Geopolítica de Estados Unidos.
El domingo 21 de octubre en la ciudad de Wakesha en el Estado de Wisconsin en Estados Unidos, el conductor de una camioneta SUV arrolló a cerca de cinco decenas de personas, que de manera alegre y desprevenida celebraban una festividad popular.
En la reacción la policía del condado arrestó a una “persona de interés” y transcurridas casi 24 horas, aún no hay claridad acerca de los móviles de la agresión, que por su naturaleza, modus operandi y fecha, reúnen las condiciones para enfocar las líneas de investigación, por la hipótesis de que se trataría de un acto terrorista.
En los Estados vecinos habitan varias comunidades de musulmanes, entre quienes como es obvio y costumbre, se han infiltrado yihadistas y fundamentalistas, quienes instigados por imames salafistas, cometen este tipo de atrocidades contra sus congéneres, en nombre de “Alá el misericordioso y el Profeta alabado sea su nombre”
El argumento siempre será valedero pero reiterativo. No todos los musulmanes son salafistas, por ende, es mejor vivir con ellos en armonía y soportar sus costumbres, aunque como está probado, ellos no se adecúen a las costumbres occidentales. Lo cierto es que este tipo de actos terroristas contra el país que los acoge y los ayuda a salir de los credos medievales de sus regiones de origen, son perpetrados por miembros de esas comunidades, las cuales se incorporan pidiendo protección y en breve exigen mas derechos que los mismos nativos del país que los acoge.
Al abordar el tema específico de este acto terrorista, llama la atención que al oriente de la también oriental ciudad de Wakesha en el Estado de Wisconsin, se encuentra la ciudad de Hamstramck en el Estado de Michigan, en la cual hace poco se celebraron los comicios para alcalde y concejales, ganados todos por musulmanes, en especial de origen yemení.
No se trata de sindicar a esa comunidad de ser la responsable de este atroz ataque contra civiles inermes en Wisconsin, pero si de explorar posibilidades, nexos, relaciones, intenciones y razones del crimen del pasado domingo en el seguro y tranquilo sector.
Históricamente la relación de Estados Unidos con Yemen, en especial a partir de la guerra fría con la Unión Soviética, ha sido colmada de amores y odios. Después de la Primavera Árabe, esta relación se ha vuelto mas compleja, pues al igual que lo experimentado en la guerra de Irak tras la caída de Saddam Hussein, la política exterior de la Casa Blanca ha encontrado en Yemen a fundamentalistas chiitas y sunitas que odian a muerte a Estados Unidos, con la circunstancia agravante que muchos de los yemeníes que se han asilado por razones humanitarias y políticas en Estados Unidos, son familiares de quienes están padeciendo la actual guerra civil en Yemen.
Cómo Estados Unidos persigue a Al Qaeda y a Isis inclusive llegó al extremo de eliminar al clérigo salafista Anwar al-Awlaki, nacido en Estados Unidos, pero de origen yemení vinculado a la red Al Qaeda y presumiblemente a los ataques del 11-S. Igualmente, años más tarde en otro bombardeo con drones eliminó al clérigo yemení Harith bin Ghazi al Nadhari, relacionado con el terrorismo islámico. Ambos casos, como consecuencia de los seguimientos a terroristas internacionales que intentaron explotar un avión en pleno vuelo, que partió de Yemen hacia Estados Unidos.
Entonces, en primera medida, si fueron yemeníes los autores intelectuales y materiales de esta acción terrorista, su motivación ideológica sería el salafismo de Al Qaeda o Isis, pero obviamente, eso falta ser probado por los investigadores.
En segunda medida surge otra hipótesis relacionada con el terrorismo chiita, y aquí estaría vinculada de manera directa el régimen de los ayatolas en Teherán. Las razones son claras. Para los huthies yemeníes apoyados por Irán y Rusia en la guerra civil contra los sunitas apoyados por Arabia Saudita, el hecho de que Estados Unidos venda armas a la monarquía saudí, con las cuales las fuerzas multinacionales del Golfo Pérsico atacan a los rebeldes huthíes, es motivo más que suficiente para actuar a manera de retaliación violenta.
Para Irán, aprobar este atentado, sería una forma de vengar las muertes del general Qassam Suleimani por fuerzas estadounidenses, y del científico nuclear iraní Mohsen Fakhrizadeh, en operación de comandos realizada por fuerzas israelíes. En ambos casos, la teocracia iraní ha advertido, que eso no quedará así y que vendrá venganza implacable de las sagradas espadas del islam.
No obstante, y sin que esto sea improbable, las acciones de Hizbolá que sería el primer sospechoso de la intención del régimen iraní, se realizan con explosivos y apuntan hacia objetivos civiles de alta importancia para el gobierno atacado. En cambio, Isis y Al Qaeda, se enfocan en asesinar civiles para causar más terror.
Por ahora, sin dar por seguro que el ataque se originó en Hamstramck Michigan, no se puede descartar ninguna hipótesis en torno a terrorismo islámico. Las demás hipótesis acerca de que sería un desquiciado mental, serían descartables pues lo común y constante en Estados Unidos, con excepción de lo ocurrido hace un par de semanas en California, es que estos depravados disparen armas de fuego contra comunidades como centros educativos, bares, o grupos sociales donde habitan, o contra inmigrantes como ocurrió en Texas.
En las postrimerías de la administración Trump y comienzos de la era Biden, hubo un acto terrorista con explosivos en Nashville-Tennessee, que artificiosamente fue dejado en el olvido, sin que se haya aclarado la muy probable participación de yihadistas en este suceso.
Que no vaya a suceder lo mismo en el caso de Wisconsin, pues todos los elementos apuntan a que se trató de un acto terrorista, premeditado y sobre seguro en el lugar, el momento y las circunstancias oportunas para causar impacto mediático internacional.