Publicado en diciembre de 2017 en la Revista Científica Seguridad, Ciencia y Defensa del Instituto Superior de Defensa (Insude) de la República Dominicana, Volumen 3, Año 3, páginas 157-174
RESUMEN
Desde finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, el terrorismo islamista se convirtió en la mayor fuente de agresión contra la seguridad mundial, pues sus acciones violentas atacan objetivos estratégicos de alto valor y causan enormes daños a la población civil. Por su dinámica depredadora, el terrorismo refleja una realidad: No hay un solo país del planeta exento de potenciales o actuales acciones terroristas. Por lo tanto, la respuesta contra el terrorismo debe ser integral y de alto nivel, mediante coordinación internacional y acciones conjuntas en todos los campos del poder nacional de cada país afectado por este fenómeno bélico, político, cultural y social, que por su dinámica se extendió en los cinco continentes.
Palabras clave:
Yihad, geopolítica, Latinoamérica y el Caribe, Al Qaeda, ISIS, Hizbolá, Talibán
ABSTRACT
Since the end of the 20th century and the beginning of the 21st century, Islamist terrorism has become the major source of aggression against global security, since its violent actions attack high-value strategic objectives and cause enormous damage to the civilian population. Because of its predatory dynamics, terrorism reflects a reality: There is not a single country on the planet that is free of potential or current terrorist actions. Therefore, the response to terrorism must be comprehensive and it must be conducted from high-level plans, through international coordination and joint actions in all fields of national power in each country affected by this warlike, political, cultural and social phenomenon, which, due to its dynamics, spread across five continents.
Keywords:
Jihad, geopolitics, Latin America and the Caribbean, Al Qaeda, ISIS, Hezbollah, Taliban
Introducción
El terrorismo es la forma más violenta para expresar los contenidos de la guerra de cuarta generación que incluye insurrecciones, operaciones con guerrillas, acciones asimétricas realizadas por grupos islámicos extremistas, acciones violentas contra pobladores civiles ordenadas por los llamados señores de la guerra, movimientos islamistas, brazos armados de los partidos comunistas y movimientos de liberación nacional.
En la medida que avanza el siglo XXI, el terrorismo se ha convertido en la mayor agresión contra la seguridad mundial, pues sus acciones atacan objetivos estratégicos de alto valor y causan daños colaterales que producen zozobra, desconfianza, desazón y terror entre los pobladores civiles.
La respuesta contra el terrorismo debe ser integral y de alto nivel, mediante coordinación internacional y acciones conjuntas en todos los campos del poder nacional de cada país afectado por este fenómeno bélico, político, cultural y social, que por su dinámica se extendió en los cinco continentes. Sin embargo, para concretar soluciones al respecto, la comunidad internacional tiene muchos problemas, muy difíciles de resolver, los que por su naturaleza geopolítica, son caldos de cultivo y carburantes para estimular el terrorismo, tales como:
* La consolidación del Estado Palestino, en Gaza y Cisjordania con el consecuente reconocimiento del Estado de Israel por los palestinos y el resto de la comunidad musulmana de todas las vertientes en el planeta.
* La devolución de Israel a Siria de los Altos del Golán ocupados desde 1967 por tropas israelíes, con el difícil compromiso por parte del entorno musulmán para no volver a atacar a Israel.
Es necesario diferenciar varios términos que se asimilan con frecuencia: el islam, que es una religión; del islamismo, que es una ideología con fines políticos; y del fundamentalismo islámico, que es un movimiento religioso y político basado en la interpretación literal de los textos considerados fundamentales por el islam.
Este fundamentalismo islámico añade en algunos casos, un componente violento, yihadista, a la defensa de este precepto.
* Reconfigurar el Kurdistán como Estado libre e independiente en los territorios que ocupa en Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia.
* Definir mediante tratado internacional los límites marítimos entre Egipto y Arabia Saudita y la posesión de algunas islas en disputa entre los dos países ubicadas en el Mar Rojo.
* Poner fin a las guerras civiles en Yemen, Libia y Siria, empoderando a las poblaciones civiles de estos tres países, para que desarrollen proyectos políticos democráticos a largo plazo, sin la injerencia geopolítica de potencias mundiales y regionales.
* Garantizar la paz definitiva entre los dos países que surgieron después de la división de Sudán.
