Terrorista Pablo Catatumbo de las Farc, es un sanguinario depravado sexual

Publicado: 2014-11-27   Clicks: 12358

     Análisis del conflicto colombiano

      Cuando el terrorista Jorge Torres Victoria alias Pablo Catatumbo apareció en La Habana, pasado de kilos como consecuencia de la vida muelle que lleva en el Valle del Cauca, y con el descarado discurso de ser pacifista, intelectual, historiador y hasta humanista según dijeron los superficiales periodistas que cubren la información de la farsa Santos-Farc en Cuba, nadie publicó ni puso atención al estremecedor prontuario criminal de este bandido caleño que fue traqueto de Pablo Escobar, miembro del M-19, raponero de barrio y uno de los cabecillas mas sanguinarios de las Farc con perversa inclinación por la pedofilia, el sicariato, el narcotráfico y el secuestro. Lo más conmovedor que rumoraron los periodistas es que este asesino en serie, estaba enfermo de cáncer y los médicos cubanos lo atenderían.

     La Selva RojaEl testimonio de la desmovilizada Marisela Narváez, exintegrante de las cuadrillas 43, 26 y 27 de las Farc es claro y contundente, y debería ser tema de profundo análisis en la mesa de conversaciones en Cuba, pues los crímenes y las atrocidades ordenadas por los capos del cartel de las Farc son demasiadas, y no pueden quedarse en la tropical propuesta del Fiscal Montealegre, según la cual, los bandidos farianos no pagarían un solo día de cárcel sino que harían trabajos comunitarios, para un borrón y cuenta nueva.

        En contraste, Colombia entera quiere que cada integrante de la justicia cumpla con el deber para el cual fue nombrado, que investigue y acuse ante los jueces correspondientes, a criminales como Catatumbo, para que paguen por conductas delictivas aberrantes como la siguiente:

    Marisela Martínez Narváez, alias Nancy, una hermosa rubia de piel canela y ojos color miel, fue hasta el infierno y volvió durante varios años de su vida.

     No cabe otra definición para describir las vivencias de esta joven  bogotana, nacida en un hogar pudiente en el barrio Rionegro de la capital de la república, criada con todas las comodidades de la vida moderna y educada en un colegio regentado por religiosas, hasta cuando por azares de la vida terminó enrolada en las Farc, a la edad de 13 años.

     El papá y la mamá de Marisela se separaron cuando ella apenas tenía seis años de edad. Por mutuo acuerdo decidieron que la niña se quedaría a vivir con el padre en la casa del barrio Rionegro, porque la mamá se fue  para Medellín a vivir con su amante.

     El padre de Marisela comerciaba con esmeraldas, negocio del que obtenía  jugosos ingresos. Su comportamiento licencioso y las prolongadas ausencias como jefe del hogar, incidieron en la personalidad perturbada de su hija, quien creció al lado de diferentes empleadas domésticas, por lo tanto, nunca tuvo ni cariño, ni orientación de sus padres.

     Cuando Marisela cumplió 11 años ingresó a séptimo grado, pero ya era un estorbo para su padre, que  casi a diario llevaba mujerzuelas y amantes ocasionales a su casa, y la hija que recibía formación religiosa le reclamaba que no lo hiciera.

El comerciante de esmeraldas optó por enviarla a vivir donde los padrinos de bautismo en el barrio El Campín. La madrina sentía envidia porque Marisela estudiaba en mejor colegio que sus hijas, complejo que exteriorizaba al disminuirle la porción de los alimentos, le limitaba las salidas a la calle,  no le entregaba los dineros que el papá le enviaba, y para completar la desdicha el padrino intentó violarla varias veces.

     Lo  triste y desafortunado para ella, era que no tenía nadie a quien contarle sus sufrimientos, o en quien confiar sus secretos. Su vida ya era un infierno, y no sabía que iba a caer en otro peor.

