La senda del terror del bandolero Efraín González

Publicado: 2021-06-17   Clicks: 4109

   

      Aunque algunos meses después del retiro del servicio activo del general Alberto Ruiz Novoa, su sucesor el general Gabriel Revéiz Pizarro afirmó en público que el Ejército continuaba desarrollando el Plan Lazo, que incluyó exitosos golpes contra cuadrillas de bandoleros como la muerte de cuatro miembros de una banda de secuestradores el 3 de febrero de 1965 en Ceilán (Valle), y capturas de bandoleros comunistas en el sur del Tolima, los hechos corroboran la tesis de que el hito final del Plan Lazo, lo marcó la muerte en el sur de Bogotá, del tristemente célebre bandolero conservador Efraín González Téllez, poseedor de un abultado prontuario delictivo.

      Carlos Efraín González Téllez, alias “hermano Juanito o siete colores”, nació en Jesús María (Santander) el​ 30 de octubre de 1933 y murió en Bogotá, el 9 de junio de 1965.​ Se desconoce el número exacto de sus víctimas, aunque diversas fuentes afirman que asesinó aproximadamente a 117 personas, y otras fuentes le atribuyen la muerte de 205 civiles inermes.

     Efraín González creció en el municipio de Pijao en lo que hoy es Quindío (antiguo Gran Caldas), región adonde su familia de filiación conservadora y natural de Santander, había huido a causa de la violencia bipartidista, que siguió a la elección presidencial de Enrique Olaya Herrera en 1930.

      Efraín era el mayor de 9 hermanos, 8 de ellos nacidos del segundo matrimonio de su padre, que había enviudado poco después de su nacimiento. Con veinte años de edad, Efraín ingresó al Ejército colombiano a principios de la década de 1950 para prestar el servicio militar. Al término del mismo, se integró como cabo segundo con la especialidad de enfermero de combate.

      González Téllez Permaneció en las Fuerzas Militares hasta 1958, cuando desertó de las filas oficiales por problemas judiciales, pues estaba siendo investigado por contrabandear armas. Pronto se unió a un grupo de "Pájaros" conservadores encabezados por Jair Giraldo que delinquían en Caldas a órdenes de terratenientes locales, con quienes tenía contactos clandestinos desde cuando estaba en las Fuerzas Militares. Los archivos judiciales de esa región del país, le atribuyeron la autoría material en diez homicidios de campesinos liberales.

      Tras la captura de Jair Giraldo en Cartago, Efraín González se trasladó en los primeros meses de 1960 a la provincia de Vélez en el sur del departamento de Santander. Allí llegó por indicación de los terratenientes conservadores locales, ansiosos por neutralizar a la guerrilla liberal de Carlos Bernal, quien intentaba recuperar por la fuerza, las tierras despojadas a sus copartidarios, una década antes.

      Enteradas las autoridades de la presencia de González Téllez en la zona, el 17 de abril de 1960 fue enviado un pelotón de 40 soldados de infantería para capturarlo en la finca El Recreo, ubicada en el área rural del municipio de Albania (Santander).

     El sorpresivo ingreso de las tropas a la parcela, desencadenó un enfrentamiento armado, en el que fallecieron el padre y el padrino del bandolero conservador, pero este evadió el cerco en compañía de 2 de sus lugartenientes y causó la muerte a 8 de soldados. Este insólito episodio, que pasará a ser conocido con el exagerado nombre de la "Batalla de las Avispas", con la fantasiosa versión que había 200 soldados en el sitio, transformó a Efraín González en una leyenda del delito y cimentó su fama de guerrero invulnerable.

      Al fantasioso extremo, que los campesinos decían que estaba “cruzado”, “rezado”, que no le entraban los tiros, o que tenía el don sobrenatural de convertirse en piedras, o cambiar de colores para confundirse con el medio ambiente donde estuviera.​

     A partir de ese día la vida de Efraín González se convirtió en un mito. Luego de permanecer escondido algunos meses en el Magdalena Medio, regresó a la provincia de Vélez e inició a cometer asesinatos selectivos en represalia por el allanamiento de su finca, contra personas consideradas como informantes del Ejército, o que colaboraban con sus enemigos liberales.

