Ucrania debe liberar la provincia de Crimea, pero ¿puede hacerlo en las circunstancias actuales de la guerra?

Publicado: 2023-01-07   Clicks: 1299

Si Ucrania no recupera la península de Crimea, todo lo hecho hasta ahora será iútil

Geopolítica de Rusia y la Unión Europea

Para todo el pueblo ucraniano, 2022 fue un año de complejos contrastes que oscilaron entre la tragedia de la invasión rusa y resonantes logros históricos, ganados en el campo de batalla, en la diplomacia y en la unidad nacional.

Por orden de Putin, tropas rusas integradas por cerca de 190.000 soldados invadieron territorio de Ucrania el 24 de febrero de 2022, causando una destrucción incalculable en la infraestructura y asesinando a decenas de miles de personas.

Sin embargo, en pocas semanas, el ejército ucraniano detuvo la ofensiva rusa, pronto tomó la iniciativa táctica y obligó a los rusos a retroceder.  A partir de agosto de 2022, las tropas ucranianas han recuperado más de la mitad del territorio que Rusia había usurpado, situación táctica, estratégica y operacional que anuló las esperanzas de éxito del Kremlin.

Desesperado frente al fracaso militar, a finales de septiembre de 2022, el presidente ruso, Vladimir Putin, pretendió demostrar algunos logros geoestratégicos al declarar que anexó cuatro provincias ucranianas a la Federación Rusa: Donetsk, Kherson, Luhansk y Zaporizhzhia. Pero su mensaje propagandístico fue en vano. En realidad, cuando Putin hizo el ilegal anuncio, Rusia no tenía control total sobre ninguna de las provincias enunciadas. De remate, sus fuerzas han perdido aún más terreno desde entonces.

Sin embargo, Rusia todavía controla la provincia ucraniana de Crimea, de la cual se apoderó mediante flagrante violación del derecho internacional. Para sostener su baladronada, Putin afirma que fue “errónea” la transferencia de Crimea a Ucrania, formaliza por la Unión Soviética en 1954.

 Por ende, al invadir la península de Crimea en 2014, Putin reafirma en todas las exposiciones públicas y privadas al respecto, que gracias a su genialidad y patriotismo, ha corregido un “error geopolítico” y que de paso, ha mejorado la posición internacional de Rusia, restaurando su país al estatus de gran potencia.

Naturalmente, tales premisas son falsas. Crimea se convirtió en una parte legítima de la Ucrania independiente después de un referéndum nacional de 1991, en el cual los ucranianos, incluida la mayoría de los residentes de Crimea, votaron por independizarse de la Unión Soviética.

Es sencillo, comprender por qué los habitantes de Crimea querían salir de la Unión Soviética, que era un estado totalitario marxista-leninista, mientras que Ucrania estaba en camino de convertirse en una democracia pluralista de corte capitalista liberal.

En la práctica, el actual gobierno de Moscú ha renovado en Crimea, casi todas las prácticas dictatoriales, características de la Unión Soviética, reflejadas la opresión de las minorías y el sometimiento de los ciudadanos a los medios estatales que venden propaganda. A partir de 2018, el Kremlin convirtió la invadida península de Crimea, en una guarnición militar gigante y amenazadora contra Ucrania y el resto del vecindario, que ocho años después, utilizó para invadir a otras regiones de Ucrania. Dicha realidad infiere que mientras la península permanezca en poder del Kremlin, los ucranianos están expuestos a la agresión rusa.

Por su parte, los estados occidentales están unidos en torno al criterio jurídico de que la anexión de Crimea en 2014, fue y es inaceptable. No obstante este credo compartido, Estados Unidos y sus aliados son poco claros para respaldar cualquier plan que devuelva Crimea a Ucrania.

Algunos dirigentes políticos occidentales han sugerido que Volodimir Zelensky no tendría éxito en una campaña militar para recuperar a Crimea. Por ejemplo, en noviembre de 2022, el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas militares estadounidenses, aseguró en rueda de prensa, que “no son altas”  las probabilidades de que Ucrania expulse a los rusos de Crimea.

Al mismo tiempo, otros analistas de política internacional suponen que reintegrar a los habitantes de Crimea bajo el gobierno y control político de Ucrania, podría resultar demasiado complicado, o lo que es más grave y preocupante: que un ataque ucraniano contra las fuerzas rusas en Crimea provocaría una represalia nuclear. Por lo tanto, sugieren, que Ucrania no luche por la península. Algunos más avezados, inclusive argumentan que el gobierno de Kiev debería ofrecer a Moscú, la entrega de la península a cambio de firmar la paz.

Por razones obvias, los temores de Occidente no son infundados. Rusia ha permanecido ocho años absorbiendo a los dos millones y medio de habitantes en Crimea y ha estructurado allí una importante presencia militar complementada con la presencia de 700.000 residentes rusos que se asentaron ilegalmente después de 2014

Sin duda, se trata de un hecho que complicará cualquier esfuerzo de reintegración del control político total a Ucrania. De remate, no se puede descartar la posibilidad de que Rusia utilice armas nucleares, especialmente mientras está gobernada por Vladimir Putin. Dadas estas razones, Ucrania debe planificar muy bien la liberación y posterior consolidación del gobierno en la península de Crimea.

Desde luego, las anteriores razones, no infieren de que Ucrania debe abandonar por completo, la idea de retomar para sí la península de Crimea. También, hay muchas razones por las que Crimea debe ser devuelta. Por ejemplo, la presencia militar de Rusia en Ucrania de manera invasiva y violatoria del derecho internacional, es una razón que justifica la lucha por Crimea, ya que cualquier batalla encaminada a recuperar ese territorio ucraniano, afectaría la capacidad de Rusia para sostener la guerra y al mismo tiempo, aterrorizar a Ucrania y otros estados vecinos.

En sana lógica, las otras preocupaciones acerca de la capacidad de Ucrania para retomar la península y los ataques nucleares podrían considerarse parcialmente exageradas. Nadie puede desconocer que después de ocho meses consecutivos de exitosos combates en los campos de batalla, es claro que Ucrania tiene la capacidad militar y la disposición anímica de sus soldados para liberar a Crimea del yugo ruso.

Quizás, algunos habitantes de Crimea quieran ser parte de Rusia, pero muchos más estarían felices de escapar de las garras totalitarias e imperialistas del Kremlin. Inclusive, y sin descartarlo de plano, se podría considerar que las amenazas nucleares de Putin fueran fanfarronadas. Por ende, lo lógico y lo moral, es que Ucrania planifique una operación militar sostenida para liberar a Crimea, y en consecuencia, Occidente debería planificar la ayuda necesaria para lograr ese objetivo. está demostrado que la ambición de Putin es ilimitada, y que la única forma de detener sus impulsos imperialistas, es actuar con contundencia y sin vacilaciones.

A todas luces, Crimea es parte de Ucrania

Durante casi una década, una de las argumentaciones impulsada por Moscú y repetida por algunos observadores internacionales, es que Crimea tiene especial conexión histórica con Rusia, por las siguientes explicaciones: Es cierto, que durante mucho tiempo, Sebastopol ha sido una base naval rusa y que en la costa sur existen palacios aristocráticos rusos construidos durante el siglo XIX. La mayor parte de los pobladores de la península habla ruso. En consecuencia, Putin ha concluido unilateralmente que al recuperar Crimea, “corrigió un error histórico del Kremlin”.

Pero visto desde otra óptica más amplia, la historia de Crimea es mucho más rica y diversa de lo que sugiere esta sesgada narrativa favorable a Putin. La península de Crimea se convirtió en parte de Rusia después de que la invadiera, en 1783. Ha sido gobernada por múltiples imperios a lo largo del último milenio. Crimea tiene miles de puntos de referencia únicos sin conexión con Rusia, y es el hogar de muchos grupos étnicos.

La versión rusa acerca del pasado de Crimea es selectiva, y su justificación para la ocupación se basa en la cuestionable suposición de que la posesión temporal y la lingüística pasadas, dan a un Estado el derecho a usurpar territorio de un vecino. A manera de ejemplo, el Reino Unido gobernó a Irlanda durante varios siglos. Bajo el gobierno de Londres, el idioma inglés se convirtió en el más hablado de toda la isla. Pero eso no significa, que el Reino Unido estaría justificado para apoderarse de Irlanda.

