Reto logístico de Estados Unidos y la OTAN: armar a Ucrania y mantener sus arsenales…para defender valores occidentales.

Publicado: 2022-11-27   Clicks: 1178

  Reto logístico militar, y estratégico para USA y la OTAN dotar a Ucrania para luchar contra Rusia

Geopolítica de Estados Unidos 

Tras la caída del muro de Berlín, en Occidente se supuso que dentro del territorio de Europa, jamás volvería a suceder una guerra convencional con artillería y tanques, razón por la cual se redujeron las reservas de muchas armas de absoluta importancia táctica y estratégica, para este tipo de confrontación.

 En 1991, cuando colapsó la Unión Soviética, las naciones europeas aprovecharon el supuesto “dividendo de la paz”, para reducir un alto porcentaje de sus presupuestos de defensa, el tamaño sus ejércitos y sus arsenales de todos los niveles.

De contera, con el surgimiento de Al Qaeda e ISIS, durante las dos primeras décadas del siglo XXI, el terrorismo islámico se convirtió en el objetivo prevalente, situación que exigió diferentes inversiones militares y fuerzas expedicionarias más ligeras con misiones de guerra no convencional, contra un enemigo difícil de precisar en el campo de batalla.

En la práctica, el prolongado compromiso de la OTAN en Afganistán, pareció ratificar a los estrategas occidentales, que nunca se repetiría una guerra convencional impregnada con altas dosis de artillería y tanques. Pero esta guerra llegó inesperadamente, con la sangrienta invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022.

En consecuencia, la guerra de Ucrania, aquel tipo de guerra europea que se consideraba inconcebible, está consumiendo muy rápido las limitadas reservas de artillería, municiones y defensas aéreas de lo que algunos dirigentes en la OTAN denominan los "ejércitos bonsái" de Europa, mediante una comparación figurada con los diminutos árboles japoneses.

El problema es de tal magnitud, que el poderoso ejército de Estados Unidos, tiene limitadas existencias de la mayor parte de las armas que quieren y necesitan los ucranianos, pero al mismo tiempo, los estrategas de Washington no están dispuestos a desviar armas claves e imprescindibles en eventuales problemas bélicos, en regiones tan delicadas como Taiwán y Corea del Sur en el Pacífico, donde constantemente China y Corea del Norte están poniendo a prueba la capacidad de reacción estadounidense.

Nueve meses después de iniciada la guerra que se derivó de la invasión a Ucrania, la falta de preparación de Occidente para atender estos escenarios imprevistos, ha desencadenado una veloz carrera para suministrar a Ucrania lo que necesita, y al mismo tiempo reabastecer las reservas de la OTAN.

En esencia, a medida que ambos bandos consumen armamento y municiones a un ritmo no visto desde la Segunda Guerra Mundial, la competencia para mantener los arsenales en niveles óptimos, se ha convertido en asunto crítico que podría resultar decisivo para el esfuerzo defensivo de Ucrania frente a Rusia.

Acorde con las estadísticas de la OTAN, es asombrosa la cantidad de municiones de artillería utilizada en la impostergable defensa de Ucrania. A manera de comparación, durante la prolongada guerra contra los talibán, Al qaeda y parcialmente contra Isis en Afganistán durante casi dos décadas, las fuerzas de la OTAN podrían disparar en promedio 300 rondas de artillería por día. Se podría concluir que en promedio, un día de empleo de la artillería en Ucrania equivale a un mes o más, delo que se empeló en Afganistán, con la circunstancia agravante, que en las condiciones actuales la industria militar de Estados Unidos produce cada mes, solamente 15.000 proyectiles de artillería de los mismos que son empleados en Ucrania.

Como lo publican a diario los medios de comunicación, en la actual situación Ucrania puede disparar miles de proyectiles al día, al tiempo que el gobierno de Zelensky sigue desesperado por tener defensa aérea adecuada contra los misiles rusos y los drones de fabricación iraní.