* Poner fin a la latente inestabilidad política y religiosa de El Líbano y Siria, con el obvio retiro de las fuerzas chiitas de Hizbolá.
* Consolidar la democratización de Irak, para evitar que se vuelva crónica la cadena de venganzas, iniciadas por los chiitas después del derrocamiento del régimen sunita de Saddam Hussein.
* Poner punto final a la falta de claridad de Arabia Saudita y Pakistán frente al terrorismo sunita, y de Irán frente al terrorismo chiita. En ese sentido es esencial detener la guerra fría entre sauditas e iraníes, con la innegable intromisión de Pakistán en el ámbito regional y de las grandes potencias en el ámbito geoestratégico, máxime que Estados Unidos y Arabia Saudita firmaron en mayo de 2017, un acuerdo comercial de armas de alta tecnología por 460 billones de dólares para la siguiente década.
* Definir los límites del desarrollo nuclear de Pakistán y concretar la efectiva detención del proyecto nuclear de Irán, para evitar una guerra atómica desatada por alguno de los dos regímenes extremistas, o lo que es peor, que armas nucleares tácticas lleguen a manos de terroristas islámicos de cualquiera de las dos vertientes yihadistas.
* Detener el flujo de migraciones masivas de musulmanes hacia Europa, Estados Unidos, Australia y Latinoamérica, mediante la aclimatación de la paz, el respeto a los derechos humanos, la inserción de fuentes de empleo y el desarrollo socioeconómico sostenido en los países, de donde salen las oleadas de desplazados por problemas religiosos, políticos y económicos.
* Que el régimen sunita y en apariencia laico de Turquía, defina y concrete su posición frente al terrorismo, a la autonomía e independencia del pueblo kurdo, y su innegable ambición geopolítica sobre el Bajo Cáucaso, Creta, el oriente de Grecia, Siria y El Líbano.
* Retorno formal de la democracia en Egipto.
* Erradicar la relación del servicio de inteligencia pakistaní ISI con terroristas sunitas en el conflicto de Cachemira, la guerra civil de Afganistán, la inestabilidad de Bangladesh, y la presencia yihadista en India, Chechenia, y Uzbekistán.
* Detener el expansionismo simultáneo de la geopolítica rusa y los intereses geoestratégicos del islamismo sobre el Cáucaso.
* Lucha integral y efectiva contra el tráfico internacional de armas, en especial contra la doble moral rusa, que de manera clandestina exporta fusiles AK- 47, para surtir a los grupos terroristas y organizaciones delincuenciales a lolargo y ancho del planeta.
* Combatir el narcotráfico para que no siga siendo fuente de financiación del terrorismo islamista y comunista.
* Diálogo puntual en la comunidad internacional para lograr acuerdos concretos, que limiten los intereses geopolíticos de potencias mundiales y regionales, en los conflictos que oxigenan todas las formas de terrorismo internacional durante el siglo XXI.
* Erradicar la miseria y el atraso en África para consolidar la democracia, la libertad y la igualdad en el continente olvidado.
* Erradicar focos de radicalización islámica y comunista en cárceles, comunidades islámicas y redes sociales.
* Combatir la corrupción migratoria y aduanera en países relacionados con el problema.
* Concierto internacional para combatir la delincuencia multiforme en el Mediterráneo, Norte de África, África Occidental, el Sahel, el Cuerno de África, el Medio Oriente y Europa Meridional.
* Integrar esfuerzos para erradicar el incremento del yihadismo en África, Asia, Europa, Oceanía y el hemisferio americano.
* Desligar el petróleo de las guerras islámicas.
Desarrollo
1. Islamismo: ¿Terrorismo o guerra revolucionaria?
Según conceptos doctrinarios de analistas de conflictos bélicos y estrategas militares, la guerra revolucionaria es la combinación sostenida y sistemática de acciones armadas de guerrillas y actividades políticas en ambientes de combate irregular para obtener objetivos políticos supremos.
Desde esa misma óptica, terrorismo es el empleo de métodos irregulares violentos asimétricos contra objetivos estratégicos, que buscan demoledores efectos sicológicos, negativos en la moral combativa del adversario político-militar, con los que por lo general resulta afectada la población civil, debido a los denominados efectos colaterales.
