Petro continúa desarrollando caos inducido porque oposición es débil, inconexa y está enmarañada en mesianismo de partidos de garaje y candidatitis por insaciable garosidad. Suena a disco rayado, pero así lo corroboran las constantes transgresiones de Petro contra el orden institucional, la democracia, y el futuro de Colombia.
De persistir el esquema de los candidatos ansiosos de ser alguien, para manejar nóminas y presupuestos oficiales, no de hacer algo por los colombianos, estamos ante dos escenarios letales para nuestro país:
Primero, que con artimañas y por medio de la violencia de terrorismo urbano, Petro desestabilice el orden público y convoque de facto una conflictiva asamblea constituyente, que por su naturaleza podría desembocar en violencia impredecible y suspensión de elecciones en 2026.
Segundo, que repitamos en segunda vuelta presidencial de 2026, la nefasta experiencia de 2022 cuando tuvimos que votar por el menos malo, escogiendo entre un sujeto con evidentes desquicios mentales y otro con antecedentes terroristas. Y ganó el peor de los dos. Eso, es mucho decir.
A menudo escuchamos en medios tradicionales o leemos y vemos en los virtuales, a mas de una centena de Mesías pletóricos de garosas intenciones, despotricando de la pésima gestión de Gustavo Petro, pero sin excepción ninguno bosqueja soluciones claras diferentes a trilladas frases de cajón alrededor de la seguridad, la presencia del Estado y la representación ciudadana. Ante tanta pobreza estructural en la dinámica política, de parte de los partidos de garaje y sus mesiánicos salvadores, atados todos a la desvergüenza de los causantes de que Petro sea presidente y ahora osan de ser moralistas y hasta enviados de otra constelación para sacarnos del marasmo, no hay sino un camino sensato por tomar:
Que desistan de sus egocéntricas ambiciones y se dediquen a la construcción de un proyecto serio, estructurado, prospectivo y con visión de país alrededor de objetivos nacionales, políticas de Estado, programas concretos, y gobernanza en toda la extensión de la palabra. Alerta dada, evita tragedias y desengaños posteriores.
Les habló Luis Alberto Villamarín Pulido
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