Por estas razones, Occidente se esfuerza por encontrar los cada vez más escasos equipos y municiones de la era soviética, para que Ucrania los pueda emplear ahora, incluidos los misiles de defensa aérea S-300, los tanques T-72 y, en especial proyectiles de artillería de calibre soviético.

Al asumir tan complejo reto, Occidente trata de idear sistemas alternativos, inclusive si son más antiguos, para sustituir las existencias cada vez más reducidas de costosos misiles de defensa aérea y cohetes antitanque del tipo Javelin.

La situación en el teatro de operaciones de Ucrania, está enviando muchas señales a las industrias occidentales de defensa, de la imperiosa  necesidad de comenzar una movilización industrial con fines militares, pues se avecinan contratos a más largo plazo, y que se deben incrementar más turnos de trabajadores y se deben renovar las líneas de fabricación que ya son antiguas. Para el efecto, Estados Unidos intenta comprar municiones a gobiernos como Corea del Sur para "reponer" las existencias que se envían a Ucrania.

Inclusive hay discusiones de alto nivel estratégico y geopolítico en la Casa Blanca y el Pentágono, en torno a la inversión de la OTAN en antiguas industrias militares en la República Checa, Eslovaquia y Bulgaria, para reiniciar la fabricación de proyectiles de calibre soviético de 152 mm y 122 mm, destinadas a mantener operativo el arsenal de artillería de la era soviética que posee Ucrania. Pero del deseo a la realidad hay un enorme trecho, pues los obstáculos son tan innumerables, como las soluciones que se persiguen.

Desde cuando se desató la invasión rusa a Ucrania, los países de la OTAN han proporcionado a Kiev artillería occidental avanzada, que utiliza proyectiles de 155 mm estándar de la Alianza Atlántica. Pero no siempre, los sistemas de la OTAN están certificados para usar municiones producidas por otros países, que fabrican los proyectiles de manera diferente.

Por razones obvias, esa es una medida de seguridad, para que los fabricantes de armas se aseguren de que pueden vender municiones para sus armas, de manera análoga como los fabricantes de impresoras perciben importantes recursos con la venta de los cartuchos de tinta.

A esta previsión se suman los problemas derivados de los controles legales de exportación, que determinan si las armas y municiones vendidas a un país, pueden enviarse a un tercero que se encuentra inmerso en una guerra.

Tal es la razón por la cual, alegando neutralidad el gobierno suizo negó a Alemania el permiso para exportar a Ucrania la munición antiaérea necesaria fabricada por Suiza y vendida a Alemania. Simultáneamente, Italia tiene una restricción similar a la exportación de armas. En consecuencia, el reabastecimiento es tan difícil como el mantenimiento preventivo y correctivo de las armas.

Por su parte, los rusos también tienen problemas de reabastecimiento de municiones pesadas. Aunque están usando menos proyectiles de artillería en los recientes ataques aéreos y con misiles contra la infraestructura energética ucraniana, pero son conscientes de que algunos son viejos y menos confiables. Para enfrentar semejante reto, Moscú también pretende aumentar la producción militar y no es ningún secreto, comprando misiles a Corea del Norte y drones suicidas más baratos a Irán.

Debido a la ilegal anexión rusa de Crimea en 2014 y la guerra en la región de Donbas, parecen modestos e insuficientes,  los nuevos topes de gasto militar de la OTAN, 2% del producto interno bruto para 2024, con un 20% de esa cifra destinado a equipos en lugar de salarios y pensiones. Para colmo de males, como consecuencia de la pandemia y la subsecuente contracción económica mundial, inclusive esos compromisos fueron ignorados en gran medida por los países miembros de la Alianza Atlántica.

 

En febrero de 2022, cuando comenzó la guerra en Ucrania, las reservas reales de equipo militar de muchas naciones de la OTAN eran apenas la mitad de lo que se suponía que eran, y había poco progreso en la fabricación de armas, que la alianza pudiera usar para entrenamiento de tropas o para apoyar a Ucrania.

