Poco a poco la lamentable situación social, política, económica y geopolítica de Venezuela entró en un inamovible statu quo, en el que propios y extraños se han ido acostumbrando a una dinámica de mucho verbo e insuficiente acción correctiva.
Al ritmo de la dinámica de los acontecimientos que a diario suceden en Venezuela, parecería que no hay solución inmediata y que lo peor estaría por venir.
De manera comparativa, podría tratarse de algo similar a la ocurrido durante primera guerra mundial, cuando las fuerzas contrincantes se estacionaron en sus trincheras y quien utilizaba gases o bombardeos letales, causaba graves daños al adversario, pero la guerra en si no evolucionaba.
El sangriento conflicto comenzó a acercarse a su fin, hasta cuando intervinieron los soldados estadounidenses y deshicieron el nudo de violencia y degradación humana que había en Europa Occidental en 1917, pero como era de esperarse el fin de esa guerra trajo consigo, unos cambios geopolíticos que ciento dos años después, aún inciden en todo el planeta.
Todo esto para decir y comparar que a mayor permanencia de Maduro y su pandilla en el poder, como parecería ser la más probable dinámica venidera, mayores serán los impactos geopolíticos en la región… Por desgracia negativos para Colombia.
La para Colombia letal relación de Maduro con el terrorismo islámico y el narcoterrorismo comunista, sumado a la ya larga visión militarista de sucesivos regímenes venezolanos sobre Colombia y sus recursos naturales, país vecino al que de manera equivocada, durante décadas en la academia militar venezolana ha catalogado como el supuesto y potencial enemigo N° 1 de la patria del Libertador, son un peligroso coctel que igual a lo sucedido en la Primera Guerra Mundial puede incidir en el voraz apetito geopolítico de China y Rusia sobre el país con mejor posición geoestratégica continental y gran parte del patio trasero del hemisferio, región que desde hace 120 años es controlada por los yanquis, pero que por la rueda Pelton de la geopolítica, podría pasar a ser patio de influencias rusa, chinas e iraníes.
Algo así como la pérdida de influencia de los llamados imperios centrales sobre Europa al cabo de la Primera Guerra Mundial con el robustecimiento de la Rusia Roja, el armamentismo nazi, la paranoia de Mussolini, la bobería colectiva de las elites francesas e inglesas, la ambición geopolítica del Japón y las revueltas en las colonias... hasta llegar a una guerra peor que la primera, mediante la que se suponía acabar con todas las guerras.
Para nuestro caso, podría ser el logro de lo que suponen no tan en secreto estrategas geopolíticos chinos y rusos, de crear múltiples escenarios geopolíticos de conflictos, en los que se comprometa la continuidad del hasta hace dos décadas fulgurante poderío integral yanqui, metiendo una cuña revoltosa en Latinoamérica, que para el efecto es Venezuela; que incentive procesos subversivos en la región, guerras de etnias, narcotráfico, pérdida de control de recursos vitales absorbidos por la voracidad geopolítica de los invasores, y, sujeción a lo que impongan los más fuertes, en mesas dónde Estados Unidos llegaría a negociar. No a imponer.
Este no es el pre-guión de una película de ficción, sino una seria reflexión acerca de un eventual sacudón geopolítico en Latinoamérica, derivado de la amañada prolongación del narco-régimen de Maduro y lo que a largo plazo puede ocurrir en un continente, que desde la colonia española ha carecido de unidad geopolítica y de intereses hemisféricos colectivos, pues a pesar de comulgar con muchos rasgos culturales compartidos, los caudillismos y las corruptas elites políticas incluidos los mentirosos comunistas, nunca han mirado más allá de su nariz. Tema para reflexionar con visión prospectiva.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional. Autor de 35 libros sobre estos temas.