En pleno siglo XXI y a menos de 1000 millas de la costa oriental de la primera potencia geopolítica, militar, económica y democrática del planeta, la república de Haití, la misma que fue la primera en emanciparse de Europa dentro del contexto latinoamericano, es tierra de nadie, y su gobierno se encuentra asediado por pandillas, que son financiadas por familias poderosas y por carteles de narcotraficantes
Según datos de la ONU, durante los últimos nieve días del mes de julio de 2022, más de 470 personas han muerto, resultaron heridas o fueron desaparecidas, como resultado de la guerra de pandillas en Cité Soleil, el barrio marginal más grande del país, al mismo tiempo que las pandillas amplían el control criminal y amenazan con tomar el control del gobierno en el palacio presidencial, pues se encuentran a pocas cuadras de la principal sede de gobierno.
Cabe anotar, que los enfrentamientos entre pandillas comenzaron en los suburbios antes de extenderse al centro de Puerto Príncipe.
En su demoledor avance las pandillas están estrangulando a Puerto Príncipe, capital de Haití, utilizando excavadoras para arrasar barrios enteros, arrinconando de paso, a agentes de policía mal armados. Según testimonios de residentes del lugar, en Cité Soleil, apretujado lugar de residencia de 300.000 personas, las pandillas derriban casas, violan mujeres y niñas en grupo y matan al azar.
Aunque es sabido que los haitianos han sufrido una tragedia y un derramamiento de sangre implacables durante las últimas décadas, la escalada de la anarquía en las últimas semanas y la incapacidad del gobierno para ejercer el control ha aterrorizado más, a la por siempre desvalida población haitiana.
Las agencias gubernamentales y los ministerios han instado a los empleados a quedarse en casa, mientras que las pandillas expanden su territorio y ahora están cerca del palacio presidencial, el Ministerio del Interior, el banco central y la penitenciaría nacional, donde los presos hambrientos amenazan con amotinarse.
Los escabrosos testimonios de las víctimas aterran por la sevicia de los pandilleros. Por ejemplo, una bebé de apenas un año de nacida, fue encontrada en una cama, acribillada con siete disparos de fusil, y a su alrededor las rústicas paredes de la covacha, quedaron convertidas en un colador por efecto de los disparos de las armas de fuego.
Debido a que los enfrentamientos se trasladaron a la zona del cementerio de la localidad, la madre no pudo sepultar dignamente a su hija, entonces colocó el cuerpecito en una caja vacía de cartón, fue a la playa de Cité Soleil y la enterró en la arena.
Se dice que una pandilla denominada la Familia G-9 y Aliados, dirigida por un exintegrante de la policía haitiana, llamado Jimmy Chérizier, conocido con el alias de Barbecue, ha ganado el control de más territorio en Cité Soleil, arrebatándoselo a una pandilla rival, el G-pèp.
En sentido práctico, Chérizier personifica las razones por las que Haití vive el actual infierno: Con el maquiavélico propósito de lograr sus propios fines, las élites políticas y empresariales haitianas, han apoyado a pandillas competidoras, eliminando cualquier apariencia de una nación funcional, poniéndola en el escenario de un estado fallido.
Se cree que Chérizier cuenta con el apoyo de figuras políticas que buscan reprimir las protestas u obligar a la gente a votar de cierta manera en las próximas elecciones. Así, las familias de los grandes empresarios de Haití pagan a su respectiva pandilla, para promover sus intereses económicos, incluyendo el paso seguro de las mercancías, que llegan a Puerto Príncipe y deben ser transportadas al interior del país.
Los muelles de Puerto Príncipe están ubicados cerca de de Cité Soleil y debido a que Haití importa la mayor parte de sus alimentos, combustible y otros elementos, la pandilla del G-9 puede mantener a todo el país como rehén, al evitar que los camiones distribuyan las mercancías que llegan al puerto principal.
Es importante agregar, que el empleo de pandillas por parte de los detentores del poder político de Haití no es nada nuevo. Fue una herramienta popularizada por el presidente Jean-Bertrand Aristide durante su segundo mandato, a partir de 2001. En este periodo, las pandillas se utilizaron para reprimir una rebelión contra el gobierno de Aristide.
Después de que Aristide huyó de Haití en 2004 en medio de un caos en espiral, la ONU estableció una misión de mantenimiento de la paz, que patrulló a Cité Soleil, manteniendo a raya a las pandillas. Pero poco tiempo después, los recursos de la misión de mantenimiento de la paz se redujeron, y de remate, varios de sus integrantes, se vieron envueltos en escándalos, incluido un brote de cólera mortal y la conducta sexual inapropiada generalizada que corrompió a las fuerzas de mantenimiento de la paz, antes de que expirara su mandato en 2019.