Al examinar los métodos y procedimientos utilizados por los movimientos islámicos, que desde la década de 1950, han buscado eliminar al Estado de Israel y/o expulsar cualquier incidencia de las potencias occidentales en la vida política, económica, social, militar o los intereses geopolíticos de los países musulmanes, todos los hechos apuntan a demostrar, que el islamismo yihadista ha desarrollado a su manera, procesos de guerra revolucionaria con métodos terroristas.
No obstante, los palestinos niegan haber cometido acciones terroristas contra Israel, con la justificación que se han defendido de un enemigo poderoso, respaldado por potencias occidentales. Igual explicación han dado los grupos terroristas sunitas y chiitas, surgidos dentro del complejo entorno geopolítico y geoestratégico del convulso Medio Oriente, la olvidada África, la enigmática Asia Meridional o el lejano sudeste asiático.
Los hechos actuales indican que el terrorismo islámico florece en antiguas colonias británicas y francesas y utiliza todas las enseñanzas comunistas de guerra revolucionaria, transmitidas durante la guerra fría por los comisarios políticos internacionales de la Unión Soviética, en los países tercermundistas con conflictos internos. Por ejemplo, Pakistán cumple en Asia Meridional el mismo papel radicalizador de Arabia Saudita en el Golfo Pérsico y aunque carece de los recursos petroleros que posee la monarquía sunita, el régimen pakistaní tiene capacidad bélica nuclear, intensa influencia geopolítica y religiosa sobre Afganistán y Bangladesh, además de interés nacional para combatir y doblegar a India.
En ese escenario geopolítico, la riqueza petrolera del Golfo Pérsico es magneto para atraer fuerza laboral de países musulmanes de Asia Meridional. Muchos de estos jóvenes viajan a Arabia Saudita para trabajar, ganar dinero y enviar remesas a sus familiares en los países de origen, pero algunos de ellos terminan radicalizados y regresan a casa, como propagandistas del extremismo, o se unen a las células de Al Qaeda o Isis en cualquier parte del mundo, con la circunstancia agravante que la acción sostenida contra
ISIS en el Medio Oriente ha desplazado muchas células terroristas hacia Afganistán, Pakistán y Bangladesh con la complicidad de los servicios de inteligencia pakistaníes. Este hecho tiene similitudes procedimentales con lo que hacía la Universidad Patricio Lumumba en Moscú, con la diferencia que desde allá, los estudiantes no enviaban remesas a sus familiares y por lo general regresaban a sus propios países a multiplicar la violencia revolucionaria marxista-leninista.
En el ámbito operativo, Hizbolá, Hamas, los Talibán, Isis y Al Qaeda esconden tras la cortina de la crueldad, el entramado político-organizativo, las redes financieras y la maquinaria de propaganda para reclutar, conque actúan sus redes o células durmientes en diferentes lugares.
Los actuales focos del yihadismo son Medio Oriente, Golfo Pérsico, Norte de África, África Subsahariana, frontera Pakistán-Afganistán, Cachemira en límites de Pakistán-India, Rusia-Cáucaso, Filipinas, Indonesia, además de los centros islámicos de radicalización en Europa, Australia, Canadá y Estados Unidos, camuflados dentro de las mezquitas que ha financiado el régimen saudita para difundir el islam por el mundo.
En el intento de comprender mejor el fenómeno, es de gran valor para las ciencias políticas reconstruir la evolución histórica, política y armada de cada una de estas agrupaciones terroristas islámicas, pues la aparición de cada una de ellas, coincide con un entorno particular y una situación histórica, derivada de vaivenes geopolíticos influidos por intereses ajenos a los de cada país afectado.
2. Factores comunes: Islamismo- guerra revolucionaria
Existen muchas similitudes procedimentales y objetivas entre los procesos de guerra revolucionaria marxista-leninista y la dinámica político-armada de los movimientos islamistas surgidos en los países musulmanes. A continuación se examinan algunas semejanzas:
* En ambos casos ocurren giros políticos, en que grupos irregulares pasan de ser enemigos a ser amigos por conveniencia y hasta aliados, en contra de quienes antes los combatían. Como se verá en las páginas venideras hay muchos casos de odios y reconciliaciones en las divisiones internas de la OLP, la formación de Hamas, la posición extremista de Hizbolá y su posterior apertura con cristianos y otras confesiones; el apoyo de Estados Unidos a las fuerzas chiitas de Irak e Irán que combaten contra ISIS pero a la vez son aliadas de Bashar Al Assad; el apoyo de Estados Unidos a los kurdos que a la vez son enemigos de Irak y Siria; la doble moral turca, el ajedrez geoestratégico que juega Israel, la intromisión abierta de Rusia en Siria, el silencio calculado de China, etc.