       Quería vengar la muerte de su padre contra todos los campesinos de la región, de quienes sospechara algo. Con el paso de los días los campesinos se dividieron entre quienes apoyaban a Efraín González y quienes eran víctimas de él, debido inclusive a ojerizas o diferentes problemas personales, que no estaban relacionados con la muerte de los familiares del bandolero.

       Por la misma época, Efraín González asesinó a varios líderes del Partido Liberal, ya fuera por indicación de sus patrocinadores, o guiado por el afán de venganza y la pasión banderiza. Gracias a la mítica fama conseguida, estructuró una cuadrilla en la que se enrolaron varios de sus hermanos y primos, como también conservadores víctimas del dirigente político liberal Carlos Bernal, verbigracia Humberto "el Ganso" Ariza, quien se convertiría en su principal lugarteniente y años más tarde sería un capo de la mafia de las esmeraldas.

      Así, el 29 de septiembre de 1960, mientras se celebraba el velorio de uno de esos líderes liberales acribillados días antes por la cuadrilla, los bandoleros irrumpieron en la calle Cantarrana del municipio de Puente Nacional (Santander), y masacraron a 12 ciudadanos que acompañaban a los familiares de la víctima.

      Durante los meses siguientes a este homicidio múltiple, Efraín González y su cuadrilla incursionaron en el departamento de Boyacá, donde encontraron asilo gracias a la colaboración de algunas autoridades eclesiásticas y la asistencia de los jefes de la mafia esmeraldera de Muzo y Coscuez.

       El 9 y el 24 de marzo de 1961, en el área rural del municipio de Jesús María, la cuadrilla de Efraín González emboscó dos patrullas militares, hechos en los que fueron asesinados 6 soldados y 1 conductor civil al servicio de las Fuerzas Militares. Menos de un mes después, el 20 de abril de 1961, Efraín González asesinó en el área urbana de Chiquinquirá, a Pedro Cortes Santamaría y Darío Silva, dos jefes del liberalismo en la provincia boyacense de occidente.

       Varios meses de búsqueda y persecución oficial, desembocaron en la emboscada en Puente Nacional (Santander), ocurrida el 30 de noviembre de 1961. En ese sitio, Efraín González y sus secuaces asesinaron a tres oficiales del Ejército y dos agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), que pretendían capturarlo con base en información de altísima credibilidad.

       El 15 de agosto de 1962, en El Crucero ubicado a 300 metros del límite entre Boyacá y Santander, bandoleros armados encabezados por su lugarteniente el "Ganso" Ariza, asaltaron un bus de la Flota Reina que cubría la ruta Albania-Chiquinquirá.

      Convencidos de que en el automotor viajaban liberales, los bandoleros conservadores abrieron fuego de manera indiscriminada contra el atiborrado bus y masacraron a 24 de los pasajeros. Cuatro meses después, el 29 de diciembre de 1962, en La Mesa, municipio de Florián (Santander) la cuadrilla de Efraín González asesinó a 14 campesinos liberales.​

       Después de cometer otros crímenes atroces en la región, el principio del fin de Efraín González, coincidencialmente similar al de otros bandoleros de su época, llegó en enero de 1965 en Simijaca (Cundinamarca) con el secuestro de Nicolás Vargas y Germán Guerrero Vargas, hijo y nieto de Martín "el gallino" Vargas, amigo cercano del presidente Guillermo León Valencia.

       Debido a la repulsa que produce en la sociedad el abominable delito del secuestro, todos los sectores políticos y de opinión del país expresaron rechazo y pidieron en los diferentes medios de comunicación, que el gobierno nacional reviviera la eficiencia demostrada hasta esa fecha, con el Plan Lazo.

