En la medida que avanza el pésimo gobierno de Gustavo Petro, comienzan a sacar la espuela los supuestos “salvadores” del país, autoasignándose la virtud y el designio divino, de ser la solución en las próximas elecciones… Ergo: ellos ya son los próximos candidatos, que nos sacarán del atolladero al que Petro está llevando el país.
Es más: como saben que al terrorista desmovilizado, todo le resultará mal, pues está asesorado por un gabinete, en cuyo interior la ignorancia es el común denominador y unos congresistas que reúnen en un solo fardo, a lo peor de la corrupción, el delito o la politiquería colombiana; los reencauchados “salvadores” azuzan para que los veamos como los Mesías de la otra orilla.
Por extensión, con las consuetudinarias argucias de los politiqueros de siempre, esos “salvadores” están vendiendo la idea a los electores, que el fracaso de la mal llamada derecha colombiana, es responsabilidad de quienes no votaron por ellos, y desde luego no de los “iluminados” que en esencia cometieron mil errores que nunca reconocen, y que por obvias razones para ellos, son asuntos menores.
Errores que comienzan por no hacer nada estratégico y con unidad de criterios e ideologías, para evitar que el lunático candidato bumangués, no se atravesara con argumentos similares a los del “doctor Goyeneche” de los años 1960 y causara tanto daño al país, facilitando el acceso a la presidencia al más nefasto de los candidatos presidenciales en el último siglo.
De seguir en esa tónica, los colombianos seremos parte del problema y no de la solución. Será más de lo mismo: La izquierda armada y desarmada seguirá instigando al odio de clases, al estatismo, a la violencia, al parasitismo y a agredir a quien “intente desmontar, las siderales transformaciones sociales que haga Petro”.
Por su parte los “líderes de derecha” continuarán aferrados a los arcaicos modelos de politiquería, que precisamente llevaron al país a escoger en segunda vuelta presidencial entre un sujeto con probados antecedentes terroristas y un personaje con evidentes signos de problemas psiquiátricos.
Desde 2010, cuando subió a la presidencia el demagogo Juan Manuel Santos, debido a que Álvaro Uribe obró como caudillo y no estructuró un proyecto a largo plazo con estadistas, sino que también se rodeó de oportunistas y politiqueros, Colombia navega en un mar de incertidumbre, fenómeno que hizo metástasis en 2022. Al punto, que el pueblo agotado, votó por dos opciones, pésimas y lamentables el 19 de junio de 2022.
Igual que cuando se eligió a Mockus, a Lucho Garzón, a Petro o a Claudia Lopez en Bogotá; o a un locutor de fútbol, un invidente, o el hijo de un terrorista en Cali; al cura Hoyos en Barranquilla; al terrorista Julián Conrado en Turbaco; a los comunistas en Santa Marta… Y la lista sigue. Todos los anteriores electos, no por ser virtuosos estadistas, sino por la fatiga del pueblo frente a tanto politiquero corrupto y descompuesto de la mal dirigida derecha.
Todo lo anterior indica que la falla ha radicado en la ausencia de estadistas-estrategas. Refleja en que no hay “lideres” formados en estrategia ni con visión de Estado. Y en que la política para ellos, no es vista como el arte, la ciencia, o el quehacer de la administración pública, sino la posibilidad de llenar los bolsillos o por lo menos tener ingresos altos, a costa de quienes los eligen y que en contraste deben luchar el día a día para sobrevivir y de paso pagar los impuestos, con que se sostiene o rotan en los cargos, muchas veces inmerecidos.
La pregunta entonces es ¿qué hacer?... La respuesta es simple y la hemos planteado hace varios años: Construir un partido político diferente, como lo pide el pueblo colombiano. Sin politiqueros de los que hacen parte del fracaso enunciado. Ese partido debe tener como misión formar permanentemente cuadros políticos, gravitar sobre un plan estratégico derivado de objetivos nacionales, desarrollar políticas de Estado, e implementar políticas de gobierno.
Debe ser un partido en el que priman la disciplina interna y externa, la cultura organizacional, la democracia participativa, la militancia interactuante con sus representantes, la formación política continuada e imparable, la visión de país para proyectar a Colombia en el continente, la actividad constante para la integración nacional, el fortalecimiento institucional, el combate a la corrupción, el impulso a la empresa privada y el bienestar general. Todo eso alrededor de planes sólidos de educación integral.
Es el cambio que necesita Colombia. No el cambio de ropaje para seguir aferrados a quienes nos han llevado al fondo del precipicio en que estamos, a expensas de que comunistas resentidos y politiqueros corruptos ansiosos de seguir depredando nuestras finanzas, terminen de sepultarnos en la tumba del cambio leninista que estamos cavando entre todos… Por acción u por omisión-.
Ubiquémonos: Petro ganó por culpa de la falta de estrategia y compromiso de los dirigentes de “derecha”. No fue por culpa de los electores.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional