Amenaza rusa para revertir tendencia prooccidental de Ucrania.

Publicado: 2021-11-23   Clicks: 543

     Geopolítica de Rusia

    Amenazarusa a Ucrania  La expansión geopolítica rusa está que arde. Hay serios indicios de que antes de finalizar 2021, Rusia podría lanzar una ofensiva militar contra Ucrania. Para el efecto, el régimen de Moscú ha acumulado silenciosamente sus fuerzas a lo largo de la frontera con Ucrania durante los últimos meses. Esta conducta podría ser el preludio de una operación militar que tiene como objetivo resolver el estancamiento político en Ucrania a su favor.

     Aunque no es descartable que una vez más Vladimir Putin pudiera estar acudiendo a la diplomacia coercitiva, esta vez podría ser un hecho real. Lo cierto es que si no se llega a un acuerdo diplomático del más alto nivel, escalaría el conflicto Rusia-Ucrania.

     Habida cuenta que el Kremlin tiene buenas razones para comprometerse con el statu quo regional, la pregunta básica es: ¿Por qué Putin se arriesgaría a desatar una agitación geopolítica y económica en el mundo, al reavivar la confrontación militar con Ucrania?

     En 2014, Rusia anexó Crimea mediante uno de los acaparamientos de tierras más grandes e ignominiosos ocurridos en Europa, desde cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial.

      En realidad, las sanciones occidentales impuestas a Rusia por invadir a Crimea, no han sido particularmente duras, por lo tanto, la situación macroeconómica rusa es estable. Así mismo, el Kremlin conserva un firme control en el mercado energético de Europa Occidental, materializado en la finalización del gasoducto Nord Stream 2, que consolidará la dependencia alemana del gas natural ruso, situación que vislumbra favorable a Rusia hacia a pesar de algunos inconvenientes legales.

      Mientras tanto, los gobiernos de Estados Unidos y Rusia están empeñados en la búsqueda de estabilidad estratégica. Putin se reunió Joe Biden en junio de 2021 en aras de construir una relación más predecible entre los dos países. Año tras año, Moscú ha ido perdiendo influencia política en Kiev, sin embargo, Rusia y Ucrania están ad portas de reanudar este conflicto no resuelto, el cual puede rediseñar el mapa de Europa una vez más y complicar los esfuerzos diplomáticos de Washington por estabilizar su relación con Rusia.

       Durante 2020, Ucrania adoptó una postura firme sobre las demandas rusas, indicando que no se comprometería a trabajar con Putin. Las naciones europeas respaldaron la posición de Ucrania y, al tiempo que Kiev ha ampliado su cooperación en materia de seguridad con los rivales estadounidenses y europeos de Rusia.

      Tal vez, en la medida que Moscú ha ido adquiriendo mayor confianza política y económica, el cambio de atención y recursos de Washington a su competencia con China, podría haber convencido a Putin de que Ucrania tiene ahora un interés geopolítico lejano para Estados Unidos.

      Los dirigentes rusos han señalado estar agotados de la diplomacia. De remate, catalogan de intolerable la creciente integración de Ucrania con Estados Unidos y la OTAN. Así, el escenario geopolítico en la región, está listo para que Moscú acuda a la fuerza, a menos que Moscú, Washington y Kiev puedan encontrar una solución pacífica trilateral.

      Alistamiento mutuo para la guerra ruso-ucraniano

      La amenaza del uso de la fuerza por parte de Rusia no significa que la invasión sea inminente. Inclusive, podría ser posible que el Kremlin no haya tomado ninguna decisión política para lanzar una operación militar. Pero es necesario tener en cuenta que la actividad militar rusa en los últimos meses está fuera del ciclo normal de entrenamiento de tropas para eventuales actos legítimos de defensa.

      Unidades con guarnición normal a miles de millas se han desplegado hasta el Distrito Militar Occidental, que coincidencialmente limita con Ucrania. Los ejércitos rusos del Cáucaso han enviado unidades a Crimea.

      A todas luces, esas medidas no son actividades de entrenamiento de rutina, sino esfuerzos concretos, para colocar unidades y equipos para una posible acción militar. A diferencia de la acumulación anterior de tropas rusas realizada en marzo y abril de 2021, esta vez por razones tácticas, muchas unidades rusas se trasladan en horas de la noche.