     Cuando Marisela terminó noveno grado, hablaba y escribía con fluidez el idioma inglés, virtud que desató aún más envidias en su madrina. Iniciadas las vacaciones de final de año, Marisela pudo hablar con su padre quien le comentó que había comprado una finca ganadera en Puerto Lleras Meta.

     Ansiosa de salir del minúsculo espacio  de intrigas, envidias, malos tratos y humillaciones, pidió a su padre  que la llevara a esa finca a pasar vacaciones. Las extensas llanuras, el clima cálido, el aire puro, el ganado, los paisajes y en general la vida abierta como una flor en primavera impresionaron a Marisela, quien le rogó a su papá que la dejara allí hasta que terminarán las vacaciones.

    Como el papá no tenía ningún interés en cuidar a su hija, y muy poco le importaba cual fuera su suerte, aceptó la petición de la joven, y él regresó a Bogotá.

     A la semana de estar allí Marisela descubrió la verdad. Su padre compró la finca para cultivar coca con la apariencia de cultivar ganado vacuno. El hallazgo la descorazonó más, cuando descubrió que el sitio era frecuentado por terroristas de la cuadrilla 43 de las Farc,  para cobrar la cuota de gramaje, y además actuaban como coadministradores del negocio ilícito en que estaba metido su padre.

     Hasta ese momento los conceptos que tenía Marisela respecto a las Farc y el narcotráfico, eran los que de  esos dos flagelos proyectaban la radio y la televisión.

    Lloró mucho  al evidenciar que el único ser que ella tenía en la vida, es decir de quien dependía su futuro, estuviera implicado en tratos con  las organizaciones delictivas más buscadas por las autoridades. Intuía que en ese espacio sombrío del delito, su padre podría morir o ser capturado, y ella quedaría desamparada en el planeta.

    La apariencia exterior de niña de ciudad llamó la atención de los terroristas quienes le comentaron al cabecilla del grupo, que en la finca de Narváez, había una joven muy bonita, que hablaba inglés y quería conocer un campamento de las Farc.

     El cabecilla fue hasta la finca y entrevistó a Marisela. Como el delincuente fue la primera persona que escuchó los problemas que aquejaban a Marisela, surgió entre los  dos una especie de simpatía comprensiva.

     El curtido terrorista le refirió haber estudiado algunos semestres de sociología en la Universidad Nacional, que también era bogotano, que provenía de una familia acomodada, y que evidenciara que el dinero no lo era todo. Luego le propuso que ingresara a la guerrilla, ya que en esos días secuestraron a dos norteamericanos en la serranía de la Macarena y ella podría servirles como intérprete.

     La incauta jovencita le dijo que ella no deseaba ser guerrillera, que simplemente tenía curiosidad por conocer un campamento guerrillero por dentro, para saber cómo se vivía allí, ya que el concepto que ella tenía de los Farc, era el de personas que causaban muchos daños al país.

     El habilidoso cabecilla la engañó al decirle que aceptaba llevarla a la guarida, para que conociera de cerca cómo se vive allá, pero cuando llegaron al lugar otros terroristas le dijeron que  ella no podría regresar a su casa así de buenas a primeras, porque a partir de ese momento ya era considerada una guerrillera de las Farc.

      En ese momento apareció la amante del cabecilla y le dijo a Marisela que se alistara porque sería integrada a un curso político-militar, para jóvenes de su edad, que iniciaría en tres días, al cabo de los cuales llegaron 27 campesinos adolescentes como Marisela, para compartir con ella las enseñanzas iniciales de la  guerra de guerrillas.

     Su padre regresó a Puerto Lleras un mes más tarde, con el fin de retornar a Bogotá con Marisela, pero como los administradores de la finca le comentaron que su hija andaba con la guerrilla, se negó a pagarles la cuota de gramaje, si no le devolvían a su hija.

