Farc nunca desmovilizaron sus milicias bolivarianas: resultados a la vista

Publicado: 2020-07-20   Clicks: 1156

       Análisis del conflicto armado en Colombia

      Pacto Farc-SantosLos recientes hechos de violencia en el país, materializados en masacres de ciudadanos inermes incluido un mayor del Ejército en retiro que practicaba ciclismo en Jamundí Valle, y ataques violentos contra soldados y policías en áreas campesinas en diversos lugares del país, corroboran por su naturaleza, que un paso esencial para derrotar el narcoterrorismo comunista contra Colombia, es la desarticulación de las milicias bolivarianas de las Farc y populares del Eln.

      Si bien es cierto que Mao Tse Tung afirmó durante la guerra popular prolongada en China, que los campesinos son a las guerrillas como el agua al pez, también es cierto que en Colombia, las milicias bolivarianas y populares son para las guerrillas comunistas como el agua a los peces.

      Desafortunadamente la dirigencia política colombiana e inclusive las autoridades judiciales, jamás han dado la importancia al combate de este de este problema, y por el contrario han utilizado el mismo lenguaje de los comunistas armados y desarmados, asegurando que esas milicias integradas por personas incrustadas dentro de la población, son “civiles ajenos al conflicto”.

      Por su parte las Farc y el Eln, utilizan a esas milicias, para efectuar actividades de inteligencia y subversión contra las instituciones gubernamentales, asistencia logística a las cuadrillas, espionaje a las comunicaciones y actividades de sabotaje contra las instalaciones públicas o privadas.

       A lo largo de casi siete décadas de violencia marxista-leninista, son innumerables los casos de acciones terroristas de milicias guerrilleras comunistas contra Colombia, con graves resultados para el país. Siendo comandante de la Cuarta Brigada el general Herrera Berbel, las milicias bolivarianas de la quinta cuadrilla de las Farc, arrasaron a una compañía de contraguerrillas que por órdenes suyas,  ingenuamente aterrizó sus helicópteros en el único sitio posible de desembarco de tropas helicoportadas, tras el asalto de las Farc a una población del Urabá Antioqueño.

       Por su parte el terrorista Carlos Antonio Lozada también conocido con el alias del pedófilo “tornillo”, dirigió durante varias décadas las acciones de milicias bolivarianas de las Farc contra los colombianos. En realidad es demasiado extenso el prontuario de este criminal y sus cómplices, en casos tales como la casa bomba en Villa Magdalena de Neiva, el atentado contra el presidente Uribe el día de su posesión en Bogotá, los “ajusticiamientos de sapos y lumpen” en la zona de accionar delictivo del bloque oriental, miles de secuestros, extorsiones, atracos a mano armada, etc.

       Durante la laxa negociación en Cuba y como consecuencia del pacto Farc Santos, las milicias bolivarianas de las Farc quedaron intactas, pues ni se desmovilizaron ni entregaron las armas. Por el contrario el negocio fue redondo para el grupo narcoterrorista: Quedaron con representación legitimada en el congreso, cuadrillas armadas denominadas supuestas disidencias o hasta Gaos, estrambótico nombre que les inventaron Santos, Pinzón y el general Mejía.

      Así mismo, las Farc quedaron con cuadrillas controlando las rutas del narcotráfico y en particular al timón coercitivo en ámbitos geopolítico, geoestratégico, geoeconómico y geohumano de las áreas productoras de coca.  Inclusive con la capacidad de organizar “protesta social” de los cocaleros, para así en forma paralela, seguir negociando cargamentos de cocaína, o asesinando a quien se oponga a su plan estratégico.

     Esta realidad del mapa delictivo alrededor del tráfico de narcóticos, desata consuetudinarias vendettas entre bandidos, y presiona al gobierno nacional a la protección de “líderes sociales” sin que hasta la fecha, se pueda diferenciar con claridad quienes entre son y quienes podrían estar inmersos en el tejido humano del narcotráfico y apoyo al terrorismo, como parte de esas milicias nunca desmovilizadas.

       Las guerras se ganan derrotando la estrategia del adversario, no dejándose llevar al combate en el terreno que más favorece al agresor. Eso fue lo que sucedió con el pacto de De la Calle y sus mudos en Cuba. Los terroristas no solo impusieron la iniciativa político-estratégica en las conversaciones, sino que sacaron todas las ventajas políticas que habían buscado por medio de la violencia, la barbarie y el terror. Todo esto, claro está como parte de la estulticia de los negociadores y la vanidad infinita de Juan Manuel Santos por ser premio Nobel de Paz.

       Hoy las consecuencias saltan a la vista. Las Farc tienen vicepresidente del senado, acusan a quienes los combatieron, son “arcángeles de la paz”, siguen armados, no han dejado el negocio de la coca y sobre todo mantienen intacta su estructura de milicias bolivarianas…

      Más capítulos de violencia para largo rato avizora el horizonte político colombiano en esas circunstancias.

      Por lo tanto, para  iniciar a resolver ese problema, el Estado colombiano está obligado a asumir acciones concretas en los ámbitos jurídico, social, económico, político, militar y policial que conduzca a  erradicar el fenómeno de las milicias. No hacerlo, es más de lo mismo.

      Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

      Autor de 38 libros y mas de 1800 artículos de geopolítica, estrategia y defensa nacional

        www.luisvillamarin.com

 

 

 

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