      En la práctica, el escenario de una guerra más amplia es altamente posible. El legado de la crisis de Ucrania de 2014 sigue siendo más propicio para la escalada militar rusa, que para congelar el latente conflicto como una incómoda paz.

      Entonces, ¿qué ha cambiado durante el último año? En primer lugar, la estrategia rusa en Ucrania no ha producido una solución política que Moscú pueda aceptar. Después de una campaña de 2018 que aparentó tendencias a la apertura al diálogo, el cambio de tercio del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky de buscar en 2020 un compromiso con Rusia, eliminó cualquier asomo de esperanza para que Moscú logre objetivos favorables, por medio del ejercicio diplomático.

      Moscú no ve salida satisfactoria frente a las sanciones occidentales, en consecuencia, las conversaciones entre Rusia, Ucrania, Alemania y Francia destinadas a resolver el conflicto en el oriente de Ucrania no van a ninguna parte. En la medida que fracasan los esfuerzos políticos y diplomáticos, para resolver la crisis, Putin sabe que ha conseguido frutos cuando ha usado la fuerza.

      Desde su orilla, el gobierno de Ucrania ha ampliado asociaciones con los Estados Unidos, el Reino Unido y otros estados de la OTAN. En reciprocidad, Estados Unidos ha proporcionado asistencia militar letal y la OTAN entrena el ejército ucraniano. Estos nexos internacionales con Occidente, son como una espina clavada en el costado de Moscú, razón por la cual, el régimen ruso consideraría que la membresía de Ucrania en la OTAN, es una línea roja para la política exterior mutua con Kiev.

      Desde la óptica del Kremlin, si el territorio ucraniano se va a convertir en un instrumento al servicio de Estados Unidos contra la expansión geopolítica de Rusia, pero el ejército ruso conserva la capacidad de hacer algo al respecto, entonces el uso de la fuerza es una opción más que viable, para su concepción de la “auto-defensa”.

      Igualmente, la administración de Zelensky parece débil y cada vez más desesperada por encontrar apoyo interno, pero no ha hecho mucho para reducir la corrupción o para separar a Ucrania de la larga tradición de gobierno oligárquico. según el Instituto Internacional de Sociología de Kiev, su índice de aprobación en octubre de 2021, es del 24,7%.

Los funcionarios diplomáticos rusos son enfáticos en que no ven ningún sentido en negociar con Zelensky y han pasado varios meses deslegitimando su administración. Por lo tanto, si Moscú prescinde de asumir un compromiso diplomático, el uso de la fuerza es cada vez más probable.

      La posición interna de Rusia y los desarrollos geopolíticos más amplios no son descartables para este análisis. El régimen de Putin parece estar fuertemente posicionado, mientras que la oposición está muy reprimida. Desde cuando iniciaron las sanciones occidentales en 2014, Moscú ha reconstruido su posición financiera y actualmente tiene alrededor de 620 mil millones de dólares, representados en reservas de divisas.

      Y debido al aumento de los precios del gas y la escasez de suministro de energía, Rusia puede influir considerablemente en la geopolítica de Europa. Entre tanto, Europa se ha quedado atascada tras la desordenada retirada de Afganistán, e inclusive por no tener constitución política uniforme ni fuerza militar colectiva, la Unión Europea todavía está luchando por definir su objetivo de "autonomía estratégica".

      Por razones derivadas de la guerra comercial y la expansión geopolítica china, la administración Biden se centra en China, lo que indica que Rusia ocupa un lugar más bajo en la agenda y que Europa no es una de las principales prioridades políticas internacionales de Washington. O sea, que en ese escenario, Ucrania representaría un interés secundario dentro de un teatro de operaciones también secundario.

      En el transcurso de 2020, Putin y su séquito han utilizado una retórica severa, llamando la atención sobre sus líneas rojas en Ucrania. E inclusive, parecería ser que Moscú no cree que Estados Unidos haya tomado en serio tal amenaza. Para justificar por anticipado cualquier incursión militar en Ucrania, en octubre de 2021, Putin señaló que, aunque es posible que a ese país no se le otorgue formalmente la membresía en la OTAN, “el desarrollo militar del territorio ya está en marcha. Y esto representa una amenaza real para Rusia ".

      Para muchos analistas internacionales, es dudoso que esas afirmaciones de Putin sean palabras vacías. En ese escenario, el liderazgo ruso no ve perspectivas de una resolución diplomática y cree que Ucrania se está uniendo a la órbita de seguridad de Estados Unidos, razón por la que puede ver la guerra como algo inevitable.

      Aunque los líderes rusos no creen que usar la fuerza sea algo fácil o gratuito, perciben que Ucrania está inmersa en una trayectoria inaceptable, y que tienen pocas opciones para salvar su política preexistente. Inclusive, pueden haber concluido que recurrir a opciones militares será menos costoso ahora que en el futuro.

      Diplomacia sin cortapisas

      Rusia obtuvo avances sustanciales durante su ofensiva militar 2014-2015 en Ucrania, tales como;

     1. Forzó acuerdos de alto el fuego, desfavorables a Kiev.

     2. El ejército de Ucrania ha mejorado desde entonces, pero también lo ha hecho el de Rusia.

     3. El margen de superioridad cuantitativa y cualitativa rusa sigue siendo sustancial. Sin embargo, el éxito de Rusia en el campo de batalla no se tradujo en un éxito diplomático en 2014 o posteriormente.

      4. El acuerdo que surgió de la guerra se llamó Protocolo de Minsk, por la ciudad en la que se negoció. En la práctica, resultó ser una solución en la que todos salían perdiendo: Ucrania nunca recuperó su soberanía territorial. Estados Unidos y sus aliados europeos, que evitaron un conflicto potencialmente creciente con una potencia nuclear, no pudieron obligar mediante sanciones, que Rusia retirara sus tropas de Crimea. Pero también es cierto, que la influencia rusa sobre Ucrania, aparte de los territorios que anexó o invadió, ha disminuido constantemente desde 2015.

      En 2014, Ucrania firmó un acuerdo de asociación con la Unión Europea, que la incorporó a la regulación europea, resultado que precisamente Rusia intentaba evitar. En una maniobra desesperada, el gobierno de Kiev ha presionado para que se le adhiera a la OTAN y, aunque no tiene perspectivas inmediatas de entrar en la alianza, su cooperación de defensa con los miembros de la OTAN se ha profundizado.

     Aunque después de asumir el cargo como presidente, Zelensky intentó algún compromiso diplomático con Moscú, en 2020 cambió de rumbo, cerró las estaciones de televisión prorrusas y adoptó una línea dura frente a las demandas rusas. En términos concretos, la administración Zelensky colocó a Ucrania en el camino hacia la "integración euroatlántica", o en la ruta que los diplomáticos estadounidenses describen la orientación estratégica de Ucrania: “Camino que se aleja de Rusia”.

      Aunque los combates en el oriente de Ucrania disminuyeron después de 2016, el latente conflicto causa una situación inestable en Europa. Rusia y Estados Unidos, cuya influencia se superpone en Europa del Este, están inmersos en una "competencia estratégica". Pero desde 2014, la brecha entre la retórica estadounidense y la acción en Ucrania o en otros lugares siguen abiertas a la especulación.

      Por ejemplo, la guerra civil siria expuso la falta de resolución estadounidense respecto al objetivo declarado: "Assad debe irse". Y como si esto fuera poco, Washington aceptó la presencia militar rusa en Siria, situación que permitió a Moscú expandir su influencia en el Medio Oriente y el Golfo Pérsico.

      El desordenado retiro de Estados Unidos de Afganistán y la disputa por el acuerdo submarino de AUKUS (Australia-Reino Unido-Estados Unidos) con Australia, que dejó fuera del negocio y enfureció a Francia, han revelado serios problemas de coordinación dentro de la alianza transatlántica. Washington parece cansado de la guerra, y probablemente Rusia esté cuestionando si las declaraciones de apoyo político estadounidense a Ucrania están respaldadas por una resolución creíble, o son simples anuncios propagandísticos.

Si el gobierno de Putin evalúa que el apoyo de los funcionarios estadounidenses a la integridad territorial de Ucrania no es sincero, y no hay mucho que indique lo contrario, no se verá disuadido de cambiar el equilibrio regional de poder mediante el empleo de la fuerza militar.

     Sería ilógico de su parte intentar la conquista de toda Ucrania, un enorme país de más de 40 millones de habitantes, pero no sería irreal para su gobierno, intentar la división del país en dos o imponer un nuevo acuerdo, para revertir la política exterior de Ucrania alejada de la "integración euroatlántica" y la cooperación de seguridad con Estados Unidos”.