       En ese entorno, gracias a que se infiltraron agentes de inteligencia dentro de la cuadrilla de Efraín González, al control de los movimientos de sus seguidores y a interceptaciones de llamadas telefónicas a los contactos urbanos del bandolero, el 3 de febrero de 1965, tropas orgánicas del Grupo Maza dieron de baja en combate a los antisociales Segundo David Ardila Quitián alias Perro Coto, y Fabio Medardo Páez, en hechos ocurridos en la vereda Carretero del municipio de Jesús María (Santander).

       Con base en la información obtenida por los medios técnicos, los agentes de inteligencia y los documentos incautados en el sitio del combate, el Grupo Maza ubicó el lugar donde los bandoleros escondían a los dos secuestrados y al día siguiente los rescataron en la vereda Providencia del municipio de Puente Nacional.

       Como consecuencia de la fuerte cacería que se desató en contra de Efraín González en la región donde estaba su base geohumana, el 14 de febrero de 1965, en la vereda La Palma del municipio de Gambita (Santander), tropas orgánicas de la Primera Brigada dieron de baja en combate a los bandoleros Víctor Manuel González Guerra, Danilo Alfonso Páez, y Teodolindo Rodríguez. En dicho combate, quedó herido Efraín González, pero una vez más logró escapar del cerco militar, apoyado por cómplices de la región.

        Este trascendental golpe se logró, porque no obstante la pérdida de los dos secuestrados, la red urbana de la cuadrilla ubicada en el occidente de Boyacá, siguió comunicándose por teléfono, además porque los agentes de inteligencia infiltrados en la cuadrilla se pudieron contactar con la Primera Brigada, e informaron que Efraín González se encontraba con otros tres delincuentes en una vivienda de la vereda La Palma de Gámbita.

       Este es un resumen acerca de cómo sucedieron los hechos:

       El área general donde fueron dados de baja los tres bandoleros citados, es atravesada de sur a norte por la carretera que une a los municipios de Arcabuco y Gámbita, paralela al eje del río La Palma, en un valle encajonado por las estribaciones de la Cordillera Oriental. El terreno es casi plano con ligeras ondulaciones, cubierto con escasa vegetación, pero con algunos matorrales aptos para acometer efectivas acciones de guerra irregular.

      Debido a las anteriores experiencias en las que Efraín González había escapado y de paso causado bajas entre los soldados que iban a capturarlo, el comandante de la Primera Brigada extremó las medidas de seguridad y coordinación durante la maniobra, que incluyó apoyo helicoportado y tres grupos especiales de contraguerrillas entrenados para este tipo de misiones.

       Hecha la infiltración terrestre hasta la vivienda, gracias a la información de un campesino que iba como guía de la patrulla, siendo las 08:55 P.M., del 13 de febrero de 1965, un grupo especial al mando de un subteniente rodeó la vivienda donde se refugiaba Efraín González con sus compinches.

       Cuando las tropas se acercaban a registrar el inmueble, se produjeron varios disparos desde uno de los cuartos de la casa. Un disparo impactó al oficial. En la respuesta de los soldados, resultaron heridos dos campesinos que habitaban la vivienda. Ocupado el objetivo se verificó que una vez más, Efraín González había escapado ileso de otro combate contra los soldados.

       Inmediatamente fueron evacuados el oficial y los dos campesinos heridos para que fueran atendidos en centros hospitalarios. En la sin salida, un joven campesino que habitaba esa vivienda, aceptó conducir a las tropas hacia otra cosa ubicada a una hora y media de camino, a donde estaba seguro se habían replegado Efraín González y los otros tres bandoleros.   

       Como era de noche y había mucha niebla, además de la necesidad de hacer una infiltración sigilosa, los tres grupos avanzaron muy lentamente y llegaron cerca del objetivo a las 08:00 AM del 14 de febrero de 1965.

