¿Qué busca gobierno Biden con mensajes de advertencia de inminente invasión rusa a Ucrania?

Publicado: 2022-02-18   Clicks: 440

   Tensa situación indica probable invasión rusa a Ucrania

 Geopolítica de Rusia

      La atención mundial sigue en vilo en torno al aún incierto desenlace de la agresiva demostración de fuerza, desplegada por tropas rusas en las fronteras ucranianas. Pese a la supuesta retirada de algunas unidades anunciada por Rusia, los hechos en el terreno materializados en la expulsión de Moscú de Bart Gorman alto funcionario diplomático estadounidense y el ataque de separatistas en Donbas con morteros de mediano calibre contra in jardín infantil, indicarían que Putin está generando un incidente grave, mediante el cual pueda responsabilizar a la contraparte, para justificar una invasión armada contra Ucrania.

      La intervención del secretario de Estado Anthony Blinken ante la ONU, agregó mas preocupaciones al respecto, y dio a entender que la administración Biden prefiere sostener la presión mediática advirtiendo la calculada intención de Putin para invadir al vecino Ucrania y apoderarse de los estratégicos recursos de ese país, para continuar la expansión geopolítica que le permita revivir el añorado imperio soviético.

     El 17 de febrero de 2022, Blinken aseguró en la sede de la ONU que si Rusia no invade Ucrania, sería un gran alivio tal cambio de rumbo.

      Sin lugar a dudas, el presidente Joe Biden y asesores son conscientes de que día a día están arriesgando la credibilidad, al renovar la alarma de que en “pocos días” Rusia desencadenará una guerra terrestre no provocada en Europa, la cual podría matar a miles de ucranianos, y por extensión sumergir al mundo de nuevo en algo parecido a la guerra fría.

      Sin embargo, debido a las circunstancias que rodean los hechos, los ayudantes de Biden afirman que están dispuestos a correr ese riesgo, porque prefieren ser acusados ​​de alarmistas, si ese es el camino adecuado para disuadir a Putin, de que no emprenda la invasión.

      En su intervención en la ONU; Blinken parafraseó a Colin Powell, al asegurar que no estaba allá para iniciar una guerra, sino para prevenirla, cuando el entonces secretario de Estado de la administración Bush justificó por qué Estados Unidos y sus aliados debían desarmar a Saddam Hussein, por el nunca probado caso de la posesión iraquí de armas de destrucción masiva.

     En esencia, Biden y Blinken no ocultan la preocupación que les asiste, debido a que probablemente fracasarán sus ingentes esfuerzos para disuadir la evidente intención rusa de agredir a Ucrania. Tal pesimismo fue reforzado en la región de Donbas, cuando fuerzas separatistas respaldadas por Rusia bombardearon una escuela y al mismo tiempo aseguraron haber sido atacadas por las fuerzas ucranianas, lo cual correspondería al tipo de incidente elaborado, que Moscú podría usar como pretexto para justificar una invasión.

      Al mismo tiempo, Rusia reconoció haber expulsado al segundo diplomático en importancia de la embajada estadounidense en Moscú, mientras que simultáneamente, envió a Washington una nota contradictoria, en la que se mofa de las afirmaciones de Biden, de que el Kremlin planea invadir a Ucrania.

     El vocero de Putin aseguró que no se está planeando tal acción, y de paso advirtió que recurriría a "medidas de carácter técnico-militar", si Occidente no cumple con sus demandas de seguridad con "garantías legalmente vinculantes".

      Eso si, sin que esté claro qué significa "técnico-militar" para el régimen autocrático de Moscú, razón por la cual, los funcionarios de la Casa Blanca y el Pentágono especulan que tañes medidas serían integrales, e incluirían desde armas cibernéticas hasta la reubicación plataformas de lanzamiento de armas nucleares más cerca de Europa Occidental o Estados Unidos.

      Aunque Biden insistió en que todo indica que Rusia tenemos está preparada para ingresar a Ucrania, diplomáticos y líderes que asistieron a Múnich a una conferencia anual de seguridad, dijeron que pensaban que lo mejor sería que no haya una invasión rusa, sino un largo asedio de Ucrania.

      En ese escenario, Putin podría lanzar ataques cibernéticos, urdir asesinatos al estilo soviético, planear un golpe de estado, bloquear el comercio, incentivar la violencia separatista, etc., con la esperanza de derrocar al gobierno ucraniano, sin desencadenar sanciones internacionales como las que ya anunció que aplicarían Estados Unidos y los aliados de la OTAN.

       Y al parecer, tras bambalinas los asesores de Biden buscan en los comentarios de Putin, alguna evidencia de que él exprese que puede haber exagerado su actuación, al extremo que la concentración de tropas en las fronteras ucranianas unificó a las 30 naciones normalmente conflictivas entre sí, que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Por su parte, con la conducta desafiante y la intención expansionista, Putin ha revigorizado una alianza que aparentaba estar en decrecimiento tras la caída de la Unión Soviética. Ahora, la contención estratégica de la OTAN regresó al escenario.

Inclusive, aunque a regañadientes, los aliados europeos se han alineado detrás de un plan de sanciones, que cortaría la tecnología a la industria rusa y separaría a sus principales bancos de los mercados financieros mundiales.

      Si bien Putin intenta aislar la economía rusa del impacto de las sanciones a un gobierno que tiene un gran cofre de guerra y poca deuda, es posible que Putin esté buscando fisuras en la convulsa situación geopolítica derivada de su estratagema, para explotar y obtener réditos sin arriesgar su economía.

