Lamentables sucesos en Sudán, son parte y no excepción de crecientes tensiones geopolíticas que podrían llevar a un desastre mayor.

Publicado: 2023-04-17   Clicks: 1430

   

     Sin duda la guerra entre Occidente y Rusia desatada en Ucrania, tras la invasión ordenada por Putin en febrero de 2022, es el punto más álgido de las fricciones y tensiones geopolíticas entre las tres potencias, la Unión Europea, los proxis de cada uno y la renovada desgracia de los tercermundistas entre ellos Colombia, que por carecer de identidad propia de y fortaleza suficiente, una vez más son gregarios de los grandes acontecimientos transformadores en la historia universal.

     Pero infortunadamente la tragedia ucraniana no es el único foco de las complejidades geopolíticas de guerra integral que abarca aspectos diplomáticos, tecnológicos, inteligencia artificial, operaciones encubiertas, espionajes mutuos, robos de secretos, presiones comerciales, amenazas de uso de fuerza, intromisión en conflictos de baja intensidad etc.

     En ese entorno lo que está sucediendo en Sudán donde dos generales dotados del perfil autocrático propio del olvidado continente africano, ávidos de poder y de lustre a expensas de sus compatriotas como si fueran eternos en el planeta, desataron una tormenta que ya tiene visos no de guerra civil, sino de prolongación de los dolorosos episodios de guerras civiles anteriores, ante la vista y los intereses de las potencias mundiales.

     Tras superar la sangrienta guerra civil que culminó con la decisión internacional de partir a Sudán en dos, recrudecieron graves conflictos en la occidental región de Darfur con extensión al resto del país, nuevas intromisiones de Egipto, presencia yihadista, traficantes de inmigrantes, corrupción eterna, etc., al punto que los nada transparentes militares sudaneses, se vieron forzados a sacar del poder al sanguinario dictador Omar Al Bashir y privarlo de la libertad, con la promesa de restaurar la democracia en 2023.

Pero ni los cuatro años en el poder de los militares sudaneses, ni los vaivenes políticos internacionales, ni el deseo de expoliar las riquezas minerales, por parte de quienes están en el gobierno, ni los eternos conflictos tribales, religiosos y políticos internos, permitieron cohesión o salidas inteligentes.

Por el contrario el comandante del Ejército sudanés y el comandante de una fuerza paramilitar legitimada por el Estado Sudanés para reprimir a sus contradictores, entraron en avarientas pugnas de poder esta vez entre ellos, y desataron una oleada de violencia, que arece extenderse con visos de guerra civil, pues allí están metidas Rusia, China y Estados Unidos, proyectando sus intereses; los yihadistas reclamando identidad religiosa y muerte a los occidentales “infieles”; y como si eso fuera poco, los países musulmanes árabes ávidos de control geopolítico regional….

Todo conspira contra el martirizado pueblo sudanés, porque se están matando en medio de una guerra de intereses ajenos a su raigambre, convencidos que cada bando lucha por lo justo.

     Entretanto, China sacó la brasa con mano ajena y logró un aparente camino de recomposición de entendimientos entre los archirrivales sunitas saudíes y los chiitas iraníes, afectando de paso los logros que había alcanzado Israel, e incidiendo en lo que pueda suceder en el futuro de Sudán. Nada es rueda suelta, y menos en la volátil geopolítica del mundo musulmán.

     Entre tanto, la guerra civil sigue latente en Siria, Libia y Yemen. Al tiempo que la no resuelta disputa de Nagorno-Karabaj entre azeríes y armenios crispa los cabellos de quienes suponen que podrían desatarse tormentas mayores, por un mal paso de los contendientes externos que van tras las riquezas de los países caucásicos.

      A este foco de virus de potenciales violencias se añade que China no oculta su ya decidida tarea de ocupar militarmente y someter a Taiwán poniendo en jaque a Australia, Japón, India y Corea del Sur, con la circunstancia agravante que alebrestado y respaldado por Pekín, ya no pasa una semana, sin que el dictador norcoreano Kim Jong Un no realice alguna prueba balística de alto poder, retando al vecindario y desde luego a Estados Unidos.

     En respuesta surcoreanos y estadounidenses han realizado varias maniobras militares conjuntas, los analistas del tema hacen cábalas, y Australia se arma con submarinos nucleares, mientras las fisuras propias del oportunismo demagógico de Macrón, la mentalidad dictatorial de Orván en Hungría o el afán electoral del actual gobernante polaco, traen a diario mas complicaciones y complejidades que aportes a la solución, desde lo que pudieran aportar la Unión Europea y la OTAN.

      Hay crisis mundial de alimentos, incremento del comercio legal e ilegal de armas, pasiones desbordadas, radicalizaciones en torno a los poderosos, recesión económica, protestas permanentes en muchos países, absoluta miopía geopolítica en Latinoamérica, populismo desbordante en todo el planeta, y muchos mas componentes negativos para articular la tormenta perfecta de una hecatombe.

      De seguir a ese ritmo, sin que la sindéresis y la diplomacia detengan esta orgía de sangre, terror, propaganda, desazón, desinformación y sensación apocalíptica, que se ha ido apoderando de los cada vez menos optimistas análisis geopolíticos, se podría decir que entre todos, estamos construyendo el escenario de una tercera guerra mundial.

       Por lo tanto, los lamentables sucesos en Sudán, son parte y no excepción de crecientes tensiones geopolíticas que podrían llevar a un desastre mayor. La respuesta la tienen los burócratas de la ONU,

Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, defensa nacional y estrategia

www.luisvillamarin.com

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