Una evaluación honesta de la historia de Rusia, el Cáucaso, Europa Oriental y el Asia Central indica que la península de Crimea debe ser parte de Ucrania, no de Rusia. Está legalmente reconocida y aceptado como territorio ucraniano por todos los países del mundo, inclusive Rusia, hasta 2014 cuando la invadió.

Crimea ha sido gobernada por Kiev durante 60 más de años, razón por la que la mayor parte de sus habitantes la conocen como una península ucraniana. Durante estas seis décadas, Crimea pasó de ser una región habitada por gentes económicamente deprimidas a una sólida clase media, gracias al suministro de agua y energía de Ucrania y, después de la independencia de Ucrania en 1993, a ser un motor del auge de la actividad turística en Crimea y sus costas sobre el mar Negro.

Aunque Putin puede tener razón en que millones de rusos sienten afinidad por el territorio, pero también es cierto que millones de ucranianos pueden tener igual o mayor afinidad por Crimea, porque la han visitado o han vivido allí.

Asimismo hay otra razón, por la que una abrumadora mayoría de los miembros de la Asamblea General de la ONU condenaron enérgicamente la anexión de Crimea en 2014 y la consideraron inválida: Crimea no ha sido parte de Rusia desde siempre, como argumenta Putin.

Se sabe que Rusia nunca permitirá que se realice un referéndum real, para definir el futuro de la península de Crimea, por lo tanto, es imposible saber exactamente cómo se sienten hoy los habitantes de la estratégica región.

Una encuesta, realizada en 2019 por el Centro Levada, demostró que la mayoría de los residentes de la península querían que Crimea fuera parte de Rusia. Pero es imposible confiar en las encuestas realizadas en una agencia afín a un estado totalitario, máxime que el gobierno de Rusia ha criminalizado toda oposición interna y externa a la anexión de Crimea.

Hay muchas razones para inferir que una votación libre y justa acerca del estatus de Crimea hoy arrojaría los mismos resultados que la celebrada en 1991 cuando los crimeanos optaron por apoyar la separación ucraniana de la Unión Soviética.

Comenzando porque dicho referéndum debe incluir a más de 100.000 residentes de Crimea que Rusia intimidó, acosó , e incluso agredió físicamente hasta lograr que abandonaran la península. Muchos de ellos fueron obligados a vender sus propiedades a cualquier precio y a dejar abandonados sus negocios. Es obvio deducir entonces, que muchas de las grandes empresas y servicios públicos ucranianos instaladas en Crimea, también perdieron sus activos.

Es presumible y previsible concluir, que dichos emigrados de Crimea optarían por el gobierno ucraniano, lo que daría a la facción pro-Kiev una sólida base de partida para el referendo. Muchos de los residentes restantes de la península de Crimea también votarían por Ucrania, al igual que algunos recién llegados a la región, que preferirían vivir en un estado liberal y no bajo una dictadura.

Además, se sabe que los habitantes de Crimea se quejan de la forma cómo Rusia trata el medio ambiente de la península de Crimea, así como de las perturbaciones económicas creadas por las sanciones de Occidente contra el Kremlin.

En ese orden de ideas, la liberación de Ucrania resultaría popular y significativa entre miles de tártaros de Crimea, un grupo que ha sido étnico muy perseguido por Moscú, debido a que a diferencia de los rusos, los tártaros han habitado en la península desde principios del medioevo.

Inclusive, durante siglos los tártaros de Crimea gobernaron su propio Estado en Crimea, que es su única patria. Pero a partir de la revolución bolchevique de 1917, ya bajo el dominio soviético y ahora del ruso, los tártaros han sido violentamente perseguidos. Por ejemplo, en 1944 fueron deportados por medio de la violencia, y solo se les permitió regresar a Crimea, a finales de la década de 1980, cuando ya la Unión Soviética estaba a punto de colapsar.

Bajo el gobierno de Vladimir Putin, se ha presionado a los tártaros para que se vayan nuevamente de Crimea. A los que se han quedado, con frecuencia se les prohíbe trabajar, son arrestados sin haber sido acusados de mala conducta. Algunos han sido secuestrados. Sus monumentos culturales están siendo desmantelados.

Realidad que viven los habitantes de Crimea gobernada por Rusia

Ucrania debe retomar el control político, administrativo y geopolítico de Crimea, por razones que van más allá de la justicia. En esencia, Rusia ha convertido la península de Crimea en una gran base militar, que ha sido utilizada como plataforma de lanzamiento de la sanguinaria invasión contra Ucrania, máxime que detrás está el mar Negro controlado por las fuerzas navales rusas.

Este uso táctico-estratégico de la península de Crimea, es la razón por la cual Rusia ha tenido mucho más éxito militar en el sur de Ucrania que en el norte. Diez meses después de iniciada la invasión, Rusia continúa utilizando la Flota Naval del Mar Negro estacionada en Crimea y las bases aéreas de la península, para lanzar demoledores ataques con drones y misiles.

Pero el control ruso de Crimea no es solo un riesgo de seguridad para Ucrania, pues es algo que pone en riesgo al mundo entero. Desde la Península de Crimea, Rusia proyecta poder geopolítico y geoestratégico hacia Europa y Medio Oriente, amenazando así, la seguridad de muchos otros estados.

Al ocupar la península de Crimea, Rusia ha ganado influencia geopolítica tanto en el Mar Negro como en el Mar de Azov, al que las tropas rusas rodean por completo. Controlar ambos cuerpos de agua, ha sido durante años objetivo esencial para Putin.

 Ambos mares articulan una ruta de envío masivo para todo tipo de productos en el continente euroasiático. Al ocupar la península de Crimea, Rusia puede controlar el acceso a varios puertos y pasajes marítimos, lo que le otorga poder sobre vastos suministros de muchos productos básicos, incluidos carbón, hierro, diversos productos industriales y cereales de Ucrania. Por esa razón, los puertos ucranianos de Berdyansk y Mariupol perdieron la mayor parte de su tráfico marítimo comercial, después de que Rusia comenzó a restringir el acceso al mar de Azov en 2018.

Para comprender por qué el poder geoestratégico de Rusia sobre la península de Crimea es tan peligroso para el resto del planeta, basta con considerar la actual crisis de seguridad alimentaria, que fue provocada en muchos países, por la invasión de Rusia.

Sin Crimea bajo su control, Rusia no habría podido amenazar la navegación en los mares Negro y Azov, ya que la gran mayoría de estas rutas marítimas se encuentran fuera de la zona económica exclusiva de Rusia. De lo contrario, Moscú no podría controlar las aguas territoriales y los puertos ucranianos para proyectar poder geopolítico, militar y comercial. Pero al ocupar de facto la península de Crimea, Rusia inició a dominar estos mares y sus puertos.

La ocupación geoestratégica de Crimea también facilitó a Rusia más control geopolítico sobre los suministros de energía del mundo. El Mar Negro alberga muchos recursos, incluidos enormes depósitos de gas natural que Ucrania alguna vez estuvo dispuesta a aprovechar. Justo, antes de que Rusia comenzara a invadir a Crimea, Exxon Mobil firmó un memorando con Kiev para perforar los depósitos de gas natural del mar por valor de 6 mil millones de dólares, una de las múltiples compañías multinacionales que trabajan con Ucrania para acceder a estos activos.

Si los proyectos se hubieran concretado, se habría transformado para siempre el mapa energético de Europa, y por extensión, el continente podría haberse desvinculado más fácilmente de la energía rusa. Pero cuando Rusia invadió a Crimea en 2014, todas las empresas multinacionales explotadoras de energía, cancelaron sus proyectos. Mientras Crimea y otras áreas del Mar Negro permanezcan en manos de Rusia, el negocio no volverá.

Diciendo y haciendo se logra el objetivo de liberar a Crimea

La pregunta es: ¿cómo liberaría Ucrania a Crimea? Ideal, ingenua y bonachonamente, se haría por medio de la diplomacia. De antemano es sabido que Putin nunca considerará separarse pacíficamente de la península, pero si es expulsado de su cargo, sus sucesores pueden tener un cálculo diferente, porque heredarían un país sancionado con un ejército debilitado y desprestigiado.