      Los terroristas de la cuadrilla 43 de las Farc lo asesinaron, y le ocultaron la verdad a  Marisela, hasta dos meses antes que ella escapara de la guerrilla, cuando uno de ellos que la cortejaba le confesó la verdad, ya que los delincuentes la tenían convencida que su padre  no había vuelto a la región, porque estaba disgustado, porque ella había ingresado a las Farc.

    Durante los tres primeros meses de entrenamiento, Marisela lloraba mucho. Dejó de comer, enfermó de una infección intestinal y casi muere. Era muy duro para una niña de su edad criada en medio de las comodidades citadinas, amoldarse a la inhóspita vida de la selva.

     Con cinismo los terroristas le repetían que su padre manifestaba que si la veía era capaz de matarla. Como no tenía otra alternativa aceptó permanecer en las Farc, para no convivir con su madrina en Bogotá.

    Terminado el curso, Marisela fue enviada a la cuadrilla 27, dirigida por Pablo Catatumbo[1], quien le puso el ojo desde cuando llegó a su guarida. La primera noche, Catatumbo, fue a la caleta de  Marisela a proponerle que durmiera con él, porque según sus palabras amancebarse con el jefe de la cuadrilla le daría cierto estatus entre los terroristas,  además de algunos privilegios de los que los demás no gozaban.

     Catatumbo estaba ebrio y hablaba incoherencias. Asustada Marisela lo abofeteó y gritó en busca de auxilio. Arnulfo, el relevante convenció a Catatumbo, para que pasara al reposo. Al día siguiente Catatumbo reunió a todos los terroristas para comunicarles que la noche anterior Marisela había intentado matarlo, y que el mismo la fusilaría cuando le hicieran el consejo de guerra, después que regresara del Secretariado de una reunión con Tirofijo. Ordenó que la amarraran y partió para Casa Verde.

      Era tal la fragilidad de Marisela y su inofensiva apariencia que el segundo cabecilla dispuso que la soltaran, y cuando regresó Catatumbo, lo convenció para que no la asesinara. En esos días llegó a la guarida la concubina de Catatumbo, una médica graduada que trabaja como profesora en una Universidad en Bogotá.

     La amante del jefe terrorista permaneció un mes en el lugar, y le tomó cierto aprecio a Marisela, quien no se atrevió a contarle que Catatumbo intentó violarla y quería fusilarla. Además para evitar que los demás bandoleros supieran la verdad, Catatumbo coordinó en el Secretariado el traslado de Arnulfo para una de las cuadrillas que delinquen en Cundinamarca.

      La visita de la amante de Catatumbo a la guarida, coincidió con la ejecución del Plan de limpieza interna de las Farc ordenado por Jacobo y Tirofijo, denominado por los dos cabecillas comunistas con el mote de Plan Condor fariano. Esa fue la razón para la  reunión que motivó la ausencia intempestiva de Catatumbo el depravado sexual .

      De los crímenes ordenados por Pablo Catatumbo, el que más impresionó a Marisela, fue el de un niño de 9 ó 10 años de edad, fusilado por intrigas de Emilio cancharina, un rústico  cabecilla de escuadra, muy dado a los chismes y las intrigas para ganar la confianza de Catatumbo y del mono Jojoy.

Una tarde  regresó a la guarida la escuadra de cancharina, luego de recoger la economía[2]. Todos los terroristas, habían cargado pesados costales,  incluido el menor de edad a quien también le colocaron cargas de dos arrobas en cada ciclo. Estaban agotados y querían preparar un  refresco para beber.

     Como el niño era el menor de todos, cancharina le ordenó:

      —Vaya chino y recoge el agua en la cañada—

      —Envíe a otra persona a cumplir la tarea, porque estoy muy cansado—Ofuscado el ignorante cabecilla le propinó una palmada en la cara al infante, y luego le golpeó en varias partes del cuerpo con la parte plana de un machete.

