Miles de manifestantes que se oponen a la toma de posesión de lostalibán en Afganistán salieron a las calles por segundo día consecutivo el jueves 19 de agosto de 2021, esta vez marchando en la ciudad de Kabul, inclusive cerca del palacio presidencial tomado por los terroristas el domingo pasado. Horas antes en una manifestación en la ciudad, cerca de 200 personas se habían reunido antes de que grupos talibán armados, la disolvieran violentamente.
Los talibán anunciaron el toque de queda en la ciudad de Khost, en el sureste del país, también el jueves, luego de otras protestas en esa localidad. Según un testigo citado por Reuters, en la localidad de Asadabad, en el oriente del país, varias personas murieron cuando los talibán abrieron fuego contra los manifestantes, porque ondeaban la bandera nacional en una manifestación en el Día de la Independencia de Afganistán.
Según un informe confidencial de la ONU, conocido por The New York Times, a pesar de las supuestas garantías públicas expresadas por el grupo terrorista, de que no buscarán venganza, los miembros del Talibán están intensificando la búsqueda de personas que creen que trabajaron con las fuerzas estadounidenses y de la OTAN, inclusive entre la multitud que se agolpa en las afueras del aeropuerto de Kabul.
Mientras miles de estadounidenses y afganos se han dirigido hacia el aeropuerto en busca de vuelos para salir del país, el presidente Joe Biden ha sugerido que las tropas estadounidenses enviadas a proteger a esos ciudadanos, pueden quedarse más tiempo allí, hasta cuando se termine de evacuar a todos los norteamericanos.
Ante tan compleja situación, que a todas luces evidencia incremento de la violencia y los sectarismos religiosos radicales del sunismo salafista, la pregunta es ¿qué sigue para Afganistán?:
La respuesta indicaría que la realidad de gobernar una nación cambiada está resultando difícil para los talibán. Por obvios temores y la inseguridad que les genera salir a exponerse, muchos trabajadores encargados de operar sectores críticos de la vida social y económica del país, se esconden en sus hogares. Por lo tanto, servicios como la electricidad, el saneamiento ambiental y el agua potable podrían verse afectados muy pronto.
No obstante durante el cambio de poder, comienzan a evidenciarse jugadas estratégicas de la geopolítica regional y mundial sobre Afganistán. Después de la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán y el colapso del gobierno de Kabul, Rusia se está haciendo cargo en Asia Central para proteger a la región de un posible desfogue de violencia religiosa sectaria en la que el terrorismo será preeminente.
Junto con Pakistán y China, Rusia está ganando influencia en asuntos de seguridad con miras a expoliar las ingentes riquezas minerales del exótico país afgano.