Análisis del conflicto colombiano
Del mediático espectáculo que estructuró la Fiscalía General de la Nación, con extraña y poco creíble profundidad periodística de la Revista Semana, luego del atrabiliario allanamiento contra una sede de inteligencia militar del Ejército Nacional en el barrio Galerías de Bogotá, por razones que siguen sin ser claras, quedan más preguntas que respuestas.
Luego de producida la noticia, el Ministro Pinzón demoró más de 24 horas para reconocer que en el restaurante-bar-centro de entrenamiento de aspirantes a hackers y sede de trabajos de inteligencia técnica si estaba autorizado por el Gobierno Nacional, y lo mas baladí del argumento del ministro de Defensa, que el Fiscal Montealegre le confesó que solo después de producido el espectacular e irrespetuoso allanamiento, se enteró que era una sede de inteligencia del Ejército.
A esto agregó el ministro Pinzón una frase de cajón: Que allí solo se podía espiar a los terroristas, los delincuentes y no a otras personas. Y al hecho se agrega, que desde cuando inició el aluvión mediático en torno al tema, ha rodado el chisme porque no se le puede llamar de otra manera hasta ahora, que supuestamente desde allí se espiaba a Humberto De la Calle y su combo de mudos en La Habana.
Por otro lado, el periódico El Tiempo descartó esa posibilidad, pues según el diario bogotano, De La Calle y sus asesores cuentan con costosos teléfonos satelitales protegidos con poderosos sistemas de encriptación, que evitarían que la dictadura cubana los espíe para luego contarle a los socios de las Farc.
No se sabe que les podrían espiar, si es un secreto a voces que De La Calle y su combo solo están interesados en ayudar a reelegir a Santos, así tengan que aceptar cataratas de ofensas y descomedimientos de los terroristas fuera de la mesa y en ella, e ir a la zaga de todas las imposiciones de los bandidos.
Francamente no habría nada que espiarles a cinco negociadores gubernamentales nombrados a dedo, sin mayor margen de maniobra, sin claridad suficiente el programa y sin conocimiento del Plan Estratégico de las Farc.
Esto indicaría que la burda instalación de una oficina de escucha de inteligencia técnica revuelta con sancocho de pescado, sopa de arroz con albóndigas, licor barato, cursos de tecnología y cero medidas de seguridad, tendría otros objetivos es decir estaría pisando callos de otros personajes con pecados y problemas que podrían afectar intereses personales no se sabe de quien, como al parecer sucede con los computadores de los jefes de las Farc considerados pruebas no válidas, por razones no tan jurídicas. Y así sucesivamente….
Todo este embrollo deja más preguntas que respuestas tales como:
¿Porqué el Ministro Pinzón tardó casi 36 horas para reconocer la existencia legal de algo que se supone por el nivel de la actividad (Inteligencia Estratégica) debería ser de su resorte y del manejo al dedillo?
¿Cómo así que el Fiscal General de la Nación, el primer colombiano obligado a cumplir el debido proceso en todas sus actuaciones penales, primero allana y después descubre de quien era la oficina de monitoreo técnico de comunicaciones hallada en Galerías?
¿Quiere decir eso que el Fiscal autorizó al CTI hacer un allanamiento sin los requisitos formales, sin pruebas suficientes y sin información concreta, lo cual equivale a deducir que el máximo dirigente del ente investigador y acusador en Colombia, es el primero en vulnerar la ley que por su cargo encarna como guardián?
O por el contrario y eso pudiera ser lo más lógico ¿Sabía plenamente el Fiscal que allí funcionaba una oficina de monitoreo técnico de comunicaciones del Ejército y de manera intencional, no se sabe por ahora con qué fines ordenó allanarla y hacer un espectáculo mediático secundado al dedillo por la revista Semana, que de larga data ha sido antimilitar?
¿Hay celos de protagonismo entre la Fiscalía y el Ejército?
¿Quién filtró a la prensa la poco creíble versión que los “chuzados” eran los negociadores del gobierno colombiano en Cuba?
¿Porqué hay un empeño mediático en señalar esa posibilidad como la principal razón del allanamiento y no otras opciones?
¿Si era cierto que el Ejército espiaba a ciertos personajes sin autorización legal de la Fiscalía, para qué hacer un show mediático, si los supuestos delitos que se endilga a los miembros de inteligencia, no son del resorte del Fiscal, sino que por competencia correspondía a la Justicia Penal Militar?
Cómo es obvio que los “chuzados” no eran los mudos de La Habana pues no hay necesidad de intervenirles sus comunicaciones para saber que no tienen un plan coherente para contrarrestar las argucias de las Farc, entonces ¿a quiénes se estaba investigando? ¿por qué? Y ¿cuál sería la gravedad que lo qué se les espiaba, saliera a la luz pública?
