Muerte de científico iraní Mohsen Fakhrizadeh: ¿Ataque preventivo de seguridad nacional israelí?

Publicado: 2021-09-20   Clicks: 1365

        Por las cinematográficas y cada más sorpresivas como creativas características de su ejecución, son legendarias las incursiones aeroterrestres del Estado de Israel, para eliminar las fuentes de la agresión, donde sus servicios de inteligencia, determinen que está en riesgo la seguridad nacional y el posicionamiento geopolítico de los intereses vitales israelíes.

        Así lo corrobora, la asombrosa operación que combinó inteligencia humana, inteligencia técnica, incursión de comandos, sobornos a funcionarios oficiales iraníes, y empleo de medios tecnológicos de última generación, la cual culminó con la muerte del científico iraní Mohsen Fakhrizadeh, viceministro de Defensa y director del proyecto nuclear de la teocracia chiita, ocurrida en horas de la tarde el viernes 27 de noviembre de 2020, dentro de su propio país.

        A lo largo de catorce años continuos, los servicios de inteligencia israelíes, habían intentado matarlo. El servicio de inteligencia de Irán le advertía  permanentemente acerca de un posible complot de asesinato, pero como consecuencia de la muy reiterada advertencia, Mohsen Fakhrizadeh agotó las alertas mentales por tan seguidos avisos sobre su seguridad.

        En contraste con la destacada posición que ocupaba en el componente militar de la República Islámica de Irán, Fakhrizadeh mantenía bajo perfil, e inclusive disfrutaba de leer poesía persa, ir con su familia al mar o caminar por el campo.

       Y, sin atender recomendaciones de su equipo de seguridad, a menudo conducía su propio automóvil sin blindaje hasta el veraneadero de Absard, en lugar de viajar con los guardaespaldas dentro de un vehículo blindado. Su exceso de confianza era una violación a los protocolos de seguridad para alguien de su nivel.

        Mientras tanto, los agentes de inteligencia israelíes no cesaban en el propósito de matarlo. Y luego de varios intentos fallidos, concretaron el letal propósito, mediante la impresionante combinación de avances científicos y tecnológicos, sin necesidad de tener agentes presentes en el lugar de los hechos.

        El día de su deceso Mohsen Fakhrizadeh el más importante científico nuclear de Irán, leyó en la mañana algunos textos de filosofía islámica en su casa de vacaciones ubicada a orillas del mar Caspio. De allí se dirigió en su automóvil personal sedán Nissan Teana negro, hacia su casa de campo en Absard, al oriente de Teherán, donde planeaba pasar parte del fin de semana con su esposa.

        ¿Quién era Mohsen Fakhrizadeh?

        Mohsen Fakhrizadeh creció en el seno de una familia conservadora en Qom, corazón teológico del Islam chiita. Tenía 18 años cuando la revolución islámica derrocó la monarquía del sha de Irán en 1979. Este suceso histórico avivó su deseo íntimo, de ser alguien muy útil a la teocracia de los ayatolas.

          Disciplinado, Mohsen Fakhrizadeh se propuso alcanzar dos sueños: En primer lugar, convertirse en científico nuclear, en el que producto de su disciplina académica, obtuvo un doctorado en física nuclear otorgado por la Universidad Tecnológica de Isfahan, con una disertación sobre la "identificación de neutrones”

         En segundo lugar, incorporarse a la guardia revolucionaria iraní del nuevo gobierno teocrático, institución armada en la que alcanzó el grado de general. En el momento de su muerte, era viceministro de Defensa.

        Como símbolo de su devoción por la revolución chiita, siempre llevaba en su mano derecha un anillo de plata con un ágata roja ovalada, similar al que siempre lucían el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khomeini y el general Suleimani.

        Desde entonces dirigió el programa de desarrollo de misiles para la Guardia Revolucionaria y fue pionero en el programa nuclear del país. Como director de investigación del Ministerio de Defensa, jugó papel clave en el desarrollo de drones para ataques limitados construidos en Irán, e inclusive viajó a Corea del Norte, para integrar conocimientos en el desarrollo de misiles balísticos.

        En otras palabras, en ámbitos de guerra nuclear, nanotecnológica y bioquímica, Fakhrizadeh estaba a la par con Qassim Suleimani, pero en forma encubierta. Cuando Irán requirió equipos o tecnología sensibles, prohibidos para ese país debido a las sanciones internacionales instigadas por Estados Unidos, Fakhrizadeh encontró métodos ilegales para obtenerlos, mediante una red clandestina de contactos delictivos desde América Latina, Corea del Norte y Europa del Este, hasta encontrar las piezas que necesitaban.

       Fakhrizadeh era adicto al trabajo. Era muy serio, exigía perfección a su equipo laboral y no tenía poco sentido del humor. Rara vez se tomaba un descanso y evitaba aparecer en los medios de comunicación.

       La mayor parte de su vida profesional fue ultrasecreta, a tal grado que era más conocida por el Mossad israelí que por la mayoría de los iraníes.

       Cuando los inspectores nucleares internacionales visitaron a Irán para consolidar los programas de desarme nuclear, los funcionarios gubernamentales que los atendían, les dijeron que Fakhrizadeh no estaba disponible, que sus laboratorios y campos de pruebas estaban fuera de los límites. Aunque Fakhrizadeh fue considerado el padre del programa nuclear de Irán, nunca asistió a las conversaciones, que llevaron al acuerdo con la administración de Barack Obama de 2015.

        Antecedentes operacionales de la muerte Mohsen Fakhrizadeh

        Con base en reiterados informes de inteligencia acerca de los planes de la teocracia iraní, para fortalecer su capacidad de guerra nuclear con el fin de atacar para destruir al odiado Estado de Israel, en 2004 el gobierno israelí ordenó al poderoso servicio de inteligencia Mossad, que realizara las operaciones que fueran necesarias, para impedir que Irán obtuviera armas nucleares.

       Al confirmar las informaciones por otras fuentes, preocupado por la agresividad de Irán, en 2006el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas congeló los activos de Fakhrizadeh como parte de un paquete de sanciones contra el régimen de los ayatolas.

       Por su parte, Irán ha insistido firmemente en que su programa nuclear tenía fines puramente pacíficos, pero que su gobierno no tenía ningún interés en desarrollar una bomba. Inclusive, el ayatolá Jamenei emitió un edicto declarando que tal arma violaría la ley islámica.

        Así, los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), corroboraron in situ, que Irán si desarrollaba proyectos de armas nucleares. Y según los informes de inteligencia del Mossad, el programa de construcción de bombas fue suspendido temporalmente y sus componentes estaban dispersos entre diferentes programas y agencias, todo bajo la dirección de Fakhrizadeh.

        Cuando el presidente George W. Bush visitó Jerusalén en 2008, el primer ministro israelí Ehud Olmert le mostró la grabación de una conversación que, según funcionarios israelíes tuvo lugar poco tiempo antes entre Fakhrizadeh y un colega iraní. En ella se escucharía cuando Fakhrizadeh habló explícitamente sobre su esfuerzo continuo para desarrollar una ojiva nuclear.

       Desde entonces, el Mossad ha llevado a cabo acciones de sabotaje y ataques cibernéticos contra las instalaciones de enriquecimiento de combustible nuclear de Irán. De manera simultánea seleccionó como objetivos militares, a los ingenieros encargados del ambicioso programa de armas nucleares iraníes.

       Producto de esa misión, desde 2007 hasta la fecha, los agentes del Mossad mataron dentro del territorio iraní a cinco científicos nucleares e hirieron a otro. La mayoría de ellos trabajaron con Fakhrizadeh en la construcción de una ojiva nuclear, con la compleja misión de adaptarla al tamaño de los misiles crucero de largo alcance fabricados en Irán.

       Pero esos cinco científicos no fueron los únicos abatidos por los agentes israelíes, puesto que también mataron a un general iraní encargado del programa de misiles y a 16 integrantes de su equipo.

        Para acometer estas arriesgadas y cinematográficas incursiones tácticas de amplias connotaciones político-estratégicas, Israel utilizó diversos métodos. El primer científico nuclear de la lista fue envenenado en 2007. El segundo fue asesinado en 2010, por medio de la activación de una bomba colocada en una motocicleta detonada por control remoto.  En esta ocasión un sospechoso iraní fue capturado. Confesó y pronto fue ejecutado por la guardia iraní.