Al evaluar la participación de brigadistas internacionales, milicias extremistas, suicidas con explosivos, empleo de niños como combatientes, violencia sexual contra las mujeres, financiación con dineros ilícitos, arbitrariedades en áreas ocupadas y otras aberraciones políticas cometidas por terroristas islámicos, es evidente que todas las guerras se parecen en muchos aspectos, y coinciden en que como imán atraen combatientes de otros países, tales como voluntarios, brigadistas, mercenarios, etc.
Así como todas las guerras revolucionarias de corte marxista-leninista se internacionalizaron debido a la relación de la Unión Soviética y sus satélites con guerrillas y procesos subversivos armados para la toma del poder en varios países; ahora se han internacionalizado las guerras yihadistas del Medio Oriente, África y Asia, cuyos cuadros de mando iniciales fueron fundamentados con las teorías del marxismo-leni-nismo.
Y todos los grupos terroristas nacidos de esa dinámica, han sido patrocinados, abierta o soterradamente por gobiernos regionales, con intereses geopolíticos claros en el desenlace de cada conflicto en particular.
Así como la Unión Soviética estableció escuelas de adoctrinamiento político y entrenamiento militar para cuadros directivos de los procesos revolucionarios, en Arabia Saudita y Pakistán existen centros de estudios islámicos donde se forman los sunitas más estrictos en el cumplimiento de las enseñanzas atribuidas por los sunitas al profeta Mahoma.
Por ejemplo, los hermanos musulmanes promueven el salafismo desde Egipto y otros países, los talibán en asocio con sectores radicales del servicio de inteligencia pakistaní (ISI) promueven el yihadismo desde Afganistán-Pakistán; y la teocracia iraní auspicia a Hizbolá desde las oficinas gubernamentales, las madrasas (escuelas coránicas) y otros centros de estudios coránicos chiitas en Irán.
De la misma manera como durante la guerra fría el Kremlin entrenó terroristas en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú y financió a sus satélites en el mundo, también hay facultades de teología islámica en Medina, El Cairo, los Balcanes y el Cáucaso a las que llegan estudiantes de otros países, además de millonarios salafistas que financian redes de mezquitas en todo el planeta y amparados en técnicas de lavado de dinero por medio de paraísos fiscales, apoyan las redes yihadistas en diversos países.
Igual a lo que sucedió con los movimientos terroristas de filiación comunista orientados por la Unión Soviética, la disensión China-Moscú y las líneas independientes de Albania o la incidencia de Fidel Castro en los comunistas del hemisferio americano, que originaron disidencias marxistas-leninistas más radicales; en el entorno terrorista islámico son muy comunes este tipo de situaciones, verbigracia la desarticulación de la OLP que dio paso a Hamas, o la transformación de algunas células de Al Qaeda en otras más radicales de ISIS.
Al comparar los procesos revolucionarios comunistas con los procesos terroristas islámicos, hay una semejanza y un cordón umbilical que ubica al terrorismo de la posguerra, como una consecuencia geopolítica y estratégica, derivada de las decisiones erróneas para la paz con la repartición arbitraria del Medio Oriente, las dos Alemanias, las dos Coreas y en cierto modo los dos antiguos Vietnam entre capitalistas y comunistas causantes de la guerra fría.
En ambos escenarios, tanto en la guerra revolucionaria comunista como en el radicalismo islámico, coexiste gran influencia de la inteligencia estratégica con ribetes de espionaje en la geopolítica y la defensa nacional de los Estados implicados, cuyo número aumenta por norma general, en la medida en que se internacionalizan los conflictos.
En este sentido, la espiral de violencia terrorista es proporcional a la inmersión de gobiernos extranjeros en cada conflicto, y la vinculación en delitos como el tráfico de drogas, armas y el lavado de activos, por parte de los actores políticos y armados de cada guerra revolucionaria o yihadista que aparece en el mundo. Así, la técnica manipuladora de la paz por medio de estratagemas y argucias, es común en las guerras revolucionarias y es una herramienta clave de los grupos terroristas.