¿Por qué coincide en el tiempo la captura de un suboficial retirado del Ejército, a quien la Fiscalía denomina el eslabón perdido del Palacio de Justicia, con un evidente sesgo antimilitar y a los terroristas del M-19 se les trata de doctores, ex ministros, o un señor alcalde con más derechos que todos los colombianos por haber sido un delincuente de talla mayor?
¿Porqué todo este espectáculo mediático toma forma cuando se inicia la carrera desaforada de la rapiña electorera para el Congreso, y Santos se pavonea pleno de vanidad por su reelección y de dientes para afuera afirma ser muy cercano con los militares y estar muy adolorido con quienes él ha sido muy “leal” (palabra que al parecer no existe en su diccionario), cuando la sanidad militar es una vergüenza, sigue sin resolverse el problema salarial de la ley 4 del 92 y la defensa jurídica de los uniformados es insuficiente?
¿Será cierto lo que se rumora en muchos sitios, que este allanamiento mediático y la chiva periodística de Semana, hacen parte de una imposición de las Farc no en la mesa de La Habana, si no por medio de los cómplices de las Farc, integrantes del Partido Comunista Clandestino que no es tan clandestino, para que la farsa de la paz siga viva, y se suspenda la inteligencia electrónica, que tan efectivos golpes ha propiciado contra las Farc y las Bacrim?
¿Por qué estos hechos ocurren al mismo tiempo que la izquierda se envalentona, anuncia presumibles retiros de la contienda electoral y surgen informaciones sin comprobar de supuestas amenazas de muerte de grupos sin identificar con claridad?
¿Porqué este espectáculo mediático que en apariencia pretende defender la pulcritud de los negociadores de Santos en La Habana, sirve a la vez para que el Fiscal Montealegre, que en muchas de sus actuaciones denota presumibles inclinaciones antimilitares, refuerce su absolutismo despótico, de ser el único que intercepta comunicaciones, el único que maneja información estratégica y el omnipotente; que hasta desafía los fallos del Procurador contra un pésimo alcalde miembro de la banda terrorista que causó la tragedia del Palacio de Justicia.
Pero que según su sui generis jurisprudencia, hay que mantener el caso abierto, no para condenar a los terroristas, sino a quienes salvaron al país de caer en las garras del comunismo?
¿Será esto una cortina de humo para desviar las investigaciones contra Petro, y su lógica destitución, pues el muy habilidoso terrorista desmovilizado, no solo concentró cientos de desadaptados sociales en la Plaza Mayor para vociferar a su favor, inundó de tutelas y leguleyadas los despachos judiciales y de paso traslado la responsabilidad de su destitución no al Procurador, sino a Santos, que por razones politiqueras reelectorales, jamás le convendría firmar ese decreto?
¿Por qué esa “fachada” de inteligencia técnica funcionaba en una venta de sancocho y no dentro de una instalación militar con todas las medidas de seguridad y compartimentación, sin ser una fachada?
¿Están los egos del Fiscal y del presidente Santos por encima de la defensa nacional, la seguridad nacional, la inteligencia estratégica y la supervivencia del Estado?
¿A quién conviene que esto hubiera sucedido así? y ¿porqué?
Estas y muchas otras dudas académicas podrían surgir de un hecho tan bochornoso como innecesario. Por ahora seguirá el aluvión de noticias sin confirmar, las críticas de los enemigos naturales de las Fuerzas Militares, el tema servirá a los politiqueros de todas las pelambres para sacar réditos, el Ejército será vilipendiado, pese a que a diario entrega a sus mejores hombres en la defensa de ese Estado erosionado, que amenazado por el narcoterrorismo comunista no se une sino que tiene fisuras.
Y, las Farc con sonrisa de oreja a oreja, celebrarán como decía Tirofijo: “que el enemigo de clase se desvanece por sus contradicciones internas”
Al paso que vamos, en pocos años los niños cantarán el Himno de la Internacional Comunista en las aulas, Tirofijo será otro héroe igual o quizás más importante que Simón Bolívar, Timochenco será presidente, Petro Procurador General, Romaña comandante del Ejército, y los idiotas útiles que se prestaron para que todo esto ocurriera, se habrán pasado al bando de la revolución, para ser sus embajadores y cónsules, y los que de alguna manera se opusieron, llenarán las mazmorras del “régimen del pueblo”... o los cementerios de la dictadura comunista.
Obviamente Santos, Pastrana, Gaviria, Samper y todos los demás responsables del caos, se asilarán en Miami o Europa, a “defender la democracia y la libertad contra la tiranía procastrista”… Basta con ir a Weston-Florida o Miami y ciertos sectores de París para escuchar a cubanos y venezolanos, despotricando de lo que no fueron capaces de defender, por egoísmos, vanidades o por las ya nombradas “contradicciones internas del enemigo de clase”
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
El coronel Luis Alberto Villamarín es especialista en defensa nacional, geopolítica, y análisis del terrorismo nacional e internacional. Autor de 22 libros, algunos de ellos best seller en el gigante comercial Amazon, traducidos a inglés, portugués, polaco y alemán.
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