Por Ucrania, Putin amenaza a Biden con “ruptura total” de relaciones Estados Unidos y Rusia

Publicado: 2022-01-01   Clicks: 1569

Biden hablando con putin el 30 de diciembre de 2021

      Aunque los medios de comunicación  internacionales han sido parcos y mesurados para difundir comentarios u opiniones acerca de la conversación telefónica del 30 de diciembre entre Joe Biden y Vladimir Putin, agregándole de la cosecha de cada informador que fue “diplomática” o que abrió caminos para la diplomacia y la solución diplomática en torno al espinoso tema de Ucrania, lo cierto es que los buenos deseos de los informadores, distan tanto e la realidad en el terreno, como de las reales intenciones de Moscú.

      En síntesis, los dos mandatarios conversaron durante 50 minutos sobre la escalada de la crisis con Ucrania, sin que al final de la charla aún estén claras las intenciones rusas.

     Arrogante y desafiante, apegado al desueto catecismo comunista de negociar mediante la amenaza, Putin advirtió al presidente Biden una vez más, que cualquier sanción económica impuesta a Rusia, en el caso de su gobierno emprenda una nueva acción militar contra Ucrania, tal decisión de la Casa Blanca, podría conducir a la “ruptura completa” de las relaciones entre las dos superpotencias nucleares.

     Aunque ante los medios de comunicación, los voceros de ambas partes describieron como “formal” la llamada telefónica, no hubo precisiones para el retiro de 100.000 soldados rusos desplegados por el Kremlin en la frontera con Ucrania, tampoco quedó claro, que Rusia respete el legítimo derecho de Ucrania para integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por lo tanto la latente amenaza de Putin para ordenar una invasión armada contra Ucrania, es su as bajo la manga y su medida de fuerza para imponer criterios en eventuales negociaciones.

     Según funcionarios estadounidenses de la Casa Blanca, Biden reiteró que Estados Unidos, junto con sus aliados y socios responderán de manera contundente, si Rusia invade más Ucrania, agregando que, a diferencia de los rusos, su gobierno no negociaría en público.

     Así mediante un optimismo nacido de los deseos personales de los periodistas, más no de lo que sucede en Ucrania alrededores, se aduce la formalización inicial al panorama diplomático para las conversaciones bilaterales, que comenzarán en Ginebra el 10 de enero de 2022, y luego se trasladarán a Bruselas y Viena más adelante, cuando incluirán a los aliados de la OTAN y finalmente a Ucrania.

     Como es costumbre y método heredado de la agresiva era de la diplomacia coercitiva soviética, durante la conversación del 30 de diciembre de 2021, Putin acusó repetidamente a Estados Unidos y las naciones de la OTAN de colocar armas ofensivas cerca de las fronteras de Rusia, poniendo en peligro la seguridad del país.

      Esta es una prefabricada y calculada acusación que los funcionarios rusos han formulado de manera repetitiva durante los últimos meses. Inicialmente, parecía ser que los delegados de Putin se referían a las armas antitanque Javelin y otras municione  que Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania para disuadir a los rusos de emprender cualquier ataque militar.

     Pero con el paso del tiempo, ha quedado claro que los rusos se refieren a armas de “ataque global” nucleares y no nucleares, incluidos misiles nucleares de alcance intermedio que fueron prohibidos por un tratado bilateral,  que coincidencialmente violó Moscú durante varios años, razón por la cual, el entonces presidente Trump también abandonó.

      Ante esa realidad derivada de la mala fe de Moscú, que indujo a Estados Unidos a retirarse de ese pacto, la preocupación de Putin puede ser un razonamiento difícil de aceptar en Washington, para realizar nuevas negociaciones con Rusia, en especial porque por lo menos en lo que se conoce públicamente, no hay planes actuales de la Casa Blanca, para desplegar una nueva generación de tales armas en suelo europeo.

      Mediante la consuetudinaria propaganda del Kremlin, atada a la estrategia de vender a la juventud el refrito de preparase para librar una gran guerra que salve a la madre patria rusa, Yuri V. Ushakov, asesor de política exterior de Putin,  aseguró que el presidente ruso transmitió la expectativa de Moscú de que las próximas conversaciones con Estados Unidos, conducirían a “garantías de seguridad formuladas legalmente” para Rusia, pero fue enfático en aseverar, que no se han alcanzado compromisos. O sea: nada.

      Así mismo, Ushakov agregó, que Putin advirtió a Biden de que cualquier sanción nueva y dura sería un error en una situación, en la que es mejor no cometer errores. De paso adujo que Rusia “se comportaría como se comportaría Estados Unidos si las armas ofensivas estuvieran cerca de Estados Unidos.

