A 118 años de la traición de Panamá a Colombia: ¿O seguimos en lo mismo o cambiamos?

Publicado: 2021-11-03   Clicks: 995

      Incidencia geopolítica de la campaña militar de Aguadulce en la separación de PanamáHoy 3 de noviembre de 2021 se cumplen 118 años de la cristalización de la conjura internacional contra Colombia, urdida desde Washington y ejecutada sistemáticamente contra la integridad y la prospección geopolítica de Colombia, en Panamá, Managua, Quito, París, y Caracas, por acción o por omisión de:

    1. El fatal gobierno del presidente conservador José Manuel Marroquín,

    2. La obsecuencia de sus copartidarios conservadores apegados a “dogmas ultramontanos” de la religiosidad católica en la vida nacional,

    3. La tozudez de los “ateos revolucionarios liberales” ansiosos de poder y expoliación igual que sus rivales políticos internos,

    4. La pérfida injerencia en la Guerra de los Mil Días por parte de los gobiernos de Estados Unidos, Nicaragua, El Salvador, Ecuador y Venezuela

     5. El lucro de los traficantes de armas y los intermediarios en las negociaciones de cambio de compañías para que se terminara de construir el canal de Panamá.

     6. La mentalidad trapacera de los dirigentes panameños, que vendieron su dignidad a cambio de dólares, separándose de su patria.

     7. La miopía geopolítica de la dirigencia de los dos partidos políticos tradicionales colombianos, con la consecuente ausencia de líderes nacionales ajenos a odios, inquinas, trapacerías y ambiciones personales a nombre de supuestos cambios de sistemas-

      Naturalmente hay muchas otras causas, tales como la rampante corrupción administrativa, las componendas de Miguel Antonio Caro, los odios insepultos heredados de las guerras civiles de 1876, y 1895, la mentalidad arribista de las élites que han creído tener derecho divino a malgobernar a los demás colombianos, etc, etc.

     Mientras para los panameños, el 3 de noviembre constituye su fiesta nacional de independencia, para los colombianos, que ya no podemos hacer nada diferente a aceptar la invaluable pérdida del Istmo de Panamá, punto geoestratégico más importante del planeta, como sabiamente lo había advertido el Libertador Simón Bolívar; no solo debemos seguirlo catalogando como una traición de las élites panameñas de finales del siglo XIX, sino como un serio llamado de atención para pensar en el futuro de la conectividad bioceánica, la apertura del Canal Atrato Truando, el desarrollo estratégico de la Costa Atlántica, el fortalecimiento del potencial geoestratégico de la región Pacífica y el desarrollo sostenido de nuestra soberanía marítima.

      Colombia no puede seguir anegada en sangre y enfrascada en polarizaciones nefastas, mucho menos atendiendo los llamados populistas y asistencialistas que promueve la izquierda actualmente.

Es el momento de abrir las mentes y estructurar estrategas con visión de estadistas, para que los partidos políticos dejen de ser focos de corrupción estimulados por empresas clientelistas y se conviertan en semilleros permanentes de estadistas, cuyas ejecutorias graviten alrededor de objetivos nacionales y políticas de Estado, adecuadas a los retos de las agendas locales e internacionales.

     La tímidamente denominada “Separación de Panamá” materializada el 3 de noviembre de 1903, fue una traición, propia de la bajeza moral y de la escasa estatura de estadistas, que acompañaba a los señores de la guerra de los dos partidos tradicionales, quienes abusando de la ingenuidad, laboriosidad y lealtad de ignorantes campesinos y gentes del común, metieron a Colombia en una absurda guerra civil que disimulaba ambiciones personales con credos ideológicos, con el resultado final de la inexplicable desmembración de Panamá.

     Infortunadamente, ni el Estado ni los historiadores afiliados con sesgos políticos, han escrito y enseñado a las sucesivas generaciones de colombianos, la gravedad histórica y geopolítica de esta traición de Amador y sus conciliábulos de la mano de Estados Unidos, que gracia a la ambiciosa visión de su presidente Theodore Roosevelt y la diligente metodología de su Secretario de Estado  John Hay, impulsaron una traición, que luego los mismos responsables, atenuaron con el calificativo de “separación”

     Naturalmente a los panameños se les enseña que era algo necesario debido a las constantes guerras civiles y la poca atención del gobierno de Bogotá por incorporar a Panamá en su desarrollo integral, lo cual es cierto, pero no justifica ni la traición, ni la miopía de la dirigencia panameña de ese momento, que por seguir los embelecos revolucionarios de la época, partió en dos el continente, fortaleció la expansión imperialista estadounidense y terminó de sumir a Colombia en los eternos conflictos, que en la actualidad parecen prolongarse en el tiempo.

     En síntesis, 118 años después de la traición de Panamá a Colombia, no basta con ignorar este suceso, ni repetir sin sindéresis, que era algo necesario para los habitantes del istmo, sino que debe ser un punto de reflexión acerca de cuál es el futuro geoestratégico de Colombia, para saber cómo nos anticipamos a la voracidad geopolítica china, cómo negociamos de Estado a Estado con la Casa Blanca, en fin, cómo construimos país y nación, dirigidos por estadistas, no por oportunistas que con cantos de sirena y mensajes edulcorados, pretenden en hacer mas de lo mismo y que sigamos en lo mismo.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

www.luisvillamarin.com

 

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