Desde entonces, según testimonios de varios diplomáticos occidentales y funcionarios haitianos, las pandillas han aumentado a medida que sus patrocinadores políticos y comerciales fortalecen su apoyo, para competir por el poder. En medio del caos, las pandillas pasan de contrabando grandes cantidades de armas y municiones llegadas a los puertos marítimos del país, y lo que es peor, el ingreso de estos envíos, es facilitado por funcionarios gubernamentales haitianos.
Por su parte, desde Washington, el Departamento de Estado ha presionado a los funcionarios de aduanas y puertos de Haití para que controlen más los ingresos de mercancías, lo que probablemente contribuyó a varias incautaciones de armas y municiones de gran calibre en las últimas semanas. Pero, en contraste, a menudo, esos envíos de armas ilegales, salen del Estado de Florida, lo que sugiere que los funcionarios de aduanas estadounidenses, también deben realizar inspecciones más exhaustivas y no solo dar instrucciones a sus pares haitianos.
Es pertinente aclarar que durante la época de Aristide, las pandillas no estaban en todas partes, no estaban bien equipadas, no podían enfrentarse a la policía, ni secuestraban en las actuales proporciones . Existían para mantener a Aristide en el poder. Hoy, se evidencia una bandolerización total del país. En medio del actual caos, las familias más poderosas de Haití, no quieren una situación estable, ni asumir la responsabilidad o estimular la capacidad de los ciudadanos para organizarse en su contra. Por lo tanto, podría decirse que los haitianos son rehenes de esas bandas criminales.
Como si los anteriores males fueran pocos, se agrega que debido a las violaciones de los derechos humanos, la policía haitiana no puede recibir directamente armas y municiones del gobierno de los Estados Unidos.
En cambio, las pandillas reciben flujos constantes de armas ilegales y de mejor calidad. Inclusive, los funcionarios del Departamento de Estado admiten que la policía haitiana está superada en este aspecto por los delincuentes. A menudo, sus armas son mucho más antiguas que las que utilizan las pandillas.
En tan complejo escenario de inseguridad, las pandillas se han tornado incontenibles. Durante el primer semestre de 2022, los combates entre pandillas en algunos sectores de Puerto Príncipe dejaron a cerca de 100 personas muertas y crearon 16.000 desplazados por la violencia.
Después de aumentar el control coactivo sobre Cité Soleil, la pandilla G-9 de Chérizier fijó su accionar criminal contra el centro de Puerto Príncipe el 24 de julio, trenzándose en intensos tiroteos con la policía de Haití, en los que siempre salieron ganadores los delincuentes por las razones ya expuestas.
Al finalizar el mes de julio, la pandilla G-9 está ubicada cerca de un área que incluye el palacio presidencial, el ministerio del interior, la penitenciaría nacional, el banco central y lo más importante de la infraestructura estatal.
En particular, la penitenciaría nacional, superpoblada y con dificultades para alimentar a los prisioneros, alberga en su seno, a varios de los criminales más peligrosos de Haití, incluidos cabecillas de pandillas y a algunos de los sospechosos involucrados en el asesinato del presidente haitiano, Jovenel Moïse, en 2021.
En palabras de Fritz Alphonse Jean, líder de la oposición y expresidente de la junta del Banco Central: Muchos hombres y mujeres jóvenes han sido armados por entidades políticas y del sector privado, mientras el gobierno mira para otro lado o es cómplice en algunos de los más altos niveles oficiales. Así, la policía está claramente abrumada y desorientada, porque carece del liderazgo del gobierno.
Situación nada halagüeña, ya que los carteles mexicanos y las mafias rusas tienen a Haití en la mira para convertirla en una plataforma de lanzamiento de narcotráfico hacia Europa y Norteamérica, con la circunstancia agravante que ese accionar criminal de un casi seguro narcoestado y su respectivo narcogobierno, se convertirá en alfil de primer orden para la estrategia rusa de desestabilización del patio trasero de Estados Unidos, con obvias implicaciones negativas para Colombia por el narcotráfico, para México por los carteles de las drogas y para el resto del continente por la migración desaforada.
Serio problema geopolítico del hemisferio que sigue in crescendo, sin que la ONU, la OEA, o la Casa Blanca, encuentren el camino adecuado para reorientar el sendero de un país, cuya sociedad ni gobierna, ni se deja gobernar.
En síntesis, Haití es tierra de nadie, asediado por pandillas financiadas por familias poderosas y narcotraficantes. En pleno siglo XXI y a menos de 500 millas de la costa Este de la primera potencia geopolítica, militar, económica y democrática del planeta, la república de Haití está en mano de los corruptos y las bandas criminales. Es casi un estado fallido sobre el cual hay nefastos intereses geopolíticos mundiales.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional