Por instrucciones concretas de Xi Jingpin, China acumula un enorme arsenal nuclear, preparándose para encarar la rivalidad con Estados Unidos. Menos de tres semanas después de asumir el poder, Xi Jinping convocó a los generales encargados del programa de misiles nucleares y ordenó consolidar una capacidad más potente capaz de contrarrestar la amenaza estadounidense.
Aunque en público los comentarios de Xi sobre cuestiones nucleares han sido escasos, sus comentarios en privado, revelan temores de que el armamento nuclear relativamente modesto de China pudiera ser vulnerable frente a Estados Unidos apoyado por el círculo de aliados asiáticos.
Con Xi Jingpin en el poder, China considera las armas nucleares como escudo defensivo y espada potencial para intimidar y subyugar adversarios. Inclusive, sin disparar un arma nuclear, China podría movilizar sus misiles, bombarderos y submarinos para advertir a otros países contra los riesgos de una imprevisible escalada.
La lógica es sencilla: Quien posea tecnologías más avanzadas, y desarrolle armas estratégicas de disuasión, tendrá al mismo tiempo, voz poderosa en tiempos de paz, e iniciativa geopolítica y estratégica en tiempos de guerra.
Durante el mandato de Xi Jingpin, China ha duplicado el tamaño del arsenal a casi 500 ojivas. A este ritmo, para 2035, podría tener 1.500 ojivas, más o menos las mismas que actualmente despliegan Washington y Moscú.
En complemento, China está desarrollando una sofisticada gama de misiles balísticos, submarinos, bombarderos y vehículos hipersónicos con capacidad de efectuar ataques nucleares. Asimismo, ha mejorado su sitio de pruebas nucleares en la región occidental de Xinjiang, despejando el camino para posibles nuevas pruebas subterráneas.
En consecuencia, la expansión de China ha desencadenado intensos debates en Washington en torno a cómo responder, y por extensión ha generado mayores dudas sobre el futuro de los tratados de control de armas de destrucción masiva aún vigentes. Por errónea circunstancia, esto sucede, mientras el antagonismo entre Estados Unidos y Rusia plantea perspectivas de rivalidad nuclear.
Aunque durante 2023, Xi Jingpin y Joe Biden redujeron tensiones mutuas, será difícil hallar la estabilidad nuclear, si el gobierno chino se margina intencionalmente de los tratados de control de armas, mientras que por circunstancias geopolíticas la Casa Blanca, deba enfrentar simultáneamente las ambiciones expansionistas de Pekín y Moscú.
Complejidad en las relaciones entre China y Estados Unidos
Las ambiciosas opciones nucleares de China podrían moldear el futuro de Taiwán, que el gobierno chino reclama como parte de su territorio, y cuya seguridad militar depende del respaldo de Estados Unidos. No obstante, durante los años venideros, China podría limitar la intervención de Washington y sus aliados en cualquier conflicto en Taiwán.
Su as bajo la manga podría ser una fuerza de disuasión estratégica con el fin de advertir a Estados Unidos y la Otán, que cualquier intervención externa a favor de Taiwán no tendrá éxito
Los contextos de la revolución nuclear de Xi Jingpin
Desde cuando China ensayó por primera vez una bomba atómica en 1964, sus líderes han repetido que ellos nunca serían “los primeros en utilizar armas nucleares” en caso de una guerra, puesto que solamente requieren algunas armas nucleares para amenazar de manera creíble a adversarios potenciales.
Sea veraz o no esa discutible teoría defensiva, lo cierto es que China mejoró la capacidad de sus fuerzas convencionales a partir de la década de 1990, e incrementó matemáticamente su arsenal nuclear. Cuando Xi Jingpin asumió el cargo en 2012, China poseía alrededor de 60 misiles balísticos intercontinentales que potencialmente alcanzarían territorio estadounidense.
En ese momento, China estaba desafiando a sus vecinos mediante disputas territoriales, pero oteó un riesgo para sus ambiciones expansivas, ante los esfuerzos de la Casa Blanca por apuntalar el poder estadounidense en la región Asia-Pacífico, situación catalogada por Xi JingPin como intensificación estadounidense de medidas para la contención estratégica y el cerco a su alrededor.
También preocupaba a Xi Jingpin, que su capacidad de disuasión nuclear estuviera debilitándose, pues los misiles del Ejército Popular de Liberación eran cada vez más vulnerables a la detección y destrucción a medida que Estados Unidos avanzaba en tecnología militar y articulaba alianzas geoestratégicas en Asia.