Tal vez forzados por las circunstancias seguirían combatiendo contra las fuerzas armadas más talentosas de Ucrania y, por lo tanto, sufriendo más derrotas demoledoras. Finalmente, se enfrentarían a un litigio internacional, iniciado por Ucrania, que exigiría pagos por cientos de miles de millones de dólares para resarcir los daños.

En ese escenario, probablemente que Moscú perdería el litigio en los tribunales internacionales, y los Estados occidentales harían que el gobierno ruso pague, transfiriendo a Kiev los activos congelados de Rusia. Ante tanta complejidad, el Kremlin podría verse forzado a devolver Crimea como parte de un acuerdo para evitar que Rusia entre en bancarrota y no se pierda entre los disturbios internos que surgirían como resultado del caos económico.

Pero claro esas son suposiciones, porque Ucrania no puede contar con un cambio de liderazgo en Rusia. Tampoco puede confiar en que los próximos líderes de Rusia estén listos para la paz. Kiev, entonces, necesita conservar una opción militar y debe comenzar a prepararse para ganar esa pelea.

Aunque retomar Crimea no sería fácil, Ucrania tiene la capacidad para hacerlo, hecho del que ya Occidente es consciente. Según NBC News, en diciembre de 2022, un funcionario de la administración de Biden le dijo a algunos miembros Congreso estadounidense, que Kiev podría actuar militarmente y liberar la península de Crimea. Simultáneamente, el general Ben Hodges excomandante general del Ejército de Estados Unidos en Europa, afirmó que Ucrania tiene la oportunidad para liberar a Crimea a finales del verano de 2023.

Obviamente, la parte más desafiante de una campaña militar ucraniana para recuperar a Crimea podría no ser la de derrotar a Rusia. Hay una justificación militar para considerar estas proyecciones, porque cuando las fuerzas ucranianas estén listas para atacar a las rusas en la península de Crimea, el poder relativo de combate ruso podría estar gravemente deteriorado.

Los soldados sobrevivientes de Rusia estarían agotados y las reservas de misiles de precisión del país se podrían haber agotado. Sus bases navales, bases aéreas y rutas de reabastecimiento a Crimea habrían sido afectadas por los ataques ucranianos.

Debido a que Crimea se conecta con el continente euroasiático por un puente y por medio de un istmo estrecho y vulnerable, es deducible que cuando las tropas ucranianas ingresen a la región, las fuerzas rusas quedarán atrapadas, lo que hará que las posiciones militares rusos sean aún más vulnerables a los ataques de artillería ucraniana.

Tan poco se puede dejar en segundo plano, que además de la su importancia geoestratégica por su vecindario con los mares de Azov y Negro, la península de Crimea, es tierra firme, espacio en el que el ejército ucraniano ha maniobrado con probado éxito.

Por supuesto, el alto mando de Ucrania tendrá que considerar las capacidades de fuego naval de la Flota del Mar Negro, que por su capacidad de apoyo sobre objetivos de alto valor, es una piedra angular del dispositivo militar ruso en Crimea y áreas aledañas, máxime que es una fuerza de combate naval de la que Ucrania no tiene un equivalente para confrontarla.

Pero aunque la pequeña fuerza naval de Ucrania no tiene la capacidad de fuego y maniobra de la de Rusia, también es cierto que la Flota del Mar Negro no es el obstáculo que parece. La flota naval ucraniana tiene 20 buques antiguos, todos vulnerables a los ataques de Rusia. Sin embargo, Ucrania aún puede adquirir y producir suficientes vehículos no tripulados y sistemas de misiles para destruirlos.

Se agrega que la flota naval rusa en el Mar Negro, es más pequeña que al comienzo de la guerra, debido a contundentes ataques ucranianos. Por ejemplo, mediante una maniobra de creatividad, arrojo y sorpresa, Ucrania hundió el Moskva buque insignia de la flota rusa.

En ese orden de ideas, los ucranianos no tendrán problemas para asediar más a la armada rusa en los próximos meses, por lo menos mediante acciones sorpresivas,  mediante las que las fuerzas rusas no puedas evitarlos.