     Y como si se tratara del paso a paso de un manual de guerra sicológica de la era Stalin o Krushev, para atenuar calculadamente el discurso amenazador, Ushakov matizó su mensaje con el argumento, de que Biden dijo más de una vez durante la conversación de los dos mandatarios, que “es imposible ganar una guerra nuclear”. Algo que no es nuevo, ni secreto, puesto que Biden ya ha dicho eso en público.

      Por su parte, Joe Biden ha intentado enfocar el problema en dos vías, con la evidente intención de disuadir a Rusia, mediante advertencias inusualmente específicas relacionadas con la imposición de sanciones que irían mucho más allá de lo que Occidente acordó en 2014, después de la avarienta anexión rusa de Crimea.

     Las nuevas sanciones, que están aún en consideración, van desde aislar a Rusia del sistema de acuerdos financieros globales, hasta imponer más restricciones a los semiconductores de fabricación estadounidense y occidental, que Rusia emplea para su modernización militar.

     En la práctica, , igual que lo hizo la administración Trump, el gobierno de Biden ha proporcionado cientos de millones de dólares en ayuda al ejército ucraniano, con armas defensivas, incluidos misiles antitanque para disuadir cualquier amenaza de invasión rusa. Desde su calculada óptica geopolítica expansionista y de reconstruir el desmoronado imperio soviético, Rusia insiste que se trata de armas ofensivas que amenazan su seguridad nacional.

       Así los voceros digan que las conversaciones privadas de Biden y Putin, son la antesala de un preludio diplomático sin fechas ni agendas concretas,  lo cierto es los dos gobiernos tienen objetivos radicalmente diferentes frente a la situación de Ucrania.

     Es obvio deducir, que al reunir tropas en la frontera ucraniana y luego publicar dos borradores de tratados internacionales, cargados de contenidos de las demandas de la era de la Guerra Fría, acerca de la única nacionalidad rusa de los ucranianos, de manera calculada Putin creó una crisis internacional y dejó en claro su deseo de retroceder 30 años, justo antes del colapso de la Unión Soviética.

      Con estos anuncios, Putin exigió que Ucrania se aísle de Occidente, que Estados Unidos y sus aliados detengan toda actividad militar en Europa del Este y Asia Central y que la OTAN congele su expansión hacia el oriente y retroceda despliegues militares cercanos a las fronteras de Rusia.

       De inmediato, en Washington y las capitales europeas, hubo rechazos colectivos contra la mayor parte del texto propuesto por Putin, que a todas luces fue interpretado como un esfuerzo maquiavélico del Kremlin, por volver a trazar las fronteras de Europa posteriores a la Guerra Fría, puesto que mediante la amenaza de invadir a Ucrania, buscaría retornar ese país a la órbita de Moscú.

      Sin embargo, no se puede descartar la invasión rusa a Ucrania, pues parecería ser, es cuestión de tiempo mientras pasa el crudo invierno y llega la primavera, cuando el clima permite el despliegue veloz de fuerzas mecanizadas, motorizadas y blindadas

      Prueba de esta presunción es que a pesar de las dificultades económicos y la disminución de las capacidades militares de Rusia post soviética, Putin apuesta a la diplomacia de la mano dura, como lo demostró en 2014, con la anexión de Crimea, para materializar su voluntad de unificar el territorio de habla rusa. Quizás, esta vez confía en que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN no comprometerían fuerzas militares que obliguen a retroceder las tropas rusas de Ucrania.

      Sin duda este es el reto geopolítico más grande de Estados Unidos sin contar la doble moral de Pekín frente a Taiwán, o la carrera nuclear de Irán. Los ucranianos elevan muchas solicitudes de apoyo y son escuchados en Washington y en la Otán. Quizás la solución requiera una posición igual de fuerte de Occidente: Colocar fuerzas con capacidad nuclear en Ucrania.

      Cuando la razón es manipulada, por un manipulador experto, solo las medidas contundentes lo disuaden de jugar con candela, y naturalmente de dejar de lado, la estrategia del terror, de la guerra sicológica, de la amenaza latente del uso de la fuerza para salirse con la suya como el matón del barrio, al que todo se le debe tolerar, por ser un delincuente inmune.

       Con esos alfileres entre la sopa, termina 2021 y comienza 2022 para la geopolítica de Estados Unidos y la política exterior de Estados Unidos, frente a la avaricia rusa.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

www.luisvillamarin.com

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