        Después de esa debacle, el Mossad cambió de sistema para eliminar a los científicos iraníes. En cada uno de los siguientes cuatro asesinatos, ocurridos entre 2010 y 2012, pistoleros en motocicletas se acercaron sigilosamente al automóvil del objetivo en el caótico tráfico vehicular de Teherán, y le dispararon a través de las ventanas o colocaron bombas “lapa” adheridas a las puertas del vehículo.

        El primer intento para eliminar al científico Mohsen Fakhrizadeh ocurrió en 2009 en Teherán, pero en el último momento la operación fue cancelada, cuando el Mossad sospechó que su contraparte de Irán conocía las intenciones de Tel Aviv y les había tendido una emboscada.

        Años después, en 2012, el gobierno de Israel suspendió la campaña de sabotaje y asesinato de científicos nucleares debido a que el gobierno de Barack Obama comenzó negociaciones con Irán que condujeron al acuerdo nuclear de 2015.

        Sin embargo, la inteligencia israelí no creyó en la buena fe de Irán y en 2018, Benjamín Netanyahu para la época primer ministro de Israel, citó una conferencia de prensa para mostrar los documentos que el Mossad extrajo de los archivos nucleares de Irán y mencionó varias veces por su nombre al científico Fakhrizadeh, como responsable de la continuidad secreta de ese programa con armas atómicas.

       Debido a que Donald J. Trump derogó ese acuerdo en 2018, y conscientes de que el mandatario estadounidense no tenía garantizada la reelección, los israelíes reanudaron la campaña de eliminar a Fakhrizadeh, como parte esencial del objetivo de frustrar el progreso nuclear de Irán y obligarlo a aceptar restricciones estrictas a su programa nuclear.

       Los preparativos para matar a Mohsen Fakhrizadeh por medio de empleo de armas de alta tecnología, comenzaron a finales de 2019 y principios de 2020, mediante coordinaciones realizadas por el director del Mossad, Yossi Cohen, y funcionarios estadounidenses de alto rango, incluido el presidente Donald J. Trump, el secretario de Estado Mike Pompeo y la directora de la CIA, Gina Haspel.

        Informados sobre el plan de asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, los funcionarios de inteligencia estadounidense lo apoyaron. La señal para concretar la idea, fue que los gobiernos de Tel Aviv y Washington se sintieron alentados por la tenue respuesta de Irán a la sonada muerte del general Qassim Suleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, tras un ataque con aviones no tripulados estadounidenses con la ayuda de la inteligencia israelí, efectuado en enero de 2020.

       La conclusión de la inteligencia militar de los dos países, fue que si los estadounidenses pudieron matar al máximo líder militar iraní con poca reacción de los afectados, la teocracia de Irán no podía o se mostraba reacia a responder con más fuerza frente a cualquier agresión de alto nivel.

        Así, se puso en marcha la vigilancia permanente sobre las actividades y rutinas de Fakhrizadeh. Sin embargo, a medida que llegaban las informaciones de inteligencia a Tel Aviv, quedaba más claro que Irán también había aprendido lecciones del asesinato del general Suleimani, por lo tanto, los altos funcionarios podrían ser blanco de ataques.

       El reto para el Mossad era intentar algo novedoso y sorpresivo

       Conscientes de que Fakhrizadeh encabezaba la lista de los objetivos más buscados por Israel, los funcionarios iraníes habían extremado su seguridad a cargo de la unidad de élite Ansar de la Guardia Revolucionaria, fuertemente armada y bien entrenada, que para mayor previsión comunicaba sus movimientos por medio de canales encriptados.

        A Fakhrizadeh lo custodiaban convoyes de cuatro a siete vehículos. Sus escoltas cambiaban las rutas y el tiempo para frustrar posibles ataques. Inclusive el auto que conducía Fakhrizadeh, se rotaba entre cuatro o cinco a su disposición. Por ende, era casi imposible atacarlo con el sistema de los sicarios en motocicleta y por extensión era necesario, contar con un equipo suficiente de agentes iraníes apostados en diferentes lugares, para determinar en cual vehículo se transportaría Fakhrizadeh el día de su deceso.

        Los encargados de eliminar a Fakhrizadeh consideraron la posibilidad de detonar una bomba a lo largo de la ruta de su desplazamiento, lo que obligaría al convoy a detenerse para que pudiera ser atacado por francotiradores, pero después de muchos análisis, ese plan se archivó debido a la probabilidad de que se desatara un tiroteo al estilo de las pandillas con muchos muertos y la total posibilidad de la pérdida del secreto de la identidad de los iraníes, que operan como agentes de inteligencia israelí.

