Por Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 40libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional
A pesar de la catarata de sanciones internacionales, la hasta ahora fortaleza económica interna, ha ayudado a Vladimir Putin a mantener el apoyo popular a la guerra contra Ucrania, pero algunos economistas han advertido que el gasto estimulado por el Estado amenaza la estabilidad financiera del país.
La actividad inmobiliaria está disparada. Los propietarios de mansiones que salieron del país las vendieron baratas y ahora se compran a precios superiores. A los soldados que van a la guerra se les garantiza una vivienda propia subsidiada por el Estado. Hay fiebre de compra y venta de vivienda en todo el país. Muchos inversionistas dicen no temer a lo que pueda suceder, pues desde hace décadas se han acostumbrado a vivir en estados de crisis permanente.
Se ha creado una sensación de bienestar entre los rusos, con el consecuente apoyo popular a la guerra particular de Vladimir V. Putin. Sin embargo, Elvira Nabiullina jefe del banco central de Rusia, advirtió que el desmesurado gasto amenaza la estabilidad financiera del país a mediano y largo plazo, porque el gobierno está inyectando dinero en la economía demasiado rápido.
En la medida que la invasión de Rusia a Ucrania vira en una guerra de desgaste, Putin ha invertido considerables reservas financieras del país en la expansión de la industria militar requerida para sostener el esfuerzo bélico, al mismo tiempo que ha colmado a los rusos más pobres con pensiones, salarios y beneficios tales como hipotecas subsidiadas.
El resultado de tan inesperada y no planificada desmesura del gasto público y privado, ha sido el aumento en la demanda de todo, desde vacaciones en la playa hasta chasis de tanques de guerra. Naturalmente, todo eso está alimentando la inflación. En consecuencia, en un esfuerzo por evitar que la economía se sobrecaliente, en julio de 2023, el banco central elevó las tasas de interés más de lo esperado.
El banco central ruso espera que la economía crezca hasta un 2.5% este año, ritmo superior al normal que permitiría al Kremlin recuperar prácticamente toda la actividad económica arrasada desde el inicio de la guerra, en un momento en el que el desempleo está cerca de un mínimo histórico y los salarios reales han estado creciendo constantemente este año, ya que las fábricas estatales y las empresas privadas compiten por la escasa mano de obra.
Los ejecutivos industriales rusos se han jactado ante Putin en público de que sus plantas están elevando la producción a niveles vistos por última vez en la era soviética. Trabajan día y noche en tres turnos para satisfacer la demanda militar.
En San Petersburgo, los talleres textiles locales buscan afanosamente trabajadores calificados y materiales para satisfacer grandes pedidos de uniformes militares, mientras que en la región industrial de Sverdlovsk, una fábrica de tanques local recientemente tuvo que contratar a cientos de reclusos de las prisiones locales para cumplir la entrega de los pedidos.
Las sólidas cifras de crecimiento han superado las expectativas entre algunos funcionarios occidentales, quienes suponían que ir a la guerra, empujaría a Rusia a una recesión prolongada y desencadenaría una reacción popular contra el gobierno de Putin.
Según una encuesta realizada a 19 bancos de inversión y otras instituciones de investigación compilada por la firma británica Consensus Economics, en mayo de 2023, los analistas occidentales esperaban que la economía rusa declinara un 0,9% este año. Pero al finalizar julio de 2013, su proyección media ha pasado a un crecimiento del 0,7% y tiende a llegar al 2.5%.
Según cifras del banco central ruso, los préstamos se han expandido rápidamente desde febrero de 2022 cuando inició la invasión a Ucrania, ya que el gobierno de Putin ha buscado estimular el crecimiento y reforzar la producción militar. En ese sentido, los préstamos corporativos aumentaron un 19% en el año hasta junio.
El valor combinado de las hipotecas otorgadas por los 20 principales bancos de Rusia aumentó un 63% en la primera mitad de este año. Durante los primeros tres meses del año, una de cada dos nuevas hipotecas fue subsidiada por el Estado, por medio de diversos programas sociales que otorgan créditos con tasas de interés preferenciales, a quienes compran por primera vez, incluidos los militares, a quienes el gobierno trata con especial deferencia en este ámbito.
El impacto del gasto público ha sido alto en las regiones más pobres de la periferia del país, las cuales proporcionan la mayor parte de la producción militar y los soldados que van a combatir a Ucrania.