       Cuando se disponían a rodear el objetivo, de nuevo fueron sorprendidos por nutrido fuego de armas largas, disparado desde un matorral. Sin vacilaciones, los soldados concentraron sus disparos sobre ese lugar y avanzaron mediante una ágil maniobra, en la que, sin embargo, resultaron heridos un suboficial y un soldado. En el sitio hallaron los cadáveres de tres bandoleros, con cuatro armas largas y cuatro revólveres, lo cual indicaba que uno de ellos había escapado.

       Pese a la intensa búsqueda y las medidas de control tomadas para evitar que saliera del área, cinco días después de comprobó plenamente que el herido era Efraín González, pero que sus contactos ya lo habían sacado del área y no se podía precisar si estaba recuperándose de las heridas en el occidente de Boyacá, en Tunja o en Bogotá, pero también se especulaba de que estaría en la capital de la república, coordinando con dirigentes de su partido y cómplices urbanos, pormenores para planear la fuga de una de sus compañeras sentimentales de nombre Cleotilde Mateus, quien estaba detenida en la cárcel El Buen Pastor de Bogotá.

El 26 de mayo de 1965, la Policía Nacional realizó un allanamiento en una casa del barrio Veraguas en Bogotá, donde fueron capturados 7 miembros de la banda de Efraín González, y se produjo el decomiso de abundante material de guerra. De nuevo, el astuto bandolero que se consideraba a sí mismo más "peligroso que Manuel Marulanda o Tirofijo" escapó y evitó ser capturado.

        La búsqueda y las ofertas oficiales para el pago de la recompensa por la captura de Efraín González continuaron siendo públicas. El 8 de junio de 1965, el B-2 de la Brigada de Institutos Militares recibió la información de que Efraín González estaba escondido en una casa en el barrio Restrepo al sur de la capital. Tras la observación y posterior allanamiento, los resultados fueron negativos.

      El 9 de junio de 1965 en horas de la mañana, una mujer que apareció como informante ocasional en el cuartel de la Brigada de Institutos Militares (BIM) en la localidad de Usaquén en Bogotá, afirmó que Efraín González se encontraba escondido en una casa situada en la calle 27 sur N° 14A-28, del barrio Ricaurte de Bogotá, adonde había sido trasladado en un vehículo la noche anterior. En esa época, la casa en mención estaba cercada por una tapia de ladrillo, que la separaba de un enorme potrero, colindante con un barrio de invasión denominado “Las Colinas”.

       Acto seguido se dispuso el alistamiento de la Compañía de Misiones Especiales que en ese momento se encontraba en la Escuela de Artillería, el grupo de inteligencia de la BIM y un pelotón del batallón de Policía Militar N° 1, que estaba disponible en las instalaciones del batallón Guardia Presidencial.

       Con base en experiencias recientes para capturar bandoleros urbanos de las cuadrillas comunistas, o miembros de las redes de apoyo de otras cuadrillas, el Plan Lazo también dejaba para el Ejército enseñanzas y protocolos útiles para este tipo de maniobras en localidades urbanizadas, pero aún no había unidades totalmente especializadas en estos procedimientos tácticos.

       Hecho el análisis de la información, el coronel Joaquín Matallana Bermúdez a la sazón Jefe de Estado Mayor y Segundo Comandante de la BIM, asumió el planeamiento de la operación y sobre el mapa urbano del sector, diseñó la siguiente maniobra, graficada en un calco de operaciones:

        A partir de las 3:30 P.M. del 9 de junio de 1965, la Compañía de Operaciones Especiales de la BIM, al mando del capitán Alirio Robayo Arévalo rodea la manzana de las casas aledañas a la vivienda donde se encuentra escondido el bandolero, toma posiciones en las casas situadas detrás del objetivo, e impide la salida de cualquier persona civil que intente hacerlo, tanto de la casa, como de la manzana que la rodea.

       El pelotón de Policía Militar controla a los transeúntes curiosos.