       Entonces, se propuso la idea de hacerlo con una ametralladora operada a control remoto, pero hubo una serie de complicaciones logísticas y detalles técnicos, que a priori, sugerían que la operación podría salir mal. Existían ametralladoras teledirigidas que varios ejércitos ya las tenían, pero su volumen y peso dificultaban su transporte y camuflaje, además que hasta esa fecha, solo se habían utilizado con operadores cercanos.

        Pero un robot asesino cambió diametralmente los cálculos operacionales del Mossad, cuya organización tiene dentro del código de honor una regla: si no hay rescate, no hay operación. Esto significa que es esencial un plan detallado y seguro para retirar a sus agentes de manera segura, del lugar donde se realiza una incursión.

        Por lo tanto, no tener agentes del Mossad presentes en el campo inclina la ecuación a favor de la operación. Pero para este caso, utilizar una ametralladora computarizada, no probada en operaciones anteriores, presentaba una serie de otros problemas. El primero de ellos era cómo instalar el arma en el lugar del ataque.

       Para el efecto, el Mossad eligió un modelo especial de ametralladora FN MAG de fabricación belga, integrada a un dispositivo robótico avanzado. Para solucionar el problema de que la ametralladora, el robot, sus componentes y accesorios juntos pesan más o menos una tonelada, todo ese equipo se dividió en partes más pequeñas y se introdujo pieza por pieza de contrabando en Irán.

        El robot fue construido para que cupiera en la caja de una camioneta Zamyad, modelo de auto común en Irán. Dentro el vehículo se instalaron cámaras que apuntaban en múltiples direcciones para enviar a la sala de mando una imagen completa, no solo del objetivo y su equipo de seguridad, sino también del entorno circundante. Además, el camión estaba lleno de explosivos para que pudiera volar en pedazos, después de la muerte de Fakhrizadeh, destruyendo todas las pruebas.

       Paro había que resolver otras complicaciones al disparar el arma. Una ametralladora instalada en un camión, inclusive si está estacionado, vibrará después del retroceso de cada disparo, cambiando la trayectoria de las balas posteriores.

       Además, aunque la computadora del robot se comunicara con la sala de control vía satélite, enviando datos a la velocidad de la luz, habría un ligero retraso en la transmisión de los datos. Es decir, lo que el operador veía en la pantalla ya había sucedido un poco antes, y ajustar la puntería de la ametralladora para compensar ese tiempo tomaría otro momento, mientras el auto de Fakhrizadeh estaba en movimiento.

       Tras varios estudios de laboratorio, se determinó que el tiempo que tardan las imágenes de la cámara en llegar al francotirador y la respuesta del francotirador en alcanzar la ametralladora, sin incluir su tiempo de reacción, es de 1,6 segundos, retraso suficiente para que el disparo mejor dirigido se desvíe del camino.

        En consecuencia, el sistema fue programado para compensar el retraso, la sacudida y la velocidad del coche.

         Otro desafío fue determinar en tiempo real que Fakhrizadeh conducía el automóvil y no uno de sus hijos, su esposa o un guardaespaldas.

        Israel carece de las capacidades de vigilancia en Irán similares a las que si tiene en otros lugares, como la Franja de Gaza o Cisjordania, donde utilizan drones para identificar un objetivo antes de lanzar un ataque. Pero, al enviar un dron el Irán podría ser derribado fácilmente por los misiles antiaéreos de fabricación rusa, que poseen las fuerzas iraníes. Y un dron volando en círculos por la tranquila campiña de Absard podría delatar toda la operación.

         La solución encontrada a esta limitación técnica y táctica, fue estacionar un auto aparentemente fuera de servicio temporalmente, por que le faltaba una llanta, en un cruce en la carretera principal, donde los vehículos que se dirigían a Absard tenían que salir de la vía principal, a tres cuartos de milla de la zona de muerte. Dentro de ese auto estaba el robot asesino.

        Al amanecer del viernes 27 de noviembre se puso en marcha la operación. Los funcionarios israelíes dieron a un aviso final a sus pares estadounidenses.

        A diferencia de un dron, la ametralladora robótica no llama la atención en el aire y puede ubicarse en cualquier lugar, desde donde se puede operar con máxima letalidad.

