El ataque con misiles Tomahawk lanzado por las fuerza navales de Estados Unidos contra objetivos militares sirios, marca una nueva etapa de la guerra civil en Siria, impone ajustes en el ajedrez geopolítico del Medio Oriente, cambia el escenario de la reunión de Trump con el primer ministro chino en La Florida, envía un contundente mensaje a Rusia e irán, pone en máxima alerta a Israel, y necesariamente entromete a Estados Unidos en otra guerra.
Las consecuencias son impredecibles, dadas las eventuales reacciones de Rusia, las respuestas terroristas que se sentirán en todo el planeta, por medio de Hizbolá chiita y de los sunitas de Al Qaeda e Isis.
La trágica experiencia de Libia en la que Estados Unidos y la Unión Europea dejaron solos a quienes luchaban contra Ghadaffy, no se va a repetir en esta ocasión.
La razón es que hay fuerzas pro-estadounidenses que luchan contra Al Assad y que ya están en Damasco.
Eso lo sabe perfectamente Rusia, y falta ver cuál va a ser su reacción pues no es un secreto que el bombardeo con armas químicas en Idlib fue hecho intencionalmente con la autorización de Putin.
Por razones obvias Turquía entra en máxima alerta y su ambigüedad o pro-rusa o pro-Usa, sumada a su interés de incrementar ocupación en territorio sirio.
El escenario s presenta propicio para que ISIS actúe en los países musulmanes donde hace presencia.
El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es analista de asuntos estratégicos, autor de 31 libros acerca de los conflictos internacionales, la geopolítica, la seguridad y la defensa nacional, cinco de ellos relacionados con el terrorismo islámico titulados Martes de Horror, Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe e Isis-Estado Islámico. Además tiene en preparación la obra titulada Geopolítica del Terror.
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