      Adolorido por la  golpiza el niño le gritó:

     —Viejo hijo de puta  aprovechado, un día de estos me vuelo de aquí y les traigo el Ejército, para que los cojan a todos—

     Herido en su orgullo y arrogancia, cancharina ordenó que lo amarraran y lo llevaran a la caleta. Marisela presenció la tremenda golpiza y luego el amañado informe de cancharina  a Catatumbo, que el niño le había apuntado con un fusil para matarlo, que tenía un hermano en la Policía y otro en el DAS, por lo tanto se trataba de un infiltrado por el enemigo, que en cualquier momento los podría traicionar.

      Catatumbo y su amante estuvieron de acuerdo que al asesinar a ese niño, los demás infiltrados caerían con rapidez, se sentaría un precedente, y se les informaría a los camaradas Manuel y Jacobo, que el Plan Cóndor estaba en plena ejecución, porque ya estaban detectando y ajusticiando a los infiltrados.

     En menos tiempo de lo que Marisela esperaba, los cabecillas convocaron el consejo de guerra. Los cargos delfiscal contra el niño fueron abrumadores. Hasta lo sindicaron de inmadurez revolucionaria producida por la alienación mental, que le  causó el enemigo.

      En el momento de hacer la exposición de su defensa el infante imploró:

        —Don Pablo, le pido que le cuenten a mi mamá allá en Fuente de Oro, y que me pongan una cruz donde me entierren—

       Las desgarradoras frases del indefenso menor de edad no conmovieron a Catatumbo, pero sí afectaron a Marisela, quien temía que por no haber permitido a Catatumbo que la violara, podría sentarse en el banquillo de los acusados, con el terrible agravante que la versión del  cabecilla sería la valedera y a la que le darían credibilidad para tomar las mortíferas decisiones en los consejos de guerra.

      Debido a  que Arnulfo el único testigo de los hechos, ya no estaba allí para declarar en su favor. Marisela también votó contra su voluntad por el fusilamiento del niño. La votación en contra del traidor criminal, fue unánime, porque nadie quería reconocer  méritos a quien  atentó contra la vida de un camarada comandante

      Marisela también presenció el asesinato de Rosalba Reyes alias Carmen unacampesina puebluna[3] nacida y criada en Fuente de Oro-Meta. Cuando tenía 16 años Rosalba, fue novia de un agente de policía, pero el uniformado fue trasladado a Barranquilla y jamás volvió a saber nada de él.

        Cumplidos los 17 años, Rosalba ingresó a las Farc invitada por un primo que raspaba hoja de coca y la negociaba en Puerto Toledo Meta. La desdichada joven cargaba en el morral la foto de su primer amor, y algunas cartas platónicas que le escribía, diciéndole que por él regresaría a la vida civil, o hasta informaba donde se encontraba.

      El Plan Cóndor continuaba en pie. Una mañana, Catatumbo ordenó la revisión de los morrales de todos los terroristas, con tan mala suerte para Carmen que cancharina  encontró la foto del agente de policía y las cartas. La trama fue urdida de inmediato.

Le imputaron cargos por delitos graves contra las Farc. Se le inculpó ser infiltrada, pertenecer a una red de inteligencia enemiga, de ser traidora, etc. Esa misma tarde Wilson un terrorista natural de San José del Guaviare, la fusiló, igual cuando acribilló al niño de 10 años.

      Otra situación aberrante fue la experimentada por Isabel una joven terrorista, huérfana de padres que ingresó a la cuadrilla 27 de las Farc en Vistahermosa-Meta. La joven padecía trastornos emocionales y síquicos. En la guarida circulaba un ejemplar de la revista Semana, en la que había la foto de un agente de policía.

       Ingenua Isabel recortó la fotografía y la guardó dentro de su morral, porque según ella se parecía a su padre. Leicer se dio cuenta que la joven cargaba consigo dicha foto, y la delató con Catatumbo, quien dispuso el cateo del morral, y la convocatoria inmediata de un consejo de guerra, para aplicarle la justicia revolucionaria a los traidores del movimiento armado.

