Seis meses de bl, bla, bla, bla, en La Habana. Nada concreto: Colombia es la única perdedora.

Publicado: 2013-05-20   Clicks: 2668

 

      Análisis del conflicto colombiano

     Se acaban de cumplir los seis primeros meses de hablar, hablar, y hablar por parte de las Farc en La Habana; de escuchar, escuchar y escuchar por parte de Humberto De La Calle y sus mudos asesores; de mentir, mentir y mentir por parte del gobierno que dice que todo va bien, que ya hay luces para preacuerdos; de combatir, combatir y combatir por parte de las tropas; de politiquear, politiquear y politiquear por parte de Santos y sus secuaces; de especular, especular y especular por parte de la prensa…

     Y de padecer, padecer y padecer por parte de Colombia, por la inoperancia y vanidad ilimitada del presidente Santos, y la salvaje visión política y delictiva del hampa organizada de las Farc.

    El origen del problema es claro y lo han tratado historiadores de la talla de Indalecio Liévano Aguirre y Germán Arciniégas: Por un lado una casta aristocrática convencida que el poder les corresponde por tradición hereditaria. Y por el otro, extremistas con ambiciones totalitarias y auto-convencimiento que sus cuadrillas de forajidos representan el destino del pueblo colombiano.

     Por desgracia en la mitad de esos siniestros intereses de lado y lado, está la gran masa nacional que padece el drama de la impotencia: Pagar impuestos al Estado para que vivan como reyes personajes como Juanma, Vargas Lleras, Pastrana, la canciller Holguín, Roy Barreras, Ernesto Samper, César Gaviria, Horacio Serpa, Belisario Betancur, y demás miembros de la larga lista que integra la taifa de delfines y “elegidos”.

     O pagar extorsiones, rescates por secuestros y hasta poner sus hijos para que como oficiales, suboficiales, soldados y  agentes, vayan al campo de batalla a matarse con narcotraficantes, sicarios, secuestradores, ladrones de ganado, abusadores de niños como Pablo Catatumbo;  asesinos despiadados como Iván Márquez, narcotraficantes y lavadores de dinero como Rodrigo Granda, o votar y pagar impuestos para que  los miembros del Partido Comunista Clandestino de las Farc (que por sus hechos no son tan clandestinos) ocupen curules en el congreso, viajen por el mundo promoviendo el narcoterrorismo comunista y mintiendo con rampante cinismo.

    La semana anterior, Santos utilizó los recursos de los colombianos y desde el Palacio de Nariño, anunció su reelección o la vergonzosa continuidad de sus politiqueras líneas de desgobierno, insuflado porque venía de auto publicitarse al lado del Papa en Roma, fanfarronear con la Escuela Militar de Cadetes en un acto demagógico de supuesto respaldo militar a su intencionalidad de “pacifista” anti-Caligulas el 9 de abril, con el respaldo del general Sergio Mantilla a quien ordenó salir a los medios a resarcir, dizque la lealtad de las tropas colombianas, no es con la Constitución, las leyes y Colombia, sino con su majestad Juan Manuel I. Igual que en cualquier monarquía tribal africana. Y por desgarcia tiene quien le cumpla esa “orden”.

     Como todo tahúr avezado, Santos jugó las cartas marcadas, pero no contaba con que los bandidos de las Farc también son tramposos, mentirosos, oportunistas y sobre todo que desde el principio han dicho que no entregarán las armas, refrendaron este tesis con un reconocido camarada periodista, y remataron su punto de vista diciendo que Juanma tiene derecho de reelegirse para  ellos seguir su proyecto narcoterrorista ligado a Maduro Ortega, Dilma, etc, pero que de acuerdos agrarios, no hay nada de nada.

     Este es el estéril campo de siembra de la necesaria paz en Colombia, luego de seis meses de gastos en viáticos, hoteles, ruedas de prensa, pasajes, propaganda autopublicitaria de  Santos, y resurrección política de las Farc, paralela con la incapacidad funcional y física de los impreparados negociadores del gobierno, para bloquear el Plan Estratégico del grupo narcoterrorista.

    Alguna vez Marx preguntó: ¿Que mal estaré haciendo a mi pueblo cuando mis enemigos me aplauden?... Por la salud de Colombia, sería muy positivo reflexionar, ¿porqué los bandidos de las Farc, que siempre han desconocido la Constitución Nacional, hoy la reconocen y aplauden  con argumentos jurídicos basados en esa constitución que necesitan a Juanma en el cargo?...

     Es claro: para prolongar la farsa.

    En síntesis, después de seis meses de estériles charlas en La Habana, las Farc hablan, hablan y hablan.  Santos y su combo reeleccionista politiquean, politiquean y politiquean. La oposición usa el tema con los mismos fines. Los soldados combaten, combaten y combaten. Los periodistas especulan, especulan y especulan….

     Pero todo sigue igual al eterno drama de Colombia. La élite intocable de apellidos y familias de “alta alcurnia” sigue convencida de su destino mesiánico, hereditario y perpetuo. Los comunistas herederos de los radicales del siglo XIX, masacran y depredan al pueblo que dicen defender. Y los desprotegidos que están en la mitad de esos intereses, aportan a sus hijos a las Fuerzas Militares para que defiendan la aristocracia de pedigree, los terratenientes, las mafias de corruptos infiltradas en los  altos cargos en las tres ramas; además para para que se maten en combate contra el hampa fariana dirigida con audacia por los comunistas.

    Mientras no se aclare ese marasmo, podrán caer mil caliches, mil negros Eliécer, mil Jojoys, pero siempre habrá guerra instigada por los comunistas armados y desarmados; porque del otro lado estarán los infiltrados entre los magistrados con sueldos y carruseles aberrantes; los inmerecidos congresistas que son capaces de negar a la mamá para ir a una fiesta de huérfanos, los gobernantes politiqueros como Santos, Gaviria, Pastrana; Samper, Belisario, López Michelsen, Lleras Restrepo, los cancilleres torpes e ineptos, los ministros de defensa civiles utilizando el cargo como trampolín para sus ambiciones desmedidas, y miles de ladrones de cuello blanco que llegan a los cargos públicos nacionales, regionales, a depredar el erario.

     Por eso, seis meses de tiempo perdido en La Habana, indican que las Farc han manipulado todo el proceso a su antojo; que Santos está desesperado por su reelección, que los asuntos cruciales de la seguridad nacional como el robo de 75.000 km2 de mar territorial, no es su problema; y que millones de colombianos, seguiremos acéfalos de líderes, amorfos de proyecto de identidad nacional e impotentes para salir de este  embrollo al que los politiqueros llevaron el país.

     Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

    www.luisvillamarin.com

    Analista de asuntos estratégicos

     El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es autor de 21 libros relacionados con geopolítica, estrategia, defensa nacional, contraterrorismo e historia del conflicto colombiano.

Lea aquí los libros escritos por el coronel Villamarín

 

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