          La audaz y al final exitosa operación se planeó y ejecutó con base en graves fallas de seguridad por parte de la Guardia Revolucionaria de Irán, minuciosa planificación y detallada vigilancia por parte del Mossad, sumada la despreocupación de Fakhrizadeh, por su propia seguridad

         Al mismo tiempo, fue la primera prueba de una acción real de guerra preventiva, en la que un francotirador computarizado con elementos de alta tecnología, equipado con inteligencia artificial y ojos con múltiples cámaras, operado por satélite, bate un objetivo real con una ametralladora que tiene capacidad para disparar 600 cartuchos por minuto y arrasar objetivos humanos.

Sin duda, con cualidades que probablemente remodelarán los protocolos de la seguridad y el espionaje, la ametralladora mejorada con implementos muy sensibles y controlada a distancia desde un centro de cómputo, se une al dron de combate o en este caso de manera robótica, a un vehículo aparcado sobre la para golpear un blanco selectivo a distancia.

        El golpe mortal

        Para cumplir el cometido agentes iraníes al servicio del Mossad estacionaron una camioneta pickup Nissan Zamyad de color azul, sobre el costado de la vía que une el poblado de Absard con la carretera principal, aprovechando una ligera colina que permite observar a todos los vehículos que se acercan al sitio. Escondida dentro de material de construcción acopiado dentro del camión había una ametralladora calibre 7.62 mm.

        A la 1 p.m. del 27 de noviembre, el equipo encargado de acondicionar la camioneta para el demoledor ataque, fue informado por los agentes de inteligencia desplegados en el área vacacional del Mar Caspio, de que Fakhrizadeh, su esposa y un equipo de guardaespaldas armados de escolta estaban a punto de partir hacia Absard, exclusivo lugar de veraneo, donde la élite iraní tiene segundas residencias y villas vacacionales.

        De inmediato, el escuadrón de asalto salió de Irán. Simultáneamente, a más de 1.000 millas de distancia del lugar donde quedó instalada la trampa mortal, un francotirador virtual que operaba la ametralladora a control remoto miraba en la pantalla de una computadora, todo lo que ocurría en el lugar de la emboscada de aniquilamiento contra el importante científico nuclear iraní.

        Cuando la caravana partió de la ciudad de Rostamkala en la costa del Mar Caspio, el primer automóvil llevaba un destacamento de seguridad. Iba seguido por el vehículo Nissan negro sin blindaje conducido por el Fakhrizadeh. Su esposa Sadigheh Ghasemi viajaba en el asiento del acompañante. Los seguían otros dos vehículos de seguridad.

        Los guardaespaldas habían advertido Fakhrizadeh ese día de una nueva amenaza contra él, y le pidieron que no viajara, pero Fakhrizadeh dijo que viajaría porque al día siguiente tenía que dictar una clase presencial en una universidad de Teherán, y que por seguridad no podía hacerlo de forma remota. Eran tantas las advertencias de eventuales atentados contra su vida, que ya eran rutinarios estos mensajes para el científico.

        Poco antes de las 3:30 p.m., la caravana llegó al cambio de sentido en Firuzkouh Road. Al bajar la velocidad, el automóvil conducido por Fakhrizadeh detuvo prácticamente la marcha, entonces los operadores lo identificaron plenamente, e inclusive identificaron a su esposa sentada en el asiento del pasajero.

        El convoy giró a la derecha en Imam Khomeini Boulevard. En ese momento el automóvil principal de seguridad se dirigió hacia la casa de descanso para inspeccionarla, antes de que llegara Fakhrizadeh. Ese desprendimiento de la unidad de la caravana de seguridad dejó al auto de Fakhrizadeh expuesto a la letalidad del ataque venidero.

       Por la configuración del terreno, el convoy redujo la velocidad justo antes del vehículo Zamyad estacionado por supuestas fallas mecánicas al lado de la vía. Como si fuera parte favorable de la operación, un perro callejero cruzó la vía.

        A la distancia el operador de la ametralladora disparó una ráfaga, alcanzando la parte delantera del automóvil debajo del parabrisas. El auto de Fakhrizadeh se desvió de la ruta y luego se detuvo.

