No obstante que al final del Primavera Árabe que por coincidencia se originó en Túnez, los antagónicos movimientos políticos, algunos de ellos salpicados de salafistas que simpatizan con el terrorismo yihadista, signaron un pacto y articularon una constitución liberal para gobernar un nuevo país, que en su momento fue elogiada en Europa y Estados Unidos, como una muestra clara de florecimiento de la democracia y paradigma para el siempre convulso y autoritario Medio Oriente incluido el Norte de África.
Sin embargo, las guerras civiles de Libia, Irak, Yemen y Siria continuaron recibiendo miles de jóvenes tunecinos integrados a las redes de Isis y Al Qaeda, al mismo tiempo que en abierto desafío a la acción represiva de la policía y el ejército tunecinos, se multiplicaron las acciones terroristas contra objetivos civiles y estatales en territorio de Túnez.
Según estadísticas de servicios de inteligencia occidental demuestran que Túnez es el país del cual han salido más combatientes a ISIS. Pero en la medida que el Estado Islámico es golpeado en campos de batalla de Siria e Irak, la población tunecina está en desacuerdo sobre qué hacer si regresan a casa.
En consecuencia, lidian una fuerte polémica, ya que los secularistas plantean temores de que el inminente regreso de yihadistas, incremente el ya existente caos político en un frágil Estado, donde a pesar de los pactos políticos y los elogios occidentales por la naciente democracia, perviven diferencias con dirigentes islamistas tunecinos, que a regañadientes son obligados a condenar a los yihadistas.
Entre las peguntas más comunes que circulan dentro de la población tunecina, está la duda razonable, respecto a la línea de conducta que asumirían los yihadistas cuya ambientación cultural es ser terroristas y de seguro ideologizados con la intención de multiplicar el yihadismo en su propio país, como ocurrió en Argelia durante la década de los 90 con los yihadistas que regresaron de Afganistán, establecieron la ley islámica, y en respuesta el ejército argelino desató una brutal campaña de aniquilamiento.
Según oficiales de la ONU hay indicios de que algunos de los 5.500 tunecinos que se han unido a los yihadistas, buscan objetivos en Europa donde terroristas tunecinos han estado implicados en varios ataques en Francia y Alemania. Otros están atrapados en cárceles de Siria y Libia.
Por lo tanto, para Túnez, no hay una solución fácil. La nueva Constitución no permite que el gobierno persiga a estos terroristas. Pueden encarcelarlos por unirse a un grupo terrorista, o por cometer crímenes en el extranjero, pero en la práctica es casi imposible sustanciar los expedientes jurídicos para concretar pruebas sólidas.
En un intento por hallar una solución al problema, Béji Caïd Essebsi el nonagenario presidente propuso la amnistía e indulto, para los terroristas tunecinos que regresen, con el argumento que no había más espacio en las cárceles, pero su idea fue rebatida con vehemencia por mayoría de quienes se oponen a cualquier concesión con los salafistas. Después de que los manifestantes de la oposición inundaron los medios de comunicación y los programas de televisión, Béji Caïd Essebsi descartó la idea, prometiendo que no habría perdón ni amnistía.
En consecuencia los servicios de seguridad tunecinos, presionados por los constantes actos terroristas internos y la catarata de noticias que llegan de Siria e Irak han implementado un sistema de excesivo y potencialmente ilegal monitoreo. En respuesta, opositores internos y grupos internacionales de derechos humanos, lo califican de contraproducente.
Las amenazas de encarcelamiento y tortura están disuadiendo a muchos yihadistas para no regresar a su país, conducta que los convierte en apátridas. Por lo tanto, algunos se esconden en Turquía y Europa, donde son verdaderas bombas de tiempo. De repeso, los líderes islámicos, simpatizantes de los yihadistas, se han unido a ellos con el argumento que todos los combatientes que regresen a Túnez irán ante los tribunales y serán torturados y encarcelados.
Para complicar más el asunto, en Túnez no existe un programa gubernamental para “des-radicalizar” a los terroristas que regresan o para reintegrarlos en la sociedad. Sus familias se convierten en víctimas porque son perseguidas en lugar de apoyadas. Tales métodos empujan a otros jóvenes a integrarse a las redes yihadistas. Los investigadores que estudian la radicalización en Túnez dicen que el acoso policial sigue empujando a los jóvenes a escapar y unirse a los extremistas.
Al diciente hecho que algunos tunecinos ocupan posiciones de mando en ISIS y el Frente de Nusra en Siria afiliado a Al Qaeda, se suma que la mayor amenaza para Túnez está en Libia con las células afiliadas a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), grupo terrorista que está activo en media docena de países del norte de África, cuyo objetivo es instaurar el dominio islámico a Túnez y a los demás países del norte de África. Para el efecto, estos yihadistas inducen mediante propaganda, a la población para que se rebele contra la pobreza y la injusticia.
La preocupación de que la violencia desatada por yihadistas que regresan y otros que han sido radicalizados dentro de Túnez ha sufrido un drástico aumento de la inestabilidad y el terrorismo desde el inicio de la primavera árabe en 2011. Después de la revolución y el acuerdo multi-partidista de gobierno democrático, los integrantes de Al Qaeda, liberados de las cárceles o regresados del exilio, explotaron las nuevas libertades, al infiltrar las mezquitas y establecer una red de células en todo el país y algunos campos de entrenamiento en Libia.
Aunque muchos tunecinos interpretaron la primavera árabe como la prueba reina de que la democracia era más potente que el terrorismo, Al Qaeda actuó más rápido que cualquier movimiento político y apareció en el escenario como la principal amenaza terrorista para el país.
Si bien es cierto que los terroristas recibieron ingente apoyo externo, su crecimiento es correlativo con problemas sociales, políticos y económicos internos de Túnez. Hasta 2013, los terroristas estuvieron guarecidos en las montañas de la frontera occidental con Argelia, pero a partir de ese año, algunas células de Al Qaeda comenzaron en las ciudades una campaña de ataques suicidas, asesinatos políticos, o emboscadas contra unidades de la policía y el ejército.
Desde entonces, Túnez ha padecido más de 50 ataques terroristas, incluyendo asaltos cada vez más espectaculares orquestados por células basadas en Libia. Así, más de 70 personas murieron en por disparos masivos en 2015, muchos de ellos turistas extranjeros asesinados en el Museo Nacional del Bardo en Túnez y en un balneario de Sousse. En otra acción demencial, un atacante suicida mató a 12 soldados de la guardia presidencial en el centro de Túnez en noviembre del mismo año.
En un ataque más violento, cientos de combatientes tunecinos intentaron tomar el control de la ciudad fronteriza tunecina de Ben Gardane en marzo del 2016 y combatieron en las calles durante varias horas contra las fuerzas de seguridad tunecinas.
Debido a que la tasa de ataques ha disminuido en los últimos meses, como es usual en los países afectados por el flagelo terrorista, donde pulula la propaganda de ambos lados, los funcionarios tunecinos insisten en que sus fuerzas de seguridad están controlando el terrorismo dentro del país, porque “han desmantelado las redes de logística y reclutamiento, y ya no existe este sistema de apoyo que hubo en 2012 y 2013".
Por otra parte, los ataques aéreos de Estados Unidos en Libia en febrero de 2016 bombardearon un campo de entrenamiento de terroristas tunecinos. Era el mismo sitio, donde los autores de los ataques de 2015 habían entrenado y ayudado a Al Qaeda a expulsar las células de ISIS que actúan en la ciudad de Surt en Libia o combatir contra las milicias leales al gobierno libio. Curiosamente en esos enfrentamientos murieron tunecinos pertenecientes a ambos bandos, algunos de ellos familiares cercanos.
Cálculos de las fuerzas de seguridad libias establecidos con base en los cadáveres de los yihadistas abatidos indica que cerca de 400 tunecinos murieron en Libia en 2016, pero cientos de ellos están dispersos por todo el país y en campamentos en el sur de Libia, con la misión impuesta por el cabecilla principal de Al Qaeda, Ayman al-Zawahri, quien llamó a los tunecinos en un reciente mensaje de audio para lanzar la jihad con el fin de "extirpar la tiranía" reinante en ese país.
Por ahora todo indica que el gobierno tunecino no podrá impedir a los yihadistas que regresen, será difícil judicializarlos por falta de pruebas, pese a que cerca de 500 tunecinos que han sido procesados en su país luego de su regreso, no han demostrado remordimiento alguno por su militancia terrorista, a la que califican de guerra justa contra los infieles y los apóstatas.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional
El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es analista de asuntos estratégicos, autor de 33 libros acerca de los conflictos internacionales, la geopolítica, la seguridad y la defensa nacional, cinco de ellos relacionados con el terrorismo islámico titulados Martes de Horror, Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe e Isis-Estado Islámico. Además tiene en preparación la obra titulada Geopolítica del Terror.
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