         Antes de efectuar el asalto táctico sobre el inmueble, la informante golpea en la puerta de la casa donde se refugia el antisocial, y pregunta por el señor Víctor Pinilla que es uno de los moradores de esa vivienda, pues tiene que entregarle una carta que ella lleva en la mano. Así se garantiza que los ocupantes de la vivienda abran la puerta, momento que es aprovechado por los integrantes del equipo de inteligencia para ingresar al inmueble, en forma rápida y sin violencia.

       Por su parte el grupo de inteligencia de la BIM, vestido con ropas de civil, se divide en tres equipos y cumple las siguientes misiones:

       Equipo 1: Al mando del teniente Harold Bedoya Pizarro, entra y ocupa la casa de la izquierda ubicada al lado occidental del objetivo y desde la terraza o le tejado de la vivienda, toma atenta nota de todo lo que sucede para actuar en consecuencia.

        Equipo 2 o grupo de asalto: Entra a la casa con el fin de capturar al antisocial, o si ofrece resistencia armada, darlo de baja. Dos hombres aseguran la puerta de entrada a la casa, dos hombres aseguran el patio interior de la misma, y tres hombres requisan pieza por pieza.

        Equipo 3: Entra a la casa de la derecha ubicada al lado oriental del objetivo, y cumple una misión similar a la del primer equipo.

         Por su parte la compañía de Misiones Especiales de la BIM, cumple las siguientes actividades:

        Primer pelotón: Desembarca en la carrera 14 con calle 26 sur y toma posición a lo largo de la carrera 14 A entre las calles 26 B Sur y 27 B sur.

        Segundo pelotón: Desembarca en el mismo punto del anterior y toma posiciones a lo largo de la calle 26B Sur entre carreras 14A y 14B.

       Tercer pelotón: Desembarca en la carrera 14B con calle 26B Sur y toma posición a lo largo de la carrera 14 B Sur entre calles 26B y 27 Sur.

        Cuarto pelotón: Desembarca en el mismo punto del anterior y toma posición a lo largo de la calle 27 sur entre carreras 14 A y 14B.

        Nota:  El pelotón de Policía Militar permanece como reserva en la carrera 14B con calle 27 sur, y cumple las misiones que le encomiende el comandante de la operación.

        Se podría argumentar que ese dispositivo táctico estaba bien concebido e impediría la fuga del antisocial, pero lo sucedido tan pronto inició la operación fue totalmente diferente, por circunstancias de modo, tiempo y lugar.

         Como estaba previsto, la mujer que obraba como informante llamó a la puerta, pero nadie abrió. Por esta razón a las 3:31 PM el grupo de inteligencia N° 2 forzó la puerta de acceso a la vivienda e ingresó al inmueble. Dos minutos después se inició el registro habitación por habitación. Enseguida, el comandante de la operación ingresó a la casa con el fin de enterarse in situ de la situación. En los interrogatorios a las personas presentes se escuchan las siguientes respuestas:

       Una señora afirmó que en realidad existe un inquilino sin identificar, pero que este salió hace 15 minutos. Otra persona manifestó no haber visto a nadie en la casa. Y el señor Víctor Pinilla dijo que no había nadie extraño a los que habitualmente vivían en la casa.

        Al preguntarle que quién habitaba en una pieza que estaba cerrada, contestó que en ella vivía un inquilino que había salido a trabajar, pero que esa persona trabajaba cerca del sitio, entonces él podía enviar a traer las llaves para que no fuera forzada la cerradura.

        Entretanto, un agente de inteligencia observó por la ventana hacia el interior de la habitación, pero no notó nada extraño, y luego evidenció que en la tapia había huellas de zapatos, lo cual infería que una vez más, Efraín González habría escapado de una operación militar en su contra.

        Sin embargo, el oficial B-2 optó por abrir la puerta de la habitación con una tranca. Cuando la puerta abrió, desde adentro Efraín González disparó una ráfaga hacia el angosto corredor y estos disparos causaron heridas a tres de los integrantes del grupo de asalto, quienes por la incomodidad del sitio se aproximaban en hilera de tiradores. El oficial B-2 evacuó a uno de los heridos hacia la calle, otro hacia el patio posterior por el tejado de la casa vecina, mientras que el agente José Quirama Zuleta murió en el corredor.