De la misma forma, las regiones fronterizas con Ucrania y la península de Crimea ocupada por fuerzas del Kremlin, también se han beneficiado económicamente de las importantes inversiones en fortificaciones militares y la llegada de decenas de miles de tropas rusas, a pesar de que los residentes han sufrido ataques casi diarios con cohetes y drones ucranianos como represalia por la invasión y los demoledores ataques rusos contra los civiles ucranianos.
Debido a que no tienen como gastar el dinero en Ucrania y a que por lo general provienen de familias de escasos recursos, los soldados envían a casa sus salarios, cuyos montos generalmente superan varias veces los ingresos locales promedio. Las familias de los soldados fallecidos por causa y razón de la guerra, cobran una indemnización que puede superar sus ingresos anuales.
Por obvias razones de la dinámica del gasto, gran parte de ese flujo de dinero retorna a las economías locales, porque las sanciones internacionales encabezadas por Estados Unidos han limitado la capacidad de los rusos para viajar al extranjero. En ese orden de ideas, el gasto en hotelería en Rusia aumentó un 12% durante los primeros cuatro meses de 2023, en comparación con el mismo período de 2022, y, el gasto en bares y restaurantes se duplicó en el mismo periodo.
No obstante, el alto flujo económico surgido de la noche a la mañana, puede ser insostenible, por diversas razones tales como:
Aunque China e India han resultado fuertes compradores, la expansión del gasto público y la disminución de los ingresos del petróleo y el gas producidos en Rusia, están afectando con clara tendencia al déficit al presupuesto general de la nación.
La explicación a este fenómeno, sería, que según cálculos moderados del Instituto Económico Gaidar con sede en Moscú, entre enero y mayo de 2023, el gobierno federal de Rusia gastó en términos nominales casi un 50% más que en el mismo período de 2021. Entre tanto, durante el mismo lapso, los ingresos energéticos del país se redujeron a la mitad en comparación con el mismo período del año pasado, ya que las sanciones obligaron a Rusia a vender su petróleo con descuento y las naciones europeas redujeron drásticamente las compras de gas natural ruso.
Además, la recuperación económica total, se ve severamente limitada por la escasez crónica de trabajadores en Rusia, problema en el que Putin tiene pocos medios para resolverlo.
La intempestiva decisión de Putin de movilizar 300.000 hombres para el frente de batalla en Ucrania, ha retirado a muchos trabajadores de las empresas vitales para cumplir los objetivos de una economía de guerra.
Cientos de miles de rusos, calificados en temas sensibles que requieren altos perfiles laborales, han abandonado el país en protesta por la guerra o para evitar la movilización, máxime que antes de iniciarse la invasión, con perspectiva analítica a largo plazo, la población altamente calificada estaba en declive.
Por otra parte, a pesar del aumento de los salarios dentro del país, Rusia no ha podido cubrir con inmigrantes el recorte de trabajadores, ya que las sanciones han reducido su capacidad de enviar ganancias a casa, entonces menos extranjeros se interesan por ir a trabajar en Rusia, pues no pueden sacar dinero de ese país, ni mucho menos convertirlo en dólares, que sería la moneda beneficiosa para sus seres queridos en los países de origen de esos obreros.
Elvira Nabiullina, directora del banco central ruso, ha puesto el dedo en la llaga, al asegurar que en su país hay escasez de mano de obra para sostener el esfuerzo de guerra, además de que la demanda de bienes y servicios está superando la oferta, alimentando la inflación y amenazando la estabilidad financiera.
Con sanciones internacionales a todo vapor, crisis alimentaria por la obstinación de Putin de bloquear los cereales exportados al Tercer Mundo, reducción en las ventas de gas y petróleo, demandas exorbitantes de logística y gastos militares en general para sostener una guerra de desgaste sin rumbo definido en Ucrania, amenazas cada día mas visibles de ataques ucranianos dentro de Rusia, escasez de dólares para pagar compras y de chips para equipos de alta tecnología, limitación de mano de obra especializada, y medidas extremas contra las disensiones políticas internas, Putin y su séquito estarían inflando progresivamente una burbuja, que sin lugar a dudas va a estallar. Y las consecuencias son impredecibles.
He aquí, otro escenario poco conveniente para la paz del mundo, porque ante una debacle tan previsible, acorralado en las finanzas, sin éxito militar visible en Ucrania y con el probable desencanto que desencadenaría el estallido de la burbuja que el mismo gestó, Putin podría recurrir a la desesperada acción de desatar una guerra nuclear, para no irse solo, porque parafraseando a Hitler en 1945, el actual sátrapa ruso diría que “ese pueblo inferior a los retos no lo merece a él”