Así, a finales de 2015, China dio un gran paso para mejorar la fuerza nuclear, cuando el Segundo Cuerpo de Artillería, custodio de los misiles nucleares de China, renació como la Fuerza de Cohetes, elevada al mismo nivel jerárquico del ejército, la marina y la fuerza aérea chinos.
Defensa estratégica de China: túneles y campos de silos
China pretende aumentar la cantidad de ojivas nucleares disponibles, pero también está enfocada en ocultar y blindar las ojivas, con el fin lanzarlas más rápidamente y desde tierra, mar o aire. El propósito es tener fuerzas nucleares suficientes para equilibrar la situación geopolítica global y ganar la iniciativa en guerras futuras.
La disuasión nuclear de China depende de túneles excavados en lo profundo de montañas remotas. Sus soldados son entrenados para ocultarse durante semanas o meses, privados de luz solar, sueño regular y aire fresco mientras intentan pasar desapercibidos por fuerzas enemigas, porque si llega la guerra, el arsenal nuclear se desplaza bajo tierra, con el fin de romper la cobertura donde el enemigo menos lo espere. Para aumentar la letalidad, China agregó lanzadores de misiles móviles por carretera y ferrocarril, con la intención de evitar la observación de satélites y otras tecnologías estadounidenses de detección.
En complemento a esas medidas de seguridad, las fuerzas chinas construyeron silos de lanzamiento de misiles como medida de engaño táctico, situación que obliga a las fuerzas estadounidenses a adivinar cuáles ocultan misiles reales y cuáles tienen baterías simuladas.
Por ahora están identificados tres extensos campos con 320 silos de misiles construidos en el norte de China, dotados con misiles aptos para alcanzar territorio continental de Estados Unidos.
Sin embargo, tal expansión nuclear, encuentra obstáculos humanos. En 2023, Xi Jingpin reemplazó abruptamente a los dos principales comandantes de la fuerza nuclear, señalados de actos de corrupción. Y en lo que va de 2024, han salido nueve altos oficiales de la misma unidad y por la misma razón.
Realidades complejas
Mediante ofertas coercitivas, los líderes chinos han dicho que desean realizar una unificación pacífica con Taiwán, pero que pueden usar la fuerza si consideran que se han agotado otras opciones. Si China se apodera de Taiwán, Estados Unidos podría intervenir para defender la isla, entonces, China calcularía que su arsenal nuclear podría configurar una poderosa advertencia.
Tales amenazas de China podrían tener más probabilidad, si se considera su creciente conjunto de misiles, submarinos y bombarderos apuntando a las principales ciudades de Estados Unidos y a las bases militares estadounidenses de Japón o Guam.
Las opciones de Pekín incluyen 200 lanzadores de misiles DF-26, que pueden intercambiar entre ojivas convencionales y nucleares y alcanzar objetivos en toda Asia. En caso de una confrontación real, Washington podría encarar decisiones difíciles, para determinar en breve tiempo, si los potenciales de ataques en China pueden incluir unidades de misiles con armas nucleares y, en un caso extremo, si un misil DF-26 atacante puede estar artillado con una ojiva nuclear.
Conclusiones
1. El programa nuclear chino tendiente a desafiar abiertamente a Estados Unidos y Europa, es una realidad y no solo una potencial agresión. Demanda atención total.
2. La ilimitada ambición personal, el egocentrismo y la ausencia de debate interno con pesos y contrapesos del autócrata chino Xi Jingpin, aumenta la posibilidad de que en su afán expansionista, decida invadir a Taiwán y atacar con armas nucleares a Estados Unidos.
3. La tensa situación diplomática y comercial entre Estados Unidos y China ha ido creciendo en una especie de guerra fría entre esas dos potencias, en la que las actuales tecnologías, podrían desencadenar eventos catastróficos.
4. Los teatros de guerra en Medio Oriente, Ucrania y los potenciales en Corea y Taiwán, proporcionan a China ventajas geoestratégicas y limitaciones de maniobra a las Fuerzas Militares estadounidenses para apoyar a sus aliados.
5. De seguir el escenario como está con Estados Unidos sumido en pugnacidades políticas entre Biden y Trump, que dicho sea de paso, ninguno de ellos dos debería estar en escena electoral, China y Rusia podrían impactar con sorpresas estratégicas a la potencia norteamericana, dejando la disyuntiva entre tolerar las expansiones de los sátrapas Putin y Xi Jingpin, o utilizar las armas nucleares.
Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 40 libros de geopolítica