         Acto seguido, el teniente Harold Bedoya Pizarro intercambio disparos con el bandolero dentro del inmueble, pero el oficial fue herido en la mano derecha y debió disparar su arma durante una hora con la mano izquierda, en una cinematográfica alternancia de puestos de combate dentro del inmueble.

       Efraín González se pasó a la pieza frente a la que estaba y desde la ventana de la misma, disparó y asesinó a un soldado que se encontraba en el techo de la casa vecina. Inmediatamente cambió de posición hacia otra habitación y causó heridas mortales a un suboficial. Luego de una hora, y afectado por la herida en la mano derecha el teniente Bedoya logró salir de la vivienda.

        Ante la compleja evolución de los hechos, el comandante de la operación ordenó la evacuación de todas las personas que se encontraban dentro del inmueble, entre quienes había mujeres y niños. Debido a las angustiosas características de la evacuación, no todos los moradores salieron. Entonces se envió al señor Víctor Pinilla, para que rescatara a una niña que aún estaba adentro, y para que notificara a Efraín González que se rindiera, pues si seguía ofreciendo resistencia, moriría.

         Víctor Pinilla regresó donde estaban los oficiales al mando de la maniobra, con el mensaje del bandolero, que él se entregaría a María Eugenia Rojas la hija del general Rojas Pinilla o a un representante a la Cámara de apellido Cuadros.

         A las 4:45 PM el comandante de la BIM dispuso que el coronel Matallana asumiera el mando de la operación. Enterado de la situación, el coronel Matallana ordenó una nueva pero fracasada incursión táctica. En el intento perdió la vida otro soldado y tres más quedaron heridos.

         Enseguida, el coronel Matallana ordenó lanzar gases lacrimógenos dentro del inmueble, pero por desgracia, estos no hicieron efecto, ya que estaban vencidos. Habida cuenta que la situación se tornaba más complicada, a las 5:15 P.M., el coronel Matallana ordenó disparar contra la casa un cañón de munición perforante calibre 40 mm, con la certeza que esta no afectaría las viviendas aledañas.

         Los primeros impactos del cañón abrieron algunos orificios, pero la maniobra se complicó debido a la forma de las casas vecinas y la aglomeración de alborotados habitantes del barrio de invasión, que veían al bandolero como un redentor y reclamaban el retiro inmediato de los soldados del lugar. En consecuencia, el nuevo intento para doblegar a Efraín González se convirtió en otro fracaso de la maniobra, con el resultado de otros dos soldados heridos.

        A las 5:45 P.M., el coronel Matallana ordenó disparar un cañón de 57 mm contra el objetivo, y efectuar una nueva incursión táctica por los orificios que habían producido los cañonazos en las paredes del inmueble y la tapia posterior. Una vez más Efraín González reaccionó asesinando a un suboficial y un soldado, e hirió a otros dos.

       Debido a que la situación se estaba complicando, el coronel Matallana dispuso un ataque masivo, coordinado y simultáneo con tropas uniformadas, por el frente y la retaguardia de la vivienda, debido a que ya estaba oscureciendo y a que como el grupo de inteligencia estaba vestido de civil, sus integrantes podrían ser confundidos con el bandolero.

        Ante esta nueva dificultad, el coronel Matallana decidió suspender el asalto y lanzar nuevos disparos de granadas de 40 mm y 57 milímetros y granadas de mano contra el inmueble, para abrir nuevos boquetes. Debido a que la llegada de la noche trajo oscuridad, el objetivo fue iluminado con los reflectores de un carro de bomberos, las luces altas de los vehículos militares, y los reflectores de las cámaras de la televisora nacional que habían llegado al lugar a cubrir la noticia. Nuevo intento fallido para doblegar al bandolero y más heridos entre los soldados.

