Generales Rodríguez y Lasprilla: Ustedes tienen la palabra

Publicado: 2014-06-09   Clicks: 3345

       Análisis del conflicto colombiano

  La catarata de noticias y acontecimientos suscitados en torno a las Fuerzas Militares en la actual época preelectoral adornados por la farsa de las conversaciones de paz en Cuba, acuñados como constante histórica en las contiendas partidistas colombianas, llaman una vez más a la reacción estructural de las instituciones militares, para preparar de manera integral a sus cuadros de mando y así evitar que se repita el mismo manoseo a las tropas por parte de los dirigentes políticos de todas las vertientes, aquellos que se creen dueños del poder, de Colombia, de sus destinos y de la lealtad de los soldados.

   Desde el nacimiento de la república, las élites de todas las vertientes políticas han visto a las Fuerzas Militares como un mal necesario y han usufructuado la sangre y el sacrificio de los soldados para fines politiqueros. En la campaña presidencial de 2010 participaron tres ineptos exministros de defensa y en la de 2014 repitieron dos de los mismos personajes. Pese a su ineptitud profesional en el campo de la seguridad nacional, todos sin excepción se han auto-atribuido la genialidad estratégica de los golpes militares contra el terrorismo. Y así ha sido siempre a lo largo de la sangrienta historia colombiana.

     En 1965 el presidente Valencia retiró del ministerio de Guerra al general Alberto Ruiz Novoa porque el caracterizado oficial se opuso a la manipulación politiquera de las tropas. En 1984 Belisario Betancur llamó a calificar servicios al general Fernando Landazabal, porque el entonces ministro de defensa advirtió al mundo que las conversaciones de paz en Casa Verde eran una farsa mayúscula. En 1997, Ernesto Samper trató de ocultar su falta de decencia y cuestionada elección, al destituir al general Harold Bedoya Pizarro porque este se opuso a espectáculo mediático Samper-Farc, para liberar a los soldados secuestrados en la base militar de Las Delicias.

     De ahí en adelante, los sucesivos comandantes de las Fuerzas Militares y del Ejército Nacional, han tenido una actitud disciplinada pero débil frente a las argucias politiqueras de los presidentes de turno. En el gobierno de Andrés Pastrana, los generales Fernando Tapias y Jorge Mora Rangel marcaron el sendero de la indignidad y la falta de carácter, al tolerar la sacada del batallón Cazadores de su sede en San Vicente del Caguán, con el único propósito de permitir al inepto presidente, que extendiera su vanidoso deseo de ser distinguido con el Premio Nobel de Paz.

     Durante el doble gobierno de Alvaro Uribe Vélez, las Fuerzas Militares fueron manoseadas de manera reiterativa debido a la debilidad de carácter de los sucesivos comandantes generales de las Fuerzas Militares, que toleraron al impulsivo mandatario antioqueño la destitución sucesiva de varios generales y coroneles, la irrupción arbitraria de la línea de mando, la presión por resultados operacionales, actividades irregulares que culminaron con las presuntas ejecuciones extrajudiciales, casos puntuales de alianzas con bandidos de las AUC y una pintoresca e imaginaria desmovilización de bandidos de las Farc en el Tolima.

    Luego Juan Manuel Santos, cerró con broche de oro los abusos contra las Fuerzas Militares, algunos cohonestados por el general Sergio Mantilla, que colmado de soberbia y actitudes de atarván contra sus subalternos, no se sonrojaba en decir que la lealtad de las tropas era con Santos y no con el pueblo colombiano; generó roces de liderazgo y conducción de las tropas contra el general Alejandro Navas; permitió que el presidente disfrazara un hijo de soldado, y luego como suele suceder con todos los serviles en todos los regímenes, Mantilla fue sacado del Comando del Ejército por la puerta de atrás.

     Relevados Navas y Mantilla, asumió una nueva cúpula militar, sumisa, pasiva, embelesada con las maromas politiqueras de Santos, subyugada a un ministro de defensa “yuppie”, e incapaz de transmitir con claridad a más de 250.000 subalternos, las razones  por las cuales permiten que el nombre de la institución armada la misma que creó la república y la misma que sostiene en el inmerecido cargo a los politiqueros de siempre, sea mancillado y agraviado a diario por campañas electorales; usado para que un mediocre como Santos diga al país que las madres no deben entregar sus hijos a la guerra, o para que la otra campaña diga que ahí está el verdadero comandante general que necesitan los soldados, o para que Martha Lucía Ramírez fantaseé como estratega de escritorio, o para que cualquier perico de los palotes agreda a la institucionalidad militar.

Al examinar con pinzas estos sucesos queda en evidencia, que los dirigentes políticos de turno, dueños de la verdad revelada, con contactos en la prensa y con el argumento que los militares no son deliberantes; salen avantes de estos episodios, casan nuevas peleas demagógicas entres sí, se autodeclaran los  elegidos para sacar a Colombia del atolladero al que ellos la han conducido y se de paso dejan mancillado el honor militar sin que nadie con poder decisorio dentro de las tropas, tenga la vergüenza y el carácter de poner los puntos sobre las íes, al reunir a los generales y almirantes con el presidente y el ministro de Defensa, para exigir el respeto constitucional e institucional que las tropas merecen.

    Los dirigentes políticos son sagaces y conocen las vulnerabilidades de los mandos y por eso manipulan la situación. Saben que por ejemplo Mora y Tapias no deseaban perder los carros, las escoltas, los teléfonos celulares y demás prebendas de sus cargos pagados con dineros públicos; también saben que ante la cercanía de varios generales y almirantes con la capacidad de ocupar los altos cargos, al que nombren en las mas altas posiciones, se convertirá en sumiso a ellos como Mantilla, Padilla, Rodríguez Barragán o Cely y en potencial “eliminador” de competencias internas.

     Lo grave es que mientras ayudan al presidente de turno a salvar los temporales políticos que se desatan por males concomitantes a nuestra “pobre” dirigencia histórica verbigracia la corrupción, el clientelismo, los odios, las envidias, etc; las Farc y sus cómplices comunistas armados y desarmados ganan terreno como sucede con el actual sainete de La Habana y la evidente actividad del partido comunista clandestino y el movimiento bolivariano clandestino de las Farc, que a juzgar por sus actos recientes no son tan clandestinos.

Además de esa urgente reunión, que no es la primera vez que se sugiere, también es necesario que los generales y almirantes revisen y recompongan la instrucción militar de las escuelas de formación y capacitación de oficiales, en temas que son sensibles y que por la dinámica de la guerra en el país requieren aplicación inmediata tales como: liderazgo en todas sus especialidades, geopolítica, sociología militar, defensa nacional, acción integral, historia militar, historia de Colombia, revoluciones y procesos de paz, plan estratégico de las Farc y el Eln, y sociología política de país.

     Todo este programa proyectado para que en el futuro, las Fuerzas Militares sean más respetadas y mucho más profesionales que las de ahora. Si no se examina con ojo clínico lo sucedido hasta ahora y se continúa la navegación sobre las aguas del mar de la mediocridad, la improvisación y la improvidencia, Colombia y sus tropas serán las únicas sacrificadas. Y los dirigentes políticos se saldrán con la suya una vez más.

     Es necesario salir del letargo y el formalismo con visos serviles, de estar pidiendo permiso al presidente y al ministro de turno, para hacer lo que es ético en defensa de la institución, y elaborar la memoria histórica del conflicto, pues lo acordado en Cuba hasta el momento solo apunta a satanizar a las Fuerzas Militares, y si no se actúa a tiempo con contundencia, la dirigencia política colombiana que es sinuosa y torva, que hoy se ataca mutuamente y mañana se une para otras causas contra el país, se lavará las manos y al final del episodio, los militares serán los únicos responsables de la guerra ocasionada por las Farc, los comunistas y los bandidos de cuello blanco. … Y el país seguirá a la deriva.

     Generales Juan Pablo Rodríguez Barragán y Jaime Lasprilla, este es un momento histórico que demanda su acción constitucional para hacer respetar a las tropas. La historia es como el futbol quien no la hace ve a los demás hacer los goles.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

www.luisvillamarin.com

Analista de asuntos estratégicos

New York City, 9 de junio de 2014

 

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