco chiita?

Publicado: 2021-10-15   Clicks: 900

     Geopolítica del Medio Oriente

      Primavera ArabeLa desaforada ola de violencia desatada en Beirut (Libano) el 14 de octubre de 2021, es el primer deslave de un nuevo volcán geopolítico a punto de estallar en el por siempre convulso Medio Oriente.

      El pequeño país mediterráneo de apenas 10.400 km2 de superficie y 484 kilómetros lineales de frontera, que en su interior alberga un mosaico de 18 sectas sunitas, chiitas, cristianas, y drusos, ha caído en un abismo que parece insondable.

      Cunden temores de que la violencia religiosa sea el siguiente paso del cuasi colapso del atribulado Estado libanés, golpeado por devastadoras crisis políticas y económicas a las que se sumó la pandemia del Covid 19, e induce con fuerza a revivir los nefastos recuerdos de la guerra civil que terminó en 1990.

    Según cifras del Banco Mundial el colapso económico de Líbano podría ubicarse entre los tres peores ocurridos en el mundo desde mediados del siglo XIX. Desde el otoño de 2019, la libra libanesa se ha devaluado en más del 90% de su valor nominal, contrayendo la economía y sumiendo en la pobreza a los libaneses que antes de esa crisis integraban la clase media.

Civiles armados pertenecientes a diversas milicias, que cantando en apoyo de sus líderes, se escondieron detrás de los autos y contenedores de basura para disparar armas automáticas y granadas propulsadas por cohetes contra sus rivales. Por lo menos, menos seis personas murieron y 30 resultaron heridas. Los residentes se acobardaron en sus casas y los maestros condujeron a los niños a los pasillos y sótanos de las escuelas para protegerlos de los disparos.

      La escasez de combustible en los últimos meses ha dejado a todos menos a los libaneses más ricos, luchando contra apagones prolongados y largas filas de vehículos en los surtidores. El gas natural escasea y el gasoducto que viene desde Egipto y pasa por Siria está deteriorado, pero su reparación final depende de decisiones internacionales que vinculan la política exterior de Estados Unidos.

     Entre tanto, los sectores de la banca, la medicina y la educación del país, que alguna vez fueron elogiados por su eficiencia, han sufrido pérdidas profundas, ya que los profesionales han huido en busca de sustento en el extranjero.

      Como las desgracias nunca vienen solas, en la medida que el El Líbano se ha hundido en una disfunción cada vez más profunda, las élites políticas de todas las facciones en conflicto, han recurrido a instigar luchas internas cada vez más irreconciliables.

      El detonante de la violencia del 14 de octubre de 2021, se sustenta en una gran explosión ocurrida en el puerto de Beirut el año pasado, en la que murieron más de 200 personas, lamentable hecho que sacó a flote lo que muchos libaneses ven como tres décadas de mal gobierno y corrupción. De remate, la pandemia de Covid-19 ha agravado la angustia económica y la sensación colectiva de desesperación.

      La explosión en el puerto fue causada por la repentina combustión de 2.750 toneladas de productos químicos volátiles que se habían descargado allí desde años antes, pero debido a las polarizaciones político-religiosas, más de un año después de ocurrida la tragedia, nadie ha sido responsabilizado, por los lamentables hechos.

      Tarek Bitar, el juez que investiga la explosión, ha convocado a dirigentes políticos poderosos y funcionarios de seguridad para interrogarlos, algo que podría resultar en cargos penales en su contra.

      Hizbolá ha arreciado descalificadoras críticas contra el juez Bitar, razón por la cual su investigación fue suspendida, luego de que dos exministros chiitas que enfrentaban cargos presentaran una denuncia legal en contra del funcionario judicial que los investigaba.

      De inmediato, las familias de las víctimas condenaron la decisión del juez Bitar de suspender la investigación por las presiones de Hizbolá, mientras que otros críticos del gobierno dijeron que el liderazgo político del país, está tratando de protegerse de la responsabilidad por la gigantesca explosión.

      El 11 de octubre, el juez Tarek Bitar emitió una orden de arresto contra Ali Hussein Khalil, un destacado miembro chiita del parlamento libanés y asesor cercano del líder del partido Amal, acusado de "asesinato, daño, incendio provocado y vandalismo vinculado a una probable intención".