Es más, dentro de la Unión Europea cuyos países no son en su totalidad miembros de la OTAN, solo el 18% de los gastos de defensa de las naciones son cooperativos. Por lógica deducción, para los países miembros de la OTAN que han suministrado grandes cantidades de armas a Ucrania, especialmente los estados ubicados cerca de la primera línea de los frentes de batalla, tales como Polonia y los países bálticos, la carga de reemplazar y reponer suministros a Ucrania ha resultado compleja.

Desde otro sector de la OTAN, los franceses proporcionaron a Zelensky algunas piezas de artillería y crearon un fondo de 200 millones de euros equivalente a unos 208 millones de dólares, para que Ucrania compre armas fabricadas en Francia. En desarrollo de ese programa, Macrón ha entregado 18 modernos obuses César a Ucrania, equivalentes a cerca del 20% de toda su artillería existente, pero por limitaciones presupuestales y de reservas, París se muestra reacio a que su gobierno proporcione más de estas armas a Kiev.

En búsqueda de solucionar los huecos fiscales derivados de la inesperada agresión rusa contra la estabilidad regional, la Unión Europea aprobó desembolsar 3.100 millones de euros equivalentes a 3.200 millones de dólares, para subsidiar a los estados miembros de esa comunidad económica por los importantes apoyos que proporcionan a Ucrania, pero en la práctica no se han podido hacer efectivos los pagos, porque el 90% del Fondo Europeo para la Paz, al cual pertenece ese rubro, está casi agotado.

Naturalmente la cifra aprobada por la Unión Europea para compensar los gastos de algunos de sus miembros en Ucrania, es insuficiente, pues en comparación el total que solamente países de la OTAN han proporcionado en armamento a Ucrania hasta noviembre de 2022, supera los 40.000 millones de dólares, algo que equivaldría aproximadamente al tamaño del presupuesto anual de defensa de Francia.

En la práctica, 20 de 30 miembros de la Unión Europea están “agotados financieramente”. Pero los 10 restantes aún pueden proporcionar más, especialmente aliados más grandes. Ese concepto a priori, incluiría a Francia, Alemania, Italia y los Países Bajos. Pero este criterio es apenas una sugerencia o una suposición sin confirmar.

De otra parte, Jens Stoltenberg secretario general de la OTAN, advirtió a la alianza, incluyendo deliberadamente a Alemania, que las directrices trazadas por la OTAN, las cuales requieren que los miembros mantengan reservas confiables, no deberían ser un pretexto para limitar las exportaciones de armas a Ucrania.

Sin embargo, también es cierto que Alemania y Francia, al igual que Estados Unidos, quieren calibrar las armas que obtiene Ucrania, para evitar una escalada dela guerra y ataques directos a Rusia.

A sabiendas que eso ocurrirá en cualquier momento, porque Ucrania no puede seguir siendo martirizada, poniendo la otra mejilla a pesar de tener la certeza de que si se inhabilitan en tierra la artillería, los lanzadores de misiles y la fuerza aérea rusas, su país no será más blanco de ataques contra la población civil y la infraestructura económica ucranianas… Tanto va el cántaro al agua que por fin se rompe.

Entre tanto, los ucranianos quieren tener por lo menos cuatro sistemas de defensa, que Occidente no ha proporcionado y es poco probable que lo haga: 1. misiles tierra-tierra de largo alcance conocidos como ATACMS que podrían alcanzar Rusia y Crimea; 2. aviones de combate occidentales; 3. tanques y carros blindados occidentales; y 4. una defensa aérea mucho más avanzada.

La OTAN ha sido clara que no aprovisionara a Ucrania con misiles ATACMS, cuyo alcance es de 190 kilómetros, o 118 millas, por temor a que puedan impactar en Rusia. Los tanques y los aviones de combate son costosos equipos sofisticados, y de repeso se requiere un año o más, para aprender a operarlos y mantenerlos en línea de efectividad.