      Entretanto, Biden continúa aprovechando que esta es la primera gran crisis geopolítica que se desarrolla en un mundo de inteligencia de código abierto, que por su naturaleza, facilita denunciar los engaños rusos.

       Los estadounidenses del siglo XXII no necesitan ver pruebas como ocurrió con las fotografías tomadas por un avión espía, que John F. Kennedy mostró en 1962, cuando expuso la acumulación de misiles soviéticos en Cuba. como una forma de obligar a Nikita S. Khrushchev, a firmar un acuerdo secreto.

       En el caso de la agresión contra Ucrania, algunas de las mejores pruebas se encuentran en el mundo no clasificado de las comunicaciones abiertas al público: En la televisión, los sitios web de noticias y Twitter, las fotografías satelitales de firmas privadas como Maxar, cuyos contenidos incrementan el debate en torno a determinar si realmente Putin está retirando fuerzas o si, como afirman los estadounidenses, tiene más de 150.000 soldados con tanques y una multiplicidad de misiles altamente letales.

      En ese orden de ideas, no hay un debate real sobre lo que sucede en la frontera de Rusia con Ucrania. Obviamente, la potencia de fuego rusa está a la vista, y eso es parte de la estrategia coercitiva de Putin.

      La incógnita pendiente por despejar, es esclarecer ¿qué planea hacer Putin en Ucrania?

     Inicialmente, los funcionarios estadounidenses pensaron que Putin planeaba intimidar al gobierno de Ucrania, forzarlo a abandonar sus intenciones de unirse a la OTAN y detener su deriva hacia Occidente.

Después de que Putin emitiera una propuesta de "tratado" en diciembre de 2021, se pensó que tenía un plan más grande: desalojar a las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN de las naciones del antiguo bloque soviético que se han unido a la OTAN, y hacer retroceder el orden mundial creado después del colapso soviético hace 31 años.

Pero durante las dos primeras semanas de febrero de 2022, la evaluación estadounidense volvió a cambiar: Putin estaría apuntando a Kiev, la capital de Ucrania, al concluir que es poco probable que los ataques cibernéticos y la subversión por sí solos derroquen al gobierno. En consecuencia, solamente una invasión militar a gran escala haría eso.

Entonces, la administración Biden intenta probar el resultado final de la verdadera intención de Putin. Si la crisis se puede resolver negociando un nuevo pacto de control de armas que aborde las preocupaciones de Putin sobre dos emplazamientos antimisiles en Polonia y Rumania, o estipulando reglas sobre los ejercicios militares realizados por Rusia y la OTAN, entonces habría espacio para concretar un acuerdo, inclusive con algún margen para renegociar el acuerdo de Minsk, ratificando compromisos asumidos por Ucrania y Rusia tras la anexión de Crimea, los cuales han sido ignorados en ambos bandos, por la interpretación de sus ambiguos textos.

      No obstante, parece poco probable para experimentados funcionarios estadounidenses y muchos de los diplomáticos europeos llegados a Múnich, que el Putin haya hecho todo este gasto y todo este esfuerzo, y haya puesto su legado en juego, solo para amagar cambios estructurales dentro de las líneas del orden mundial existente.  Sin duda, el quiere torcer el pescuezo de lo acordado en Minsk y apropiarse de Ucrania como primer paso de su ajedrez geopolítico.

      Desde que Putin llegó al poder hace 20 años, Rusia ha estado desafiando ese sistema multilateral del más alto nivel, por lo tanto, la actual crisis pretende que Rusia vuelva a dibujar el mapa posterior a la Guerra Fría y busque reafirmar su influencia en la mitad de Europa, basándose en la afirmación de que está garantizando su propia seguridad y que no hace sino defenderse de supuestas agresiones de la OTAN y Estados Unidos.

Pero los tozudos puntos de vista de Putin, no significan que no haya salida inteligente al problema en Ucrania.

Cuando ocurrió la crisis de los misiles cubanos, hecho en que más cerca que estuvo el mundo de la aniquilación nuclear durante la Guerra Fría, finalmente Kruschev llevó sus misiles a casa, a cambio de la promesa secreta, que Kennedy cumplió meses después, de sacar de Turquía los misiles Júpiter estadounidenses, porque sus ojivas nucleares estaban muy cerca de las fronteras de la Unión Soviética.

Dicho ejemplo histórico ha permanecido como un análogo moderno en el trasfondo de los debates de la Sala de Situación de Washington, donde se debate cómo negociar con Putin.

      Joe Biden no es ajeno a estas complejidades. Es el último dirigente político que aún sirve en Washington, que desempeñó un papel clave en los debates sobre cómo resolver disputas sobre tratados de control de armas olvidados con los soviéticos, llamados SALT I y SALT II.

     Inclusive, ya señaló, en una conferencia de prensa en enero, que Ucrania no será aceptada en la OTAN durante mucho tiempo, lo cual constituye una señal para Moscú, de que hay espacio para negociar.

     Y puede haber. Pero dada la impredecible frialdad de Putin, puede ser demasiado tarde si la diplomacia falla en sus propósitos.

      En conclusión, ante la incertidumbre de cual es la verdadera intención y la evidente presencia de amenazantes fuerzas militares rusas listas para agredir a Ucrania, es mejor pecar por exceso que por defecto, para presionar a Putin a desistir de su aventura imperialista.

     Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

      Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

      www.luisvillamarin.com

 

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