      Un día después, Hassan Nasrallah, el líder de Hizbolá en El Líbano, emitió críticas mordaces contra el juez Bitar, acusándolo de "apuntar políticamente" a funcionarios en su investigación y convocando una protesta el jueves 14 de octubre.

      Los hechos se desencadenaron porque dos partidos chiitas, Hizbolá, auspiciado por Irán, y el Movimiento Amal fuerte en el sur de El Líbano, organizaron la protesta pidiendo la destitución del juez Tarek Bitar.

      Cuando los manifestantes se reunieron, se escucharon disparos, aparentemente realizados por francotiradores instalados en edificios altos cercanos al lugar de concentración de la protesta. Los enfrentamientos armados se produjeron en un área que abarca dos barrios, uno chiita y el otro bastión de las Fuerzas Libanesas, un partido político cristiano, acérrimo enemigo de Hizbolá.

      Solo después de cuatro horas de combates urbanos con fusiles, lanzacohetes, granadas y explosivos, el ejército libanés llegó al lugar y asumió el control de la situación. Luego, mediante un reporte oficial, el ejército libanés informó que fueron arrestadas nueve personas, incluido un ciudadano sirio

      Mediante mensajes vía TwitterSamir Geagea, jefe de las Fuerzas Libanesas, condenó la violencia, diciendo que los enfrentamientos habían sido causados por "armas descontroladas y generalizadas que amenazan a los ciudadanos en todos los tiempos y lugares", en clara referencia al arsenal de Hizbolá, grupo al que sus copartidarios acusan de explotar las tensiones sectarias, para desviar la investigación de la extraña explosión en el puerto, por temor a que se destape la presumible verdad de que se trató de un acto terrorista de Hizbolá contra los cristianos y otras confesiones que estaban en el lugar de la tragedia.

      Por su parte, en un conflictivo comunicado Antoine Zahra, miembro del ejecutivo de las Fuerzas Libanesas, aseguró que:

     "Se debe enseñar a Hizbolá una lección: que no puede profanar el país, sus instituciones, personas y dignidad, para evitar que nadie exprese su opinión o lleve a cabo sus deberes"

      Al caer la noche del 14 de octubre, Michel Aoun el presidente libanés, pronunció un discurso televisado pidiendo calma, condenó a los sujetos armados que dispararon contra los manifestantes, prometió que serían llevados ante la justicia y agregó que continuaría la investigación de la explosión en el puerto ocurrida en 2020.

      Sunitas, chitas y cristianos son los grupos más grandes del Líbano, pero Hizbolá, milicia pro-iraní a la que Estados Unidos e Israel consideran organización terrorista, se ha convertido en la fuerza política y militar más poderosa del país. Con el apoyo de la teocracia de Teherán, Hizbolá acumula un arsenal que supera 100.000 cohetes apuntados contra Israel y miles de sus combatientes han sido enviados a los campos de batalla de las guerras civiles en Yemen, Siria e Irak.

      Los violentos enfrentamientos del 14 de octubre estallaron justo un mes después de que Najib Mikati, un magnate multimillonario de las telecomunicaciones, se convirtiera en primer ministro y tomara las riendas por tercera vez, en un país que había carecido de gobierno con plenos poderes durante más de un año.

      Mikati reemplazó al ex primer ministro, Hassan Diab, quien, junto con su gabinete, dimitió tras la explosión del puerto.

      Había habido esperanzas de que Mikati traería algo de estabilidad a medida que tomara forma su nuevo gobierno. Pero al mismo tiempo, las tensiones por la investigación del puerto se hicieron más profundas.

      Ante una realidad evidente de contracción económica intensa, devaluación galopante, pobreza, odios étnicos y religiosos, guerra en el vecindario, latentes amenazas contra Israel, interés expansivo de Irán para formar el arco chiita sobre le Mediterráneo, presencia rusa en Siria, intereses geoeconómicos de Europa y Turquía en la zona; el coctel del polvorín está servido, y El Líbano podría estar marchando hacia el colapso interno y el afianzamiento externo del arco chiita de Teherán, con las impredecibles consecuencias geopolíticas mundiales que esto significa.

     Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

      Autor de 39 libros sobre geopolítica, estrategia y defensa nacional

      www.luisvillamarin.com

 

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