45 días continuos del segundo periodo presidencial de Donald Trump. Populismo sin par, líos diplomáticos, desbocadas amenazas de acciones coercitivas, corifeos a granel, abruptos retiros unilaterales e irresponsables de programas humanitarios mundiales, despidos masivos de funcionarios oficiales sin planes preconcertados, promesas propias de campaña demagogica sin acciones correctivas verificables, discursos altisonantes, órdenes y contraórdenes inmediatas, etc., señalan senderos poco claros para futuro inmediato de la gran potencia y paz del planeta Traición a Europa y Ucrania, mediante inexplicable respaldo legitimador de ambición saqueadora de Rusia, al parecer preacordada por el dúo Putin-Trump hace 10 años, afecta credibilidad interior y exterior de Estados Unidos, acelera ambición irrefrenable de China contra Taiwán e incidir en geopolítica europea.
Sin coordinación previa, Trump fuerza abortada creación de una Eurotan, sin peso específico de Estados Unidos, con la consecuencia lógica, que Washington perderá influencia geoestratégica y geoeconómica en el Viejo continente, incitando avaricia imperialista de Putin y su círculo cercano. Altibajos en aplicación de tarifas a socios comerciales permanentes, causa incertidumbre, demuestra improvisaciones permanentes, carencia de proyectos de Estado y contradice a quienes aducen supuesta brillantez estratégica de Trump, en cada maniobra similar.
Adagios populares análogos: Perro que ladra no muerde. Mucho ruido pocas nueces.
Órdenes y contraórdenes significan graves desórdenes. Resumen: pasos reiterados para repetir error del pastorcito mentiroso. Perder credibilidad conlleva caos, incertidumbre, zozobra, desazón y conflictividad entre gobernados, aliados políticos y socios comerciales e industriales. Máxime, con la OTAN, alianza militar de la cual han pendido paz y estabilidad mundial durante ocho décadas, después de dos atroces guerras mundiales.
Peor, si hacen metástasis, conflictividad entre potencias multiplicada por insaciable avaricia de Trump, latrocinio imperialista de Putin, o planes subrepticios geopolíticos chinos. Todos son caminos seguros hacia una confrontación mundial, en la que sin credibilidad de sus aliados, Estados Unidos sería presa de ataques políticos, armados, geopolíticos, diplomáticos, terroristas, culturales y comerciales en todo el planeta. Trump está jugando con candela.
Ni tiene la capacidad para dirigir una nación inmersa en mútiples escenarios caóticos, ni el poderío militar es suficiente para que Estados Unidos atienda tantos frentes de guerra sin la solidaridad de aliados que ya están heridos por la agresiva conducta de Trump y sus halcones. O Trump cambia de actitud.
O cambia. No hay término medio para evitar hecatombe mundial. Ni Estados Unidos ni el mundo aguantarán cuatro años de altibajos emocionales de Trump. Analizó Luis Alberto Villamarín Pulido
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