Debido a la componenda urdida entre Vladimir Putin y Xi Jing Pin a lo largo de 38 encuentros entre los dos autócratas, a pesar de su poder económico y militar y sus estrechos vínculos, el régimen comunista de Pekín se ha resistido a presionar a su par de Moscú, para que detenga la barbarie contra el pueblo ucraniano.
Reiteradamente, China ha pedido que haya conversaciones de paz en Ucrania, desviando con premeditación la necesidad mundial de presionar a Rusia para que suspende la invasión, que ya ha costado miles de vidas, desplazado a millones y amenazado con perturbar la economía mundial e incluso la seguridad alimentaria de algunas poblaciones del planeta.
Pese a los llamados de otros líderes mundiales para desempeñar un papel más proactivo en el retiro de las tropas rusas de Ucrania, el gobierno de China ha tratado de mantener una sospechosa distancia. Con vehemencia ha instado a la paz, pero no ha dado un paso adelante para mediar u organizar conversaciones, dejando esos esfuerzos a Francia, Turquía e Israel.
Intervenir con más claridad, en opinión de los funcionarios diplomáticos de Pekín, conllevaría riesgos políticos y económicos que, Xi Jing Pin parece estar reacio a asumir. En consecuencia, la diplomacia china ha tratado de caminar por una línea cuidadosa entre la indignación internacional por la invasión de Rusia a Ucrania y el contubernio con uno de sus más poderosos socios.
El resultado de esta maniobra trapacera, ha dejado a China diplomáticamente al margen del conflicto, en apariencia incapaz o no dispuesta a ejercer una influencia acorde con su creciente poder económico y militar, a pesar de décadas de ascenso al estatus de gran potencia”.
Los mensajeros de Xi Jing Pin dicen que quieren que se detenga la carnicería en Ucrania. Según ellos, en una videoconferencia con el presidente Biden el viernes 18 de marzo de 2022, Xi respaldó un enfoque de dos partes: un alto el fuego, seguido de ayuda humanitaria.
En realidad, no está claro si alguna vez Xi Jing Pin ha dicho eso al presidente ruso, Vladimir V. Putin. Los dos autócratas, hablaron por última vez el día después de que comenzó la guerra, el 24 de febrero. Inclusive, Xi Jing Pin aún tiene pendiente hablar con el líder de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
A medida que la dimensión de la invasión rusa se prolongó, y con ella el costo del sufrimiento humano de los ucranianos, probablemente por temor a ser pasados al paredón por deslealtad con el partido comunista y su líder principal, los diplomáticos de China están obligados a defender cada la retorcida postura geopolítica de Xi Jing Pin.
En desarrollo de esa artificiosa tarea, los diplomáticos chinos han promocionado la ayuda humanitaria a Ucrania, pero se niegan a cuestionar al gobierno autócrata de Putin por causar la crisis humanitaria. Fan Xianrong embajador de China en Ucrania, , dijo a los funcionarios en la ciudad de Lviv que China es "una fuerza del bien" para el país y elogió la unidad ucraniana frente a una guerra que los funcionarios en Pekin no describirán como una invasión.
Es obvio de inferir, que si China evita cualquier crítica a Rusia por la invasión a Ucrania, esta conducta socava su afirmación de ser una parte neutral y le resta toda credibilidad en el ámbito geopolítico y diplomático del mundo, habida que sus embajadores aducen con marrullas que una condena diplomática a Moscú, “no resuelve el problema”.
La trapacera maniobra de China ha endurecido opiniones en su contra dentro de Europa, comunidad que ha mostrado notable unidad contra la invasión rusa, desde mucho antes que se produzca una cumbre prevista entre la Unión Europea y China el para 1 de abril de 2022. Al mismo tiempo, esa sinergia europea ha motivado advertencias del gobierno de Estados Unidos, de que la asistencia económica o militar explícita a Rusia provocaría un duro castigo contra China.
Es evidente, que la política de China está ligada a la relación profunda e incluso personal que Xi ha forjado con el líder ruso, con quien comparten el mutuo interés de quitar a Estados Unidos de la cabeza de las potencias mundiales. También es cierto, que a pesar de las componendas urdidas con antelación a la invasión rusa a Ucrania, a guerra ha tensado las que parecían fáciles fluidas relaciones ilimitadas, también es cierto que hasta ahora no se ha roto los lazos Xi Jing Pin-Putin.
