La agresiva conducta de China contra Taiwán y los permanentes mandados que hace la dictadura norcoreana a Xi Jinping, mediante lanzamiento de misiles cada vez más sofisticados sobre las aguas del Océano Pacífico, desataron inusitadas reacciones en Tokio, donde el gabinete japonés aprobó sustanciales incrementos de presupuesto de defensa nacional para el año 2023 y subsiguientes.
El mayor aumento en siete décadas del presupuesto militar japonés, se produjo porque de manera abierta y directa, los funcionarios oficiales encargados de la seguridad nacional japonesa, advirtieron que las evidentes tensiones alrededor de la situación geopolítica de Taiwán, podrían incluir a Japón en un eventual conflicto militar entre Estados Unidos y China, que pude ser accidental o provocado por Pekín.
De un gran total de más de 940 mil millones de dólares, el presupuesto japonés para 2023 incluye ingentes recursos para efectuar gastos destinados, a recuperar la economía japonesa del daño causado por la pandemia de coronavirus.
Según estadísticas, este es el paquete presupuestario anual más grande, que hasta ahora se ha aprobado en la historia de Japón, con el fin de garantizar la operatividad de todos los sectores del funcionamiento gubernamental, incluido el aumento del 6.5% sobre el actual presupuesto de defensa japonesa, que con ese incremento asciende a más de 51.500 millones de dólares.
Por esta razón, en 2021, el gobierno japonés autorizó un gasto récord en investigación y desarrollo dentro de su presupuesto general de defensa para 2022, más del doble del nivel de cinco años antes. Y en 2022 para aprobar el presupuesto de 2023, el Ministerio de Defensa hizo otra solicitud sin precedentes de más de 51 billones de dólares para todo el componente de la defensa nacional, lo cual incluye presupuesto de investigación para enfatizar en el desarrollo de armas fabricadas por los mismos japoneses.
De manera estratégica y con planes a largo plazo, y en contraste con el presupuesto actual de defensa del Japón estipulado en el 1% del PIB, el gobernante Partido Liberal Democrático ha propuesto que Japón aumente su presupuesto de defensa al 2% del PIB durante el quinquenio 2023-2028 cifra realista que se alinearía con los miembros de la OTAN, entidad a la que no pertenece Japón.
Dicha situación refleja un aumento sustancial en un presupuesto de defensa, que es preciso aclarar, en cifras reales es mucho menor que el de su aliado Estados Unidos o el de China, el gigante regional. Para argumentar tan estricta pero no tan sorpresiva medida, los funcionarios han argumentado que el gasto es necesario para proteger a Japón en un entorno de seguridad que se está tornando “más desafiante a una velocidad sin precedentes”.
A la luz de tales preocupaciones, las fuerzas militares japonesas han aumentado el ritmo y el alcance de las maniobras conjuntas con Estados Unidos y otras naciones, y han acelerado el gasto en proyectos considerados clave para proteger a Japón de un posible conflicto cerca de sus costas.
No obstante es preciso aclarar que el gasto aprobado por el gabinete es inferior a lo que solicitó el Ministerio de Defensa de Japón durante el verano de 2022. También es preciso agregar, que aunque la cantidad aprobada es grande para los estándares japoneses, está muy por debajo de los presupuestos militares de los Estados Unidos, alrededor de 778 mil millones de dólares, y de China, estimado en 252 mil millones de dólares. También es pertinente adicionar que la nueva cifra incluye el gasto aprobado en octubre de 2022, como parte del presupuesto de defensa suplementario más grande de la historia de Japón.
El gasto militar en Japón ha aumentado constantemente desde cuando 2012, el Shinzo Abe asumió el cargo de primer ministro, prometiendo fortalecer las fuerzas militares del país y revisar los alcances de su Constitución pacifista redactada bajo la dirección del general Douglas Mc Arthur por los ocupantes estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial, frente a las reales amenazas contra la seguridad nacional japonesa en el siglo XXI.