En consecuencia, no hay nadie “más abanderado de la paz” que un grupo terrorista, por medio de una dialéctica amañada en la que presenta como agresor al agredido y concluye que la paz solo será posible, cuando el movimiento revolucionario gobierne al adversario.
Para los comunistas esto se denomina lucha de clases por medio de la guerra revolucionaria para la toma del poder. Para los islamistas se denomina guerra santa o yihad, de los seguidores del profeta contra infieles y apóstatas, hasta configurar el gran califato universal.
Así como la guerra fría incidió en los procesos revolucionarios marxista-leninistas del Tercer Mundo, los intereses geopolíticos de las dos superpotencias incidieron en las guerras de los países árabes contra Israel, el armamentismo oficial y el tráfico subrepticio de armas en el Medio Oriente, la dotación de los grupos terroristas y la tendencia de la ideología marxista-leninista de OLP y de los gobiernos de Siria, Egipto y Libia, durante la década de los setenta. Y ahora inciden en la complejidad geopolítica derivada de la guerra contra el terrorismo y las disputas entre chiitas y sunitas.
Para colmo de males, en 1979, la ambición expansionista de la Unión Soviética, ansiosa de incrementar su influencia geopolítica sobre el Asia Meridional, indujo al Kremlin a cometer el histórico error de invadir a Afganistán, luego de haber instalado en el gobierno de Kabul a un líder comunista, títere de Moscú. Pronto sobrevino la obvia respuesta de los yihadistas internacionales que ya tenían experiencia en combate, ganada en campos de batalla al lado de la OLP en Israel, o en la guerra civil de El Líbano en 1975, así como los incendiarios discursos en las mezquitas invitando a la guerra santa contra los infieles en el mundo, o las células ultraconservadoras asentadas en Arabia Saudita y entre los hermanos musulmanes de Egipto.
El fenómeno ideológico, religioso y violento hizo metástasis. Imanes radicales irradiaron el reclutamiento masivo de mujadiyines que viajaron a combatir la yihad contra los comunistas en Afganistán, financiados parcialmente por la CIA de Estados Unidos, el MI6 de Inglaterra y los gobiernos de Australia y Arabia Saudita, así como por algunos reinos del Golfo Pérsico obedientes a la casa Saud.
Pero como suele suceder en alianzas político-estratégicas con potenciales adversarios, con el paso del tiempo Osama Bin Laden advirtió en un decreto islámico conocido como Fatwa, que primero combatirían contra los soviéticos y luego contra los occidentales que habían apoyado en la yihad contra los soviéticos, pues aunque en ese momento eran sus aliados por conveniencia antisoviética, en el orden político-estratégico las potencias occidentales y los reinos apóstatas del islam, son partes del objetivo final de la yihad.
Sin que las anteriores sean todas las semejanzas, también están las fronteras porosas, la inexistente cooperación internacional para combatir el terrorismo, las erráticas defensas a los terroristas por parte de organizaciones de derechos humanos, la complicidad de algunos gobiernos con paraísos fiscales, los secuestros de ciudadanos occidentales y las técnicas de reclutamiento que incluyen niños y jóvenes adoctrinados con el artilugio de que serán salvadores del planeta.
Producto de garrafales errores de inteligencia estratégica aunados a la miopía geopolítica e imprevisión política a largo plazo, por parte de los dirigentes políticos de los países afectadas por el terrorismo en cualquiera de sus vertientes, los grupos extremistas logran imponer la iniciativa estratégica operacional, sacan ventajas políticas y diplomáticas mediante mejor manejo de la propaganda y como mínimo imponen el empate táctico-operacional.
De remate, el narcotráfico convirtió esta conducta delictiva en una de las fuentes financieras de los grupos terroristas, que sin importar su ideología y objetivos, lo ven como un medio que justifica sus fines.
3. Incidencia del terrorismo islámico en la geopolítica
Según el geógrafo y analista político sueco Karl Haushofer, la geopolítica es la conciencia geográfica del Estado, porque le proporciona la materia prima de donde el hombre de Estado y de espíritu creador obtiene su obra de arte.
En complemento a esto, el general Julio Londoño autor del libro Fundamentos de la Geopolítica publicado en Colombia en 1977, aseguró que la geopolítica surgió como ciencia en 1916 y sólo después de guerras y tormentosos movimientos políticos, emergió como algo real e importante, luego de decantar su contenido debido a alabanzas, algunas exageradas, o a agresivos ataques venidos de fuentes políticamente envenenadas, que tardíamente se han ido serenando.
