¿Estaría solo Estados Unidos en una eventual guerra de Occidente contra Irán?

Publicado: 2019-07-21   Clicks: 1299

      Geopolítica internacional

     La reunión sin decisiones concretas del grupo COBRA (por sus siglas en inglés) del gabinete ministerial británico en torno al secuestro de un tanquero de su bandera perpetrado por fuerzas iraníes en el mar de Omán, simultánea con la hasta la fecha irreparable crisis derivada del Brexit que desprestigió por completo a la primera ministra Theresa May y tiene a los partidos tradicionales de ese país en una puja acelerada por el cargo, así como la cada día mas evidente disminución del otrora poderío imperial de las fuerzas navales de su majestad, dejó en claro que por el momento el Reino Unido ni está preparado para una guerra a larga distancia, ni hay voluntad política para aceptarla, ni el gobierno de May en su ocaso otoñal, tiene capacidad para hacerla.

     Mientras tanto, el gobierno de Irán reitera con doble moral, pedidos de prudencia a Londres al mismo tiempo que lleva a cabo, las advertencias de una eventual escalada por la crisis de los petroleros. Su beligerante ministro de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, instó vía Twitter al gobierno británico a no dejarse arrastrar por los “halcones” de la Casa Blanca, que según su versión de los hechos, son quienes quieren desatar una guerra, desestimando de paso,  lo que otros portavoces de la teocracia iraní, aseguran que el secuestro en aguas de Omán, del  tanquero Stena Impero de bandera inglesa, fue una premeditada represalia, en respuesta a la detención del petrolero iraní Grace 1 en Gibraltar, hace tres semanas.

     Sin duda, la estrategia iraní para ahondar la crisis radica en la calculada diferencia, entre las palabras de los portavoces de la teocracia y los hechos. Aunque sus líderes son reiterativos en que desean una salida diplomática a la crisis y que no quieren una guerra, por otro lado, incrementan la refinación de uranio a niveles desafiantes y toman medidas de fuerza cerca al Estrecho de Ormuz, porque no pueden ser percibidos como débiles en los campos político y militar, por lo tanto intentan demostrar firmeza, para dejar claro que no toleran ningún tipo de presión internacional y que además tienen con que responder ante cualquier situación bélica que los afecte.

      Esta conducta dual, de amenaza-conciliación por parte de Irán, es un peligroso juego geopolítico, que en el contexto regional aumenta el riesgo de confrontación directa o indirecta contra Estados Unidos y sus aliados, con la circunstancia agravante, que Rusia azuza la agresividad iraní y China mira para otro lado, pero también mete baza en el asunto, pues esta zona es de alto valor geoestratégico para la prospección geopolítica de la Nueva Ruta de la Seda.

     En plena campaña reelectoral, el presidente estadounidense Donald Trump ha recurrido a la diplomacia de micrófono y los ya trillados anuncios de que todas las opciones están sobre la mesa, como ya lo ha hecho antes con Corea del Norte, Siria y Venezuela, sin que haya evidencias de un genuino deseo de comprometer a su país en una guerra, que desde luego, no conviene a nadie.

      El pasado fín de semana, el represivo régimen dictatorial iraní, apresó a 17 ciudadanos sindicándolos de ser espías pagados por la CIA, e inclusive anunció por anticipado, el probable veredicto de pena de muerte contra esos traidores. Por razones obvias, en un escenario donde la verdad fue la primera palabra borrada del diccionario de las tensiones mutuas, aparecieron todo tipo de conceptos y puntos de vista acerca de este supuesto golpe iraní a los servicios de inteligencia estratégica de Estados Unidos.

      Por otra parte, en los persistentes  equipos de propaganda asentados en la televisión internacional rusa e iraní, con amplia difusión en diversos idiomas, la teocracia de Teherán se viene presentando como una víctima de la agresión bipartita de Estados Unidos y la Unión Europea, aduciendo que el régimen chiita si ha cumplido lo pactado en 2015, mientras que estadounidenses y europeos no han cumplido nada y por el contrario volvieron a reactivar las sanciones económicas, entonces que la solución es armarse con equipos y misiles nucleares de largo alcance, pues “están defendiendo la dignidad iraní”.

      Tal escenario ha alcanzado esas dimensiones, gracias al apoyo político y armado que recibe Teherán desde el Kremlin en Moscú. Naturalmente, Estados Unidos y la Unión Europea dicen lo contrario y Rusia niega estar sacando la brasa con mano ajena.

     Mientras tanto, en el geoestratégico Estrecho de Ormuz, y en general en todo el Golfo Pérsico, las tensiones aumentan, por la presencia cada día más agresiva de las fuerzas navales iraníes, y los anuncios de Inglaterra y Estados Unidos de estrechar los cercos de patrullaje aeronaval en la zona, para proteger a los tanqueros, en paralelo con la mutua y peligrosa diplomacia de micrófono.

      Vistas las anteriores consideraciones, el gobierno ruso y la audaz diplomacia china, se perfilan como los verdaderos ganadores de esta crisis, para posicionarse geoestratégicamente en una zona que durante casi un siglo había sido patrimonio exclusivo de la geopolítica de la Casa Blanca, pues aprovechan el crónico estilo belicista y el manipulado nacionalismo, que caracteriza desde siempre a las naciones del Medio Oriente y el Golfo Pérsico, regidas por dictaduras.

      Es sabido que las guerras surgen cuando la diplomacia falla, pero al colocar sobre la mesa del análisis todos los hechos, resultaría casi improbable que en plena campaña reelectoral, el presidente Trump se embarque en una incierta aventura militar, que en una crisis tan compleja como la que vive el Reino Unido, el parlamento británico autorice que sus fuerzas militares se comprometan en una guerra incierta, y difícilmente que los demás países de la Unión Europea con amplios intereses comerciales en la región, acoliten una confrontación, contra un adversario amangualado con China y Rusia.

     Todo esto, a menos que Irán cometa algún grave error de cálculo, se salga del redil que le han instalado Moscú y Pekín, y definitivamente provoque alguna acción militar significativa de Estados Unidos o sus aliados.

      Obviando esta nefasta e indeseable probabilidad, es evidente que por actuales razones de política interna en Estados Unidos e Inglaterra, la marcha de los acontecimientos en Irán y alrededores tiende a concretar el desarrollo total del programa nuclear de Teherán, el afianzamiento de los chiitas proiraníes en Yemen, el afianzamiento del arco chiita en la antesala del Mediterráneo, el Asia Menor y el Asia meridional, la impredecible reacción de Israel, el posicionamiento de Siria regida por la mano de hierro de Al Assad, el incremento de las luchas kurdas, el aumento de las tensiones sectarias en Irak, y desde luego la multiplicación del yihadismo chiita y sunita, dentro y fuera del área.

      Podría decirse entonces, que al parecer cada día que pasa, Estados Unidos se queda mas solo al frente del grave problema y que quizás a mediano plazo, la Casa Blanca se vea forzada a apadrinar el desarrollo y la instalación de bases nucleares en Arabia Saudita. El panorama es oscuro, por lo tanto los retos para la diplomacia, el comercio y los acuerdos pondrán a caminar sobre delgadas filigranas a quienes tienen intereses geopolíticos en la convulsa región.

      Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

       Especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional

       www.luisvillamarin.com

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