El sorpresivo y propagandístico anuncio del Kremlin, de que los servicios de seguridad rusos derribaron en la madrugada del miércoles 3 de mayo de 2023, dos drones cargados con explosivos, supuestamente lanzados por el gobierno ucraniano, para asesinar al presidente Vladimir Putin, no es un suceso fortuito ni de menor calado, pues a todas luces configura un calculado estrechamiento del abanico de posibilidades, que impidan un eventual uso de armas de destrucción masiva por parte de Rusia.
Desde cuando se inició a difundir la singular noticia, propia de una filigrana de elementos articulados en un suceso escandaloso, ejecutado bajo los parámetros de guerra sicológica soviética, que aún son doctrina militar en la Federación Rusa, han aparecido en los medios de comunicación, conceptos y puntos de vista de diferentes analistas políticos.
Revisadas todas las posibilidades, se evidencia que el curso de acción más obvio, es que fue un auto-incidente, provocado de manera calculada por Rusia, para fingir que su gobierno es víctima de un ataque terrorista, despertar nacionalismo, comprometer a muchas más personas en la compleja guerra que Moscú enfrenta en Ucrania, incrementar el reclutamiento forzoso de jóvenes para ir a los campos de batalla, sindicar a Kiev de todos los problemas rusos y responsabilizar a Occidente de una maquiavélica y sistemática agresión contra Moscú.
Como era de esperarse, los ultraconservadores rusos cercanos a Putin e impulsores de la guerra a como de lugar, salieron pronto a exigir sangrientas y más tormentosas agresiones rusas contra Ucrania, vislumbrando hasta el uso de armas de destrucción masiva si fuera necesario.
Infortunadamente, el ambiente político, geopolítico y estratégico en torno a la guerra de Ucrania, está caldeado, enrarecido y acercándose cada día que pasa, más a los vericuetos de menos margen de maniobra parea la diplomacia y mayores riesgos para una impredecible confrontación generalizada.
Por ende una decisión de tal magnitud, adecuada para la perversa mentalidad de Putin y su séquito, no contribuye en nada a la solución del problema, porque lo agrava y autofaculta al Kremlin para justificar probables atrocidades venideras contra los ucranianos, con la obvia respuesta de parte de los agredidos, que gradualmente han comprometido con mayor intensidad, a Estados Unidos y los aliados de Washington en una clara espiral de guerra.
En síntesis: El mensaje de Putin al mundo con la presumible farsa enmascarada con un auto-ataque con drones contra el Kremlin, parecería marcar otro hito del sendero del no retorno, hacia una guerra en la que los actores que hasta ahora se han visto inmersos en la defensa de Ucrania, terminen comprometidos en una guerra simultánea contra China y Rusia, con intervenciones no deseadas de la OTAN, Irán, India, Australia, Pakistán, Turquía, etc.
Para detener esta cascada de violencia que tiende a escalar a niveles nucleares, el mundo entero tiene como única opción, que los propios rusos se deshagan de Putin, lo entreguen a la Corte Penal Internacional para que lo juzgue y lo condene, suspendan la guerra imperial rusa contra Ucrania, y resarzan económicamente a todos los afectados por el salvajismo desatado durante la ya prolongada invasión militar rusa.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional