En acuerdo diplomático ONU, Turquía, Rusia y Ucrania, que permitió que los buques comerciales comenzaran a transportar granos desde Ucrania hacia diferentes puntos del planeta, resolvió parcialmente un problema logístico y de solución a una creciente demanda de alimentos, habida cuenta de la cercanía a una crisis mundial por hambruna, particularmente en áfrica, pero dejó otro problema más apremiante para los agricultores ucranianos: cultivar, cosechar y sacar sus productos al mercado en una zona de guerra.
Pese a los descomunales bombardeos de la fuerza aérea y la artillería rusas, en los campos agrícolas de todo Ucrania, en pleno verano de 2022, es común observar a los agricultores vestidos con jeans polvorientos y camisetas sin mangas, mientras conducen tractores, no tanques de guerra como hacen muy cerca sus compatriotas soldados, a lo largo del frente en la guerra de Rusia en Ucrania.
Sin armas y sin tener como defenderse de las agresiones rusas, mientras recogen la cosecha de este año los granjeros ucranianos enfrentan casi los mismos peligros graves que encaran los soldados en los campos de batalla.
En todo el territorio de Ucrania, la artillería y las minas rusas han matado a muchos operadores de tractores. Miles de acres de trigo maduro se han quemado por efecto de los bombardeos aéreos y de artillería rusas. En consecuencia, muchos campos están marcados, en los sitios donde los proyectiles entrantes han dejado cráteres enormes y han destruido la capa vegetal.
Por ejemplo, Serhiy Sokol, un agricultor de trigo, cebada y girasol en el sur de Ucrania, contó a medios de comunicación occidentales, que mientras trabajaban en sus parcelas él y sus trabajadores, han extraído de la tierra cultivable, docenas de tubos de aluminio de los cohetes rusos.
E inclusive agregó que hace pocos días, la máquina cosechadora de propiedad de un vecino pisó una mina antitanque, la cual le voló una de sus llantas, pero afortunadamente se salvó al conductor. Y agregó que abundan las municiones-racimo en los campos”,”.
Para colmo de desgracias, después de todos los problemas similares a los enunciados, mientras estaba secándose en el silo de almacenamiento, su cosecha de cebada fue alcanzada por un proyectil de artillería ruso, cuyo estallido y posterior fuego quemó diez toneladas de grano, que se estaba alistando para enviar a los mercados.
Hechos como estos indican que el innovador acuerdo que permitió el tránsito de los buques comerciales que transportan granos desde los puertos del sur de Ucrania, pudo haber resuelto un problema diplomático, pero dejó uno más pragmático pendiente sobre la comunidad agrícola de Ucrania: cultivar y cosechar cultivos en una zona de guerra, mientras poderosas armas vierten. destrucción en algunas de las parcelas de una de las zonas agrícolas más ricas y productivas del mundo.
Frente a esa realidad, los granjeros son conscientes que tienen pocas opciones. Gran parte de la cosecha de cereales de Ucrania es trigo y cebada de invierno, sembrados a principios de otoño y cosechados el verano siguiente. Después de plantar antes de que comenzara la guerra, los agricultores cerca del frente deben correr riesgos ahora, para no perder la inversión de todo el año Y para satisfacer la demanda alimentaria de una amplia porción de habitantes del planeta.
Con la ONU incapaz de meter a Rusia en cintura, con el Consejo de Seguridad de la ONU amarrado porque Rusia tiene capacidad de veto a sus decisiones, con la complicidad de China que no asume posiciones francas y claras frente a la invasión rusa a Ucrania, con el presidente Biden pensando mas en las estratagemas y artilugios para no perder mayorías demócratas en las próximas elecciones, con la OTAN esperando que Estados Unidos siga haciendo el mayor esfuerzo y con la Unión Europea vacilante, sin lugar a dudas Putin está ganando la partida e imponiendo su verdad, pese a las evidencias contrarias.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Autor de 40 libros de estrategia, geopolítica y defensa nacional