Análisis del conflicto armado en Colombia
Un referendo siempre será un salto al vacío para el gobierno que lo promueva. El del 25 de octubre en Chile para cambiar la constitución vigente, no es la excepción. Como tampoco Chile es la excepción de los conflictos y complejidades sociales, políticas, económicas y culturales que han afectado al continente, desde el fin del coloniaje español, el nacimiento como repúblicas y las sinuosas relaciones internacionales con Estados Unidos. Los resultados de este experimento son impredecibles.
La política es la guía de los pueblos, pero la economía es el termómetro de la excelencia o las limitaciones de los proyectos políticos, que si son de gobiernos y no de Estado, tienden a ahondar conflictos o a crear otros nuevos. En ese orden de ideas, quizás esto pasó en Chile con el productivo modelo económico dejado por Augusto Pinochet, porque la dirigencia empresarial y los defensores del libre mercado se durmieron sobre los laureles de la bonanza económica, sustentados en altas cifras del PIB o ingentes ingresos empresariales, pero no escucharon las voces de la oposición, que advertían que las cifras económicas pueden ir muy bien para unas élites, pero no se reflejan en la calidad de vida de los gobernados.
Tan cruda realidad empeora, cuando detrás de estos mensajes y las protestas violentas como las escenificadas en Chile durante los dos últimos años, está la izquierda internacional, armada y desarmada, buscando recuperar el avance comunista que les quitó Pinochet, revivir el sueño cubano de la continentalidad roja, y destruir cualquier forma del odiado enemigo capitalista.
Todo eso con la circunstancia agravante, que la realidad del desempleo juvenil y las eternas dificultades tercermundistas, para que los jóvenes se integren al mercado laboral en Latinoamérica, sumadas al abismal desconocimiento de la historia, millones de jóvenes chilenos alebrestados por populistas y comunistas, sacaron a relucir un erróneo rumbo de la rebeldía propia de la edad, y hoy con resultados evidentes en las urnas, ponen un enorme reto a los hacedores del futuro de Chile, para revertir el sendero, y recuperar la confianza en el modelo económico inclusivo de la libre empresa.
De lo contrario Chile volverá a elegir marxistas, como ocurrió con Allende en la década de 1970. Sería letal para el continente, donde Chile tiene un peso específico.
Entre los argumentos de los “libérrimos jóvenes” que desconocen la historia y la prospección geopolítica chilena, está que todas las constituciones del país austral han sido hechas por militares, que entonces llegó la hora de la revolución constitucional civilista.
Esto sucede en gran parte por culpa de la avarienta intención de desaforado enriquecimiento de capitalistas y empresarios, complementada por la disputa interna de los líderes políticos de derecha, agarrados entre ellos por ocupar cargas y ostentar honores. Nada diferente a lo que, sin excepción, sucede en los demás países latinoamericanos.
Así las cosas, como consecuencia del egoísmo de unos pocos y la letal combinación de fogosidad juvenil con ignorancia política e histórica para visualizar la prospección geopolítica del país, Chile entró en su conjunto a transitar por un extenso campo minado, en el que los comunistas expertos en destruir y armar el caos, no solo están sacando ventajas estratégicas, o multiplicando la ya radicalizada polarización, y lo que es peor sirviendo de faro a los demás jóvenes y a los comunistas del continente, para forzar la violencia urbana disfrazada de protesta social, pues a todos luces, en Chile se consiguió el referendo de esa manera.
Por otro lado, con el regreso de el MAS a Bolivia, también por la rapiña de la derecha y el poco efecto de las pocas medidas de libre economía que obtuvo el gobierno de Añez, sumado al posicionamiento de los Kirchner una vez mas en Argentina, y el fracaso de Duque para sacar a Maduro de Miraflores, los graves efectos socio-económicos de la pandemia del Covid 19 podrían estimular una especie de Primavera Latinoamericana de las juventudes, financiada por el narcotráfico y estimulada por los gobiernos de López Obrador, Maduro, Ortega, Arce, Fernández y la dictadura cubana…
Como siempre lo han hecho los comunistas, pero esta vez con la juventud y los indígenas empoderados en todo el continente. Y los resultados de este experimento son impredecibles.
No hay peor ciego que quien no quiere ver.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 38 libros sobre geopolítica, estrategia y defensa nacional