La constitución japonesa vigente impuesta por Estados Unidos prohíbe a Japón hacer la guerra excepto en defensa propia. Por obvias razones de nacionalismo y de garantías propias de seguridad y defensa, los políticos conservadores cercanos a la línea política del Emperador Hirohito, han buscado durante mucho tiempo cambiar esa disposición, argumentando que el país necesita más flexibilidad para defenderse de las amenazas regionales.
Para la muestra un botón: Japón y China reclaman la soberanía sobre un grupo de islotes conocidos como Senkakus en japonés y Diaoyu en chino localizados en el Mar de China Oriental, actualmente controlados por los japoneses. Sin embargo, durante el 2022, los funcionarios encargados de la defensa en Japón han centrado su atención de seguridad inmediata, en los eventuales desencadenamientos de las crecientes tensiones chino-estadounidenses en Taiwán.
En los últimos meses de 2022, Pekín ha realizado varias demostraciones de poder militar contra Taiwán, isla gobernada democráticamente que China reclama como parte inherente de su territorio. Estados Unidos y otros países occidentales han criticado enérgicamente esas provocadoras maniobras militares chinas, y en respuesta enviaron sus flotas navales y aeronavales a la región, con el fin de realizar maniobras militares de entrenamiento táctico a gran nivel.
Desde todo el espectro político japonés se ha comenzado a especular abiertamente sobre lo que alguna vez fue un tema tabú: ¿cómo afectaría a Japón una confrontación militar Washington-Pekín por Taiwán?. Por esta razón, en julio de 2022, los planificadores de defensa pidieron en un libro blanco anual, considerar una “sensación de crisis” por las tensiones, mencionando por primera vez y de manera concreta a Taiwán.
Los autores del escrito aseguran que si estallara un conflicto militar por la defensa de la libertad en Taiwán ante una potencial agresión china, Japón podría verse arrastrado, lo que pondría en riesgo algunas de las islas del archipiélago Ryukyu en el suroeste del país.
En ese orden de ideas, el presupuesto militar aprobado para 2023 incluye fondos para fortificar algunas de esas islas con misiles e instalaciones de campaña seguras para alojar a los soldados japoneses. Por extensión del problema, algunos habitantes de Ryukyus temen que esas medidas puedan convertirlos en objetivos en caso de un conflicto.
Debido a la evolución de los métodos de guerra moderna, los nuevos gastos en defensa del Japón, se destinarán también a reforzar las capacidades de guerra cibernética y conflictos en el espacio, así como un aumento sustancial para la investigación de tecnologías militares avanzadas, que el Ministerio de Defensa describe como posibles "cambios en las reglas de juego".
A manera de ejemplo, el gobierno japonés tiene la intención de comprar 12 aviones estadounidenses caza F-35 adicionales, proyecto que por su naturaleza implica que japón ha tomado muy en serio el robustecimiento de los planes de defensa y seguridad nacional.
Debido a los antecedentes históricos contados desde la mitad del siglo XIX en adelante, el tamaño del presupuesto de defensa de Japón es un tema delicado dentro del país y en su vecindario, en particular por lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de japoneses se ha opuesto durante mucho tiempo a grandes aumentos en el gasto militar, y en consecuencia, hay poco apoyo público para enmendar la Constitución y eliminar la prohibición de la guerra ofensiva.
Durante décadas, los dirigentes políticos intentaron mantener el gasto militar por debajo del 1% del PIB, pero los presupuestos de defensa han cruzado ese umbral varias veces en los últimos años, incluido el aprobado en noviembre de 2022.
Teoría y realidad: Rodeado de amenazas, Japón reconsidera décadas de dependencia militar de Occidente
Sobre el ajedrez geopolítico regional del Pacífico, a medida que Japón presiona para aumentar significativamente el gasto en defensa y desarrollar más su propio hardware, su necesaria conducta de protección, puede empujar el equilibrio de poder en Asia. Y de allí en adelante, los resultados serán impredecibles.
Durante casi siete décadas, Japón se ha basado en los compromisos de Estados Unidos, su aliado más importante, para la protección en caso de un ataque enemigo. En ese orden de ideas, Japón alberga en su territorio al contingente más grande de tropas estadounidenses en el extranjero y regularmente realiza maniobras de entrenamiento con ellas. Inclusive, ha comprado más aviones de combate furtivos F-35 de fabricación estadounidense que cualquier otro país del mundo.
El afán de fortalecerse más por parte de Japón, se deriva del hecho tangible de que la invasión rusa de Ucrania, desafía suposiciones de seguridad arraigadas y a que se multiplican las amenazas preconcertadas de China y Corea del Norte. Por ende, Japón está comenzando a depender más de sí mismo, un cambio que podría alterar no tan silenciosamente el equilibrio de poder en Asia Meridional y en el Pacífico.
El Partido Liberal Democrático que actualmente tiene mayoría en el gobierno central japonés, está presionando a menudo, para aumentar el presupuesto de defensa nacional, desarrollar más hardware militar propio y redefinir lo que puede hacer con esas armas bajo la Constitución pacifista vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Al hacer valer su propio poder disuasorio, Japón que en conjunto constituye la tercera economía más grande del mundo, podría cambiar la visión reinante hasta ahora de una especie de protectorado militar de Estados Unidos y convertirse de hecho, en un socio igualitario.
Eso podría ayudar a cumplir el deseo de los líderes estadounidenses de que Japón sirva como un contraataque militar más fuerte a China, ya que Pekín utiliza sus fuerzas armadas que amenazan a Taiwán y podría enviar misiles balísticos y buques de guerra a las aguas territoriales de Japón.
Simultáneamente, Japón debe encarar a la cada día más belicosa Corea del Norte, cuyo desafiante régimen lanza permanentemente misiles, incluido uno que sobrevoló la isla más septentrional de Japón, en octubre de 2022, con el mensaje intimidatorio de expandir su arsenal nuclear mientras el mundo lidia con la guerra en Ucrania.
En una reunión de las naciones del sudeste asiático y sus aliados en Camboya celebrada en noviembre de 2022, Fumio Kishida primer ministro de Japón señaló que la estabilidad de Taiwán "impacta directamente" la seguridad regional y criticó a Xi Jinping por "intensificar" las actividades que amenazan con violar la soberanía de Japón en el oriente del Mar de China.
Luego, en una reunión con el presidente Biden y el presidente Yoon Suk Yeol de Corea del Sur, los tres líderes prometieron tomar “medidas firmes” para desnuclearizar a Corea del Norte.
A todas luces, es un momento geopolítico delicado que requiere hábiles malabares diplomáticos y geopolíticos, para garantizar la paz y la estabilidad mundiales. Aunque Japón quiere demostrar que posee una poderosa fuerza militar por derecho propio, no quiere antagonizar con China, que en contraste es un importante socio comercial.
Ni asustar a los vecinos del sudeste asiático, cuyos gobernantes no quieren tomar partido, que además podrían ver de manera equivocada, la sólida postura de seguridad de Japón como un riesgo para la estabilidad regional.
Entre tanto, algunos expertos en defensa dicen que Japón debe ser más realista en torno a los alcances y límites de la protección estadounidense, en un momento histórico en que Estados Unidos está preocupado por la guerra en Ucrania, además del incierto panorama político estadounidense, ya que si los republicanos en cabeza de Donald Trump recuperan la casa Blanca en 2024, los cambios de administración pueden conducir a rápidos reajustes en la política internacional y la geopolítica del Asia.
En última instancia, con Japón rodeado de amenazas, su esfuerzo por volverse más autosuficiente no pretende distanciarlo del paraguas protector de Estados Unidos, sino garantizar que el vínculo de Tokio con Washington se fortalezca. La duda razonable, es si en el futuro no se crecerá un Frankenstein, pues el recuerdo de la bomba atómica se perdona pero no se olvida.
Un aspecto creciente de la autosuficiencia militar de Japón es el desarrollo de misiles de fabricación nacional, los cuales podrían usarse para contrarrestar ataques extranjeros, o inclusive podrían alcanzar objetivos dentro del territorio de potenciales enemigos. Paralelamente, el Ministerio de Defensa ha iniciado a desarrollar un proyecto, para construir un nuevo avión de combate y otro equipo de investigación militar está probando la tecnología de defensa de misiles hipersónicos.
