El problema no son los electores. Son quienes se autoproclaman candidatos

Publicado: 2021-10-08   Clicks: 1039

     Política en Colombia

       La dinámica política en Colombia ha sido compleja desde siempre, pero con mayor razón el proceso electoral, que parte de la selección de los candidatos, siempre autoimpuestos, sin consultas con las comunidades y lo que es común: votar “por el que diga el gamonal de turno”

       En una sociedad acostumbrada por credo atávico a la confrontación, a los discursos grandilocuentes y a los mensajes agresivos en libelos y plaza pública, con facilidad estas posiciones exclusivistas ― antaño y hogaño patrocinadas por los “dueños del poder”―, han terminado siempre en reyertas, conflictos armados, polarizaciones y violencia política, de la cual en las últimas décadas, han sacado gran provecho comunistas y narcotraficantes.

       Dentro de ese enredado espectro de pasiones banderizas, se han enquistado caudillos, a los que por fuerza de la costumbre siguen grandes masas poblacionales sin formación política, sin educación cívica, sin estructuración para ejercer los derechos democráticos, sin partidos serios que las guíen; y, de remate propensas a ser utilizadas como idiotas útiles para todo tipo de polarizaciones nefastas.

       En consecuencia, de manera reiterativa, esas masas amorfas colombianas, son presa de envidias sectoriales, intrigas politiqueras, demagogia, apasionamientos y odios irreconciliables, eso sí, sin claridad ideológica.

       Así en cada elección aparecen “Mesías demagógicos” que no solo se autoproclaman “líderes salvadores” porque desde su egoísta óptica son el “hombre clave de la operación secreta” que cambiará el rumbo del país. Para el efecto prometen hasta pavimentar desde el nacedero hasta el final del curso hidrográfico, a toda la arteria fluvial que nace en el Nudo de los Pastos; construir un puente vehicular entre Cartagena y San Andrés, reducir el embarazo a seis meses, etc.

       Mientras tanto, en el orden sectorial de grupos sociales definidos como los obreros, los educadores, los pensionados, los agricultores, las reservas de las Fuerzas Armadas, etc., aparecen los “elegidos por su propia autodivinidad” quienes con discursos emotivos, pero sin solidez estructural, van a “erradicar la corrupción del congreso de la república” y “representar a su respectivo grupo social” dizque “llegando de primeros allí para abrir el camino a los demás”.

       Inmediatamente en una sociedad conflictiva y afín a la envidia, la intriga y la inquina como suele ser la colombiana, a otras personas pertenecientes a esos sectores sociales, autoproclamadas poseedoras de dotes de genialidad similares o superiores a esos “salvadores de la patria en el congreso de la república” se les ilumina la secreta lámpara de Aladino, que cada persona lleva dentro, para aducir:

         “ Y si esta persona piensa ir al Congreso de la república para ganarse 30 millones de pesos o más, sin incluir las arandelitas de la eterna corrupción criolla….¿Por qué no puedo ser yo, si es que ese es un tal por cual, ha hecho o no ha hecho, tiene tales problemas etc….?”

        O lo que es peor, comienza el subrepticio tránsito de intrigas, “tan secreto que no lo sabe sino todo el país” de enviar emisarios torvos con mensajes descalificadores, para sembrar la cizaña en el grupo del “adversario” con el fin de que se “congele su movimiento porque la ley lo faculta”, a regar mensajes disociadores, a llamar a que quien trabaja en un proyecto se pase deslealmente al otro, a copiar la información y deformar los argumentos etc. 

        Eso cuando estos especialistas en no hacer pero tampoco dejar hacer, no son parte de grupos de comunistas armados y desarmados, que solo piensan en destruir lo bueno que tenga el país. En este escenario ya las agresiones son de mayor calibre.

       Así el caos de la política colombiana no cambia de rumbo en cada elección, sino que se recicla, en un ambiente de mediocridad, ignorancia, falta de foco, miopía de la prospección del país y culto a la envidia, que parecería ser el deporte nacional por excelencia.

        Desde esta columna de opinión se ha venido reiterando desde hace dos décadas, que la solución nace de un partido con programas y proyectos diseñados a largo plazo con argumentos serios construidos de manera seria y estructural, y, guiados por estadistas con visión de estrategas y estrategas con pensamiento de estadistas. Prueba de esas condiciones son los asombrosos avances integrales durante las ultimas siete décadas de China, Israel, la Europa devastada por la guerra mundial y Corea del Sur.

        En ese entorno, pero sin obtener respuesta seria de parte de los convidados, de mil maneras se ha invitado a las reservas de la Fuerza Pública, a construir primero el proyecto político y luego de manera democrática, como debe ser, escoger entre todos a los candidatos que nos representen. A sabiendas, que si se desarrolla bien la tarea, hay cupo para todos acorde con su perfil individual, pues sencillamente no todas las personas así tengan la ambición, reúnen el perfil para ser buenos parlamentarios.

       Que los actuales congresistas sean ineptos, no significa que el camino es repetir lo mismo, argumentando que “¿por qué ese sí y no yo?”… Sería más de lo mismo.

        Si de verdad se quiere cambiar estructuralmente el rol del congreso de la república para construir un país más justo y con prospección, es necesario comenzar por cambiar el pensamiento y el concepto de quienes desean ocupar esas curules, formando estadistas, o sea “personas a quienes les quepa el país en la cabeza”.

      Personas que entiendan que para atender y resolver los grandes debates nacionales, no basta con la buena voluntad o el interés figurativo de pelechar de altos cargos por ocuparlos, sino que para llegar allá y transformar la vida nacional, se requiere formación, pensamiento superior, grandeza para desprenderse de los egos, capacidad para argumentar en público, habilidad para hablar ante los medios de comunicación, conocimientos solidos acerca de la dinámica política y geopolítica del mundo etc.

Se aclara: No es malo que haya varios candidatos de todos los sectores sociales. Lo malo es que no tengan programas claros, o que estén integrados a grupos politiqueros, a los que en nombre de la “salvación nacional” “el anticomunismo”, “los derechos sagrados de la familia” “el amor por el padre celestial”, etc, solo les interesa usufructuar o en otros casos seguir usufructuando de unas mieles que han probado con anticipación y saben que son jugosas.

       Como aún las reservas de la Fuerza Pública no hemos construido un movimiento serio con programa, objetivos, políticas de Estados, políticas de gobierno, objetivos, que incluya a millones de colombianos agotados con tanta podredumbre política, vicios y malas costumbres descritas, una vez más reiteramos a los lectores, que en la Fundación Excelencia, Liderazgo y Transformación, ya hay un camino avanzado en este sentido y que debemos mirar más allá de la nariz, porque el 2022 marcha hacia una nefasta victoria electoral en el parlamento, por parte de la izquierda proterrorista, el narcotráfico, la corruptela santista y en general todos los grupos politiqueros que hacen daño al país.

       En síntesis, el problema no es el electorado. Son los autoproclamados candidatos en todos los sectores sociales. Todavía hay tiempo de enderezar el camino.

 

       Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

        Autor de 39 libros de estrategia, geopolítica y defensa nacional

        www.luisvillamarin.com

 

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