      Esta vez intervino la amante de Catatumbo, quien aseveró que Isabel no tenía los cinco sentidos en orden, entonces se postergó el asesinato de la inocente víctima, a quien se le quitó el armamento y se le asignaron funciones de rancha y lavado de ropas.

      Una semana después, Wilson sorprendió a la chiqui como le decían a Isabel, fornicando con otro terrorista, que en ese momento se encontraba de posta o centinela.

      La acusación fue inmediata  contra los dos traidores, que según Catatumbo estaban de acuerdo con el Ejército para dejar pasar los soldados por ese sector hacia la guarida.

      En un acelerado consejo de guerra ambos fueron declarados culpables y fusilados por Wilson el carnicero. Además Marisela observó que mediante este demencial proceder, Pablo Catatumbo, también conocido con los alias Aníbal o Hernán, cumplió al pie de la letra las instrucciones del  Plan Cóndor, y ordenó el asesinato de aproximadamente 50 terroristas de las cuadrillas 26, 27 y 43.

      Luego fue delegado por el Secretariado de las Farc en Caracas y Tlaxcala, para hablar de paz y derechos humanos con delegados del gobierno nacional.

      Cuando Tirofijo dispuso  suspender los asesinatos en las guaridas, porque se habían sobrepasado al cometer excesivos crímenes y violaciones contra los derechos humanos, Pablo Catatumbo y Martín Sombra[4], hicieron una asamblea con los sobrevivientes para aclararles que no todos los asesinados eran  infiltrados, sino que entre ellos había lumpen, es decir una escoria social  que debían  eliminar, para bien del movimiento armado y su proyección política en la vida colombiana.

      Por su parte, Marcelino Trujillo Bustos, alias Martin Villa, uno de los terroristas más antiguos de las Farc, y quien también participó en los asesinatos, afirmó que así impidieron el sabotaje del enemigo y la infiltración de cualquier persona en el movimiento.

Las justificaciones de la masacre fueron tan descabelladas como atroces. Marisela pensó suicidarse, pero como  mantenía la fe en Dios, y para ella seguían vigentes los conceptos religiosos que le inculcaron en el colegio, soportó la tortura de permanecer en las Farc.

      Entre los jóvenes sacrificados, cayeron algunos hijos de reconocidos auxiliadores de la guerrilla en el Meta, a quienes mintieron al decirles que sus hijos murieron en combates contra el Ejército. Sin duda, la estructuración marxista-leninista del cartel de las Farc los convierte en los maestros de la mentira y el engaño.

       Terminada la asamblea, Marisela habló con José Antonio Vargas alias Esteban, cabecilla de la cuadrilla 26, para que la llevara para allá, ya que tenía miedo que Catatumbo la asesinara. Esteban intercedió por Marisela y Catatumbo aceptó su traslado.

      Pero antes de partir tuvo que esperar para asistir al consejo de guerra y fusilamiento de Elkin, otro terrorista menor de edad, que por descuido con el material perdió las piezas de un fusil, y se le acusó de hacerlo a propósito, para que el enemigo los atacara y los sorprendiera sin las armas suficientes para defenderse.

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[1]En Junio de 1992, la Revista Semana informó que entre los expedientes de la justicia  estadounidense contra narcotraficantes, hay uno contra Pablo Catatumbo, vocero de las Farc en Tlaxcala, investigado por la siembra de amapola y la producción de heroína por parte de un frente de las Farc. Jairo Bárcenas dice que Catatumbo desertó de las Farc, pero que Jacobo lo localizó en México de donde lo trajo y leperdonó la falta.

[2]remesa

[3] Persona nacida en una vereda, y que vive en el área urbana del municipio al cual pertenece.

[4]Años más tarde carcelero de militares, policías y dirigentes políticos secuestrados por las Farc.

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