Surgen dudas en torno a si Japón tiene la experiencia necesaria para desarrollar equipos militares de última generación. Según datos de la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE), en 2021, menos del 2% de toda la investigación científica patrocinada por el gobierno japonés se asignó a asuntos relacionados la defensa, mientras que en Estados Unidos llegó a cerca de la mitad y en Francia se acercó al 10% del total de los proyectos.
Hasta hace pocos años, el público japonés se resistía a apoyar cualquier propuesta encaminada a aumentar el gasto en defensa. Pero después de la invasión de Rusia a Ucrania crecieron temores de que China podría intentar a la consolidación de su poder autoritario e invadir Taiwán, cuyo territorio se encuentra a menos de 100 millas al oeste de las islas más meridionales de Japón. Por lo tanto, las encuestas recientes muestran que más de la mitad del pueblo japonés apoya una expansión significativamente mayor del presupuesto de defensa.
Las autoridades oficiales dicen que Japón continuará comprando equipos estadounidenses u otros fabricados en Occidente. Sin embargo, aducen que necesitan adquirir más hardware militar de los fabricantes japoneses en un momento en que los pedidos de importación pueden sufrir retrasos o cuando las piezas de repuesto sean difíciles de obtener, debido a problemas en la cadena de suministro.
Siendo Japón un país de alta producción tecnológica, los militares japoneses también se sienten frustrados, porque los fabricantes estadounidenses bloquean la tecnología clasificada que venden a su gobierno. Así por ejemplo, el ejército japonés no puede adaptar aviones de combate o sistemas de defensa antimisiles comprados en los Estados Unidos.
Por esta razón, Japón comenzó a desarrollar un nuevo avión de combate hace dos años. Para el efecto ha gastado alrededor de 1370 millones de dólares en el llamado F-X, que está siendo diseñado por Mitsubishi Heavy Industries, uno de los conglomerados industriales más antiguos de Japón.
El Ministerio de Defensa de Japón consultó inicialmente con los contratistas estadounidenses de defensa sobre una posible asociación, pero la respuesta fue que “Estados Unidos no tiene un plan específico para un avión de combate de próxima generación”. Por esta razón el gobierno de Japón está en conversaciones con el gobierno británico, para articular una alianza estratégica entre Mitsubishi Heavy y BAE Systems, el contratista de defensa más grande de Gran Bretaña.
Algunos expertos en temas de aeronáutica militar de última generación, aseguran que Japón no tiene el conocimiento para desarrollar un avión de combate sofisticado, y sugieren que el gobierno de Tokio está utilizando el presupuesto en defensa para subsidiar a los fabricantes nacionales.
Otros analistas también cuestionan la decisión de Japón de financiar el desarrollo de una variedad de misiles autóctonos, incluidos aquellos que podrían atacar objetivos de potenciales enemigos en el extranjero.
Dada la ambigüedad para determinar si por constitución política los japoneses pueden disparar misiles hacia el extranjero, otros analistas cuestionan si el gasto para desarrollar misiles con rangos extendidos, es un uso inteligente del dinero del gobierno, especialmente porque el país endeudado y que envejece rápidamente, enfrenta dilemas enfocados en cómo proceder para a dar un gran salto en el gasto de defensa.
Al mismo tiempo, los expertos en defensa dicen que Japón necesita un gasto más urgente, destinado a construir mejores refugios para las aeronaves existentes, instalar líneas de comunicación y combustible de respaldo, y apuntalar las reservas de municiones, para que cuando llegue un ataque chino, las capacidades instaladas de defensa les permitan sobrevivir a la agresión y reaccionar en consecuencia.
Como se infiere de las anteriores líneas, el rearme de Japón es por un lado un necesario e impostergable paso para garantizar la paz y la estabilidad mundial, pero al mismo tiempo, y sin alarmistas un enorme riesgo para que a algún sector con el virus revanchista de los ataques nucleares y la pérdida de su identidad nacional en 1945. Todo está por verse.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional