Deslealtades y corrupción en altos mandos del Ejército. Curso de acción a seguir

Publicado: 2019-07-06   Clicks: 4589

       Debido a que después de la tempestad viene la calma, y que luego de las borrascas, las aguas turbulentas se encargan de arrastrar en sus riadas todo lo que opone a su cauce, la desafortunada crisis que puso en ascuas el legitimo ejercicio del mando del general Nicacio Martinez,  comenzó a superarse para bien de Colombia y del Ejército, con los necesarios llamamientos a calificar servicios de varios generales, señalados por presuntos casos de corrupción, y otros implicados en una presumible conjura para derrocar al comandante de la Fuerza mediante asqueantes componendas, propias de traidores, que desde la sombra y escudados en los grados militares conspiran contra quienes los lideran.
     Los desleales son la peor peste en cualquier organización. Por regla general son incapaces de liderar con visión y proyección en el ente que buscan encabezar, a costa de apuñalar a quien los orienta. Son como las elites romanas que se eliminaban entre si, no para mejorar el imperio, sino para ocupar  el cargo porque si, o porque creen que es su derecho natural.
      En ese orden de ideas, la reciente y necesaria purga en el alto mando, es una oportunidad para que el reestructurado mando militar, reencauce la 
doctrina del liderazgo en todos los niveles de comando, se renueve el pacto de valor, se reviva la deontología militar, se dinamicen los preceptos de los deberes y virtudes militares y se fortalezca la unidad monolítica de la institución.
      No se puede tratar solamente de un borrón y cuenta nueva, sino de un ejercicio espiritual de reflexión y una decisión conjunta de acción correctiva.
       Es muy claro que quedó al descubierto en esta crisis, que el nefasto desgobierno Santos extendió dentro del Ejercito Nacional, sus tentáculos de politiquería, deslealtad y grupismos, conductaas que han sido fatales en la vida política colombiana.
      Y eso no es cuestión de poca monta. Es un virus grave que al parecer había logrado configurar una red de mediocres con tolda aparte, e intenciones disociadoras, enfocadas en dividir la unidad institucional mediante politiqueros y turbios nexos de algunos altos oficiales, con las intenciones personales de quien a nombre de su paz y vanidad, confundió al Ejército acerca de si combatir o no combatir, de si pensar en la Otán y en la de estratosfera o en la realidad del conflicto interno que sigue igual, o en creer que es mas importante hablar inglés con acento gringo, que en comandar los soldados en el campo de batalla 
      La frase por algunos atribuida a Napoleón Bonaparte, según la cual quien desconoce la historia la repite, cae como anillo al dedo. En pasados episodios cuando los politiqueros que han desgobernado el país, han metido la nariz en la interioridad del Ejercito, en contubernio con generales desleales,  se han producido daños enormes a la doctrina y la disciplina militar, verbigracia las abruptas salidas del servicio activo del general Ruiz Novoa en 1965  y del general Bedoya en 1997.
     En consecuencia, es necesario hablar claro y directo desde el alto mando, actuar de inmediato con un proyecto estratégico y táctico de renovación del liderazgo y obviamente aunque esto cauce escozor, pero sin caer en cacerías de brujas, terminar la extirpación de tumores cancerígenos, que es obvio todavía deben quedar. Donde hubo fuego quedan las cenizas.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
www.luisvillamarin.com
Especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional

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