Ucrania ha demostrado que tiene creatividad para eludir la vigilancia de la Flota rusa del Mar Negro. Si la marina rusa no pudo defender la Isla de las Serpientes del Mar Negro, que tiene menos de 0,1 millas cuadradas, es difícil imaginar cómo evitaría que Ucrania cruzara el istmo y los atacara con operaciones irregulares sorpresivas.

Es claro para el alto mando ucraniano, que la tarea es ganar mentes y corazones de los pobladores civiles que actualmente respaldan a Moscú en Crimea. A pesar de todos los abusos cometidos por las tropas del Kremlin, Crimea es el hogar de muchos más partidarios de Putin que otras partes de Ucrania, debido a la afluencia de residentes rusos, además de que ha experimentado años de propaganda rusa urgiendo desconocer el gobierno de Kiev.

Desde esa lógica, sería peligroso para el gobierno de Ucrania suponer que será bienvenido en Crimea, como ocurrió en Kherson. Ucrania necesita analizar qué políticas debería adoptar, respecto a las finanzas, la banca, la aplicación de la ley, y la restitución a los habitantes civiles de Crimea que fueron despojados de sus trabajos y propiedades por parte del gobierno ruso.

Igualmente, tendrá que reestructurar los servicios estatales de la península de Crimea, en particular el sistema de educación prorrusa, que se ha llevado a cabo durante años utilizando un plan de estudios basado en la propaganda y la alienación. Igualmente, debe garantizar que los pobladores que apoyan la dictadura rusa no desestabilicen la península, para que los ciudadanos respetuosos de la ley tengan un gobierno equilibrado, justo y democrático.

Ucrania debe defender su posición a capa y espada

Aunque Occidente condenó uniforme y correctamente la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia, también es cierto que aceptó efectivamente el acto agresivo de Moscú. La única respuesta tangible que Estados Unidos y Europa pudieron dar fue un régimen de sanciones con innumerables lagunas, lo que permitió que la economía rusa siguiera creciendo. Inclusive, los estados sancionadores continuaron expandiendo lazos comerciales con Moscú, y hasta aumentaron la dependencia de la energía rusa.

Por lo tanto, no es de extrañar que el Kremlin esté empeñado en tomar territorio y aumentar su esfera de influencia para poder restaurar su imperio. A mediano o largo plazo, pero mientras persistan los seguidores de Putin, el interés estratégico de reconstruir la desarticulada Unión Soviética, será una realidad.

Cuando Moscú siente debilidad, salta. Esta es la razón por la que Kiev no puede negociar la paz en Crimea ni mucho menos cediendo a Crimea, como han sugerido algunos analistas occidentales. Hacerlo recompensaría e incentivaría aún más la agresión de Putin. Además, ese acuerdo no sería efectivo.

Mientras Putin dirija el gobierno de Rusia, jamás el Kremlin se conformará con un acuerdo de paz en el que Ucrania renuncie a Crimea. Quiere y seguirá buscando más. En caso de que Occidente muestre indecisión o vacilación para apoyar los objetivos de Ucrania sobre Crimea, Rusia intentará capitalizar a su favor esas vacilaciones, con el fin de fracturar a los estados que apoyan a Kiev.

En consecuencia, Kiev y sus aliados deben continuar luchando hasta conseguir que Moscú entregue Crimea por medio de negociaciones diplomáticas, o hasta cuando Ucrania haya recuperado el control político y militar de la península de Crimea.

En síntesis, si se pretende que Rusia renuncie a sus ambiciones imperiales y cumpla las normas y leyes internacionales, la única opción viable es la presión militar sobre la península de Crimea. Por su parte, Estados Unidos y Europa se beneficiarán de una victoria total de Ucrania. Dicho escenario, podría marcar el final de la permanente agresión rusa,  y dar nuevos aires al orden mundial liberal.

Por extensión, la liberación de Crimea sentaría un sólido precedente histórico para el resto del planeta. Si Ucrania no recupera Crimea, si Rusia se sale con la suya con la anexión, será más probable que otros estados emprendan guerras de conquista. Movilizarán sus tropas, para ocupar el territorio de su vecino, argumentando que pueden hacer lo que les plazca. Derrotar a Rusia en Crimea es esencial para prevenir futuros conflictos y frustrar el regreso a la conquista. No será un éxito para Ucrania sino para la humanidad.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

www.luisvillamarin.com

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