Análisis del conflicto colombiano
Aparte de la tormenta mediática generada por la ruidosa campaña presidencial de Estados Unidos, ganada por Joe Biden y puesta en duda por las toldas de Donald Trump, es pertinente que el gobierno Colombia pregunte, analice, ausculte y evalúe, ¿Cuál va a ser la posición de la Casa Blanca,, frente al interés de los "progresistas" y los comunistas, para que no se reinicie el show publicitario del Eln, con múltiples padrinazgos, contrarios a los objetivos e intereses nacionales?
Dada la sumatoria de antecedentes, no es descabellado suponer que el próximo cuatrienio de la administración estadounidense, podría tratarse del quinto periodo de los Clinton, pues tuvieron dos mandatos con Bill, dos con Obama y ahora sube a la presidencia otro de su línea.
Alrededor de esta línea “conciliadora” de gobierno demócrata, la logia Clinton es amiga de “hacer el amor y no la guerra”, de hacer la vista gorda ante las agresiones comunistas, de utilizar el poder para vender una imagen de fortaleza cuando conviene a su colectividad, y de hacer la paz con Cuba, porque el “capitalismo salvaje de los yankees, ha sido injusto” con la dictadura de los Castro en la isla.
Para nadie es secreto de Estado, que la dictadura cubana creó el Eln en 1963, que siempre lo ha prohijado y que de manera cómplice, mantiene a los cabecillas de esa agrupación terrorista en su territorio, inventando supuestos acuerdos de Estado con Juan Manuel Santos. Lo malo es que el presidente Duque ha sido laxo e indeciso para romper relaciones con la satrapía castrista, y mantiene en Colombia a un “cuerpo diplomático cubano” que en la práctica es una agencia de espionaje, sabotaje y maridaje con los grupos narcoterroristas colombianos.
Esa histórica laxitud frente al régimen criminal cubano, ha costado mucha sangre y sufrimiento al pueblo colombiano, ante la mirada impávida de sucesivos gobernantes, que han jugado a Dios y al Diablo con el Eln. Al pan pan y al vino, vino.
De remate, el Eln tiene cobijo apoyo e identidad de proyectos narcoterroristas con la dictadura venezolana de Maduro. Y como si fuera poco, Cuba y Venezuela son actualmente dos estados parias, asociados para delinquir contra el resto del continente, sin que los afectados sean más contundentes contra esos dos totalitarismos marxistas de nueva generación delictiva.
Sin que sea aun oficial, se murmura mucho que la “conciliadora” administración Biden, siguiendo la línea Clinton-Obama, reabrirá conversaciones con Cuba, aliviará presiones a Venezuela, y promoverá el diálogo con los narcoterroristas del Eln. Cuando el río suena, piedras lleva.
Pero toda la responsabilidad de que eso llegue a suceder no es solamente de Joe Biden. Aquí tiene alta cuota de responsabilidad el saliente presidente Donald Trump, cuyo discurso incendiario frente al narco régimen de Maduro no pasó de ser “palabras, palabras, palabras” “con todas las opciones sobre la mesa”, pero a la vez todas engavetadas. Pesaba más su campaña mediática reelectoral, que algún plan coordinado para sacar a Maduro y su banda criminal de Miraflores. De serciertos los rumores, ahora que ganó Biden, las opciones podrían pasar de encima a de la mesa al cajón del olvido.
Pero también hay una enorme cuota de responsabilidad de la derecha venezolana, que por lo visto no es tan derecha, plagada de oportunismos, traiciones, afanes mediáticos y que con contadas excepciones dejaron solo a Guaidó.
Igual que los cubanos exiliados que van a vociferar pestes contra los Castro desde Miami, los venezolanos que pudieran organizar algo estructurado para recuperar la libertad en su país, se dedicaron a la guerra de micrófono desde la distancia, a la espera de que Estados Unidos invada sus respectivos países y les devuelva el poder, para seguir en las mismas condiciones de corrupción y desgobierno, que precisamente generaron a dictadores como Castro y Chávez.
Por otra parte, al gobierno Duque le ha faltado decisión y cancillería frente a los dictadores Castro. El narco régimen cubano es una banda criminal enemiga de Colombia. Terroristas del Eln, el M19 y las Farc han tenido esa isla como un paraíso para coordinar y preparar acciones terroristas contra el pueblo colombiano, pero ha prevalecido la deslealtad de todos los mandatarios sin excepción desde 1959 hasta hoy con quienes los eligieron, al conservar innecesarias e improductivas relaciones diplomáticas con la mafia castrista, interesada en derrocar nuestra institucionalidad, en contubernio y complicidad con las guerrillas comunistas y desde hace dos décadas con el narco-chavismo.
En síntesis: El gobierno colombiano debe anticiparse a los hechos. Nada de "figuroncitos comisionados de paz ansisosos de cámara y micofono", desesperados por reiniciar diálogos con los narcos del Eln. Y nada de de contratar bandidos con motes de analistas y especialistas en el conflicto, y nada dar “papaya” “apoyando la economía” de contratistas ansiosos para vender al gobierno colombiano, costosísimos paquetes de hoteles y viajes a Cuba para otros convidados de piedra similares a De la calle Mora y los demás mudos, o a los estultos que fueron a Quito a legitimar al Eln.
Se requiere formular plan estratégico de conversaciones por parte de conocedores del Eln, para así, negociar lo que sirve a Colombia no a los comunistas armados y desarmados. Y cancillería con embajadores y altos directivos que tengan carácter y amor patrio, aunque esas dos virtudes parecerían ser casi inexistentes en la amplia gama de politiqueros, lagartos, y oportunistas, que cualqueir compatriota puede ver en atiborradas burocracias de consulados y embajadas colombianas en el exterior.
Inteligencia estratégica, visión geopolítica, acción prospectiva y contenido ideológico de identidad nacional, es lo que se necesita, porque en el afán de consolidar no un solo quinto sino sexto periodo en la Casa Blanca, el clan Clinton ya debe estar hace rato, promoviendo conversaciones con el Eln, con el argumento unilateral que Estados Unidos promueve la paz en la región, eso sí, sin importar que tanto pierda Colombia. Lo importante es que Biden y en especial el partido demócrata aparezca como el pacifista, en un entorno dónde los republicanosperdieron el norte de sus conceptos, atenazados por la dialéctica populista, incendiaria y sin resultados tangibles a favor de Colombia y la región, de parte de Trump.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 38 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional