Martin Caballero, Acacio, y otras operaciones militares exitosas.

Publicado: 2007-10-26   Clicks: 3439

 

Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Escritor estratega

Publicado en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia el 26 de Octubre 2007 6:13 PM

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/10/Martin-Caballero-Acacio-y-otra.php

 

      Sin duda que la baja en combate de Martín Caballero, mediante operación casi calcada del ataque a su guarida que facilitó la fuga del ministro Araújo, sumada a la incursión aeroterrestre sobre los campamentos de Carlos Antonio Lozada y el negro Acacio, constituyen en sumatoria importantes éxitos tácticos con serias connotaciones estratégicas.

       Las tres operaciones enunciadas demuestran precisión de la inteligencia militar  para localizar los campamentos guerrilleros, habilidad refinada en la maniobra del componente terrestre para eludir las avanzadas de seguridad, exactitud del fuego aerotáctico y de las armas de apoyo, así como contundencia para golpear el objetivo principal.

      Por otro lado, las deserciones de 119 cabecillas con mando intermedio y las muertes de Acacio y Caballero, reflejan el crecimiento alcanzado por las Farc durante 20 años de desgobierno marcados entre 1982 y 2002, en desarrollo del proceso cualitativo político-militar encaminado a ocupar corazones geopolíticos.

      Esto indica que la situación no ha alterado la balanza del poder relativo de combate, pues hay otros cabecillas listos para ocupar el espacio dejado por los muertos, solo que necesitan un periodo de reafianzamiento, pues por obvias razones cunden la desconfianza, la incertidumbre entre los guerrilleros, que con estos sucesos están avisados que quien “cuelgue” la seguridad se muere o es apresado.

      Los únicos que en este momento se sienten seguros son los miembros del Secretariado que viven en Venezuela y Ecuador con la complicidad de los izquierdistas solidarios con la causa. Los demás verbigracia, Nelson Robles, Tomas Lince, Martín Villa, Lozada, Fabián Ramírez, Joaquín Gómez, etc, deben estar tratando de evaluar los acontecimientos y redireccionar el comportamiento táctico de las cuadrillas. Es apenas obvio.

       Para el gobierno y las Fuerzas Militares el golpe llega como un alivio de presión a las desmedidas críticas que a diario reciben de los correligionarios de la guerrilla y de los afectados por los cuestionados procedimientos en Jamundí, Guaitarilla, Cajamarca, etc.  No obstante la exitosa iniciativa que han tomado las tropas en algunos sectores de la geografía nacional, necesita nivelarse en todo el país. No puede haber diferencias entre unas tropas y otras. Todas están entrenadas y capacitadas para producir resultados de ese nivel.

      Es necesario e importante puntualizar que el éxito militar es de las tropas y no obedece a ninguna directriz del Ministerio de Defensa. No se puede hacer politiquería con esto. Tampoco se debe aceptar. El beneficio de estas acciones es para el país, no para fortalecer carreras políticas individuales.

       No se puede caer en el artilugio planteado por Alfonso Lopez, según el cual los ministros liberales fueron quienes fortalecieron las Fuerzas Militares. La efectividad de estas depende de su credo interno, del patriotismo que se inculca en los cuarteles y del profesionalismo de los comandantes. No existe ningún cordón umbilical del éxito militar en combate con la parte administrativa del Ministerio de Defensa.

      Tampoco es cierto que hasta ahora comienzan a verse resultados contundentes. Desde siempre los soldados e infantes de marina han aportado ingentes cuotas de sacrificio materializadas en bajas de cabecillas. Recuérdese a la Chiqui, a Capera del M-19, a Miller Perdomo de las Farc, a los hermanos Vásquez Castaño del Eln y a otros terroristas dados de baja, no por directriz proveniente del ministerio, sino por la efectividad de las tropas y la abnegación de quienes ejecutan las operaciones.

      Si existiera ese cordón umbilical, la guerra se habría ganado hace rato, porque existirían objetivos nacionales y planes estratégicos integrales. Como esas condiciones no existen, pervive el problema. Y eso lo saben muy bien los estrategas de las Farc.

      En síntesis: Las dos importantes operaciones contra cabecillas de las Farc, constituyen una clara invitación al alto mando militar y al ministro de defensa, para no caer en el triunfalismo, ni autoatribuirse mas de lo que corresponde en los importantes logros tácticos.

Es el momento para analizar con sensatez la información operacional disponible, perfeccionarla e incrementar el ímpetu combativo de las tropas. Al mismo tiempo es necesaria e improrrogable una intensa campaña de guerra sicológica, faseada y sostenida, mediante la cual se invite a los terroristas a la rendición y a delatar los cabecillas para recibir las recompensas, sin descuidar el trabajo sicológico para fortalecer la moral de las propias tropas y robustecer el imperioso acercamiento con la población civil.

      Pero además de esto, es necesario que los ministros del despacho obren en consecuencia. Que todos los planes de gobierno en todos los sentidos apunten a terminar la guerra y derrotar en todos los campos a los violentos. Que la justicia actué con rapidez e imparcialidad. Que se acabe el show politiquero de las campañas electorales. Que en las regiones y los municipios los gobernadores y alcaldes gobiernen pensando en Colombia. Y claro que no se repitan los vergonzosos casos de corrupción de funcionarios públicos, como el de un contralor investigado por incrementar su patrimonio en la bicoca de cuatro mil millones de pesos.

      Si esto sucede los soldados se sienten mas ligados a la misión y Colombia estará mas segura con tendencia la progreso, a la inversión económica y social, con mejor posicionamiento en el ámbito internacional y con mas facilidades para combatir el narcotráfico combustible de la absurda guerra.

      Siempre lo hemos dicho que la acción militar por si sola es insuficiente. Las zonas afectadas por la guerrilla necesitan carreteras, puestos de salud, escuelas, planes de vivienda, fuentes de empleo, que impedirán el perverso reclutamiento de menores de edad para engrosar las filas guerrilleras y de incautos integrados al venenoso proyecto del partido comunista clandestino encargado de articular el trabajo subreptico de las cuadrillas rurales con las milicias bolivarianas y las estructuras urbanas.

De lo contrario a mediano y largo plazo, las bajas en combate de Acacio y Caballero, solo servirán para que las Farc bauticen alguna cuadrilla con los pintorescos alias de los dos terroristas muertos.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

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