En cuanto a la defensa aérea que necesita Ucrania, el cuello de botella radica en que después de la Guerra Fría, la OTAN y Estados Unidos desactivaron la mayor parte de su defensa aérea de corto alcance, y en realidad hay muy pocos de estos equipos para la seguridad colectiva de todos. Producir más, puede demorar hasta dos años.

Igualmente, el mantenimiento de los equipos es clave. Existen respuestas inteligentes para equipos relativamente más simples, como el obús M-777 entregado a Ucrania. La facilidad de las comunicaciones del siglo XXI permite que con los repuestos y herramientas adecuadas, un ingeniero ucraniano puede interactuar virtualmente con un oficial de artillería estadounidense en Fort Sill, Oklahoma, y coordinar el mantenimiento de las piezas utilizadas en el campo de batalla.

Es de resaltar que Ucrania ha sido versátil y se ha adaptado a las circunstancias de la sangrienta guerra. Sus fuerzas militares son conocidas dentro de la OTAN como “los soldados MacGyver”, en referencia a la serie de televisión estadounidense, en la que el héroe es inventivo e improvisa acciones audaces, con todo lo que tiene a mano.

Por ejemplo, para bombardear fortificadas posiciones rusas en la Isla de las Serpientes en junio de 2022, los ucranianos adecuaron barcazas con cañones de artillería Caesar de fabricación francesa, con un alcance de 40 kilómetros, pero para solucionar el problema de la distancia de efectividad operacional,  los remolcaron 10 kilómetros dentro del mar Negro, para atacar a distancias adecuadas la isla, que estaba a 50 kilómetros de distancia de la posición inicial de las piezas de artillería. Tan valerosa e intrépida acción asombró a los franceses, a los rusos y a las academias militares del mundo donde se estudia la guerra naval.

Igualmente, Ucrania hundió el buque de guerra Moskva, insignia de la flota rusa en el Mar Negro, audaz operación en la que utilizó sus propios misiles. Al mismo tiempo sus ingenieros han construido drones autóctonos, que pueden atacar a las fuerzas navales rusas en puertos o en el mar.

Ante tan complejo reto, los funcionarios estadounidenses encargados de la asistencia militar, política y logística a Ucrania, insisten en que el ejército norteamericano posee suficiente material para continuar abasteciendo a Ucrania y defender los intereses geopolíticos de la Casa Blanca en otros lugares del planeta.

Además, Washington está buscando alternativas, tales como suministrar a Ucrania antiguos misiles antitanque TOW, en lugar de los reconocidos misiles Javelin, y misiles Hawk tierra-aire a cambio de versiones más modernas. De manera simultánea, los funcionarios estadounidenses presionan a Ucrania para que sea más eficiente y no dispare un misil que cuesta 150.000 dólares para derribar un dron ruso que cuesta 20.000 dólares.

Desde otra óptica, la realidad indica que algunas armas ya se están agotando. A partir de septiembre de 2022, el ejército estadounidense tenía una cantidad limitada de proyectiles de artillería de 155 mm en sus reservas y una cantidad limitada de cohetes guiados, lanzacohetes, obuses, y misiles Javelin.

En síntesis, son muchos los aspectos atinentes a la guerra de Ucrania, que han mutado conceptos doctrinarios del estudio de la estrategia militar, y la concepción de las relaciones internacionales alrededor de los procesos geopolíticos.

Igual que durante la primera y segunda guerra mundiales del siglo XX, las libertades individuales, la autonomía de los pueblos y la democracia liberal, están siendo agredidas por las autocracias.

Total: el reto no es solo logístico militar y de seguridad puntual en un teatro de operaciones sino de pervivencia de los valores occidentales. Ni más ni menos

Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

www.luisvillamarin.com

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