Señor general Mejía:
Con indignante estupor observé en un noticiero de televisión del medio día de hoy jueves 18 de enero de 2018, que mientras el alcalde de Bogotá hablaba en una rueda de prensa acerca de un acto delictivo en un edificio al norte de la ciudad, el comandante de la BR-13 estaba parado detrás del mencionado alcalde, haciéndole la ridícula posición de sumiso y segundón. Y de remate asomaba la cabeza para que la cámara lo enfocara que él estaba ahí...
Ridículo e indignante para cualquier militar formado en la misma escuela y coincidencialmente en la misma época que usted estuvo como cadete, pues causa escozor y desazón ver a un general de la república asumiendo actitudes tan ladinas.
¿Imagina usted al comandante de una brigada en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, o Francia detrás de un politiquero haciéndole la segunda en un caso de delincuencia común que por su naturaleza corresponde a la policía, a la fiscalía y a los jueces?
Usted que ha pasado buena parte de su carrera en el exterior y conoce la mentalidad de esos ejércitos y esos militares, sabe que allá no se prestarían para una payasada igual.
Parece ser que su concepto “multimisión” está convirtiéndose en que este general de la Br-13 y de pronto muchos más, tienen demasiado afán de satisfacer los caprichos de los politiqueros, antes que cumplir con la constitución.
Tengo la certeza que en la Escuela Militar y en los cursos de capacitación o especialización, o en los cuarteles de tropas y estados mayores, no se entrena a ningún oficial ni para labores de policía, ni para ser segundón de los politiqueros de turno en cada jurisdicción.
Por esa actitud sumisa y falta de patriotismo de algunos militares activos fue que el presidente Santos disfrazó a un hijo de soldado y puso a los generales de turno a que lo elogiaran y lo destacaran como un paladín de la democracia y por esa misma razón es que las Farc buscan apropiarse del congreso para desarticular por completo al Ejército, pues los terroristas dan por sentado, que al interior de la institución y entre los oficiales de alta graduación se desnaturalizó la mística, que para muchos de estos oficiales, parece que el honor y la dignidad militar son cosas del pasado, y que lo mejor es servir de teloneros a los politiqueros de turno
Quizás esos oficiales desnaturalizados suponen que con esa actitud mendaz y arrodillada se consiguen ascensos, medallas y supervivencia en la institución. Esto indicaría una muy floja formación ética y bajo nivel intelectual o académico que se suple con lambonería y arrodillamiento ante un "doctor" con cargo político.
Soy consciente de la dureza de esta nota, pero cuando se agotan las reflexiones diplomáticas la claridad conceptual y la lealtad bien entendida con la institución, deben ser superiores a los elogios oportunistas.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Especialista en defensa bnacional estrategia y geopolítica