¿Tardíos coletazos de política exterior de Trump frente a Cuba y Yemen?

Publicado: 2021-01-12   Clicks: 780

     Geopolitica de Estados Unidos

     18 años de la Guerra contra el TerrorEn las postrimerías de su mandato y enfrentando la más apasionada presión de los demócratas pura sangre, que piensan más en hundir a Trump y segar su altisonante carrera política, que en hacer algo transformador por la gran nación americana, la administración del acorralado magnate, tomó dos decisiones importantes de la política exterior de ese país, frente a Cuba y Yemen, países de larga data, relacionados con el terrorismo internacional y los intereses geopolíticos de la Casa Blanca.

      Frente a la dictadura castrista en la isla, el secretario de Estado Mike Pompeo, comunicó la retardada decisión de volver a incluir a la dictadura castrista, en la lista de estados parias que cobijan el terrorismo internacional. Nada nuevo bajo el sol. Es algo que los demócratas saben muy bien, pues los mandatarios Kennedy, Johnson y Carter experimentaron muy de cerca, la dificultad de lidiar con los sátrapas Castro. y su descarada expansión del narcoterrorismo comunista en el hemisferio.

      Actualmente la dictadura cubana, alberga a todos los cabecillas del Eln, sirve de puente al narcotráfico de las Farc y el Eln, en triangulación con el cartel venezolano de los soles, y, es el principal soporte ideológico del cartel criminal que desgobierna a Venezuela en cabeza de Maduro.

     En Yemen, la situación es más compleja. Desde cuando la Unión Soviética dividió a este país en Yemen comunista y Yemen capitalista, los complejos intereses geopolíticos regionales y mundiales sobre el más empobrecido país árabe, exacerbaron las tensiones religiosas entre chiitas y sunitas.

      La reunificación de Yemen tras la caída del muro de Berlín, solo sirvió para incrementar los odios irreconciliables entre chiitas y sunitas que habían iniciado a hacer metástasis con el triunfo de la revolución integrista en Irán en 1979; habida cuenta que el ayatolá Jomeini, trajo al país persa, la idea de ampliar no solo el arco chiita sobre el Mediterráneo, para cerca al odiado estado de Israel, sino de convertir la confesión chiita en la propuesta central del islam.

      Por vecindad e interacción geoestratégica, Arabia Saudita ha metido siempre la nariz en la conflictiva vida política de los yemeníes. Con mucha violencia sectaria incluida.

      Y como si esto fuera poco, la Primavera Árabe que a comienzos de la segunda década del siglo XXI, sacudió las estructuras del mundo musulmán; llegó con fuerza a Yemen, donde los huthies una etnia de confesión chiita financiados por Irán y Rusia, se posicionaron fuertemente en una interminable, sangrienta y desastrosa guerra civil, que ha pasado inadvertida para el entorno occidental.

     El asunto se complica más, porque Arabia Saudita presta apoyo incondicional a las facciones sunitas, y las armas con que dota a estos grupos, son compradas a Estados Unidos.

      Pero hay un ingrediente más, que complica el escenario geopolítico. Al Qaeda tiene en Yemen a uno de sus más radicales brazos armados y escuelas de formación de yihadistas, denominado Península Arábiga (AQPA), del cual han salido células que ahora hacen parte de Isis, e inclusive  han perpetrado múltiples acciones terroristas contra objetivos occidentales.

      El coctel de violencia y sectarismo yemení no es fácil de digerir, porque allí hay muchos intereses en juego, incluida la seguridad y existencia de Israel.

      Luego de firmar trillonarios contratos de venta armas con la casa Saud, y de hacer la vista gorda ante el asesinato del periodista saudita en Estambul, la administración Trump optó por recomponer relaciones árabe-israelíes, pero la pugnacidad que mantuvo con la sanguinaria teocracia iraní, no dejó ningún margen de maniobra diferente a la asistencia humanitaria en Yemen, donde hierve a todo vapor, la ebullición geopolítica de problemas de seguridad para el mundo.

      Como se puede ver, la tardía decisión de la Casa Blanca de retornar a Cuba como lo que es, un estado paria, criminal y sede social del terrorismo; así como declarar a los huthíes grupo terrorista, no solo pretende amarrar inicialmente la política exterior de Biden y causar un alto impacto positivo en la maltrecha prospectiva política de Trump, sino fortalecer la unidad del partido republicano; pero… los resultados son impredecibles.

      No es un secreto que la política exterior de Joe Biden sería el quinto periodo presidencial de los Clinton, verdaderas manos ocultas detrás de todo el entramado demócrata durante los últimos 30 años. Por ende, se infieren posiciones flexibles y hasta laxas frente a la política exterior de China y Rusia en el convulso Medio Oriente; reapertura de conversaciones con la dictadura cubana,  que de paso se posicionara alegando soberanía, autonomía y mendaces fortalezas.

        Alivios de tensiones para las dictaduras de Nicaragua y Venezuela, posiciones “conciliatorias” con los comunistas argentinos y bolivianos; “deseos fervientes de paz en Colombia con el Eln”; retorno al populismo publicitario del Plan Colombia; aumento dela presión por la defensa de los derechos humanos en el continente; vista gorda en Naborno-Karabaj y Siria, y desde luego, la más segura opción de reinicio de diálogos con Irán, acerca del proyecto nuclear.

       Infortunadamente, para Estados Unidos como potencia occidental cabeza de la democracia y la libertad, y para los republicanos como partido político, estas dos tardías decisiones de Trump, sin duda dilatadas por causa de la reciente campaña política, y el populismo de ambos partidos frente a esos temas medulares, llegaron muy tarde.

        No se podrán verificar como políticas de Estado, con la circunstancia agravante que el apasionamiento fanático, demostrado por la señora Pelosi y sus copartidarios, premonizan, que por “tirarse” a Trump, podrían pasar a segundo plano, intereses geopolíticos, que no solo son de la gran potencia, sino del mundo occidental.

Lamentablemente, Trump tuvo mucha parte de la culpa y de la responsabilidad de lo que está sucediendo. Malos cálculos políticos, y acciones cuestionadas, que a la larga pesarán mucho para la democracia de todo el planeta.

Una vez más las pasiones de ambos bandos, fortalecen la neblina que no deja ver con claridad el teatro de operaciones, diría el mariscal alemán Karl Von Clausewitz.

A menos que la sensatez regrese pronto a las toldas demócratas, para que reevalúen el errado camino del apasionamiento polarizante, y, piensen que ganaron en franca lid para gobernar al primer país del mundo, no para solo para sepultar políticamente al ahora odiado enemigo republicano.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Autor de 38 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

www.luisvillamarin.com

 

 

 

 

 

 

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