Según Londoño, la esencia de la geopolítica se enfoca en el estudio de las influencias, que determinados factores geográficos ejercen sobre la política externa e interna de los pueblos y Estados.
En esencia, todas las guerras han gravitado alrededor de intereses y objetivos geopolíticos, acordes con los entornos políticos, religiosos, militares y científicos de cada etapa de la historia de la humanidad. Por lo tanto, sin importar su orientación ideológica, el terrorismo del siglo XXI, no es la excepción, porque es una guerra asimétrica con objetivos estratégicos.
En ese orden de ideas, si la geopolítica implica la existencia de un terreno como base geográfica sólida correlativa con una ideología política sustentada en un plan estratégico, para diseminar una línea cultural de pensamiento y acción; entonces el terrorismo islámico, justificado por sus gestores para construir con la Umma (comunidad islámica) un califato universal; es una versión novedosa de proyección geopolítica, dentro de una ciencia nueva, que se relaciona con la estrategia, la defensa nacional, y lo que Samuel Huntington denominó el choque de civilizaciones, por irreparables diferencias culturales y religiosas.
El terrorismo islámico tiene profundas connotaciones geopolíticas, porque articula la territorialidad del sagrado suelo del islam con el fundamentalismo yihadista, para iniciar la difusión hacia el resto del planeta, de los credos del profeta Mahoma con base en el wahabismo sunita o el integrismo chiita, con el fin de convertir a su credo extremista, a los llamados infieles de otras religiones o los apóstatas musulmanes que no abrazan el islamismo yihadista.
El terrorismo afecta amplios espacios geopolíticos, porque por regla general las acciones terroristas apuntan contra objetivos político-estratégicos de alto nivel, afectan con reiterada incidencia a la población civil y ponen en entredicho las medidas de seguridad policiales y militares, para garantizar la seguridad nacional y local.
Por ende, la geopolítica del terrorismo obliga a los gobernantes de los países afectados a actuar de manera conjunta, integrar esfuerzos preventivos de inteligencia militar, conformar alianzas y realizar operaciones simultáneas, combinadas o conjuntas.
No obstante, las diferencias de modelos económicos o ideológico-políticos de países que profesan la misma religión atacada por el islamismo y comparten muchos valores culturales, son factores que impiden concretar tareas efectivas.
De remate, en ocasiones, los celos profesionales de diversas agencias de inteligencia y seguridad, impiden o retardan las operaciones contraterroristas, o lo que es peor, sin proponérselo facilitan el camino a los yihadistas para lograr sus cometidos, como sucedió con los terroristas que planearon y ejecutaron los ataques del 11-S en Estados Unidos.
4. Vertientes del terrorismo islámico
El terrorismo islámico es la manifestación violenta de la interpretación extremista religiosa del islamismo sea sunita o chiita, por medio de la yihad o guerra santa contra infieles y apóstatas, que no aplican el radicalismo islámico como forma de vida a partir de la Sharia o Ley Islámica, rectorade la vida de la Umma en torno a las enseñanzas del profeta Mahoma.
Así el terrorismo islámico gravita alrededor de dos ejes:
a)El eje religioso con la lucha a muerte contra las demás religiones y las insuperables divergencias entre chiitas y sunitas.
b) El eje geopolítico con los intereses de predominio regional y los intereses de las grandes potencias sobre las riquezas minerales del Medio Oriente, su privilegiada posición geoestratégica como el pivote de la gran isla mundial, según conceptuó el geógrafo Hartford McKinder, pero además, la obvia necesidad de que haya estabilidad de la convulsa región.
En síntesis, para reafirmar lo que ya se anotó el terrorismo islámico se sustenta en corrientes extremistas de las dos vertientes básicas del islam, apadrinadas respectivamente por extremistas incrustados en círculos de poder de Arabia Saudita en Pakistán y los ricos estados petroleros del Golfo Pérsico con similares ambiciones geopolíticas, geoeconómicas, militares, culturales, raciales y religiosas sobre el resto del entorno islámico, dentro del cual la teocracia iraní chiita es el principal escollo, pues además de ser persa profesa la confesión islámica contraria.