Es más, aún los funcionarios chinos también comparten la opinión de Putin sobre Estados Unidos, acusándolo de avivar las llamas que encendieron la guerra al expandir la OTAN hacia el oriente de Europa. En consonancia y por mutuos acuerdos, Moscú y Pekín han criticado el recurso estadounidense de sanciones económicas y comerciales para castigar a Rusia.
En el cálculo de sumatoria cero que impulsa la formulación de políticas internacionales para lograr entendimientos en escenarios complejos, presionar a Rusia para que haga concesiones reforzaría efectivamente la posición de Estados Unidos y sus aliados, por la sencilla razón de que China, tampoco puede darse el lujo de romper sus lazos con ellos, máxime que China no tiene ningún otro socio del mismo peso estratégico que Rusia, que comparta su desconfianza en el orden internacional actual, por lo tanto sus diplomáticos no harán nada que arriesgue la relación con Rusia, ni mucho menos socavar el control del poder de Putin o su ambición expansionista, mientras no amenace los intereses geopolíticos chinos.
En Washington, los funcionarios ven la posición de Xi Jing Pin como una conducta engañosa y con sobradas razones, la comparan con el poco claro manejo de China en torno al programa nuclear de Corea del Norte, pues de manera concreta, Pekín ha pedido a Pyon Pyang, que abandone sus ambiciones nucleares, sin dejar de proporcionarle energía y otros productos para mitigar el impacto de las sanciones de las Naciones Unidas. Inclusive en el acuerdo de las 5000 palabras Puti-Xi, ambos dijeron que no cumplirían las sanciones contra el dictador Kim Jong Um.
En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde China es uno de los cinco poderes permanentes con derecho a veto, a menudo ha desempeñado un papel más de apoyo a Rusia y Corea del Norte que de liderazgo en aras de la paz mundial. Por ende, cuando comenzó la guerra, China fue uno de los 15 miembros de la ONU que se abstuvieron de aprobar una resolución que condenaba la invasión, mientras que de común acuerdo entre autócratas, Rusia lo vetó.
Eso generó algunas expectativas sin fundamento, de que podría abrirse una grieta entre los dos países, pero desde entonces China ha seguido brindando cobertura diplomática a Rusia.
Prueba de ello es que Xue Hanqin, juez china acreditada en la Corte Internacional de Justicia, máximo órgano judicial de las Naciones Unidas, se unió a la torticera versión de un juez ruso para disentir de un fallo de la semana pasada que pedía a Rusia que detuviera su campaña militar en Ucrania. Obviamente la juez de marras, estaba cumpliendo un mandado geopolítico de su patrón Xi Jing Pin.
En su argumento, la jueza Xue escribió que un fallo provisional sobre la afirmación de Ucrania de que se estaba desarrollando un genocidio “no contribuiría a la resolución de la crisis en Ucrania”, es decir, el mismo argumento de los embajadores chinos en el mundo.
En otros foros internacionales, China también desalentado los esfuerzos multilaterales de paz, rechazando un llamado de Ucrania para traer la guerra a debate en las reuniones ministeriales del Grupo de las 20 principales economías del planeta, que se llevará a cabo este año en Indonesia, esta vez con el argumento que ese foro no es para debatir ese tema.
No obstante, China puede encontrar su marrullera posición diplomática cada vez más insostenible a medida que aumenta el costo humano y económico en Ucrania y más allá de la barbarie ordenada por Putin. Por su parte, el jefe diplomático de la Unión Europea ha pedido a China que haga más para que Rusia se retire de Ucrania. Lo mismo hizo el canciller de Singapur, país que ha mantenido relaciones amistosas con Pekín.
Inclusive dentro de China, hay voces que instan al gobierno chino a hacer más, argumentando que se deben esperar esfuerzos más audaces de un país que aspira al liderazgo mundial, pero otros dirigentes políticos y sociales chinos, ven la guerra como una oportunidad para Pekín, si se maneja con cuidado, con el argumento de que no hay urgencia para poner fin a la guerra, porque además según ellos China carece de experiencia para liderar negociaciones globales, por ende debe mantenerse al margen de la guerra.
En síntesis es evidente la doble moral china que la convierte en parte del problema mas no de la solución, mientras sus marrulleros diplomáticos pretenden sacar la brasa con mano ajena, utilizar la guerra de Ucrania para meter la nariz en las decisiones geopolíticas europeas y porque no, pensar en futuras ganancias en caso de que Rusia entre en crisis insuperable, derivada de una guerra que podría llevarla a un cataclismo.
Si Putin manipula sus estratagemas con la intención de que “con cara gano yo y con sello pierde usted”, sin lugar a dudas China está apostándole a lo mismo. Las consecuencias son impredecibles.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional