Elecciones parlamentarias y consultas interpartidistas de 2022, corroboran que Colombia necesita cambios estructurales en la dirección política

Publicado: 2022-03-14   Clicks: 1012

     

      Sin sorpresas, ante un ramillete de candidatos ajenos a programas políticos, sin estrategias transformadoras, sin construcciones de ideas de país, eso sí, con muchas fogosidades, anhelos exagerados y ambiciones superiores a sus reales capacidades, las curules del senado y la cámara se llenaron una vez más , como suele ocurrir cada cuatro años.

      A este parlamento igual a que sus antecesores se le podrá pedir mucho, pero igual que quienes estuvieron en esas sillas o quienes repiten, tampoco se puede esperar nada diferente a las polarizaciones, las ideologizaciones, las agresiones y desde luego, la rampante corrupción que es consustancial entre muchos de los llamados “padres de la patria”

      En torno a los candidatos presidenciales, el carnaval es mas diciente que hace cuatro años. Mucha saña contra el saliente, mucho autoelogio, mucha componenda oscura, mucha oferta de proyectos oportunistas, mucho populismo, muchas agresiones mutuas, pero nada visible en proyectos serios, objetivos nacionales, hojas de ruta en los campos del poder, o programas de gobierno medibles y verificables en cada una de las áreas de administración pública. Más de lo mismo.

      Quizás por esas razones, y forzados por las circunstancias, la mayor parte de los pocos electores, conscientes de los nubarrones que se ciernen sobre Colombia, o votaron en blanco porque su sentir de país así se lo indicaba, o a regañadientes y contra sus convicciones, votaron por los menos “peores”, con el anhelo no con la certeza, de que el populismo estatista no lleve a Colombia a una desgracia similar a la de Venezuela.

Todo esto pasa porque somos un país sin cultura, sin educación y sin formación política. Dura realidad. En ese entorno, es común escuchar en épocas preelectorales a miembros de diferentes sectores de la sociedad, diceindo que “Colombia necesita un cambio en la dirección política comenzando por el Congreso porque son unos tales por cuales, etc”, pero el cuello de botella está en pasar de las palabras a los hechos, comenzando por el compromiso y la acción proactiva permanente y colectiva. No flor de un día.

      Con mucho entusiasmo se convocan reuniones de coordinación, se habla de planes, proyectos y programas, se hacen esquemas, se plantean ideas a veces muy brillantes, pero en pocas semanas o meses afloran entre los interesados, los problemas internos propios de lo más cuestionable de la especie humana. Así se configura, uno más de los miles de intentos fallidos de buena voluntad sin poder cambiar esos vicios.

     Todos o casi todos quieren ser cabezas, eso sí,  sin haber construido nada ni dejarse orientar de quienes por virtud natural pueden tener mayor claridad y capacidad de guiarlos de manera consensuada. Otros están a la caza de que obtienen para sí, porque por paradoja, son depositarios de la verdad y de la honestidad.

      Otros se asocian con grupos externos que desde la distancia, consideran como una amenaza a sus egoístas intereses, el hecho de que exista ese grupo, y de manera desleal, no solo sirvan para sembrar la cizaña, sino que sin haber aportado nada a los progresos del equipo, proponen hasta acabarlo… Y la lista de peros y perlas continúa.

      La buena política, no la politiquería, es una empresa con todas las formalidades organizativas y estructurales que esta demanda. Y para ello exige el trabajo en equipo, no de palabra sino de compromiso con acción. Una playa tiene millones de grano de arena.

      E igual que hace cuatro años, ocho años, 16 años, etc, muchos soñadores o muchos egocentristas que creyeron ser la solución individual, o mejorar sus beneficios personales, quienes ayer fueron derrotados, dirán “por lo menos me atreví, esta experiencia me enseña, no fue una derrota sino un aprendizaje, es que mi sector social es desleal y desagradecido porque no me apoyó, etc, etc..”

      Quizás la respuesta a tales elucubraciones no esté ahí. Probablemente estaría en que se quiere participar y ganar en la Copa del Rey de España, goleando al Real Madrid, con jugadores y técnicos que no alcanzan ni para competir en torneos locales de barrios o veredas.

      Máxime que de contera en cada selección, “muchos son los llamados y pocos los escogidos”… Ley natural de la vida. Por ende si cada quien analiza cuáles son sus fortalezas y competencias para aplicarlas a un proyecto político, adicionándole alma, corazón y vida, para el equipo, los resultados serán otros.

       En el futbol hay un portero, cuatro defensores, varios mediocampistas y varios delanteros. Generalmente, uno solo es el creador y dos o tres son los goleadores. Cada quien trabaja para que el equipo en su conjunto logre el éxito, mientras un cuerpo técnico los dirige. Analogía aplicable ciento por ciento a la política.

       Si no se siguen esos modelos, el fracaso está cantado con total anticipación. No por falta de capacidades o de voluntad de los aspirantes, sino por ausencia de educación política, de formación integral en la actividad política, de conocimiento del medio, de saber acercarse a las comunidades para presentar propuestas con contenidos atrayentes, de organización y compromiso de los equipos de difusión, y como mínimo que los medios de comunicación le hayan dado espacio para analizar, opinar y plantear aspectos relacionados con la situación municipal, regional, nacional o internacional. Es decir, que alguien lo conozca y tenga algo creíble que comunicar.

       Por muy talentoso que sea, ningún futbolista puede ser émulo de James Rodríguez sin pasar por un proceso formativo y haber tenido una disciplina estricta en su formación integral como deportista.

      En síntesis, lo de ayer 13 de marzo de 2022 fue más de lo mismo, soportado en la creencia colectiva de los Mesías que nos salvarán, enfrentados ante la duda de ¿por qué no se logran los cambios en la política que todos deseamos pero que no nos comprometemos a forjar?

       Por ende, las elecciones para los medianamente conscientes de lo que viene para Colombia, transcurrieron entre la disyuntiva de votar en blanco porque no hay programas atractivos, o caer en la tentación de votar por el “menos nocivo” para que el populismo y los candidatos cercanos al narcotráfico no nos lleven a una situación igual a la de Venezuela, pero lamentablemente conscientes de que al votar por descarte, estamos prolongando una agonía, que algún día hará metátasis.

      Colombia tiene cuatro años contados a partir de hoy, para reevaluar esto y no dejar todo para última hora, o para repetir otro de los miles de intentos fallidos sin poder cambiar esos vicios.

       Para reflexionar y desde luego para dar el paso en la dirección correcta.

       Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

        Autor de 40libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

        www.luisvillamarin.com

 

 

 

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