        A las siete de la noche llegó al sitio una escuadra de gaseadores de la Policía Nacional, que, protegida por tropas de la Policía Militar y una escuadra de la Compañía de Operaciones Especiales de la BIM, se acercó hasta la casa y por los orificios lanzó gases dentro del inmueble durante 10 minutos, pero tampoco se logró el efecto deseado, porque el bandolero tenía una máscara antigás.

       Presionado por las circunstancias y ante la creciente multitud de personas que llegaron desde diferentes partes de la ciudad, a las 7:15 PM, el coronel Matallana ordenó una nueva serie de disparos de cañones 40 y 57 mm, con la subsiguiente incursión táctica al precio que fuera necesario aceptar. La situación se tornó muy complicada, y no se pudo efectuar el asalto masivo porque cerca del 90% de los soldados presentes en el sitio, estaban empeñados en evitar que los alebrestados transeúntes, se convirtieran en escudos humanos del bandolero para que escapara.

        A las 7:25 la escuadra de gaseadores de la Policía lanzó una nueva oleada de gases lacrimógenos sobre el objetivo, pero el astuto bandolero se acercó a una ventana que daba contra la calle y desde allí disparó un revólver contra un soldado y le causó heridas graves. Luego sobrevino una tensa calma de diez minutos, al cabo de los cuales, Efraín González corrió hacia un boquete que había en la tapia de la parte trasera de la vivienda aledaña al potrero mientras disparaba un revólver, contra quienes operaban el cañón de 40 mm y un equipo de gaseadores de la Policía.

        Instintivamente todos los soldados que estaban en el sector dispararon sus armas contra el fugitivo. Uno de los disparos de fusil lo impactó y lo arrojó al suelo. El bandolero se levantó e intentó huir hacia el portero, pero un nuevo disparo lo mató. Ante la cantidad de disparos y el anuncio de que había caído un bandolero, muchos manifestantes intentaron apoderarse del cadáver, e inclusive se escucharon disparos de pistola y de revólver dentro de la multitud.

         A las 7:50 PM, fue identificado plenamente Efraín González. Enseguida se ordenó el registro de la vivienda para evacuar el cadáver del agente José Quirama y verificar que no hubiera más delincuentes allí. Sorpresivamente se encontraron 15 granadas de mano sin explotar, de las que habían sido lanzadas por los soldados. Eran de pésima calidad.

        Unidades de la Policía Nacional asumieron la seguridad del lugar para que nadie ingresara al sitio, hasta que no se adelantaran todas las diligencias judiciales formales y se destruyeran las granadas de mano que no explotaron. Poco a poco la multitud se deshizo.

        El balance final fue de un suboficial, cuatro soldados y un agente de inteligencia muertos; dos oficiales, cinco suboficiales, tres soldados y un agente de inteligencia heridos y el bandolero abatido. En el sitio fueron incautados dos revólveres y una subametralladora Madsen con abundante munición, además de prendas de uso privativo de los carabineros de la Policía Nacional y la máscara antigás.

         Con este golpe terminó el Plan Lazo, pero no el problema derivado de la violencia tripartidista. Casi todos los célebres bandoleros de la época fueron eliminados. Sin embargo, subsistieron Zarpazo, quien fue dado de baja en 1967 en los Llanos Orientales; Ciro Trujillo quien murió cuando creaba un frente de las Farc en Boyacá; Tirofijo quien murió de viejo en 2008 cargando a sus espaldas miles de muertos durante más de 60 años de violencia narcoterrorista contra Colombia; Fabio Vásquez Castaño quien murió de viejo en 2020 en Cuba, los demás terroristas que se unieron al Eln, los cabecillas del Epl y los desertores de las Farc que fundaron el M-19.

          En síntesis, no es descabellado concluir, que a pesar de los ingentes éxitos del Ejército Nacional contra los actores y los generadores de la violencia tripartidista de la década de 1960, la muerte de Efraín González señala la inexplicable sepultura del Plan Lazo y el punto de partida del fortalecimiento del ya existente terrorismo comunista contra Colombia.

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