        El tirador virtual ajustó las miras y disparó otra ráfaga, golpeando el parabrisas tres veces. Herido en un hombro Fakhrizadeh salió del coche y se agachó detrás de la puerta principal abierta. Tres disparos más le atravesaron la columna vertebral y acto seguido cayó muerto en la carretera. Toda la operación duró menos de un minuto. Se dispararon solamente quince cartuchos, pero ninguno de ellos impactó a la esposa de Fakhrizadeh, precisión atribuida al software de reconocimiento facial para que los disparos afectaran solamente al científico.

       Hamed Asghari el primer guardaespaldas se acercó al carro de Fakhrizadeh. Confundido buscó al asaltante con la mirada. La esposa de Fakhrizadeh recostó en su regazo el cuerpo exánime de su esposo. En ese momento, explotó el varado vehículo Zamyad azul.

       Sin embargo, esa fue la única parte de la operación que no salió bien según lo planeado. La explosión pretendía de destrozar al robot, para que después los iraníes no pudieran reconstruir lo sucedido ni adquirir tecnología de punta con fines bélicos. En realidad, la mayor parte del equipo fue arrojado al aire y luego cayó al suelo, dañado sin posibilidad de reparación, pero en gran parte intacto y con todas las pruebas tecnológicas de lo sucedido.

       La evaluación posterior de los hechos elaborada por la Guardia Revolucionaria, según la cual el ataque fue llevado a cabo por una ametralladora teledirigida "equipada con un sistema de satélite inteligente" usando inteligencia artificial, coincide con lo sucedido en el lugar del letal ataque sorpresivo.

       Como suele suceder en casos similares, los medios de comunicación contribuyeron al éxito publicitario de los atacantes, debido a la cantidad de suposiciones y desinformaciones surgidas en la medida que se iban conociendo detalles, o de la evidente incapacidad de la inteligencia iraní, para detectar el plan para neutralizar a Fakhrizadeh y no limitarse solamente a advertirlo de lo que podían asesinar.

       Las recriminaciones y la paranoia entre políticos y funcionarios de inteligencia se intensificaron después del asesinato. Agencias de inteligencia rivales, dependientes del Ministerio de Inteligencia y la Guardia Revolucionaria, se culparon entre sí.

       Se rumoró inclusive, que Israel se había infiltrado en el destacamento de seguridad de Fakhrizadeh, que tenía conocimiento de los cambios de última hora en su movimiento, la ruta y la hora. Pero al final nada es claro para los sorprendidos iraníes.

      Mientras para Irán la muerte del general y científico Fakhrizadeh fue una gran pérdida humana y un contundente fracaso estratégico, para a seguridad nacional de Israel y los intereses geopolíticos de Estados Unidos en el Medio Oriente y el Golfo Pérsico, este golpe constituyó un resonante éxito político-estratégico, que por su naturaleza y connotaciones se equiparó al de la muerte del general Quassim Suleimani.

       Una vez más Israel sorprendió en forma demoledora y creativa a sus poderosos enemigos del caldeado vecindario, y de paso les bloqueó el añorado sueño de desaparecer el Estado sionista. Nuevamente la tecnología, el ingenio y la mística israelíes escribieron otro asombroso capítulo de las para ellos inagotables operaciones de comandos en profundidad sobre la retaguardia estratégica enemiga, como parte vital de su defensa activa.

      En esta singular y espectacular maniobra táctica, hay material para elaborar artículos, ponencias, estudios de caso, análisis geopolíticos de seguridad nacional, estudios de operaciones militares de cuarta generación, crónicas, reportajes y películas de cine.

      Pero, por otro lado, no se puede minimizar ni desconocer que esta acción tendrá retaliaciones de parte de Irán y su brazo terrorista Hizbolá. Tampoco se puede olvidar, que la muerte de Fakhrizadeh, no es óbice para que Teherán suspenda el proyecto nuclear ni para que Rusia deje de meter las narices en el Golfo Pérsico.

      Fue una victoria táctica de connotaciones estratégicas y consecuencias políticas favorables a Estados Unidos, Israel, Arabia Saudita y los reinos sunitas del Golfo, pero no el fin de la amenaza nuclear chiita, ni la llegada de la hasta ahora esquiva paz en la región. La sicosis de guerra regional sigue latente… Con consecuencias impredecibles.

 

     Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

     Autor de 39 libros sobre estrategia, defensa nacional y geopolítica

     www.luisvillamarin.com

 

 

 

 

 

 

 

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