Además de crisis energética en Ucrania, el Kremlin desestabiliza la región financiando protestas en Moldavia

Publicado: 2022-12-12   Clicks: 764

Rusia financia manipuladas prtestas contra el gobierno moldavo, con el fin de extender tentáculos geopolíticos del Kremlin.

    Geopolítica de Rusia

     Moldavia pequeño país y república de la antigua Unión Soviética que en la actualidad no hace parte de los peones del Kremlin, está privado de gas natural y electricidad debido a la invasión rusa a la vecina Ucrania. Y para colmo de males, el gobierno moldavo enfrenta constantes manifestaciones callejeras en su contra, financiadas por la inteligencia rusa y un dirigente político prorruso radicado en Israel, quienes comparten el propósito de desvertebrar cualquier gobierno prooccidental, que se asiente en la zona de influencia moscovita durante la guerra fría (1945-1991).

  Debido a que la red eléctrica de Ucrania ha sido azotada por misiles, Moldavia está siendo afectada por el aumento vertiginoso de las facturas de servicios públicos y los apagones ocasionales, lamentable situación en la que según el alcalde de una pequeña ciudad en el norte de Moldavia, los residentes apenas pueden contener su ira, debido a la impotencia que los aqueja.

     Para colmo de males, hay otra razón por la que la gente está tan ansiosa por protestar en Moldavia. Es el dinero fácil.

    En desarrollo del esquema de guerra política copiado de los manuales soviéticos de propaganda, los servicios de inteligencia rusa muy cercanos a distintas modalidades mafiosas rusas actuales,  les pagan para que salgan a unirse a las ruidosas manifestaciones semanales, que se llevan a cabo desde septiembre  de 2022 en la ciudad de Chisinau capital de Moldavia, para exigir la destitución de Maia Sandu, la presidenta del país, y  ex funcionaria del Banco Mundial, quien abiertamente declara que no quiere ver a Moldavia, el país más pobre de Europa, como un satélite dependiente de la órbita totalitaria de Moscú.

      Dentro de Moldavia, las protestas pagadas contra la presidenta y su inclinación hacia occidente, son organizadas por miembros del partido prorruso que encabeza Ilan M. Shor, un estafador convicto y fugitivo que, según reportes de inteligencia occidentales,  intenta convertir una crisis de energía en una crisis política, que amenaza al gobierno moldavo y la estabilidad de la región.

La ira popular desatada por los altos precios de la energía, ha estado rondando en Europa durante los últimos meses de 2022, ofreciendo a Putin la herramienta que considera su mejor esperanza para erosionar el apoyo público de Europa a Ucrania, y de paso, presionar a los gobiernos occidentales, para se aparten del debate y dejen de condenar la invasión de Rusia contra Ucrania.

A manera de ejemplo, activistas simpatizantes de Rusia de extrema izquierda y extrema derecha, han ayudado a movilizar protestas por los altos precios de la energía en la República Checa, Alemania y otros países europeos. Pero esas manifestaciones han sido menos frecuentes y no son financiadas como si ocurre con las manifestaciones semanales y, a menudo, las protestas diarias de sorpresivas “multitudes relámpago” en Moldavia, país que es todavía vulnerable al desorden administrativo, debido a sus arraigadas divisiones políticas, económicas y lingüísticas que le aquejan.

Para consolidar la perversa estrategia, el gobierno de Rusia ha creado sensación colectiva de descontento público en Moldavia restringiendo los suministros de energía eléctrica ucraniana, al mismo tiempo que aliados locales de Ilán M. Shor, incitan al descontento a las calles, con el claro propósito de derrocar al gobierno prooccidental de la presidente Sandú.

Sobre el mapa geopolítico y geoestratégico del occidente ruso, Moldavia es un país pequeño pero importante, ubicado entre Rumania (país miembro por parejo de la OTAN y la Unión Europea) y Ucrania.

Así las cosas, desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, la prominente ubicación geoestratégica tiene a Moldavia atrapada en medio del intenso tire y afloje geopolítico entre Rusia y Occidente.

Según sus líneas ideológicas, los dirigentes políticos moldavos respaldados por Moscú o Washington y la Unión Europea, han rotado por el poder nacional en Chisinau, mediante una larga serie de gobiernos inestables y sin objetivos nacionales.

El partido prorruso de Shor obtuvo solo seis de los 101 escaños parlamentarios en las elecciones de 2021, mientras que el partido de la presidente Sandu obtuvo gran mayoría, sobre las agrupaciones políticas que buscaban relaciones cercanas con el Kremlin.

Pero, para mayor desgracia de los moldavos, la invasión rusa de la vecina Ucrania a partir de febrero de 2022, empujó la perenne inestabilidad moldava hacia una nueva fase tumultuosa, signada por los peores temores de una población cada vez más cansada de la guerra, la limitación económica y el subdesarrollo a pesar de estar dentro del territorio europeo.

Las ondas de choque ya han llegado a Moldavia, en cuyo territorio cayeron misiles rusos en dos ocasiones. El segundo de los misiles cayó al norte cerca de la frontera con Ucrania, situación que sacudió aún más al frágil país que ya enfrenta una inflación de casi el 35%. Según la presidenta Sandu, los precios del gas en Moldavia se han multiplicado por siete y los precios de la electricidad se han multiplicado por cuatro en los últimos 12 meses.

Aunque no es parte directa de la guerra desatada por Rusia contra el pueblo ucraniano, Moldavia, cuya Constitución lo compromete a la neutralidad, Moldavia ha experimentado la presión inmisericorde de Rusia, derivada de fuertes cortes en el suministro de energía, con el evidente fin de cambiar el actual gobierno moldavo por uno prorruso, e implantar otra opción geopolítica del gobierno de Chisinau hacia Europa.

Prueba de la creciente crisis energética, es que para ahorrar electricidad, todas las luces de las oficinas de servidores públicos se apagan a menudo. Utilizan la linterna de los teléfonos celulares para caminar por los pasillos. La razón: los ataques con misiles rusos contra la red eléctrica de Ucrania, que solía proporcionar a Moldavia una fuente de electricidad de respaldo vital, dejaron a todo el país sin electricidad a finales de noviembre de 2022.

El amplio bulevar ubicado frente a las oficinas gubernamentales de Chisinau,  ha sido el sitio frecuentado para las protestas organizadas por el Partido de Shor, quien , en cumplimiento de las consignas que recibe de los servicios de inteligencia rusos desde Moscú, los dirige desde su refugio en Israel. Shor financia las manifestaciones y habla por enlace de videollamada instigando en cada reunión, por la destitución de la presidente Sandu.

Con la siniestra advertencia acerca de un “invierno duro” sin gas ruso para paliar la presión climática de la naturaleza, Shor envía mensajes por medio de cuenta de Facebook, llamando a los partidarios a “salir en masa” a las protestas callejeras, incitándolos a hacer todo lo posible para deshacerse de un gobierno incompetente y celebrar elecciones anticipadas que los alineen con el Kremlin.

En octubre de 2022, el gobierno de Estados Unidos impuso sanciones a Shor, a su esposa una estrella del pop ruso, y a otras siete personas por participar en “campañas persistentes de influencia maligna” de Rusia en Moldavia.

En esos mismos días, la policía moldava realizó allanamientos nocturnos en 55 oficinas, vehículos y residencias relacionadas con Shor y su partido político extremista pro-Putin. Durante las diligencias judiciales, los investigadores incautaron 20 bolsas de plástico negro, similares a las que recibía el entonces candidato presidencial colombiano Gustavo Petro, llenas de dinero local en este caso equivalente a 89.000 dólares, que según los conceptos de los fiscales moldavos investigadores del delito, equivalen a los pagos durante una semana en protestas y otras actividades subversivas destinadas a derrocar al gobierno.

Todos los analistas de geopolítica internacional, incluidos funcionarios oficiales estadounidenses, sospechan que gran parte del efectivo del Partido Shor, proviene de Rusia gobierno del que se tienen serios indicios, que financia actividades subversivas en otros países, con dineros provenientes de la mafia rusa, lo que sería ilegal, pero naturalmente Shor lo ha negado.

Por otra parte, el oscuro pasado judicial de Shor lo pone en el ojo del huracán, pues apeló su condena de 2017 y su sentencia de siete años y medio, dictada en su contra por la justicia moldava, por participar en el robo de casi mil millones de dólares de bancos de su país, insistiendo en que es víctima de un sistema judicial corrupto.

Pagar a los moldavos para protestar no es ilegal en ese país. Pero al amplificar el descontento genuino mediante acciones clandestinas y subversivas, crea la impresión interna y externa, de que Moldavia se está desmoronando, calculado mensaje propagandístico, que por obvias razones es promovido con amplitud por los medios oficialistas de comunicación rusos.

Mediante esta conducta, Shor está reviviendo una de las tácticas favoritas de Moscú para afirmar su influencia en la antigua Unión Soviética: avivar una crisis y luego, ya sea directamente o a través de representantes locales, ofrecer una solución que requiere la aceptación de la hegemonía rusa, porque desde esa óptica no hay más soluciones posibles.

Asi mismo, siguiendo las instrucciones básicas de los catecismos soviéticos de guerra sicológica, el partido de Shor exagera siempre el tamaño de sus protestas, al afirmar por ejemplo, que se reunieron 45.000 personas frente a la oficina del fiscal general, pero el número real era de cerca de cuatro mil.

El patrón de guerra política y psicológica soviética, que Putin aplica al dedillo en su política exterior coercitiva y coactiva, se desarrolló por primera vez hace tres décadas en Moldavia, cuando solo unos meses después del colapso de la Unión Soviética, los separatistas de etnia rusa en la región de Transnistria, en el oriente de Moldavia, tomaron las armas contra el gobierno de la nueva nación independiente.

“Bondadosamente y en aras de la paz y la convivencia en el vecindario” Moscú prometió sofocar la violencia y envió tropas, intervencionismo imperialista puro, que permitió al Kremlin que Transnistria opere desde entonces. como un refugio casi estatal para la influencia rusa y el comercio permanente de todo tipo de mercados negros, mientras asienta otra sede análoga con lo hecho durante años en el Donbas ucraniano para promover secesiones uy recuperar progresivamente el territorio total de la antigua URSS bajo el control de la nueva Federación Rusa.

En el escenario actual, con las tropas rusas agrietándose en Ucrania, nadie esperaría que en el corto plazo el Kremlin envíe a su maltrecho ejército a Moldavia, no obstante no se podrá descartar que lo hiciera por medio de su peón Bielorrusia, pero los costos serían altos para su satélite prorruso en Minsk.

En la actualidad, una pequeña fuerza rusa permanece en Transnistria, pero la mayoría de las tropas son soldados locales, mal entrenados y muy mal equipados, situación que se agravó para los prorrusos porque Ucrania cerró sus fronteras con Transnistria al comienzo de la guerra, cortando las líneas de suministro del Kremlin a sus aliados por la fuerza.

Por dicha razón, con opciones militares limitadas, Moscú ha golpeado a Moldavia con el arma energética, enviando menos de la mitad del gas natural estipulado en los contratos ya firmados con antelación.

Muchos partidarios del millonario fugitivo Shor, residentes en la ciudad de Orhei, donde se desempeñó como alcalde durante cuatro años antes de huir a Israel en 2019, lo identifican como un dirigente político corrupto que saqueó las arcas de las finanzas públicas.

Pero paradójicamente, al examinar su mandato como alcalde, debido a que Shor construyó aceras, instaló luces y mejoró notablemente a Orhei, también lo ven como una figura tipo Robin Hood, cuya riqueza sin importar su origen, traerá beneficios a los ciudadanos comunes y corrientes

Y como Shor tiene vínculos afectivos, políticos e intereses oscuros para su beneficio personal coincidentes con los de funcionarios oficiales rusos, muchos moldavos saben que Shor puede usar sus contactos e influencias para poner fin a la crisis energética, con el argumento de que para él están los intereses del país, antes que los “juegos geopolíticos de Estados Unidos en la región”.

Prueba de la maquiavélica maquinación del binomio Putin-Shor, es que poco después de que Gazprom el gigante energético de Rusia, comenzó a cortar las entregas de gas a Moldavia durante el otoño de 2022, una medida que por obvias deducciones amenaza con un invierno largo y frío por delante, Shor criticó a públicamente a la presidente Sandú por “inclinarse ante Occidente”.

Acto seguido y en desarrollo del libreto preacordado, Shor envió a Moscú, a varios de los legisladores de su partido para encontrar "soluciones para proporcionar gas natural a precios asequibles a la República de Moldavia este invierno ". Todo fría y maquiavélicamente calculado.

El siguiente paso de la obra teatral, fue que Shor afirmó que pronto Rusia comenzaría a proporcionar gas barato a la región circundante de la ciudad de Orhei en Modlavia. Pero eso nunca sucedió, en especial porque entregar gas ruso solo a Orhei es técnica y legalmente imposible. No obstante, la propaganda apunta a generar más descontento, pues los afectados no culparán nunca a Shor de estar mintiendo, sino al gobierno moldavo de la señora Sandú, de no querer el bienestar de sus gobernados.

La siguiente escena de la opereta, es que en nombre de las víctimas moldavas del mal gobierno de Sandú, no queda otra opción que convocar a miles de manifestantes cada semana, en apoyo de su llamamiento para mejorar las relaciones con Rusia.

De manera descarada Shor reconoció que si pagó dinero a los manifestantes contra la señora Sandú, después de que un periódico moldavo independiente, Ziarul de Garda, publicó una investigación elaborada por periodistas, que se hicieron pasar por manifestantes y recibieron dinero pro participar en las protestas en Chisanau.

Igual a como actúan en las protestas en Colombia, los narcotraficantes, los terroristas de las Farc y el Eln, y los dirigentes políticos corruptos que tienen nexos con el cartel de los soles en Venezuela. Inclusive, se ha probado la injerencia rusa en estas manifestaciones “pacíficas” y se ha probado el ingreso de dineros oscuros provenientes de la mafia rusa, para financiar estos actos contra la estabilidad institucional en Colombia.

De inmediato, Verejanu el actual alcalde de Orhei salió en defensa de Shor, y aseguró que menos de la mitad de los manifestantes fueron pagados, y solo aquellos que son demasiado pobres y no tenían dinero para comprar comida y bebidas durante el viaje hacia y desde Chisinau.

La nueva escena de la persistente estrategia de guerra sicológica orquestada desde Moscú, tuvo un nuevo acto la primera semana de diciembre de 2022. Durante un mitin del Partido Shor frente a la oficina del fiscal general, los manifestantes bloquearon el bulevar principal y denunciaron a la presidente Sandú y a los ministros del gobierno como ladrones corruptos, ciegos ante el dolor económico de las personas, al mismo tiempo que gritaban y portaban carteles con mensajes en según los cuales, Moldavia necesita un "presidente real como Putin" que ponga orden y autoridad.

En conclusión se infiere que fiel a los legados soviéticos de espionaje, sabotaje, manejo de agentes provocadores, propaganda, terrorismo, mentiras, infiltraciones, compras de conciencias, manipulación de ignorantes políticos y fomentos de crisis, Putin sigue considerando que sus embajadas son centros de espionaje y desestabilización de los países que no están en la órbita moscovita.

Por lógica deducción, la actividad propagandista maquiavélica del suministro del gas barato para aliviar el frío invierno seguirá en Moldavia. Y la intromisión descarada de los agentes de propaganda rusa en la vida política de los colombianos seguirá igual, como una forma de socavar la presencia e influencia estadounidense en el hemisferio.

Lo peor es que este esquema de guerra político ruso, signado por comportamientos soviéticos de la guerra fría, no se acabará si Putin sale del poder, sino hasta cuando lleguen generaciones con pensamientos diferentes, en torno a la forma correcta en que Rusia debe hacer su política exterior, sin recurrir al miedo, el terror, el sabotaje, el espionaje o la subversión contra quienes no están de su lado.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, defensa nacional y estrategia

www.luisvillamarin.com

 

 

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