Durante mucho tiempo, Moscú ha querido revisar el acuerdo posterior a la Guerra Fría. Los líderes rusos podrían imaginar que en lugar de ceder más esfuerzos de contención, una guerra de esta escala pronto obligaría a conversar sobre el papel de Rusia en la seguridad europea.

     El objetivo de Moscú ha sido restaurar un orden regional, en el que Rusia y Occidente tengan la misma voz sobre los resultados de seguridad en Europa, pero es dudoso que Putin crea que pueda lograr tal acuerdo mediante la persuasión o la diplomacia convencional. La acción militar rusa podría asustar a los principales estados europeos, algunos de los cuales se ven relegados a un lugar secundario en la estrategia de Estados Unidos, y el obvio deseo de Putin para posicionarse entre China y los Estados Unidos.

     No quiere decir que tal resultado sea probable, pero puede ser la intención geopolítica y estratégica en la que se están enfocados los dirigentes rusos.

      Lo ideal es encontrar estabilidad en medio de los conflictos

      Para Estados Unidos habría dos conclusiones acerca del fortalecimiento militar de Rusia alrededor de Ucrania. La primera es que no es probable que se trate de otra exhibición coercitiva, a pesar de los mensajes contradictorios de Moscú.

      La clave de la respuesta de Washington será prepararse para la posibilidad de que se desate una guerra en 2022, coordinar por anticipado con los aliados europeos y dejar en claro las consecuencias de tal acción para Moscú.

      Si actúa ahora, Estados Unidos podría trabajar con sus socios europeos para aumentar los costos económicos y políticos para Rusia de la acción militar, y posiblemente disminuiría la probabilidad de la guerra contra Ucrania.

      La razón es que por la inercia de Obama en 2014, al no desarrollar una respuesta coordinada a la agresión rusa, le costó caro a Ucrania. Los separatistas respaldados por Rusia derribaron un avión de pasajeros civil, mucho después de la anexión rusa de Crimea y la invasión de la región de Donbas, lo cual comprometió a Europa con sanciones contra Moscú.

      Por consiguiente, en esta ocasión, Estados Unidos debe evitar políticas fragmentadas y reactivas. Debería describir públicamente las líneas básicas de su apoyo a la soberanía de Ucrania en conjunto con sus aliados europeos, mucho antes del eventual estallido de un gran conflicto militar. La magnitud humanitaria y estratégica de una previsible invasión rusa a gran escala exige nada menos

No solo es poco probable que Rusia se vea disuadida por términos diplomáticos que carecen de credibilidad, sino que intentará perjudicar la reputación de Estados Unidos. Es así que la Casa Blanca debe actuar sin engañar a los líderes ucranianos para que esperen un apoyo que no se materializará. Si la Casa Blanca no ve una opción militar estadounidense en Ucrania, como sucedió en 2014, debería decírselo, para que sus dirigentes puedan operar frente a la realidad geopolítica.

     En segundo lugar, estalle o no una guerra en Ucrania, Estados Unidos y sus aliados europeos deben ser más claros sobre el callejón sin salida diplomático actual en el que están inmersos. Rusia no se encuentra frente a una retirada geopolítica y es poco probable que Ucrania ceda.

      Una contienda continua por la influencia en Ucrania es inevitable y empeorará las cosas en lugar de mejorarlas. Sin embargo, eso no excluye la búsqueda de una solución diplomática que reduzca los riesgos de que la rivalidad geopolítica entre las dos potencias, se salga de control.

      Ucrania está en el centro de esa solución, pero paradójicamente, no es Ucrania sino Washington quien ha estado visiblemente ausente del proceso diplomático. La amenaza de la guerra en Ucrania, es la arista más importante de inestabilidad entre Rusia y Estados Unidos, por lo tanto la Secretaría de Estado debe actuar.

     Parecería ser que buscar la estabilidad estratégica será como convivir con el conflicto. Pero en la medida que se intensifica la competencia entre las dos principales potencias nucleares del mundo, no es un lujo ni un espejismo. Es una necesidad, y para evitar una hecatombe deben sentarse a conversar y a lograr soluciones con compromisos concretos. De lo contrario, Rusia se saldrá con la suya y habrá guerra sin respuesta clara de Washington.

      Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

      Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

     www.luisvillamarin.com

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