5. Amenaza islamista contra Latinoamérica
La probada presencia de células terroristas en Trinidad y Tobago para incorporar jóvenes a las fuerzas irregulares de ISIS que combaten en Siria e Irak, son un serio riesgo para la seguridad hemisférica y una alerta permanente para Estados Unidos e Israel que cualquiera de sus embajadas, consulados o empresas privadas existentes en el hemisferio americano, pueden ser objeto de cualquier acción violenta por parte de estas redes.
Las razones para estas percepciones son puntuales:
a. En 1990 integrantes del movimiento islamista de orientación salafista Jamaat al Muslimeen, intentaron cristalizar un sangriento golpe de estado en Trinidad y Tobago, con el interés de instaurar allí un gobierno similar al que impusieron durante algunos años los talibán en Afganistán.
b. Cotejados los archivos de inteligencia de diversas agencias occidentales y articulados con los sucesos contemporáneos a este intento de toma del poder en las dos islas caribeñas, los hechos coinciden con el entrenamiento supervisado por Osama Bin Laden en Afganistán y Pakistán y simultáneo envío de células yihadistas a los cinco continentes, con la intención de construir paso a paso las bases del califato yihadista universal y destruir al odiado enemigo sionista y/o capitalista e inmoral de Occidente.
c. Muchas de las células entrenadas por Osama Bin Laden para conformar Al Qaeda en todo el planeta, vistas como la base del califato, terminaron en las filas de ISIS, debido a la celeridad con que este grupo se asentó en la antigua Mesopotamia, se expandió por el globo terráqueo y ha desafiado a todas las potencias occidentales, y los poderes regionales del Medio Oriente. Parte de esas células silenciosas están en Latinoamérica.
d. En la actualidad Trinidad y Tobago es el país occidental con mayor cantidad de combatientes per cápita en ISIS. Los extremistas aprovechan que existen lagunas legales en ese país, que permiten viajar a los terroristas, sin que por ahora se penalicen sus actividades criminales como yihadistas.
e Dentro del lavado cerebral de los yihadistas quien muera en los campos de batalla o regrese como “veterano” de una guerra del islam contra los infieles o los apóstatas, es un héroe digno de imitar. Y el compromiso de este veterano es dedicar mayores esfuerzos para multiplicar la yihad.
f. En ese sentido es un enorme riesgo para todo el continente americano, que los experimentados yihadistas, inducidos al desprecio sistemático por la vida, cometan o inciten la comisión de actos terroristas en cualquier lugar del hemisferio, donde abundan los infieles y los apóstatas, o lo que es más efectivo para sus planes: Objetivos de alto valor de los cruzados, los judíos o los capitalistas estadounidenses.
g. La posición geoestratégica de Trinidad y Tobago es ideal para desarrollar el proceso yihadista en el continente: Ubicada frente a las costas de Venezuela, su población posee nexos geográficos, culturales, geopolíticos e históricos con las Antillas Menores y Mayores. Tiene proximidad geográfica con Grenada, Cuba, Nicaragua y Panamá donde hay odios antiyanquis. Un avión demora menos de tres horas para llagar a Miami, o los yihadistas pueden infiltrarse ilegalmente a Estados Unidos por Bahamas o por la frontera terrestre con México.
h. En el orden geopolítico es un país petrolero, vecino de Venezuela que en la actualidad es acusado de facilitar pasaportes y actividades del narcotráfico a yihadistas del Medio Oriente. El 8% de la población de Trinidad y Tobago profesa culto musulmán de mayoría sunita, que como se sabe depende de las directrices de Arabia Saudita y Pakistán, sitios a donde han ido muchos líderes musulmanes de Trinidad a instruirse en el isla extremista que refuerza el consecuente odio contra chiitas, judíos, cristianos o todo lo que signifique la cultura occidental, vista por los extremistas islámicos como el gran Satán del mundo moderno.
i. La probable llegada de terroristas chiitas integrantes de Hizbolá provenientes de Siria e Irak a Venezuela para luego con pasaportes oficiales venezolanos ser diseminados por el continente, podría desatar una guerra simultánea chiita-sunita en territorio continental americano, con daños colaterales imprevisibles y similares al conflicto de todos contra todos que se escenifica en el Medio Oriente, producto de la guerra fría Arabia Saudita (sunita) vs. Irán (chiita), con la obvia intromisión geopolítica de quienes sacarían ventaja de esa situación.
j. Por medio de la cadena del terror que articula el narcoterrorismo como la guerra del siglo XXI, las Farc han hecho negocios de armas y drogas con mafias rusas, traficantes sirios o libaneses y tienen nexos con extremistas islámicos.
k. Igual que en Europa, las mezquitas de Trinidad y Tobago se han convertido en lugares apetecidos por los yihadistas para reclutar células de ISIS o Al Qaeda. El primer error de seguridad nacional en todos los países afectados, es creer el argumento de los lobos solitarios y la disculpa a flor de labio de todos los musulmanes, que el islam es religión de amor y bondad, que los yihadistas no los representan, etc., pero en la práctica no hacen nada para ayudar a localizarlos dentro de sus comunidades.
l. El doble discurso de los líderes islámicos de que son contrarios a las acciones yihadistas, pero al mismo tiempo hablan pestes de Estados Unidos y de los países occidentales, donde inclusive se asilan por temor a los sátrapas que los gobiernan, es un asunto al que no se ha dado la debida trascendencia, por temor a los críticos de oficio y los pacifistas de oportunidad, que invocan el racismo y los derechos humanos, sin tener en cuenta el padecimiento de las víctimas del terrorismo.
m. Varios jóvenes nacidos en Trinidad y Tobago dentro de comunidades islámicas, que fueron radicalizados, tienen antecedentes penales y fueron indoctrinados por imames que los visitan en las cárceles, con la disculpa de coadyuvarles a enderezar la vida díscola que llevaban.
n. El argumento de la pobreza y la segregación, utilizado por los yihadistas nacidos en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia, para vincularse a las redes terroristas de ISIS o Al Qaeda se tornó recurrente, por ende también es esgrimido por los imames de las mezquitas en Trinidad y Tobago, de las que han salido yihadistas para el Medio Oriente.
o. La presencia efectiva y activa de yihadistas en Trinidad y Tobago, así como la llegada de integrantes de Hizbolá a Venezuela y Ecuador, presupone que el terrorismo islámico seguirá siendo el tema número uno de la seguridad mundial, que cualquier paso mal dado en la lucha contra este flagelo, en la que coinciden de manera negativa muchos intereses geopolíticos, podría des-encadenar una confrontación mayor, y por extensión crecerán odios xenofóbicos, tendencias nacionalistas y muchos rifirrafes internacionales con temas de inmigración, comercio exterior, seguridad regional, alianzas político-militares y desde luego, muchos vaivenes en la cambiante geopolítica de la segunda década del siglo XXI.
Conclusión
a. El terrorismo islámico, sin importar si es sunita de ISIS, Al Qaeda y los Talibán o chiita de Hizbolá, articula elementos geopolíticos y estratégicos que por la dinámica de los intereses regionales y mundiales, lo traslada con la presencia de células yihadistas a los cinco continentes.
b. Por su cercanía geográfica, geopolítica, geoestratégica, geopolítica y geohumana, la región de Latinoamérica y el Caribe es un escenario apetecido a mediano y largo plazo por los yihadistas para atacar a todos los “infieles” cruzados o judíos occidentales.
c. La existencia de empresas, industrias e inversiones de ciudadanos y compañías israelíes, así como la existencia de embajadas y sinagogas en diversos países del hemisferio, convierten a Latinoamérica en blanco potencial del yihadismo, algo que ya sucedió en Argentina en 1993.
d. Las oscuras relaciones de narcotráfico-terrorismo-lavado de activos y tráfico de armas, de algunos regímenes de izquierda, que inclusive han facilitado el tránsito y la legitimación de ciudadanos del Medio Oriente, convierten a todo el continente americano en eventual escenario de disputas violentas entre chiitas y sunitas, o entre cada uno de estos por aparte contra estadouni-denses y judíos.
e. La tolerancia a las libertades de cultos, ideologías políticas y credos de toda índole propios de las democracias hemisféricas, podría incrementar la llegada de musulmanes al continente y entre ellos los radicalistas encargados de fomentar la activación de células terroristas.
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El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es analista de asuntos estratégicos, autor de 26 libros acerca de los conflictos internacionales, la geopolítica, la seguridad y la defensa nacional, cinco de ellos relacionados con el terrorismo islámico titulados Martes de Horror, Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe e Isis-Estado Islámico y Geopolítica del terrorismo islámico
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